Ahora cuando escucho el llamado de ¡A las armas!, me viene a la mente la canción de George Brassens -Morir por las ideas-, pero por otro lado , llamados y mensajes como este se me hacen (para algunos de nostros) un poco de agua fresca, un poco dejar de lado el miedo y cobardía a perderlo todo y enfrentar por una vez a los que nos asesinan, manipulan, oprimen, torturan , usan, lastiman , manejan y viven de nosotros. Pero y junto con todo esto, me pregunto: ¿Sería suficiente acabar con todos los oligarcas, autoritarios u opresores de la tierra?, ¿sería suficiente acabar con las grandes multinacionales y los Estados?, ¿somos aptos para dejar de ser esclavos?, o apenas desapareciendo a los opresores, saldrían masas de nuevos tiranos de las mismisimas filas de los revolucionarios , como miles de veces ha sucedido.
Ganarles a los que tienen todos los medios para derrotarnos no me parece imposible si lograramos un objetivo en común (que en si mismo es muy dificil), pero cambiar el corazón egoista, miedoso, ansioso con deseo de poder del ser humano...eso, eso mis amigos...si lo veo cañon.
Pero yo, estaré intentando hasta el final...
Saludos
Koan
¡A LAS ARMAS!
Hoy, mientras hablaba en una taberna madrileña con mis amigos Smab y El Ojo, he visto la luz. Amigos, estamos en guerra. ESTAMOS EN GUERRA. Lo pongo en mayúsculas por si alguien no se ha enterado. ¿Y eso qué significa? Muy sencillo: que, como en todas las guerras, hay dos bandos. En un bando están ellos, los besugos, la elite súperelitosa que nos tiene a muchos hasta los mismísimos bemoles. Y en el otro bando estamos nosotros, los Revolucionarios. Lo demás son gilipolleces. Quiero decir con esto que, por imperativo bélico, o estás en un bando o estás en el otro.
Es decir: Primer paso, Posicionarse. Ha de preguntarse cada cual dónde coño quiere estar, porque va a correr la sangre, a no mucho correr, y conviene tener bien claro de qué bando procede la munición que uno reciba. Y no caben medias tintas. O estás con ellos, amigo lector, o estás con nosotros. Y se sobreentiende que si no estás con nosotros, significas que estás con ellos. No hay vuelta de hoja. Porque todo lo que no nos sirva a nosotros, les sirve a ellos. De modo que decide, y decide ya, porque no hay tiempo que perder.
Quiero decir con esto muchas cosas. Para empezar, teniendo en cuenta que nos enfrentamos a un ejército de elite, obviamente, nosotros no podemos seguir disparando aisladamente, cada uno por su cuenta, con escopetas de balines que a duras penas pueden abatir una paloma. Es decir, que todo aquel que desee alinearse en nuestro bando, el de la Revolución, ha de someterse a disciplina, puesto que hemos de conformar un ejército mínimamente organizado (no hace falta ser un Napoleón para saberlo). ¿Y en qué consiste esa disciplina? Muy sencillo: en el Posicionamiento. Si eres revolucionario, tienes que cargarte de artillería y disparar a discreción hacia el enemigo. CON NOMBRES Y APELLIDOS. Es decir, han de estar claros meridianamente tanto el destinatario como el remitente de la munición. Establecer las coordenadas. Os pongo un ejemplo: Yo, Fernando Claudín, disparo a Rothschild. ¿Me cogéis el concepto?
¡Nombres y apellidos! Que viene a significar: ¡Luz y taquígrafos! Porque aquí hay que mojarse, no queda otra, hermanos. Se ha acabado el tiempo de la especulación, de las divagaciones filosófico-místicas-sentimentales. Hay que destapar a los falsos disidentes. Y los dormidos, los parásitos, los impotentes, los idiotizados (toda esa caterva de entes pasivos que pululan por el mundo) han de saber que o están con ellos o están con nosotros. Lo necesitamos saber ya. Porque todo aquel que no esté a tumba abierta con nosotros, significa que forma parte del enemigo, y le atacaremos con la misma virulencia. Porque a mí tanto daño me hace un Rothschild hijo puta cuyo dinero pesa más en la balanza que la Ley, que el niño pijo que se pasea por la Gran Vía luciendo un cocodrilo de medio metro en la pechera, a modo de charreteras de general.
Basta ya, amigos, de medias tintas, de quejas de vieja chocha, de lamentos de plañidera, de medias verdades o verdades medio llenas. Basta ya de hipocresía contestataria, de connivencia mercenaria con el enemigo. Basta de cobardía y comodidad. ¡A la puta calle! El enemigo está más que identificado. Yo os puedo dar nombres. Y Smab. Y El Ojo. Y toda esa gente que destapa la verdad en Internet. ¡La unión hace la fuerza! ¡No más individualismos! ¡No más machadas particulares! Un revolucionario solo es un Gran Masturbador. La Revolución no puede ser individual porque la guerra nunca es individual, sino colectiva. Todo aquel que pretenda hacer la Revolución por su cuenta se hace pajas mentales, frota onanísticamente su ego complaciente de llanero solitario. Los verdaderos justicieros son los soldados del ejército regular de la Revolución.
Así que os lo advierto, pintamonas de escaparates contestatarios: si no os alistáis, significará que sois el enemigo, que sois una prolongación del enemigo en nuestras filas. Topos del enemigo llamados a desestabilizarnos, a disgregarnos, a desmoralizarnos, a confundirnos con sutiles patrañas de escepticismo gilipollesco. Porque ya nadie nos puede engañar. Ha sonado el toque de queda. Estamos en guerra. Y sabemos bien a quién disparar: Obama. Merkel y Sarkozy. David Rockefeller. Rothschild. OTAN. OTAN. OTAN.
Ha llegado la hora. Ha sonado el toque de queda. Estamos en guerra.
¡A las armas!