sábado, 13 de abril de 2013

El liberalismo como enfermedad mental (y 3): la PAH

Como decíamos, la sociedad no es en absoluto ese horrible mundo de robots y robinsons crusoe tal como lo pinta la economía neoclásica, todavía anclada en anticuados conceptos de la Ilustración sobre el ser humano: la racionalidad económica nunca opera en el vacío, sino estrechamente acoplada en el marco particular de interacciones sociales. La sociedad no es un etéreo colectivo de átomos de gas cada uno a su bola, sino más bien algo mucho más líquido y viscoso y turbulento – la sociedad como una tupida red de favores y obligaciones de reciprocarlo, de una multitud calidoscópica de constantes quid pro quoahora bien, qué pasa si alguien se dedica a manipular estratégicamente la red de favores y obligaciones en beneficio propio, primero desinteresadamente dando favores a tutiplén y luego centralizando el flujo de obligaciones contraídas hacia sí?
Así emerge el Padrino siciliano en la segunda película y termina con un “le voy a hacer una oferta que no podrá rechazar” – la versión mafiosa del there is no alternative. Ésa es la esencia del poder, saber aprovecharse de la economía de escala en una red de favores centralizada, favores (o… capital a la Bourdieu) que luego son redistribuidos según el principio graeberiano de jerarquía: el Padrino o el gran jefe o la cienciología o el Estado o el banco o la Iglesia o la empresa capitalista, toda estructura de poder se basa en la redistribución de capital, en colocarse como intermediaria en los flujos de ese capital, no sólo económico, sino también político o social o ideológico o cultural y la redistribución no es de modo equitativo, claro está, que por algo existen. Los restos de los frutos de la economía de escala son las migajas con las que se contentan los que están debajo en la jerarquía – llamadlo Estado de bienestar, plan privado de pensiones, una subida del salario o una absolución del cura.
Lo interesante del relato de Graeber es, por lo tanto, demostrar el mantra antropológico de que la deuda es mucho más que una expresión financiera de tecnócratas en tiempos de crisis, sino una expresión cultural-social de confianza, que luego -y sólo luego- se puede matematizar con complejos argumentos lógicos – pero en su origen es y sólo es tan sólo una convención social. Igual que la moneda; como si fuéramos un mercenario griego, sólo aceptamos ese trozo de vil metal que ya no es oro porque sabemos que en otro sitio nos lo aceptarán a cambio de una cerveza. O aceptamos como salario ver simplemente que nuestro saldo en el banco ha subido mil enteros, porque sabemos que alguien aceptará restarnos otra cantidad a cambio de la compra en el súper. Al final, como dice Manu Chao, todo es mentira y de lo que se trata es, como Milton Friedman, de ser un padrino creativo e inventar buenos discursos -religiosos, políticos, económicos- que legitimen para toda la comunidad esa mentira que es la necesidad de contribuir a un bote común que otro -obviamente, siempre otro- regulará y redistribuirá (pero por nuestro bien). Pero no una necesidad meramente ética, algo que conviene y punto, sino algo de profundo significado cósmico, inevitable e inexorable – como un si no cumples arderás en el infierno o un there is no alternative.
La victoria del discurso del padrino es cuando el crédulo lo asume como ley natural y es entonces que deviene hegemonía. Las víctimas de los sacrificios humanos aztecas realmente creían que su muerte servía para que el sol siguiera su curso en el cielo y los mártires cristianos creían que su muerte anticipaba el reino de Dios. Pero dejaron de morir aztecas y cristianos y el sol no cayó – ni tampoco vino el reino de Dios. En ese mismo sentido, qué es el interés? Vendrá Sala i Martín y te dirá que es el precio de la moneda, coste de oportunidad, que es el riesgo de la inversión, etcétera. Pero mucho antes de que se teorizara eso de ese modo ya existían usureros – y prohibiciones de usura por el judaísmo, cristianismo e Islam. No porque Jesús leyera Le Monde Diplomatique, sino porque en ese contexto el interés era siempre el plus que pide libremente (o exige?) el rico usurero al campesino en apuros cuando ése pide libremente (o suplica?) un préstamo. Las religiones del libro prohíben así el interés porque en la Antigüedad uno caía esclavo no sólo por conquista, sino también por deudas y esas religiones eran, sobre todo, movimientos populares (o populistas?) que se alineaban por la emancipación de los esclavos. Así, el cristianismo surge en Europa en medio de una gigantesca crisis de deuda que se estaba llevando por delante a los ciudadanos libres del Imperio. Por algo que desde Mesopotamia que las protestas populares siempre pasaron por el demasiado familiar Cancelad las deudas y redistribuid la tierra. Antes la tierra, ahora el capital. Periódicamente, los reyes sumerios, por presión popular, tenían que declarar jubileos donde se rompían esas tablas de arcilla con todas las deudas inscritas y así liberar a los esclavos por deudas – hacer tabula rasa a la Fanon – se llamaban declaraciones de libertad. 

Un momento. El Libro prohíbe la usura, cierto, excepto en una línea, Deuteronomio 23:19-20: “Podrás cobrar interés a un extranjero, pero a tu hermano no le cobrarás interés”. A un extraño, no un amigo, como si fuera mera reciprocidad: por esa misma razón el Banco Central Europeo presta a interés casi nulo a los bancos privados mientras se presta a altísimo interés a Grecia o España. Si deuda es una expresión de confianza social, el interés representa una asimetría en esa deuda y por lo tanto en el poder, como el rico usurero con el campesino en apuros de antaño o el BCE con los PIGS. Es otra cosa que después se camufle con palabras técnicas pilladas de la Biblia o de The General Theory of Employment, Interest and Money. El libre mercado ya funcionó en el mundo árabe sin interés y, ciertamente, de un modo mucho más libre que el anglosajón. A diferencia del mundo islámico, si el BCE presta a interés casi-nulo a los bancos privados, es porque sabe que la sociedad hará todo lo posible (austeridad y recortes y rescates: usar al Estado, aunque la sociedad no quiera) para que estos bancos puedan devolver esos créditos. Si Estados Unidos puede imprimir tanta moneda como quiera, como querría Krugman, es porque es el Imperio y puede hacer un default cuando le dé la gana y los otros países tendrán que aceptar, como con Nixon en 1971. Parece que el default es un privilegio.
Como decían los rusos, todo lo que nos habían contado sobre el comunismo era mentira, pero todo lo que nos habían contado sobre el capitalismo era verdad.

El liberalismo como enfermedad mental (2): la práctica

En 1953, Milton Friedman publicaba un artículo que se haría famoso, The Methodology of Positive Economics, donde defendía que no importaba que las premisas de una teoría fueran realistas o no; lo que importaba eran sus predicciones (o que cace ratones, diría Deng Xiaoping). El problema es que, con suficiente imaginación, uno puede inventar y jugar con las premisas hasta dar con las conclusiones lógicas deseadas – es lo que se desprende de la tesis de Duhem-Quine y no sólo pasa con la economía sino con toda ciencia: uno también puede describir las trayectorias planetarias  desde el paradigma ptolemaico que pone la Tierra en el centro de todo -con complicados epiciclos- o también se puede describir la física de partículas sin neutrinos, pero se carga el principio de relatividad de Galileo. Pero estos intentos se quedaron en eso, en meros intentos.
No sólo existe la crítica sobre el uso de las premisas, sino que una restricción meramente técnica como la falta de ordenadores con la que tratar las ingentes cantidades de datos que requiere el estudio de los sistemas complejos hacía que se priorizara, por necesidad práctica, la construcción de modelos teóricos sobre la econometría. Por lo que respecta a la metodología, se puede hablar de crisis del paradigma samuelsoniano de la ciencia económica – pero eso no quiere decir que no se pueda hacer ciencia. Lo que pasa es que uno pilla la sensación de que la antropología económica describe la realidad económica tal como es mientras que la ciencia económica, tal como debería ser (oséase, teniendo en cuentas tales premisas y tal).

