Pierre Joseph Proudhon define así el concepto del anarquismo:
“Anarquía, ausencia del señor, de soberano (El sentido que vulgarmente se atribuye a la palabra anarquía es ausencia de principio, ausencia de regla, y por esta razón se tiene por sinónima de desorden.), tal es la forma de gobierno, a la que nos aproximamos de día en día, y a la que, por el ánimo inveterado de tomar el hombre por regla y su voluntad por ley, miramos como el colmo del desorden y la expresión del caos.” (1)
Por su parte Malatesta la define de la siguiente forma:
“La palabra anarquía proviene del griego y significa sin gobierno; es decir la vida de un pueblo que se rige sin autoridad constituida, sin gobierno.” (2)
Para Eliseo Reclus:
“La anarquía es la más alta expresión del orden”
Y es este el concepto que vamos a abordar en el presente texto.
Mucho se nos dice que los anarquistas hemos elegido mal nuestro nombre; que si bien los objetivos son hermosos el nombre nos presenta como agentes del caos, por lo que muy pocos alcanzan a comprender los objetivos revolucionarios que nos hemos propuesto.
No nos detendremos mucho en contestar tales afirmaciones. La mayoría de ellas provienen del desconocimiento de los hechos unas veces, y las otras de gente de mala fe que, interesados en que el pueblo siga siendo su esclavo, no dudan en manchar con mentiras la historia y la filosofía del anarquismo, que saben es su rival a muerte.
La palabra anarquía ha sido tan manipulada para presentarla como sinónimo de caos y desorden que los prejuicios hacia la palabra y hacia los anarquistas son bastante frecuentes, aunque infundados y nacidos del desconocimiento de la palabra y de la manipulación mediática de los órganos de (des) información al servicio del Estado (3).
Expliquemos ante todo lo que significa la palabra anarquía.
Es un término griego que significa:
Así tenemos que hay otras palabras provenientes del griego que se usan en la actualidad:
An-Arquia= ausencia de gobierno. Tenemos entonces que quienes usan la palabra anarquía como sinónimo de caos y desorden lo hacen empleando la palabra de la forma más equivocada.
La palabra Acracia, con la cual también se identifica a los anarquistas (Ácratas), significa ausencia de coerción.
A= negación de. Kratos= gobierno o coerción.
Es decir, la anarquía y por ella los anarquistas, abogan por una sociedad donde no exista el Estado ni forma alguna de coerción. Esto no significa en modo alguno que signifique ausencia de orden.
El Estado y la cultura aburguesada que se vive en la actualidad tienden siempre a calificar de desorden y caos aquello que no pueden controlar.
Es una táctica bastante conocida ahí donde existen conflictos políticos: en las guerras, por ejemplo, se dice comúnmente que el bando contrario (sea el que sea, ya que en una guerra se disputan únicamente intereses económicos o políticos para beneficio de cierta capa burguesa) son una banda de forajidos, asesinos y un gran número de calumnias, ciertas o no, que no tienen como objetivo sino el que la opinión pública avale los asesinatos que los calumniadores harán.
En Rusia durante la revolución rusa se presentó a Nestor Makhno como un asesino de sangre fría que saboteaba las líneas de tren; se le acusó en general como se hace en todo conflicto de guerra, con la agravante de que quien hacía esas acusaciones eran ni más ni menos que “socialistas” (4).
A Buenaventura Durrutí igualmente se le calumnió en la prensa española de la época, y junto a él a todo el movimiento anarquista (5).
Ricardo Flores Magón fue igualmente calumniado por la prensa porfirista antes de la revolución mexicana, y posteriormente por la prensa maderista; Magón y sus compañeros fueron siempre, durante el porfirismo así como en el maderismo, objetos de todas las injurias y atropellos imaginables. Ni siquiera muerto cesaron las calumnias contra nuestro hermano Ricardo (6).
La primer táctica a usar contra el enemigo según la perspectiva estatista (socialista, republicana o fascista, da exactamente lo mismo) es la de la calumnia. Entre más dura sea la calumnia mejor.
Así es que se explican entonces las montañas de mentiras que el poder en todas sus facetas y con diferentes nombres han hecho del anarquismo y de la palabra anarquía.
Nosotros los anarquistas al hablar del Estado no tenemos necesidad siquiera de inventar una coma: basta simplemente con describir su sistema y sus actos para encontrar un panorama realmente horrendo.
