jueves, 16 de diciembre de 2010

Los males que sufren los pueblos no pueden ser remediados por los gobiernos

Fue sumamente gracioso que el gobierno ruso, más bien que ningún otro haya resultado el niño terrible de la conferencia de La Haya. No siendo permitido a nadie en su casa contestar sus manifiestos y rescriptos tan evidentemente falsos; el gobierno ruso se siente tan mimado, que habiendo arruinado a su propio pueblo bajo el peso de los armamentos sin escrúpulo alguno; habiendo ahorcado a Polonia, saqueando Turquestan y China, y en el momento en que se ocupaba en sofocar las libertades de Finlandia, propuso el desarme a los gobiernos plenamente seguro de que le habían de tomar en cuenta.

Pero por extraña, inesperada y hasta indecente que fuese semejante propuesta, precisamente en el momento que había dado las órdenes de aumentar su ejército, las palabras pronunciadas públicamente al alcance del oído de todo el mundo fueron tales, que para salvar las apariencias, los gobiernos de las otras potencias no podían rehusar la consulta irrisoria y evidentemente hipócrita, y los delegados se reunieron sabiendo de antemano que nada útil podía resultar, y durante varias semanas, gozando de muy buenos salarios, aparentaron ocuparse mucho de arreglar la paz entre las naciones, riéndose al mismo tiempo, sin duda, con todo disimulo para sus adentros.

La conferencia de La Haya, con su terminación en el terrible derrame de sangre del Transvaal, que nadie trato de contener, fue, sin embargo, de alguna utilidad, aún cuando no la esperada; fue de utilidad al demostrar de la manera más clara que los males que sufren los pueblos no pueden ser remediados por los gobiernos. Estos no podrían, aún cuando tuvieran el deseo de hacerlo, concluir con los armamentos ni con las guerras.

                              León Tolstoi - Patriotismo y Gobierno

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