Xavier Sala-i-Martín: Es lo que los economistas llaman incentivos. Y los incentivos excesivamente igualitaristas, que es lo que quieren los socialistas, hacen que las cosas no funcionen. Por ejemplo, una pregunta para ti: ¿crees que es 1) eficiente y 2) justo que un profesor ponga notables a toda la clase?
Jotdown: Ni lo uno ni lo otro, evidentemente.
Curioso que XSiM saque este ejemplo siendo profesor de Columbia, porque en Columbia se puntúa casi siempre con A, porque se da por descontado el esfuerzo del alumno en una universidad tan prestigiosa. De todas estas abstractas premisas, la más problemática es precisamente la premisa madre, la del Homo Economicus, un ser individual y robinsoncrusoniano, con derechos por justicia natural, producto de la imaginación ilustrada y que opera al margen de las relaciones sociales. Como comenta Granovetter, Adam Smith ya postula que un requisito necesario para la competencia perfecta es la atomización social. La cuestión está en que la misma realidad se construye, a nivel epistemológico, en el juego de interacciones humanas – lo que llamamos realidad es un discurso consensuado sobre qué alucinaciones son compartidas y cuáles no – una alucinación se constituye socialmente como tal (como enfermedad mental) cuando se vive sólo individualmente, al margen del colectivo. Es por eso que el Homo Economicus es un enfermo mental.
O, dicho de otro modo, una utopía. Polanyi apunta bien en esto: el libre mercado -es decir, regido por interacciones impersonales con la única función de maximizar la utilidad individual- no puede convertirse en el mecanismo central que organice toda una sociedad, porque simplemente no está hecho para ello. Es su famoso double movement: la expansión del libre mercado implicará siempre una reacción en contra de la sociedad para protegerse de él, llámese fascismo, comunismo, socialdemocracia, altermundialismo o la PAH. En otras palabras, el liberalismo nos impone una visión idealizada y artificial del ser humano y de la sociedad, como si fuera cualquier otra ideología utópica, y no escapa por lo tanto de sus mismas problemáticas totalitarias: imponer la atomización social como quería Smith es algo que simplemente va contra natura, si es que existe la natura humana…
Sus mismas problemáticas totalitarias – un gravísimo cataclismo social: cuando Smith escribía sus textos, en ese momento en la misma Inglaterra muchos campesinos estaban siendo masivamente expulsados y expropiados de las tierras comunales que constituían su único medio de subsistencia con el fin de poderles dar un ‘uso eficiente’ por parte de la clase propietaria, es decir, el pastoreo de ovejas, la lana de las cuales era muy valorada en Flandes. Estos desterrados serían un grave problema para el relato triunfalista de la revolución industrial (a lo Leibniz, ese mejor de los mundos posibles) y tendrían que ser invisibilizados, disciplinados domesticados para pasar a constituir la nueva clase obrera inglesa. Los discursos de los autores liberales y moralistas que Polanyi o Thompson describen tan bien, criticando el comportamiento poco eficiente y productivo del pobre culpable de su pobreza (cuando había sido expulsado de su tierra por la fuerza!), evocan inevitablemente relatos de corte estalinista sobre la necesidad de re-educación del personal, del cual tú y yo ahora mismo somos resultado – idéntico al coetáneo discurso orientalista sobre el sujeto colonial: son vagos, holgazanes y brutos que tienen que ser civilizados e iluminados por el pensamiento racional. Eso a nivel interno: a nivel externo, se sucedía el colonialismo y el genocidio negro – el esclavo y el obrero asalariado como dos reflejos de la misma cosa – el libre trabajo como algo esencialmente extraño al liberalismo.
Una pregunta válida, dado el historial de la cosa, sería hasta qué punto el mercado se asemeja al mundo idealizado de Smith que después parió los DSGE y la respuesta es un bueno-sin-pasarse. Resulta que en un mundo de Homo Economicus no hay empresas, porque los empleados se guían por el oportunismo egoísta (free-riding). Pero en realidad (la de la sociología económica, no presentemos como natural otra visión de la cosa) resulta que se coopera mucho más y las relaciones de negocios que se consideran que determinan el éxito de una empresa no son en absoluto impersonales (Granovetter), sino fundamentadas en la cercanía y la reciprocidad con los clientes y proveedores (Uzzi, Powell). Obviamente también existen las relaciones impersonales y maximizadoras, que además son más frecuentes en general, pero no son cruciales como se las pinta.
Así que al final resulta que en el mercado cooperamos con los que tenemos cerca y maximizamos con los que tenemos lejos: vaya, igualito que lo que los antropólogos siempre han llamado reciprocidad. O, como lo llama Graeber, comunismo, porque se basa en dar de modo altruista, sin esperar nada a cambio (teóricamente) aunque en la práctica es un quid pro quo, hoy por ti, mañana por mí (o por otro que sea miembro del grupo). Este ‘mañana por mí’ implica la obligación de reciprocar el favor hecho, es decir, una deuda – eso constituye la sabia misma de la sociedad humana: una tupida red de favores y obligaciones en la que todos estamos inmersos. En la línea de la antropología, lo interesante de Graeber es este esfuerzo de situar las relaciones económicas en su contexto tanto social como moral, precisamente contra el esfuerzo habitual de los teóricos liberales de presentar un tipo muy específico de ellas como natural, universal y absoluto.
En ese sentido, se presenta como una mera operación matemática en un libro de cuentas -el saldo acumulado después de tener más gastos que ingresos durante varios periodos- lo que en el fondo es una obligación social con toda su profundidad humana: reciprocar un favor pasado. No es que operemos siempre con la misma racionalidad económica: utilizamos diferentes en contextos sociales diversos. Graeber cuenta, con razón, que en los contextos altruistas-comunistas, como la familia o la amistad (o una estrecha relación política o de negocios…) las relaciones profundas y largas lo son precisamente porque se construyen como un intercambio continuo de favores, pero en el cual la deuda contraída nunca termina de ser cancelada – porque cancelar definitivamente la deuda equivale a terminar la relación.

El liberalismo como enfermedad mental (1): la teoría

Todos conocemos el relato del origen del dinero. Lo cuenta Adam Smith en La riqueza de las naciones: primero intercambiábamos las cosas mediante trueque, cuatro gallinas por un cerdo, tres cerdos por una vaca, tres vacas por dos caballos, un caballo por mi reino, pero cuando la complejidad de lo social llegó a un máximo, pasamos a la moneda para simplificar las transacciones.
Un cuento muy bonito, que aparece en cualquier tratado introductorio de economía hoy en día (Begg, Fischer, Dornbuch 2005, Maunder et al 1991, Parkin and King 1995, Stiglitz and Driffill 2000). Pero falsísimo: ningún etnógrafo hasta ahora ha podido confirmar el relato de Smith, sino justo el hecho contrario: el trueque como forma de intercambio habitual es virtualmente inexistente en todas las sociedades del mundo, desde las más pequeñas a las más postmodernas. El intercambio se produce normalmente vía mera reciprocidad (en sociedades más pequeñas), redistribución centralizada o vía mercado, pero nunca por trueque, que sólo ocurre en casos extremos de colapso social, como Argentina cuando el corralito, o en el contacto casual entre extraños de tribus diferentes (por ejemplo, el encuentro inicial de Colón con nativos?).
Una pequeña discordancia sin importancia, diría el crédulo. Pero esta anomalía, divorcio entre hecho y discurso, es en realidad totalmente fundamental en el relato de Adam Smith, porque de lo que se trata es de desvincular moneda y Estado, de considerar la invención de lo primero como algo previo y ajeno a la existencia de un gobierno, aunque la realidad histórica lo contradiga y atestigüe que desde la invención de la moneda en el primer milenio antes de Cristo por allá Anatolia, lo habitual es que el Estado acuñe moneda (o al menos ceda el monopolio de su producción) y luego cree el mercado. En el libro Deuda: Los primeros cinco mil años, el antropólogo libertario David Graeber (“líder” de Occupy Wall Street -¡!- según la editorial castellana -bravo) desmonta así el mito liberal del trueque, anomalía en forma de afirmación supuestamente científica sin base empírica con una particular agenda política. Casualidad? Lo dudo.
Nueva York, universidad de Columbia, hace un año. En clase de teoría de juegos, el profesor Morelli, más de dos metros y ciego, podría ser un personaje de David Lynch pero es brillante académico TOP de la economía política de uno de los mejores departamentos de economía del mundo nos describe el modelo matemático de la "Guerra de desgaste". Resulta que en este juego cada uno de los dos agentes racionales evalúa la utilidad propia y ajena de ganar la guerra en función del modelo. El que obtenga más provecho aguantará más tiempo el desgaste, así que lo lógico para el otro es entregar las armas ipso facto. Pues muy bien. Al terminar, un alumno pregunta: “así que, según la teoría de juegos, la guerra de desgaste nunca se juega“. Morelli asiente.
Pues vaya mierda la teoría de juegos, si uno tiene en cuenta la multitud de guerras de desgaste que ha habido a lo largo de la historia. La justificación habitual es que se trata de una idealización, una mera aproximación a la realidad empírica, como cuando los físicos ignoran la fricción del viento en las caídas y les sale casi el mismo número. Pero es que esta peculiar aproximación se queda tan lejos de la realidad como mi abuela de Manhattan. Otra casualidad? En absoluto. Resulta que, en otro juego, el del ultimátum (donde un jugador ofrece una partición de cien dólares y si el otro acepta los dos se quedan con lo decidido y si no pues nada y la puta al río), los chimpancés se comportan de un modo mucho más racional que los humanos, ya que éstos últimos demuestran tener un sentido innato de justicia; rechazando ofertas demasiado injustas y ofreciendo particiones demasiado justas – lo racional sería aceptar la oferta 99-1, porque un dólar es mejor que cero.
La enésima casualidad? Lo dudo mucho. Resulta que desde Samuelson en la década de los 1940 la ciencia económica se ha dedicado a construir complicados modelos matemáticos inaccesibles al lego, las conclusiones de los cuales dependen lógicamente de las premisas adoptadas pero es que esas premisas no tienen por qué tener nada que ver con la realidad empírica. Otro ejemplo. En un seminario de economía política, el hijo de Helenio Herrera, el Mago, nos describía su modelo teórico sobre turf wars (guerras de competencias entre agencias del gobierno). Todo muy bonito y consistente. El problema es cuando terminó de explicar las conclusiones del modelo: en ciencias naturales como la física o la biología, lo normal en ese momento es pasar a explicar los resultados experimentales y compararlos con la predicción teórica. En cambio, el hijo del Mago simplemente terminó la presentación, applause y hasta otro día. En esto consiste la teoría económica: ni premisas ni conclusiones son contrastadas experimentalmente con precisión.
Inquietante, ¿verdad? Desde un punto de vista popperiano (sí, el de la sociedad abierta y tal), la teoría económica sólo puede ser considerada una pseudociencia entre la parapsicología y la ufología de Iker Jiménez, no sólo por sus premisas habitualmente erróneas sino también por su metodología tramposa, que la convierte automáticamente en imposible de falsar. Como dijo el spendaholic Krugman, los economistas confundieron la belleza (de los modelos) por la verdad. Hasta Stiglitz, pope alternativo, construyó su modelo ganador del Nobel para justificar la existencia de desempleo en una economía sin salario mínimo usando el deus ex machina de que los trabajadores holgazaneaban en el trabajo (shirking), algo que no tiene base empírica [Schlefer 2012, The Assumptions Economists Make].
Ya que no hay confrontación experimental, muchos críticos han equiparado el model-building a un mero contar cuentos [Gibbard and Varian 1978, Klamer 1992, Colander 1995, McCloskey 1990, Morgan 2001, and Cowen 2007]. Klein y Romero [2007] examinan el prestigioso Journal of Economic Theory y encuentran que un 88% de los artículos no llega al nivel de ser considerado teoría. McCloskey, más radical, reduce la teoría económica a mera retórica: en ser convincente y persuasivo en los congresos, revistas académicas y demás encuentros sociales, que se convierten en un pulso para la hegemonía del discurso. Ormerod afirma que cada vez es más claro que el intento (iniciado por Samuelson en la posguerra) de hacer de la economía una ciencia exacta ha fracasado. Y esto que sólo nos hemos escarbado en la metodología.