En su tiempo, cuando la burguesía no estaba en el poder y se aprestaba para asaltarlo, se le llamó generadora del caos; a los republicanos los monárquicos los tachaban de incontrolados y agentes del desorden; y estos a su vez, ahora que se encuentran en el poder, tachan a los anarquistas de pretender acabar con el orden y desear el caos y la destrucción.
Se recrimina a los anarquistas las ejecuciones de ciertos militares, reyes, curas y demás explotadores y asesinos, así como de ciertos atracos. Olvidan decir por ejemplo que en su tiempo la burguesía tomó igualmente las armas e incitaba a la lucha; que los republicanos han tomado también las armas y que han hecho uso igualmente de la violencia; que los mismos marxistas han tenido gente actuando de forma violenta o ilegal, Stalin por ejemplo atracaba bancos.
Hablando de la república, olvidan decir que Madero subió al poder mediante la traición, que Carranza traicionó y mató gran número de zapatistas; hablando de monarquías, que el trono de Juan Carlos de Borbón está barnizado con la sangre de más de 500 mil españoles asesinados a manos de Franco, su antecesor; hablando de socialismo, olvidan decir que el pueblo venezolano y cubano, así como el chino, son objeto de la explotación a manos de un manojo de burgueses amparados por el Estado “socialista” sin olvidar en el caso de Cuba a los cientos de fusilados por oponerse a su régimen de muerte; olvidan decir tanto los republicanos, los monárquicos y los socialistas que todos los gobiernos instaurados actualmente tienen como antecedentes el asesinato, la traición, la mentira, la tortura y la explotación.
Olvidan decir también que estos asesinatos no han terminado: actualmente todos los gobiernos, sin importar su etiqueta, continúan matando, explotando, torturando y aplastando a los pueblos, generando con ello un caos económico, político y social que bien podría servir para una película de horror, si todos los crímenes fraguados y llevados a cabo por el Estado fueran hablados públicamente, y no callados por los medios de comunicación al servicio del poder.
¡Pero nos dicen que los anarquistas somos violentos, caóticos y peligrosos!
No es sin duda alguna gratuita esta propaganda: se trata de eliminar todo aquello (y en esto no hacen distinción entre las diferentes tendencias socialistas, sino incluso lo hacen con aquellos movimientos que carecen de toda idea y que se generan por las circunstancias mismas de miseria que se vive en todos los países) que pueda ser una oposición.
Se trata de calumniar y generar en la opinión pública la idea de que solamente el Estado garantiza libertad y justicia al pueblo.
No es para sorprenderse el hecho de que sea precisamente el capitalismo (amparado en el Estado) quien genere sus propias crisis económicas y que sea éste mismo quien las “solucione” (solucione a medias, porque es siempre el pueblo quien termina pagándolas).
Se trata de la vieja táctica de pegar sin mostrar la mano, y que cuando haya una incomodidad del atacado venga cual súper héroe el capitalismo para salvarle. Se genera de esta forma una dependencia del pueblo hacia sus mismos verdugos, pensando en que son ellos quienes le han salvado.
En otro texto (7) he hablado de que esa forma de actuar del poder genera en el pueblo una conducta psicológica parecida al Síndrome de Estocolmo, donde es el pueblo quien se hace dependiente mentalmente de su verdugo… del que sin duda pronto se desprende y comienza a atacarle apenas tiene conciencia de su situación.
De esta forma es como se tiene como sinónimo de “orden” el estado actual de cosas en que vivimos.
Debemos entonces ver qué tipo de orden es este al que se dice que atacamos, cosa de la que no nos arrepentimos y que continuaremos haciendo.
Cuando nuestros adversarios nos acusan de querer el desorden, lo hacen pensando en que deseamos la destrucción de la situación actual, por lo tanto ellos reconocen a este sistema como sinónimo de “orden”
Para ellos el orden es la mujer vendiendo su cuerpo por no poder dar de comer a sus críos; es el minero sepultado para engordar los bolsillos de los capitalistas; es el niño viviendo en las calles en medio de la violencia y el hambre; es el obrero dejándose más de la mitad de su trabajo para beneficio del burgués explotador; es la destrucción del medio ambiente y de los animales para aumentar las arcas del capital; es el enfermo tratado como bestia en los hospitales; es el anciano abandonado en casuchas donde se les lleva como si fueran los residuos de la humanidad; es el estudiante embrutecido por valores nacionalistas; es la mujer acosada por el burgués; es el lujo execrable en medio de la miseria; es el pueblo cloroformado por la Iglesia; es un ejército brillantemente armado en medio del mar de hambrientos de los miles de barrios populares; es la desaparición de los elementos subversivos; es la ley hecha para beneficio del burgués; son las leyes Gestapo implantadas en todos los países para mayor control de la población; es la situación insostenible donde se vive con la incertidumbre de poder comer el mes que viene; son las mujeres violadas de Atenco a manos de la policía; son los mapuches asesinados; son los cubanos perseguidos por el régimen capitalista de Cuba; son los miles, millones de muertos de hambre en el tercer mundo; es más de la mitad de la población mundial viviendo en condiciones de pobreza; son las millones de privaciones en que viven los pobres; son las casuchas donde nos vemos obligados a vivir; es una juventud sin futuro que se corrompe por las drogas con todas las consecuencias que ello conlleva; es el analfabetismo de muchas partes del país en plena “era tecnológica”; es la magra alimentación que apenas podemos darnos los pobres; es la cultura, la libertad y la justicia ultrajadas para beneficio de los poderosos…
¡Claro que deseamos la destrucción de ese “orden”!
