Después de la conferencia de La Haya, quedó probado que mientras existan gobiernos con ejércitos, la abolición de los armamentos y las guerras será imposible. Para que sea posible una inteligencia entre ellos, es preciso que tengan confianza los unos en los otros, y para que se fíen las potencias, mutuamente, tienen que deponer las armas como lo hacen las dos partes durante una tregua.
Mientras que los gobiernos, desconfiados unos de los otros no solamente se niegan a licenciar sus ejércitos, sino que los aumentan siempre siguiendo el ejemplo de sus vecinos y por medio de espías vigilan todo movimiento de tropas, sabiendo que cada una de las potencias atacará a su vecino tan pronto como se halle en circunstancias para hacerlo; ningún acuerdo es posible, y toda conferencia en tal sentido es una fórmula inútil o un juguete, o un fraude o una impertinencia, o todas estas cosas a la vez.
León Tolstoi - Patriotismo y Gobierno
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