viernes, 12 de abril de 2013

La Surconsommation - El Consumismo

La violencia del estado y el derecho masivo a la desobediencia

policía
El biólogo Humberto Maturana propone una definición de violencia, cuyo eje central es una demanda extrema de obediencia y sometimiento, sea esta realizada por medios directos o sutiles. Esta breve caracterización contiene como premisa básica, una negación de la legitimidad del otro. Entiendo como legitimidad del otro, su derecho a desarrollarse en forma integral de acuerdo a sus propias necesidades, en armonía con el resto, desde una noción general de interdependencia y reciprocidad basada en el mutuo reconocimiento de nuestras diferencias y de que aquello que es común.
En una sociedad jerarquizada ciertos valores hegemónicos son impuestos por la fuerza y la reproducción de la cultura, mediante justificaciones que van desde lo divino hasta falsificaciones de la historia con respecto a un contrato social. Los valores impuestos tienen como objetivo, por un lado un control conductual que asegure que cualquier otra forma de pensamiento y acción sea un anatema, y el perpetuar el sostenimiento de sistemas económicos que consoliden materialmente el poder de una minoría.
Las sociedades jerarquizadas al funcionar de esta manera, cultivan como emoción básica el miedo a las consecuencias negativas de resistir, en algún grado, la imposición de estos valores dominantes, que garantizan la explotación de amplios sectores de la población. El ser humano al ser una criatura que se reconoce a sí misma en relación con los otros, en una sociedad jerarquizada constantemente asume un rol de oprimido u opresor a distintas escalas familiar, laboral, social, etc.
En definitiva es una relación en que los vínculos de solidaridad y confianza son sustituidos por protocolos de acción, implícitos o explícitos, de demanda de obediencia es decir una estructuración de la sociedad basada en la violencia, cuyo lenguaje son las leyes impuestas por la minoría en el poder y sus mucho más amplios colaboradores reproducidos por la cultura. Lo que conlleva que no puedan ser percibidas como relaciones violentas, además de que dichos comportamientos al ser absorbidos desde la niñez modifican nuestra propia fisiología en tal dirección.
En la sociedad capitalista se ha generado un discurso de aparente pluralidad y aceptación de todas las diferencias, pero como un tema meramente folclórico donde ningún modo de vida ajeno a los valores dominantes puede interrumpir en lo más mínimo el poder de la clase dominante, constituyendo una dictadura enmascarada en un relativismo cultural que golpea con tanta violencia como cualquier otro tipo de régimen totalitario.
Bajo este contexto en que las relaciones jerarquizadas son intrínsecamente violentas a nivel biológico y afectivo, cabe la pregunta si es legitimo confrontar con violencia esta estructura totalitaria que representa el estado y el capitalismo, en mi opinión, tal dilema es ficticio por la sencilla razón que toda la estructura jerarquizada es violenta en sí misma y si bien o quedamos sometidos a la violencia de otro o esta es ejercida contra otros o simplemente la volcamos contra nosotros mismos, como sucede en fenómenos psicosomáticos.
En mi opinión la pregunta relevante es como construimos un sistema social solidario y en ese sentido todas las estructuras verticales como el estado centralizado, deben ser sustituidas y superadas por estructuras de organización por libre asociación, horizontales y descentralizadas basadas en la empatía como base afectiva del apoyo mutuo. Lo que conlleva, como requisito, desmontar las bases económicas del poder también, es decir impedir la acumulación de capital en grupos económicos y la propiedad privada de bienes comunes, en síntesis que cada comunidad pueda hacerse cargo de los asuntos que son de su interés.
En todo ese escenario, las acciones de resistencia y desobediencia, frente a las leyes y valores dominantes que no han emanado de más consenso que el que imponen la mentira y el exterminio, son totalmente lógicas, en la medida en que se convierten en las tácticas que posibilitan el derecho a rebelión de los pueblos oprimidos.
Ante tales afirmaciones rápidamente se podría esgrimir la contradicción de fundar un sistema solidario desde la misma violencia que impone el estado. Sin embargo me parece que hay diferencias importantes: La violencia que impone el estado es un fenómeno sistemático, que invade toda la cotidianidad, a diferencia de la desobediencia y resistencia que es un fenómeno transitorio cuyo objetivo es la abolición de la imposición del control social. La violencia del estado mediante policías militarizadas es presentada en el discurso oficial como necesaria y deseable incluso ejerciéndose sobre los cuerpos de niños y personas desarmadas o débilmente armadas, en cambio la desobediencia y resistencia constituyen acciones de sabotaje o interrupción de la cotidianidad que tienen por objetivo dañar una estructura socioeconómica plenamente identificable y finalmente la violencia del estado a través de su policía militarizada tiende a lesionar, en forma grave tanto física como emocionalmente al disidente, con el fin de disuadirlo de persistir, en cambio la desobediencia o resistencia, a estos ataques tiene por objetivo la autodefensa, que permita que la disidencia asegure su supervivencia en el tiempo.
En esta perspectiva el tema de la desobediencia y resistencia, en cuanto a sus métodos, queda enmarcado a analizar que tácticas son liberadoras y útiles en un momento particular y no al hecho mismo de debatir si debemos mantenernos dentro de las leyes que emanan de imposiciones ilegitimas. Por lo que también es importante entender que el movernos dentro de una sociedad jerarquizada intrínsecamente violenta ha llevado a construir, en algunos sectores, una retorica incendiaria que en mi opinión fetichiza la violencia, lo que puede ser tan nocivo como el mas tímido de los reformismos, lo que es una victoria del propio sistema de dominación y que nos exige no olvidar que determinados medios tampoco son un fin en sí mismo y que una sociedad libertaria si bien requerirá de resistencia y desobediencia para construirse necesitara en mucha mayor cantidad de horizontalidad, solidaridad y apoyo mutuo lo que también tiene que quedar plasmado en las acciones y el discurso como objetivo central.
La violencia y las diversas formas de control social a las que somos sometidos son brutales, al punto que son naturalizadas por completo, y por lo mismo no podemos permitir que nos conquiste en forma tan intima mientras luchamos por defendernos y alcanzar nuestros objetivos. El adversario, la clase dominante, siempre tendrá diversos rostros y administradores con mayor grado de importancia y trascendencia unos que otros, pero ellos no son el objetivo principal sino los valores y la estructura jerarquizada intrínsecamente violenta que defienden.
La revolución no será un carnaval, pero tampoco tiene porque ser un baño de sangre masivo que ponga en riesgo a la propia humanidad, será ante todo un movimiento consciente que oponga una cultura propia solidaria y horizontal que reconozca como legitimo aquello que nos diferencia y lo que tenemos en común donde nadie tenga el poder de imponer estructuras de dominación, y en que la resistencia y la desobediencia serán una carta mas dentro de la baraja de la que en ningún caso se puede prescindir, quien así lo plantee en términos absolutos solo predica la moral hipócrita de nuestros opresores .