Toda persona que tenga en sus adentros un mínimo de amor por la Libertad y que advierta semejantes monstruosidades, si de verdad se precia de ser una persona honrada, desea fuertemente la destrucción de este sistema de muerte.
¿Qué es lo que entienden los gobiernos por “desorden y caos”?
Por desorden y caos entienden aquellas situaciones en las que el pueblo, harto de soportar su condición de esclavo en la economía para sostenimiento de clases burguesas parasitarias, de materia prima en las guerras donde van a morir para beneficio de los capitalistas, se subleva y desobedece a sus eternos explotadores; caos y desorden es para todos los estatistas ahí donde el pueblo ya no les obedece, donde el pueblo toma en sus propias manos los destinos de sus vidas y se aprestar a aplastar las instituciones de la desigualdad: Iglesia, Capital y Estado. Caos y desorden es para el Estado y el capital cuando sus privilegios se caen a pedazos; cuando al fin el pueblo muestra los dientes y furioso se alista a ajustar cuentas a sus verdugos. Caos y desorden es para ellos el que nos acordemos de que tenemos dignidad, y que deseemos una vida de personas y no de máquinas.
“Anarquía, ausencia del señor, de soberano (El sentido que vulgarmente se atribuye a la palabra anarquía es ausencia de principio, ausencia de regla, y por esta razón se tiene por sinónima de desorden.), tal es la forma de gobierno, a la que nos aproximamos de día en día, y a la que, por el ánimo inveterado de tomar el hombre por regla y su voluntad por ley, miramos como el colmo del desorden y la expresión del caos.” (1)
Por su parte Malatesta la define de la siguiente forma:
“La palabra anarquía proviene del griego y significa sin gobierno; es decir la vida de un pueblo que se rige sin autoridad constituida, sin gobierno.” (2)
Para Eliseo Reclus:
“La anarquía es la más alta expresión del orden”
Y es este el concepto que vamos a abordar en el presente texto.
Mucho se nos dice que los anarquistas hemos elegido mal nuestro nombre; que si bien los objetivos son hermosos el nombre nos presenta como agentes del caos, por lo que muy pocos alcanzan a comprender los objetivos revolucionarios que nos hemos propuesto.
No nos detendremos mucho en contestar tales afirmaciones. La mayoría de ellas provienen del desconocimiento de los hechos unas veces, y las otras de gente de mala fe que, interesados en que el pueblo siga siendo su esclavo, no dudan en manchar con mentiras la historia y la filosofía del anarquismo, que saben es su rival a muerte.
La palabra anarquía ha sido tan manipulada para presentarla como sinónimo de caos y desorden que los prejuicios hacia la palabra y hacia los anarquistas son bastante frecuentes, aunque infundados y nacidos del desconocimiento de la palabra y de la manipulación mediática de los órganos de (des) información al servicio del Estado (3).
Expliquemos ante todo lo que significa la palabra anarquía.
Es un término griego que significa:
An: ausencia de.
Arquía: gobierno. O por mejor decir, Estado.
- Democracia proviene de “Demos” (Pueblo) “Kratos” (gobierno)= Gobierno del pueblo. (Lo que en nuestros días se conoce como democracia es una vil mentira según la etimología de la palabra).
-
Monarquía proviene de “mon” o “mono” (uno) “arquia” (gobierno), o
sea, el sistema de gobierno donde manda una sola persona, el rey o la
reina.
An-Arquia= ausencia de gobierno. Tenemos entonces que quienes usan la palabra anarquía como sinónimo de caos y desorden lo hacen empleando la palabra de la forma más equivocada.
