Por Acratosaurio Rex
¿Que cómo salir de este enredo? Ni idea. Lo que está claro es que la cosa se pone compleja, difícil, interesante. Hay muchísima gente con un cabreo monumental, salen a la calle sin que les llamen con la corneta. Nunca el apparatchik, ese tipo de cargo y corbata, había estado tan desacreditado y odiado como ahora, y va en aumento. Jamás los antidisturbios habían sido capaces de acumular tal número de vilezas, y parecen que en cada manifestación pueden superarse aún más. Nunca hemos tenido el ingente número de activistas a espera de juicio, encarcelados por tonterías, mientras los de Bankia, los de esto y los de aquello están tan campantes… Un Estado que pierde legitimidad, un descontento social masivo, unas fuerzas de represión que pueden desmoralizarse y quitarse el casco, y tendremos a punto el asalto al castillo.
Esta mañana tomaba el café con un preocupadísimo Mariano Rajoy, que me preguntaba que qué más podía hacer para sanear las cuentas del Estado. Y mi respuesta es ésta: Amancio Ortega, según Forbes, tiene 37.000 millones de euros, ganados a costa de pagar miserias a las trabajadoras…, y también de turbios negocios según rumores. Con quitarle la pasta, se acabó parte del déficit. No hay ningún criterio moral que impida expropiar a un rico, y que permita expropiar a millones de pobres. Eso no depende más que de la voluntad política, que por supuesto, ahora está de parte del rico, (y aquí el Presidente asiente vigorosamente).
El resto del déficit (prosigo) se puede enjuagar con las fortunas de diez o doce magnates patriotas y españoles, y expropiando a la Duquesa de Alba a los curas y a gente así. Es decir – me pregunta el Presidente-, que con fusilar a treinta o cuarenta personas y familias de este Régimen, ¿se acababa la crisis? No por Dios –le respondo-, con eso lo que se haría es echar un montón de dinero en las fauces del Estado, que todos sabemos es un monstruo insaciable. Dar pasta al bicho es como trasfundir plaquetas a un enfermo sin pararle la hemorragia. Lo que entre por un sitio, saldrá por otro e irá a parar a los bolsillos de los arrimaos, de los conosíos, de los manteníos, y de la banca suiza. En definitiva –concluyo-, para acabar con la crisis, hay que expropiar las grandes fortunas, crear el banco del pueblo y derribar al Estado. El Presidente ha tomado nota de todo, me ha dado las gracias y se ha marchado sonriendo.
Y nosotros, para acabar con la crisis, ¿qué necesitamos? Un objetivo, un plan, un proyecto atractivo. ¿Qué tipo de país queremos? ¿Queremos automoción, queremos aluminio, queremos juzgados, queremos bosques, queremos pantanos? ¿Cuánto cuesta ese país? ¿Qué quieren nuestros habitantes, nuestros militantes? ¿Qué quieres tú con los demás y qué quieren todos contigo? Elabora ese proyecto y el principio del fin habrá llegado. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.
¿Que cómo salir de este enredo? Ni idea. Lo que está claro es que la cosa se pone compleja, difícil, interesante. Hay muchísima gente con un cabreo monumental, salen a la calle sin que les llamen con la corneta. Nunca el apparatchik, ese tipo de cargo y corbata, había estado tan desacreditado y odiado como ahora, y va en aumento. Jamás los antidisturbios habían sido capaces de acumular tal número de vilezas, y parecen que en cada manifestación pueden superarse aún más. Nunca hemos tenido el ingente número de activistas a espera de juicio, encarcelados por tonterías, mientras los de Bankia, los de esto y los de aquello están tan campantes… Un Estado que pierde legitimidad, un descontento social masivo, unas fuerzas de represión que pueden desmoralizarse y quitarse el casco, y tendremos a punto el asalto al castillo.
Esta mañana tomaba el café con un preocupadísimo Mariano Rajoy, que me preguntaba que qué más podía hacer para sanear las cuentas del Estado. Y mi respuesta es ésta: Amancio Ortega, según Forbes, tiene 37.000 millones de euros, ganados a costa de pagar miserias a las trabajadoras…, y también de turbios negocios según rumores. Con quitarle la pasta, se acabó parte del déficit. No hay ningún criterio moral que impida expropiar a un rico, y que permita expropiar a millones de pobres. Eso no depende más que de la voluntad política, que por supuesto, ahora está de parte del rico, (y aquí el Presidente asiente vigorosamente).
El resto del déficit (prosigo) se puede enjuagar con las fortunas de diez o doce magnates patriotas y españoles, y expropiando a la Duquesa de Alba a los curas y a gente así. Es decir – me pregunta el Presidente-, que con fusilar a treinta o cuarenta personas y familias de este Régimen, ¿se acababa la crisis? No por Dios –le respondo-, con eso lo que se haría es echar un montón de dinero en las fauces del Estado, que todos sabemos es un monstruo insaciable. Dar pasta al bicho es como trasfundir plaquetas a un enfermo sin pararle la hemorragia. Lo que entre por un sitio, saldrá por otro e irá a parar a los bolsillos de los arrimaos, de los conosíos, de los manteníos, y de la banca suiza. En definitiva –concluyo-, para acabar con la crisis, hay que expropiar las grandes fortunas, crear el banco del pueblo y derribar al Estado. El Presidente ha tomado nota de todo, me ha dado las gracias y se ha marchado sonriendo.
Y nosotros, para acabar con la crisis, ¿qué necesitamos? Un objetivo, un plan, un proyecto atractivo. ¿Qué tipo de país queremos? ¿Queremos automoción, queremos aluminio, queremos juzgados, queremos bosques, queremos pantanos? ¿Cuánto cuesta ese país? ¿Qué quieren nuestros habitantes, nuestros militantes? ¿Qué quieres tú con los demás y qué quieren todos contigo? Elabora ese proyecto y el principio del fin habrá llegado. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.
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