de_humanizer
http://elvirusdelasubversion.blogspot.com.es/2013/04/la-violencia-del-estado-y-el-derecho.html

El Nihilismo - Piotr Kropotkin

KropotkinUn movimiento formidable se iba desarrollando al mismo tiempo entre la parte más ilustrada de la juventud rusa. La servidumbre estaba abolida; pero una extensa red de hábitos y costumbres de esclavitud doméstica, de completo desprecio de la individualidad humana, de despotismo por parte de los padres y de sumisión hipócrita por el de las esposas, hijos e hijas, se había desarrollado durante los doscientos cincuenta años que duró. En toda Europa, al principio del siglo XIX, dominaba un gran despotismo doméstico; de ello dan buen testimonio las obras de Thackeray y Dickens; pero en ninguna otra parte alcanzó tan extraordinario desarrollo como en Rusia. Toda la vida rusa, en la familia, en las relaciones entre jefes y subordinados, oficiales y soldados, y patronos y obreros, lleva impreso su sello. Todo un mundo de costumbres y modos de pensar, de preocupaciones y falta de valor moral y de hábitos creados al calor de una lánguida existencia, había tomado cuerpo a su sombra. Hasta los hombres mejores de la época pagaban un gran tributo a estos productos del periodo de servidumbre. A la ley no le era dado intervenir en tales cosas. Sólo un vigoroso movimiento social que atacara las raíces mismas del mal hubiera podido reformar los hábitos y costumbres de la vida corriente, y en Rusia esta acción, esta rebeldía del individuo, tomó un carácter más enérgico, y se hizo más radical en sus aspiraciones que en ninguna otra parte de Europa o América. Nihilismo fue el nombre que Turguéniev le dio en su novela, que hará época en la Historia, titulada Padres e Hijos.
Este movimiento ha sido mal comprendido en la Europa occidental; la prensa, por ejemplo, lo confunde continuamente con el terrorismo. La agitación revolucionaria que estalló en Rusia hacia el fin del reinado de Alejandro II, y que terminó en su trágica muerte, es descrita constantemente como nihilismo, lo cual es, sin embargo, una equivocación. Confundir nihilismo con terrorismo, es tan erróneo como tomar un movimiento filosófico, como el estoico o el positivista, por uno político, como, por ejemplo, el republicano. El terrorismo vino a la existencia traído por ciertas condiciones especiales de la lucha política, en un momento histórico determinado; ha vivido y ha muerto; puede renacer y volver a morir. Pero el nihilismo ha marcado su huella en la vida entera de la parte más inteligente de la sociedad rusa, y no es posible que ésta se borre en muchos años. Es el nihilismo, desprovisto de su aspecto más violento -cosa imposible de evitar en todo nuevo movimiento de esta índole, lo que da ahora a la vida de una gran parte de la clase más ilustrada de Rusia, un cierto carácter peculiar que nosotros, los rusos, sentimos no encontrar en la de igual índole que habita el occidente europeo; él es también, en sus varias manifestaciones, lo que da a muchos de nuestros escritores esa notable sinceridad y esa costumbre de pensar en alta voz que sorprende a los lectores de aquella parte de nuestro continente.
Ante todo, el nihilista declaró la guerra a lo que puede considerarse como las mentiras convencionales de la humanidad civilizada. Una sinceridad absoluta era su rasgo distintivo, y en nombre de ella, renunciaba, y pedía a los demás que lo hicieran también, a esas supersticiones, prejuicios, hábitos y costumbres que su criterio no lograra justificar. El se negaba a inclinarse ante toda autoridad que no fuera la de la razón, y en el análisis de cada institución o hábito social, se rebelaba contra toda clase de sofismas, más o menos enmascarados.
El nihilista rompió, como es natural, con las supersticiones de sus padres, siendo en concepciones filosóficas un positivista, un ateo, un evolucionista spenceriano del materialismo científico; y aun cuando jamás atacaba la sencilla y sincera creencia religiosa, que es una necesidad psicológica de sentir, luchó abiertamente contra la hipocresía, que conduce a las gentes a cubrirse con la máscara de una religión de la que repetidamente se desprenden como de un lastre inútil.
La vida de la sociedad civilizada está llena de pequeñas mentiras convencionales. Personas que se odian mutuamente, al encontrarse en la calle cambian una falsa sonrisa, en tanto que el nihilista sólo demuestra su satisfacción al encontrar a alguien digno de aprecio. Todas estas formas de cumplidos superficiales, que no son más que mera hipocresía, le eran igualmente repulsivas, mostrando cierta aspereza exterior como protesta contra la exagerada cortesía de sus mayores. Los había visto hablar apasionadamente como idealistas sentimentales, y al mismo tiempo conducirse como verdaderos bárbaros con sus esposas, sus hijos y sus siervos; y se declaró en rebeldía contra esa clase de sensiblería que, después de todo, se acomodaba tan fácilmente a las condiciones puramente ideales de la vida rusa. El arte se hallaba envuelto en la misma negación niveladora. Un hablar continuo sobre la hermosura, lo ideal, el arte por el arte, estética y otras cosas por el estilo, de que tanto se hacia gala -mientras que todo objeto artístico se compraba con dinero extraído de los hambrientos agricultores o de los esquilmados obreros, y el llamado culto a la belleza no era sino un antifaz para encubrir la más vulgar disolución-, le inspiraban un gran desprecio, y la critica del arte que Tolstoi, uno de los más grandes artistas del siglo, ha formulado ahora con tanta energía, el nihilista la expresaba en esta terminante afirmación: Un par de botas tiene más importancia que todas vuestras madonnas y todas vuestras disquisiciones sobre Shakespeare. El matrimonio sin amor, la familiaridad sin el afecto, eran igualmente repudiados. La joven nihilista, obligada por sus padres a ser un autómata en una casa de muñecas, y a contraer un enlace de conveniencia, prefería abandonar su hogar y sus trajes de seda, ponerse un vestido de lana negro de la clase más inferior, cortarse el cabello e ir a un instituto, dispuesta a ganar allí su independencia personal. La mujer que había visto que su casamiento no tenía ya el carácter de tal, que ni el amor ni la amistad servían de vinculo a los que legalmente eran considerados como esposos, optaba por romper un lazo que no conservaba ninguno de sus rasgos esenciales. De acuerdo, pues, con estas ideas, se iba frecuentemente con sus hijos a arrostrar la miseria, prefiriendo la pobreza y la soledad a una vida que, bajo condiciones convencionales, hubiera sido una negación completa de sí misma.
El nihilista llevaba su amor a la sinceridad hasta los detalles más minuciosos de la vida corriente, descartando las formas convencionales del lenguaje de sociedad y expresando sus opiniones de un modo claro y preciso, no desprovisto de cierta determinada afectación de rudeza externa.
En lrkutsk acostumbrábamos a frecuentar los bailes semanales que se daban en uno de los casinos. Durante algún tiempo fui concurrente a estas soirées; pero después, teniendo que trabajar, me vi obligado a abandonarlas. Una noche, cuando hacía varias semanas que yo no aparecía por allí, una de las señoras preguntó a un joven amigo mío por qué no asistía yo a sus reuniones: Ahora sale a caballo cuando quiere hacer ejercicio, fue la poco atenta contestación que dio aquél. Pero podría venir y pasar un par de horas con nosotras, aunque no bailase, se aventuró a decir otra de ellas. A lo que replicó mi amigo nihilista: ¿Qué había de hacer aquí, hablar con vosotras de modas y adornos? Ya está cansado de tales simplezas. Pero él va a ver algunas veces a Fulanita, observó tímidamente una de las jóvenes presentes. Si, pero es una muchacha estudiosa -respondió bruscamente él-, y le ayuda a repasar el alemán. Debo agregar que esta manera, indudablemente poco cortés, de conducirse, dio su resultado, porque muchas de las jóvenes de Irkutsk empezaron a acosarnos a mi hermano, a mi amigo y a mi, con preguntas respecto de lo que les aconsejaríamos nosotros que leyeran o estudiaran.
Con la misma franqueza hablaba el nihilista a sus relaciones, diciéndoles que toda su charla compasiva respecto a los pobres, era pura hipocresía, viviendo ellos, como lo hacían, del mal retribuido trabajo de esa misma gente cuya suero te aparentaban lamentar, sentados amigable y cómodamente en sus dorados y lujosos salones. Y con la misma desenvoltura declaraba al alto funcionario que, endiosado en su pomposo cargo, la situación del pueblo le importaba un pito, y que él, como todos los empleados, no era más que un ladrón; y otras verdades de igual calibre.
Con cierta austeridad, reprendía a la mujer que sólo se ocupaba de cosas frívolas, haciendo gala de sus distinguidas maneras y elegantes vestidos, diciendo, sin rodeos, a una joven hermosa: ¿Cómo no os da vergüenza de hablar tales tonterías y de llevar esa trenza de pelo postizo? En la mujer deseaba encontrar una compañera, una personalidad humana -no una muñeca o una esclava de harem-, negándose en absoluto a tomar parte en esos pequeños actos de cortesía que los hombres tanto prodigan a las que luego se complacen en considerar como el sexo débil. Cuando entraba una señora en una habitación, no saltaba el nihilista de su asiento para ofrecérselo, a menos que no pareciera cansada y no hubiera otro desocupado, tratándola como lo haría con un compañero de su mismo sexo; pero si una dama -aun cuando jamás la hubiera conocido- manifestara deseos de aprender algo que ignoraba y que él sabía, iría todas las noches de un extremo a otro de la más populosa ciudad para servirla. El joven que se negaba a moverse para ofrecer una taza de té a una dama, cedía a menudo a la muchacha que llegaba a Moscú o a Petersburgo con deseos de estudiar la única lección que tenía y que le daba el pan cotidiano, diciendo sencillamente: Para un hombre es mucho más fácil que para una mujer. Mi ofrecimiento no es caballeresco, es motivado simplemente por un sentido de igualdad.
Dos grandes novelistas rusos, Turguéniev y Goncharov, han intentado presentar este nuevo tipo en sus novelas; pero el segundo, en Precipicio, tomando como tal uno, Mark Volojov, que, aunque verdadero, no se hallaba dentro de la generalidad de la clase, hizo una caricatura del nihilista, en tanto que el primero, demasiado buen artista y lleno de admiración por el carácter que se proponía describir, para incurrir en tal defecto, no logró, sin embargo, dejarnos satisfechos con su nihilista Bazarov. Lo encontramos muy poco cariñoso, en particular en sus relaciones con sus ancianos padres, y sobre todo le reprochamos el aparentar el olvido de sus deberes de ciudadano. La juventud rusa no podía quedar satisfecha con la actitud puramente negativa del héroe de Turguéniev. El nihilismo, con su afirmación de los derechos del individuo y su condenación de toda hipocresía, no era más que un primer paso hacia un tipo más elevado de hombres y mujeres que, siendo igualmente libres, viven para hacer progresar una gran causa. Los nihilistas de Chernishévski, según se representan en su novela, menos ideal que las mencionadas, ¿Qué ha de hacerse? se acercaban más a la verdad.
¡Qué amargo es el pan que amasan los esclavos! -había dicho nuestro poeta Nekrasov; y la nueva generación se negaba ahora a comer ese pan y disfrutar de las riquezas que habían sido acumuladas en las casas de sus padres por medio del trabajo servil, ya fueran los trabajadores verdaderos siervos, o esclavos del presente estado industrial.
Toda Rusia leyó con asombro en la acusación presentada ante el tribunal contra Karakozov y sus amigos, que estos jóvenes, dueños de considerables fortunas, solían vivir tres o cuatro en la misma habitación, no gastando más que diez rublos cada uno al mes para atender a todas las necesidades, y dando al mismo tiempo cuanto poseían para la fundación de sociedades cooperativas, talleres cooperativos también (donde ellos mismos trabajaban) y otras obras análogas. Cinco años después, millares y millares de la juventud rusa -la flor de la misma- seguían ese ejemplo. Su lema era: ¡Vnaród! (Vayamos al pueblo, unámonos a él). Durante los años comprendidos entre el 60 y el 65, en casi todas las casas de las familias ricas se sostenía una lucha encarnizada entre los padres, empeñados en mantener las viejas tradiciones, y los hijos e hijas que defendían su derecho a disponer de su existencia según sus ideales. Los jóvenes abandonaban el servicio militar, las casas de comercio, las tiendas, y afluían a las ciudades universitarias; las muchachas, criadas en el seno de las familias más aristocráticas, corrían sin recursos a San Petersburgo, Moscú y Kiev, ávidas de aprender una profesión que las librara del yugo doméstico, y tal vez algún día también del posible de un esposo, lo que muchas de ellas consiguieron después de duros y asiduos trabajos. Procurando ahora hacer participe al pueblo de los conocimientos que las emanciparon, en lugar de utilizarlos sólo en provecho propio.
En cada población rusa, en cada barrio de San Petersburgo, se formaron pequeños grupos para el mejoramiento y educación mutua; las obras de los filósofos, los trabajos de los economistas, las investigaciones históricas de la nueva escuela de la historia rusa, eran leídas detenidamente en aquellos círculos, siendo seguida la lectura de discusiones interminables. El objeto de todo aquel batallar no era otro que el de resolver el gran problema que se levantaba ante su vista. ¿De qué modo podrían ser útiles a las masas? llegando gradualmente a la conclusión de que el único medio de conseguirlo era vivir entre el pueblo y participar de su suerte. Los jóvenes fueron a los pueblos como médicos, practicantes, maestros y memorialistas, y aun como agricultores, herreros, leñadores y otras ocupaciones similares, procurando vivir allí en estrecho contacto con los campesinos; ellas, después de haberse examinado de maestras, aprendían el oficio de matronas y se iban a centenares a los pueblos, dedicándose por completo a la parte más pobre de sus habitantes.