La palabra Acracia, con la cual también se identifica a los anarquistas (Ácratas), significa ausencia de coerción.
A= negación de. Kratos= gobierno o coerción.
Es decir, la anarquía y por ella los anarquistas, abogan por una sociedad donde no exista el Estado ni forma alguna de coerción. Esto no significa en modo alguno que signifique ausencia de orden.
El Estado y la cultura aburguesada que se vive en la actualidad tienden siempre a calificar de desorden y caos aquello que no pueden controlar.
Es una táctica bastante conocida ahí donde existen conflictos políticos: en las guerras, por ejemplo, se dice comúnmente que el bando contrario (sea el que sea, ya que en una guerra se disputan únicamente intereses económicos o políticos para beneficio de cierta capa burguesa) son una banda de forajidos, asesinos y un gran número de calumnias, ciertas o no, que no tienen como objetivo sino el que la opinión pública avale los asesinatos que los calumniadores harán.
En Rusia durante la revolución rusa se presentó a Nestor Makhno como un asesino de sangre fría que saboteaba las líneas de tren; se le acusó en general como se hace en todo conflicto de guerra, con la agravante de que quien hacía esas acusaciones eran ni más ni menos que “socialistas” (4).
A Buenaventura Durrutí igualmente se le calumnió en la prensa española de la época, y junto a él a todo el movimiento anarquista (5).
Ricardo Flores Magón fue igualmente calumniado por la prensa porfirista antes de la revolución mexicana, y posteriormente por la prensa maderista; Magón y sus compañeros fueron siempre, durante el porfirismo así como en el maderismo, objetos de todas las injurias y atropellos imaginables. Ni siquiera muerto cesaron las calumnias contra nuestro hermano Ricardo (6).
La primer táctica a usar contra el enemigo según la perspectiva estatista (socialista, republicana o fascista, da exactamente lo mismo) es la de la calumnia. Entre más dura sea la calumnia mejor.
Así es que se explican entonces las montañas de mentiras que el poder en todas sus facetas y con diferentes nombres han hecho del anarquismo y de la palabra anarquía.
Nosotros los anarquistas al hablar del Estado no tenemos necesidad siquiera de inventar una coma: basta simplemente con describir su sistema y sus actos para encontrar un panorama realmente horrendo.
En su tiempo, cuando la burguesía no estaba en el poder y se aprestaba para asaltarlo, se le llamó generadora del caos; a los republicanos los monárquicos los tachaban de incontrolados y agentes del desorden; y estos a su vez, ahora que se encuentran en el poder, tachan a los anarquistas de pretender acabar con el orden y desear el caos y la destrucción.
Se recrimina a los anarquistas las ejecuciones de ciertos militares, reyes, curas y demás explotadores y asesinos, así como de ciertos atracos. Olvidan decir por ejemplo que en su tiempo la burguesía tomó igualmente las armas e incitaba a la lucha; que los republicanos han tomado también las armas y que han hecho uso igualmente de la violencia; que los mismos marxistas han tenido gente actuando de forma violenta o ilegal, Stalin por ejemplo atracaba bancos.
Hablando de la república, olvidan decir que Madero subió al poder mediante la traición, que Carranza traicionó y mató gran número de zapatistas; hablando de monarquías, que el trono de Juan Carlos de Borbón está barnizado con la sangre de más de 500 mil españoles asesinados a manos de Franco, su antecesor; hablando de socialismo, olvidan decir que el pueblo venezolano y cubano, así como el chino, son objeto de la explotación a manos de un manojo de burgueses amparados por el Estado “socialista” sin olvidar en el caso de Cuba a los cientos de fusilados por oponerse a su régimen de muerte; olvidan decir tanto los republicanos, los monárquicos y los socialistas que todos los gobiernos instaurados actualmente tienen como antecedentes el asesinato, la traición, la mentira, la tortura y la explotación.
Olvidan decir también que estos asesinatos no han terminado: actualmente todos los gobiernos, sin importar su etiqueta, continúan matando, explotando, torturando y aplastando a los pueblos, generando con ello un caos económico, político y social que bien podría servir para una película de horror, si todos los crímenes fraguados y llevados a cabo por el Estado fueran hablados públicamente, y no callados por los medios de comunicación al servicio del poder.
¡Pero nos dicen que los anarquistas somos violentos, caóticos y peligrosos!
