Por Acratosaurio Rex
No ha hecho falta informar. En cuanto los currantes divisaban los piquetes, nos recibían con flores, ya que éramos su liberación. La horda policíaca, rabiosa de impotencia, rechinaba los dientes ante las adhesiones a la huelga, desgastando inútilmente sus molares. Han detenido, han golpeado, han mandado al hospital... Pero hoy han perdido. Amigo policía pro-disturbios, defiende-ricos y esbirro por cuenta ajena, ve al siquiatra de tu cuartel con frecuencia.
Por millones, los trabajadores no han acudido a los antros donde se les aplican las políticas de ajuste con el tornillo estrujador. Han dejado a un lado las divisiones y subdivisiones de género, raza, casta, nacionalidad, tipo de contrato y cantidad de pelo, para marchar mostrando que frente a la explotación económica la clase obrera es el pueblo que lucha y todo eso. Puedo sin temor a equivocarme, cifrar el seguimiento de la huelga en el 150% (1), ya que los pocos que no han ido a ella, de buena gana lo hubieran hecho de haber podido, o de haber pensado un poco.
La jauría, como no, quitando importancia al paro por un lado, y por otro clamando por la caída del PIB que implica una huelga como esta. ¿En qué quedamos? Las cosas claras: el patronariado y el Estado pierden con la huelga mucho más dinero que los trabajadores, y el supuesto ahorro que van a lograr con despidos, recortes y bajadas de sueldos y pensiones, se desvanece ante la bajada de producción. Por eso la huelga les enrabieta. Por eso odian a la huelga, porque todo cuanto urden en medio año de negociaciones en Bruselas, se les disuelve en un día de paro. Más aún: les aterroriza pensar que la gente puede empezar a organizarse al margen del Mercado, y a dejar de creer en sus mentiras.
Los anarquistas, miles por todas partes, hoy hemos estado presentes, y ante los procesos sociales que se avecinan, vamos a meternos en donde haga falta, ocupando puestos, dotando de ideas emancipadoras, estatutos libertarios, organización solidaria, finalidades revolucionarias, todo el entramado cooperativo que ha de ir formándose a medida que avance la protesta, de manera que pronto, cuando llegue el momento de barrer de la escena a esa recua de tunantes… ¡ziiuuuuu-chás!
La huelga es la paz; lo que ellos nos hacen, es la guerra. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.
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NOTA
(1) Compensemos un poquillo la desinformación de la prensa y tertulianos protofascistas y megameones al servicio del señorito culiaguado.
No ha hecho falta informar. En cuanto los currantes divisaban los piquetes, nos recibían con flores, ya que éramos su liberación. La horda policíaca, rabiosa de impotencia, rechinaba los dientes ante las adhesiones a la huelga, desgastando inútilmente sus molares. Han detenido, han golpeado, han mandado al hospital... Pero hoy han perdido. Amigo policía pro-disturbios, defiende-ricos y esbirro por cuenta ajena, ve al siquiatra de tu cuartel con frecuencia.
Por millones, los trabajadores no han acudido a los antros donde se les aplican las políticas de ajuste con el tornillo estrujador. Han dejado a un lado las divisiones y subdivisiones de género, raza, casta, nacionalidad, tipo de contrato y cantidad de pelo, para marchar mostrando que frente a la explotación económica la clase obrera es el pueblo que lucha y todo eso. Puedo sin temor a equivocarme, cifrar el seguimiento de la huelga en el 150% (1), ya que los pocos que no han ido a ella, de buena gana lo hubieran hecho de haber podido, o de haber pensado un poco.
La jauría, como no, quitando importancia al paro por un lado, y por otro clamando por la caída del PIB que implica una huelga como esta. ¿En qué quedamos? Las cosas claras: el patronariado y el Estado pierden con la huelga mucho más dinero que los trabajadores, y el supuesto ahorro que van a lograr con despidos, recortes y bajadas de sueldos y pensiones, se desvanece ante la bajada de producción. Por eso la huelga les enrabieta. Por eso odian a la huelga, porque todo cuanto urden en medio año de negociaciones en Bruselas, se les disuelve en un día de paro. Más aún: les aterroriza pensar que la gente puede empezar a organizarse al margen del Mercado, y a dejar de creer en sus mentiras.
Ése es nuestro camino, nuestro programa: abolir la esclavitud del salario, proclamar la igualdad, el bienestar y la riqueza para todos por igual. O sea, que en los próximos meses y años, las huelgas tienen que hacerles estallar las venas del cerebro al partido de la porra, haciéndolas solidarias, estratégicas, rotatorias, escalonadas, de celo, intermitentes, sectoriales, zonales, de consumo, parciales, temporales, indefinidas, generales y salvajes, hasta que nos pidan clemencia. Esa es la verdadera magnitud honrosa y digna de la huelga, nuestra tradición cultural
Los anarquistas, miles por todas partes, hoy hemos estado presentes, y ante los procesos sociales que se avecinan, vamos a meternos en donde haga falta, ocupando puestos, dotando de ideas emancipadoras, estatutos libertarios, organización solidaria, finalidades revolucionarias, todo el entramado cooperativo que ha de ir formándose a medida que avance la protesta, de manera que pronto, cuando llegue el momento de barrer de la escena a esa recua de tunantes… ¡ziiuuuuu-chás!
La huelga es la paz; lo que ellos nos hacen, es la guerra. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.
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NOTA
(1) Compensemos un poquillo la desinformación de la prensa y tertulianos protofascistas y megameones al servicio del señorito culiaguado.