Estos muchachos y muchachas no llevaban en su mente ningún ideal de reconstrucción social ni pensaban en la revolución; sólo se preocupaban de enseñar a la masa de los campesinos a leer, e instruirla sobre otros particulares, prestarle asistencia médica y ayudarla por todos los medios posibles a salir de su obscuridad y miseria, aprendiendo al mismo tiempo cuáles eran los ideales populares respecto de una vida social mejor.

Al volver de Suiza hallé este movimiento en todo su apogeo.
Libro: Memorias de un revolucionario
Fuente: http://noticiasyanarquia.blogspot.com.es/

Contra la amnesia: las paranoias de M. Thatcher

thatcherReleo decenas de artículos y reseñas sobre la que llamaron dama de hierro y, además de recordar datos, hechos y, lo que es más significativo, las terribles consecuencias que tuvo su política, acuden a mi mente dos preguntas, dos comparaciones. Leo la información sobre el ampuloso funeral de estado y toda la parafernalia, muy British, que se propaga, como un virus mediático, no solo al territorio que le mantuvo en el poder como líder del partido conservador británico, sino a Europa y más allá de Europa.
De repente, una vez más, la consciencia crítica global parece bloquearse ante la muerte y termina por ceder, rendirse, y dulcificar la realidad pasada. La memoria colectiva se convierte en un paréntesis amnésico y parece que ya nadie recuerde los efectos letales de las decisiones de alguien que llevo a la muerte y a la miseria a un gran número de personas, soldados y muertos en la guerra de las Maldivas y mineros humillados. Nadie parece recordar su prepotencia, el estilo dictatorial con el que se atrevía a dar por cerrada una decisión con  máximas del todo insultantes para el diálogo y la lógica como «Un mundo sin armas nucleares sería menos estable y más peligroso para todos nosotros», «Vale la pena conocer al enemigo, entre otras cosas, por la posibilidad de que algún día se convierta en un amigo». Pienso en la muerte de Chávez y en como, por el contrario, era “políticamente necesaria” la demonización del líder bolivariano. Es, una vez más, el mundo al revés y los medios, por supuesto, contribuyen a esta voltereta absurda por la que lo dañino se ensalza, porque tras él hay intereses políticos y económicos, y lo positivo, lo peligroso, se maquilla con mentiras e información tergiversada para que los espectadores sociales, nosotros, permanezcamos dormidos, y fácilmente manipulables, por supuesto. Esta es la primera pregunta que me hago: ¿qué extraño mecanismo nos contagia de ese volteo de la realidad con el que estamos perpetuando este mundo al revés?
La segunda cuestión hace referencia a la memoria colectiva, que debía ser un diapasón que nos permitiera afinar nuestra visión e interpretación de la realidad para mejorarla, no para descender aún más en el profundo pozo en que se está convirtiendo, especialmente en los últimos años ¿Qué ha sido de ella? ¿A qué ha quedado reducida esa capacidad para analizar con perspectiva el pasado, sembrarlo de dudas destinadas a propiciar, por el camino de la reflexión social, sobre hechos y sus consecuencias, la proximidad de la certeza?
¿Por qué no recordamos que la dama de hierro destruyó de cuajo el consenso político que se había alcanzado en gran Bretaña en las décadas de la postguerra? ¿Qué nos hace olvidar que se encargó, mostrando una prepotencia irrepetible, de destruir literalmente los centros industriales, del norte de Inglaterra, de Escocia y Gales?
Con sus estrategias políticas, totalmente autoritarias, se empeñó en construir un cuerpo ideológico que pudiera acuñarse con su apellido, claro síntoma de su ego desmesurado, Thatcherism, una corriente que, sin embargo, quedaba más cerca de ser como un movimiento bolchevique, un baile acompasado a los pasos letales dados por su gran amigo, e impresentable mandatario americano, Ronald Reagan.
Sin remilgos enunciaba frecuentemente una de sus máximas: hay que aplastar a la oposición y negociar con quien sea para ganar, coherente planteamiento con su actitud respecto a dictadores, mercenarios y empresarios, como Pinochet, con los que negociaba bastante más, y con más flexibilidad, que lo hacía con los representantes de su país que le contradecían en lo más mínimo. Enarboló una falsa bandera, espiritualmente perfecta para su marketing político, la bandera de la responsabilidad, la familia, los “valores” puros, la criminalización de los malos,  presos republicanos y un etc. que escondía, en realidad, una megalomanía y su habilidad para realizar transacciones económicas que le dejaron pingües beneficios, a escondidas, como las que realizó con el dictador de Chile, de quien copio las dudosamente eficaces teorías económicas que le llevarían a esa obsesión suya por la privatización.
Entre los logros de esta “dama” está haber destruido los sindicatos, a quienes consideraba una amenaza letal para el capitalismo que no debía permitirse. Se empeñó, y lo logró, en aumentar los privilegios de los ricos y hundir a la clase obrera; se opuso activamente a que se llevaran a la práctica las sanciones económicas contra el régimen del apartheid de Sudáfrica, una manera de apoyar al régimen de Pretoria, en coherencia con su visión de la diferencia entre clases, su tendencia xenófoba y, lo que constituyó las verdadera razón de su postura, su obsesión por sacar beneficios económicos con las situaciones de guerra. Como colofón a sus discursos sobre la supremacía del individuo, el beneficio individual, sobre la colectividad, se logró legalizar la venta de las casas municipales para favorecer que los especuladores, los individuos que sí importan, se enriquecieran con especulaciones sobre bienes que eran en realidad comunitarios, municipales. El incremento de indigentes fue un detalle nimio que no llegó a importarle mucho, obviamente, aunque basta tener en cuenta que a su llegada al poder, el índice de pobreza era del 13,4 % y cuando dejó su cargo había ascendido hasta alcanzar un terrible 22%.  Afirmó que Nelson Mandela era un terrorista y que Pinochet era el blanco de desmesurados e injustificados ataques. Con el dictador entabló maravillosas relaciones, que sospechosamente, y según consta en archivos desclasificados, se relacionaban con la compra-venta de armamento: desde que se levantó el embargo en 1980 hasta fines de abril de 1982, Chile le había comprado armamento al Reino Unido por valor de 21 millones de libras, que equivaldrían a unos 110 millones hoy (cerca de 160 millones de dólares).Buques, aviones, cañones y equipos de comunicación fueron algunos de los productos vendidos en transacciones secretas.
En fin, la que fue llamada por la URSS la dama de hierro, por su fobia hacia el socialismo, a poco que se buceé sobre su vida y hechos políticos, se convierte, más que en dama, en esclava de su ideología obsesiva, en destructora de buena parte de los avances y progresos que habían sido logrados antes de su llegada al poder y, curiosamente, en precursora de esa política económica ideada por unos pocos para hundirnos y que se resume en una de las máximas de la dama de metal: «La economía es el método. La finalidad es cambiar el corazón y el alma ».
Artículos interesantes sobre M. Thatcher en :
Impresiones e ideas. La muerte de la Tatcher; filias y fobias y telediarios babosos..
Rebelion. La muerte de la baronesa M. Thatcher
Clarin. Archivos secretos sobre las Malvinas

Pura María García.
http://lamoscaroja.wordpress.com

Israel impide entrada de ayuda humanitaria a Gaza