No es sin duda alguna gratuita esta propaganda: se trata de eliminar todo aquello (y en esto no hacen distinción entre las diferentes tendencias socialistas, sino incluso lo hacen con aquellos movimientos que carecen de toda idea y que se generan por las circunstancias mismas de miseria que se vive en todos los países) que pueda ser una oposición.
Se trata de calumniar y generar en la opinión pública la idea de que solamente el Estado garantiza libertad y justicia al pueblo.
No es para sorprenderse el hecho de que sea precisamente el capitalismo (amparado en el Estado) quien genere sus propias crisis económicas y que sea éste mismo quien las “solucione” (solucione a medias, porque es siempre el pueblo quien termina pagándolas).
Se trata de la vieja táctica de pegar sin mostrar la mano, y que cuando haya una incomodidad del atacado venga cual súper héroe el capitalismo para salvarle. Se genera de esta forma una dependencia del pueblo hacia sus mismos verdugos, pensando en que son ellos quienes le han salvado.
En otro texto (7) he hablado de que esa forma de actuar del poder genera en el pueblo una conducta psicológica parecida al Síndrome de Estocolmo, donde es el pueblo quien se hace dependiente mentalmente de su verdugo… del que sin duda pronto se desprende y comienza a atacarle apenas tiene conciencia de su situación.
De esta forma es como se tiene como sinónimo de “orden” el estado actual de cosas en que vivimos.
Debemos entonces ver qué tipo de orden es este al que se dice que atacamos, cosa de la que no nos arrepentimos y que continuaremos haciendo.
Cuando nuestros adversarios nos acusan de querer el desorden, lo hacen pensando en que deseamos la destrucción de la situación actual, por lo tanto ellos reconocen a este sistema como sinónimo de “orden”
Para ellos el orden es la mujer vendiendo su cuerpo por no poder dar de comer a sus críos; es el minero sepultado para engordar los bolsillos de los capitalistas; es el niño viviendo en las calles en medio de la violencia y el hambre; es el obrero dejándose más de la mitad de su trabajo para beneficio del burgués explotador; es la destrucción del medio ambiente y de los animales para aumentar las arcas del capital; es el enfermo tratado como bestia en los hospitales; es el anciano abandonado en casuchas donde se les lleva como si fueran los residuos de la humanidad; es el estudiante embrutecido por valores nacionalistas; es la mujer acosada por el burgués; es el lujo execrable en medio de la miseria; es el pueblo cloroformado por la Iglesia; es un ejército brillantemente armado en medio del mar de hambrientos de los miles de barrios populares; es la desaparición de los elementos subversivos; es la ley hecha para beneficio del burgués; son las leyes Gestapo implantadas en todos los países para mayor control de la población; es la situación insostenible donde se vive con la incertidumbre de poder comer el mes que viene; son las mujeres violadas de Atenco a manos de la policía; son los mapuches asesinados; son los cubanos perseguidos por el régimen capitalista de Cuba; son los miles, millones de muertos de hambre en el tercer mundo; es más de la mitad de la población mundial viviendo en condiciones de pobreza; son las millones de privaciones en que viven los pobres; son las casuchas donde nos vemos obligados a vivir; es una juventud sin futuro que se corrompe por las drogas con todas las consecuencias que ello conlleva; es el analfabetismo de muchas partes del país en plena “era tecnológica”; es la magra alimentación que apenas podemos darnos los pobres; es la cultura, la libertad y la justicia ultrajadas para beneficio de los poderosos…
¡Claro que deseamos la destrucción de ese “orden”!
Toda persona que tenga en sus adentros un mínimo de amor por la Libertad y que advierta semejantes monstruosidades, si de verdad se precia de ser una persona honrada, desea fuertemente la destrucción de este sistema de muerte.
¿Qué es lo que entienden los gobiernos por “desorden y caos”?
Por desorden y caos entienden aquellas situaciones en las que el pueblo, harto de soportar su condición de esclavo en la economía para sostenimiento de clases burguesas parasitarias, de materia prima en las guerras donde van a morir para beneficio de los capitalistas, se subleva y desobedece a sus eternos explotadores; caos y desorden es para todos los estatistas ahí donde el pueblo ya no les obedece, donde el pueblo toma en sus propias manos los destinos de sus vidas y se aprestar a aplastar las instituciones de la desigualdad: Iglesia, Capital y Estado. Caos y desorden es para el Estado y el capital cuando sus privilegios se caen a pedazos; cuando al fin el pueblo muestra los dientes y furioso se alista a ajustar cuentas a sus verdugos. Caos y desorden es para ellos el que nos acordemos de que tenemos dignidad, y que deseemos una vida de personas y no de máquinas.