Las fuerzas israelíes han impedido este miércoles la entrada de unos 1.000 camiones de productos a Gaza, por la única vía que los palestinos reciben ayuda humanitaria.
La frontera de Karam Abu-Salem es el principal punto de entrada de ayuda humanitaria en Gaza proveniente de Israel. Por esta zona pasan cada día unos 100 camiones con productos y medicamentos de primera necesidad.
El Comité contra el Bloqueo en Gaza señaló que los camiones cargaban productos para el sector agrícola y comercial, ayudas para la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo y materiales de construcción para varios proyectos internacionales.
La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (Unrwa) ha advertido que 1,2 millones de palestinos dependen de la ayuda que les suministra y que llega desde territorio israelí.
En los últimos días, la situación en la fronteras entre los territorios ocupados palestinos y la Franja de Gaza ha sido inestable, desde que el pasado martes los aviones de combate del regimen israelí lanzarán aviones de combate. Dicha agresión fue respondida por dos cohetes disparados desde la Franja que impactaron cerca de la ciudad israelí de Sderot.
No obstante, un portavoz israelí, en condición de anonimato, ha rechazado los reportes de que soldados israelíes y palestinos hayan intercambiado disparos el martes, alegando que los israelíes no tienen blanco alguno para disparar.
VTV

Un poco de paisaje...

jueves, 11 de abril de 2013

El precio de nuestra salud

alimentosNos encontramos en un momento donde una persona puede encontrar el producto que quiera sin, prácticamente, salir de su barrio. Da igual lo que sea y de donde venga. Muchas veces su precio será irrisorio. Y casi nunca nos preguntaremos cuál es el coste real de lo que estamos comprando.
No hablamos sólo del precio del cultivo o la extracción, más la mano de obra. Hablamos de las consecuencias que tiene desde un punto de vista global. Desde el proceso que sufre la tierra donde se halla, hasta la energía necesaria para transportarlo de un sitio a otro en forma de petróleo. Los envases de plástico. El precio de los brazos del trabajador. Y de sus manos, sus pulmones o sus ojos. Los químicos para tratarlo y conservarlo. Su larga vida después del contenedor de basura. Y así un largo etcétera.
Si alguien se enriquece con el proceso del comercio en este mundo globalizado es porque es un mundo injusto. Si alguien se enriquece mucho, mucho, mucho, probablemente sea un cabronazo. Eso, si, un cabronazo amparado por las leyes de la oferta y la demanda.
Últimamente hemos visto en los medios de comunicación noticias sobre irregularidades en algunos alimentos. Hablamos concretamente del efecto contagio que ha hecho que grandes emporios vigilen de cerca a sus empresas cárnicas en busca de restos de caballo donde sólo debía haber ternera. Si bien en la mayor parte de los casos este engaño no tiene efectos negativos sobre la salud humana, si ha habido alguno concreto donde se han encontrado antibióticos no recomendados para nuestro consumo.
Se han retirado de supermercados distintos productos de marcas más o menos conocidas que han echado balones fuera asegurando que toda la culpa era de sus proveedores. No hay que ser una lumbrera para ver que el proceso de control de los alimentos falla o más bien, es deficiente en sí mismo. Asusta preguntarse qué estaremos comiendo realmente camuflado bajo etiquetas confusas.
Dicen que “lo que no mata, engorda”, pero ¿qué pasa con lo que no entra por la boca sino a través de nuestra piel? Si algún producto tiene etiquetas complicadas de entender (salvo, tal vez, para un/a químico/a) son los productos de cosmética. No hace tanto que Mercadona tuvo que retirar once cosméticos de su línea Deliplus, por mezclar trietanolamina, que actúa sobre el PH, y conservante bronopol, cuya combinación puede producir nitrosamina, una sustancia inductora de tumores cancerígenos. Es curioso que el dueño de Mercadona, Joan Roig, que hace unos meses declaró que “tenemos que imitar la cultura del esfuerzo con la que trabajan los 7.000 bazares chinos que hay en España”, no cuide mejor los productos con los que amasa su fortuna, y según parece envenena a los/as consumidores.
Tirando del hilo de los productos de higiene y cosmética aprovechamos para hacer una crítica a las empresas dedicadas a la fabricación de este tipo de productos, que se enriquecen por señalar, agrandar y hacer un defecto de nuestras características físicas y a muchos de estos productos, por ser contaminantes desde su origen hasta su dispersión final por agua, aire y tierra, donde se siguen acumulando.
Las fábricas europeas trabajan con más de 15.000 sustancias químicas diferentes, una parte de estos compuestos se incorporan en los productos de consumo común para conferirles propiedades como olor, color, consistencia, resistencia a las bacterias… Unos 8.000 constituyen los compuestos básicos de los productos de cosmética y aseo.
En los años 50, la explosión del uso del petróleo copó diversos campos y la cosmética fue uno de ellos, aprovechándose de los bajos precios de los nuevos compuestos. El 90% de los agentes químicos utilizados por esta industria son compuestos derivados del petróleo, convirtiendo a estas multinacionales en cómplices de toda la miseria que generan las explotaciones petrolíferas (plataformas de extracción, vertidos en mar y tierra, CO2 resultado de transporte y combustión que contribuye al efecto invernadero, etc.).
Podemos englobar todo esto como impacto medioambiental, pero además, estos compuestos suponen un riesgo para la salud; para empezar, se aplican sobre animales no humanos, en grandes dosis y durante poco tiempo, ¿Sirve acaso este experimento para conocer las consecuencias reales sobre un ser humano que se aplica la mezcla a largo plazo y, generalmente, en pequeña cantidad? Es tan injusto como inútil.
A la hora de revisar la etiqueta de cualquier producto, podemos seguir tres reglas básicas: mejor cuanto menor sea el número de ingredientes, elegir aquellos en los que los componentes vegetales aparezcan arriba, pues indica que están en mayor proporción y, por último, no consumir productos con perfumes o fragancias cuya naturaleza no esté clara.
Algunas de las familias de compuestos más dañinos son los nitroalmizcles (función aromática, altamente contaminantes por su facilidad para acumularse), los compuestos policíclicos (la hermana menos mala de los almizcles, altamente alergénicos), los ftalatos (intervienen en el sistema hormonal, llegando a provocar cambios de sexo en algunas especies de peces), compuestos orgánicos halogenados, parabenes (alergénicos y relacionados con distintos tipos de cáncer), parafinas y siliconas (altamente acumulativas), polietilglicoles (para su fabricación necesitan de gases muy contaminantes que pueden perdurar después en el producto cosméticos)…
Parece increíble que a pesar de que todas las empresas tienen que hacer estudios y controles de calidad sobre cada compuesto, nos encontremos tantos que dañan tanto al medio como a los/as que en él vivimos. Y da que pensar. Podemos intentar consumir lo ecológico, podemos leer bien las etiquetas, intentar tener nuestro propio huerto o participar de grupos de consumo, opciones que no están al alcance de todos/as, pero lo cierto es que mientras el capitalismo siga en pie, se seguirá produciendo desmesuradamente, se seguirá contaminando y seguiremos envenenándonos.
Mientras unos tengan que mantener su riqueza y sus lujos, el resto seguiremos pobres y nuestro planeta cada vez más enfermo.
Publicación Anarquista Todo Por Hacer
http://www.todoporhacer.org/el-precio-de-nuestra-salud

¿Margaret Thatcher "salvó" al Reino Unido?

Más allá de la blogosfera libertaria

Este artículo surge como respuesta al texto de Juan Cruz en la revista Estudios—el cual podéis leer aquí. En él se analiza el papel que los blogs y demás medios de comunicación en Internet juegan a la hora de difundir el pensamiento anarquista. Poco o nada más se puede escribir al respecto, pues el texto de Juan Cruz expone con clarividencia el tema, pero siento la necesidad de ir un poco más allá.
Sin duda Internet ha facilitado muchísimo la difusión de nuestra ideología libertaria, así como ha facilitado el dar a conocer proyectos "en la vida real" y demás actividades de grupos anarquistas muy variados. Internet también ha hecho posible luchar directamente el monopolio informativo del Estado y del capital, pues numerosos son los portales de noticias que ofrecen una visión diferente del mundo y de lo que en él acaece. No obstante, pienso yo, Internet ha de ser usado por todos nosotros con un objetivo muy claro en mente: agitar la mente de las personas.
A todas luces, la teoría queda vacía si no va acompañada de hechos y acciones. Teoría y praxis han de ir de la mano en todo momento, y ésta no es una relación unidireccional como muches puedan pensar. Es decir, la teoría no estructura la acción ni la acción fomenta la producción teórica exclusivamente. Ambos elementos actúan el uno sobre el otro de una manera sumamente inextricable, o al menos así debiera ser. Muchas veces nos encontramos con páginas web que solamente publican análisis y artículos teóricos, mientras que otras se dedican a la difusión de acciones y eventos libertarios. Desde mi punto de vista, esta difusión sesgada queda incompleta por no abordar de una manera integral los problemas del mundo en el que vivimos.
Muchas veces pecamos, y yo el primero, de escribir artículos que no van más allá del análisis de tal o cual aspecto teórico del anarquismo. Y esto se suele hacer de una manera meramente informativa, normativa, o explicativa. Hacemos así "anarquismo de salón", o si se quiere "anarquismo desde el sillón." No niego que los artículos teóricos de por sí fomenten el pensamiento crítico, el cual, potencialmente, puede animar a la gente a moverse. Pero sería un grave error pensar que la teoría per se anima a la gente a implementar la anarquía en sus vidas cotidianas.
El mayor problema que veo yo es el modo en el que escribimos este tipo de artículos: abordamos los conceptos de una manera tan abstracta que ponemos a la anarquía por las nubes, y así muchas veces se nos queda una sensación de "¿y ahora qué? ¿Qué hacemos con esto?" Por lo general no solemos proporcionar maneras claras y concretas de "pasar a la acción." Y no solamente esto, el lenguaje que empleamos al escribir tampoco facilita la tarea, pues muchas veces damos mil cosas por supuestas o entendidas; suponemos que les lectores han leído las lecturas que nosotres hemos hecho, o suponemos que la gente sabe qué es la hegemonía, la anomia, o cualquier otro concepto que podamos encontrar en los textos teóricos. De esta manera hacemos una especie de "anarquía intelectual" que termina alejándose de la realidad material de les trabajadores y demás personas oprimidas por el sistema.
Bajar la teoría de las nubes y ponerla a un nivel más real sería el primer paso para mejorar esta blogosfera libertaria que tanto crece hoy en día. No pongo en duda la calidad de los muchísimos artículos teóricos que se pueden encontrar en Internet, pero algo falla cuando la anarquía se queda simplemente en conceptos abstractos. Soy consciente de la ardua tarea que esto supone, pero no creo que sea imposible, ni mucho menos. No entiendo, ni sé muy bien, cuándo decidimos alejarnos de la difusión agitadora para pasar a escribir "anarquismo de salón." Tal vez sea el perfil de los que decidimos escribir en blogs, pues no me extrañaría leer que una gran mayoría de nosotros seamos estudiantes de universidad o personas que hemos pasado por ella, convirtiendo así al anarquismo en ensayos académicos—abstractos y sumamente teóricos.
Con esto no digo que no existan sitios web que fomenten la implementación de la anarquía, pero no creo que sea la normal general. Echo en falta en la blogosfera libertaria escrita en castellano los textos griegos, tan inflamatorios y agitadores como teóricos e informativos. Tal vez encontremos más ejemplos en las publicaciones latinoamericanas, pero no tantos en los textos que se centran en el Estado español, sin duda. Como articulista, si es que así se nos puede llamar, entiendo que ésta es una labor difícil que requiere no solamente de conocimientos teóricos, sino de creatividad a la hora de escribir, "gancho", y tener los pies en la tierra—y no la cabeza en las nubes. Los artículos anarquistas de calidad son aquellos que hacen pensar a la persona no-anarquista: "anda, esto es el anarquismo y así es como lo hacen." También son los que otorgan a las personas anarquistas herramientas conceptuales para ponerlas en práctica. Si no simplemente nos quedamos en caricias a nuestro ego anarquista; en vacías reafirmaciones de nuestro ideal—y de esto hemos pecado todes alguna vez.
Sin querer erradicar la teoría de Internet, ni sin querer limitar la Red a notas informativas sobre esta o aquella acción, sí que veo necesaria una combinación de ambos extremos. Internet nos proporciona el medio, nosotres ponemos el contenido, mediante el cual subvertimos la propia estructura de la Red. Tal vez debamos retomar la cultura panfletaria que tanto agitó el movimiento obrero del siglo pasado. Pero esta vez no sería solamente en papel.
La Colectividad
Original en Regeneración: http://www.regeneracionlibertaria.org/mas-alla-de-la-blogosfera-libertaria

La corrupción política. El anarquismo tenía y tiene razón: El poder corrompe

corrupciónLa actualidad de la corrupción política, definida como robo, mentira, engaño y privilegio, destacada por la denuncia de la corrupción generalizada en el Partido del Gobierno del PP por su ex tesorero, Luis Bárcenas.
Incluida la suya propia con más de 22 millones de euros en Suiza, y el caso “Gurtel” de financiación ilegal del PP, no hace sino que reflejar lo que es el poder y la política del poder: la corrupción en toda su extensión, el robo, la mentira, el engaño y el privilegio, abarcando a todas las grandes y pequeñas instituciones del Estado, a todas las esferas del gobierno, a todos los partidos políticos y a toda la clase política.
La financiación ilegal y la corrupción abarca a todos los partidos políticos, más de 300 políticos están juzgados por corrupción, y otros cientos más denunciados y no procesados por falta de pruebas, no por que no existan o no haya sucedido. También, es numerosa la cantidad de cargos públicos de la totalidad de las instituciones del estado que han sido condenados y acusados de corrupción, desde las más altas instituciones del estado, sin excepción, por supuesto, la monarquía y la familia real también (Urdangarin, cacerías reales, mantenimiento y prebendas). Los procesos y condenas judiciales a los grandes partidos políticos PP, PSOE, CiU, PNV por financiación ilegal y corrupción es una constante histórica.
Corrupción política de todo tipo ilegal y legal. La corrupción como enriquecimiento ilícito e injusto es un robo y existe en sus dos vertientes de ilegal y legal, en función sencillamente de que el estado y los políticos la declaren de una forma u otra, nada más.
La corrupción ilegal, bajo las más diferentes formas de cobrar comisiones por contratación de obras y servicios públicos, financiación política de los partidos políticos con simulación de cursos a parados, organización de certámenes y eventos, asesoramientos e informes escritos y verbales inexistentes, subvenciones a ONG, malversación de fondos públicos, fraude fiscal, evasión de impuestos, blanqueo de capitales, quiebras fraudulentas de empresas públicas y privadas,  manipulación de las oposición a servicios públicos, contrataciones de personal, subvenciones, jubilaciones anticipadas de políticos en EREs (Expedientes de Regulación de Empleo) de empresas en las que no han trabajado,  indultos a banqueros y conocidos, viajes y hoteles de lujo, campañas publicitarias gratuitas, concursos de obras publicas amañados, acuerdos para controlar el mercado por las empresas, fijación de precios, fraude en los productos, publicidad engañosa, manipulación de los tipos de interés bancarios, falta de transparencia publica …. Y sobre todo la corrupción urbanística, de obra civil y bancaria.
La corrupción legal, los sueldos, indemnizaciones, pensiones máximas, junto con todo tipo de prebendas y privilegios de la clase política, ningún tipo de incompatibilidades en el cobro de varios sueldos y pensiones públicos, vehículos oficiales, oficinas y asesores, vacaciones pagadas por empresas y bancos, favores e influencias, donaciones anónimas y publicas empresariales e individuales a los partidos políticos y a sus fundaciones, financiación pública de los partidos políticos, ausencia de supervisión de las cuentas de los partidos políticos, gastos de representación, mantenimiento de su seguridad personal, y sobre todo, su colocación en las grandes empresas y bancos al dejar la política con sueldos millonarios, destacando la legislación para defender sus privilegios, como la amnistía fiscal, paraísos fiscales, exenciones fiscales y supresión de impuestos, y todo tipo de legislación que ampara y cubre sus conductas delictivas, inmunidad e impunidad, al  no exigirles ningún tipo de responsabilidad personal ni penal por su gestión, fraudes procesales y obstrucción a la “justicia”,  estafas bancarias, fraudes empresariales, información privilegiada, sueldos e indemnizaciones millonarias de consejos de administración de bancos y empresas, productos bancarios engañosos: las preferentes, la financiación con fondos públicos de sus proyectos empresariales, saneamientos empresariales y de bancos con dinero público, indultos a banqueros, políticos y conocidos, y destacando, la privatización de los servicios públicos pagados con fondos públicos, como corrupción política con mayúsculas, de robo, mentira, privilegio y engaño social, toda esa legislación política, electoral, económica, bancaria, social, laboral, sindical, mercantil, contable, fiscal, jurídica, educativa, sanitaria, religiosa, militar, penal, civil, matrimonial, cultural, deportiva, urbanística, medioambiental, hipotecaria, propagandística de los medios de comunicación, para defender sus privilegios y riqueza, de toda una clase política, que por naturaleza definimos corrupta.
La crítica del anarquismo al poder en su totalidad, denunciando la corrupción de la política, del poder, del gobierno y de la clase política, demuestra la clarividencia de unas Ideas sociales que cada día están más de actualidad por el rigor y el acierto en sus predicciones, análisis y soluciones: la sociedad sin estado, sin poder, sin autoridad, sin gobierno, en su lugar el federalismo económico y social.
La corrupción es consustancial al poder, lo uno sin lo otro no puede existir, es la cara y cruz de la moneda. El poder corrompe, históricamente y en la actualidad es así, y de una forma generalizada. El poder se utiliza para enriquecimiento de quien lo ejerce, en la medida que puede, y acosta de los demás, tanto en su forma legal como ilegal, se use de forma individual como clase social y política, y siempre con el respaldo de la mentira y la violencia institucional.
Podemos recomendar algunos libros para ilustrar la esencia del poder y del estado: El Estado en la historia de Gastón Leval, Dios y el Estado de Miguel Bakunin, y El Estado de Pedro Kropotkin, entre otros.
José Luis Velasco
Periódico CNT nº 398 - Marzo 2013
http://www.cnt.es/noticias/la-corrupci%C3%B3n-pol%C3%ADtica-el-anarquismo-ten%C3%AD-y-tiene-raz%C3%B3n-el-poder-corrompe

Abajo todos los presidentes

Sociología, Estatismo y Dominación Social


Reseña del libro de Juanma Agulles publicada en la revista Estudios.

Sociología, estatismo y dominación socialEl ensayo de Juanma Agulles se nos antoja, antes que nada, un ejercicio de responsabilidad. Responsabilidad para contar una historia de la sociología que no le va a gustar a casi nadie. Punto número uno: quien la escribe es sociólogo. Punto número dos: quien la escribe es un sociólogo que pretende dejar de serlo. Punto número tres: quien la escribe no renuncia, o al menos esa es nuestra impresión, al afán de comprender la realidad (y eso ya es mucho).


Lo dicen los editores: el texto que ahora publicamos tiene como hilo conductor una crítica radical de la institución académica y de los especialistas de lo “social”. Nos encontramos, por tanto, ante un exitoso intento de aportar reflexividad a una disciplina científica nacida al calor de los procesos de industrialización acaecidos en los países occidentales a partir del siglo XIX.


En ese sentido, el de Agulles es un ensayo que recoge las aportaciones críticas con respecto a la sociedad de expertos de teóricos como Foucault o Lyotard, pero con una gran diferencia en relación a intentos similares: la crítica, desde dentro y desde fuera de la propia institución universitaria, al papel del académico y el intelectual. Una crítica explícitamente política: De modo que tiene siempre más valor el trabajo intelectual separado de la vida que el saber que surge de la lucha cuerpo a cuerpo con la existencia. Se diría que el intelectual debe estar a salvo de ciertas contaminaciones y que la academia lo preserva de ellas al mismo tiempo que ejerce la represión mediante la amenaza de dejar de ser garante de lo que el intelectual dice o escribe.


A partir de estos presupuestos, Agulles levanta una suerte de etnografía ―aunque al autor probablemente no le gustaría el término― de la institución universitaria que, entre otros aciertos, nos permite intuir los mecanismos de legitimación del poder y la desigualdad que devienen de la posición estratégica de los especialistas.


No obstante, el papel de la sociología y de las ciencias sociales en su conjunto, ha variado conforme la plutocracia ha ido reajustando, vía Estado, los sistemas de control y dominación social, con el ánimo de perpetuar la sociedad de clases y, por ende, la situación privilegiada de las disímiles oligarquías. Así, nos encontramos en una sociedad posindustrial donde la prescripción de lo patológico y lo normal ya no estaba encaminada al castigo y la venganza, sino al argumento progresista de la reinserción y la reforma social.


Llegados a este punto, al autor no le duelen prendas para, pese lo anterior, poner en solfa las tendencias que sucedieron al relativismo hipercriticista de los años setenta: matematización, oscurantismo posmoderno y catastrofismo insurreccionalista, que son el correlato de otros tantos intentos por recuperar la viabilidad y utilidad del discurso sociológico especializado.


No obstante, el ensayo de Agulles escapa, si se quiere de una forma retorcida, de la inoperancia y balbuceo de buena parte de los textos que se reclaman de la crítica anticapitalista. Lo primero porque su argumentario está perfectamente hilado. Y lo segundo porque la crítica del autor opera constantemente sobre la base de la necesidad del rearme ideológico de los de abajo. Es por eso mismo por lo que tenemos en la obra de Agulles un ensayo radicalmente contrahegemónico, que ataca la línea de flotación de las tecnologías de dominación que dimanan del control y manipulación del conocimiento.


Al cabo, la apuesta de Agulles es precisamente la contraria a lo finalmente pretendido por la crítica social de los reformadores: construir la única crítica coherente con los tiempos que vivimos: aquella que sostiene que ninguna reforma del sistema es posible. Hablamos, pues, de la perentoria necesidad de construir revolución.


Llegados a este punto, y asumiendo la dimensión histórica de esta batalla contra el poder del capital, parece conveniente poner en valor aquellas formas de inteligencia crítica que, por un lado, posibiliten que la investigación social no sea recuperada para los fines de control y represión que requieren las clases dirigentes y, por otro, contribuyan a generar espacios de conocimiento autónomos desde los cuales repensar las complejas estructuras de dominación social y cultural que operan, incluso, desde nosotros mismos.


Para finalizar, hay que destacar que a la profundidad de análisis de la que hace gala el autor, se le ha de sumar la vastedad de sus interesantes intuiciones, apuntes apenas esbozados que, a nuestra manera de entender, merecerían un desarrollo más amplio para no verse estrangulados por el estilo seco y sugestivo del autor.


Sabemos que Agulles no bajará el listón en su siguiente obra, que ya esperamos; se trata de “Nacidos en cautividad (la sociedad tecnológica y sus descontentos)”. Un libro donde estamos seguros de que el autor dará continuidad a su oportuno análisis de los sistemas de dominación presentes en la sociedad capitalista de nuestro tiempo. 


Juan Cruz López

Fraudistas y Rescatistas

Mafias Farmaceuticas