Por Acratosaurio Rex
A ver porque esto de los mineros trae cola. Tras el artículo anterior, alguien me escribe afirmando que «luchas revolucionarias como las de los mineros son las que me animan a seguir luchando». Y acompaña la frase, con la foto de una pavorosa barricada incendiada.
Pues cómo decírselo... La lucha de los mineros, no es una lucha revolucionaria. Por tirar aceite hirviendo a las fuerzas represivas, no se está haciendo la revolución. Hay miles de protestas por todo el reino, reivindicando esto o lo otro: que no desahucien a alguien, que no cierren tal cosa, o que no recorten allí o aquí. Unas veces se emplean para la instancia unos papeles, y en otras ocasiones otros. Pero, en general, lo que pide el prestigioso pueblo obrero, en este caso, es tener dineros para hacer la compra, pagar los recibos y esas cosas. Y yo aplaudo el razonable gesto. ¿Qué menos se puede pedir, que no quedar peor de lo que estás? Ahora bien, quedar las cosas como están, ¿es revolucionario?
La revolución no surge de poner bombas acá o allá. Bueno, al que le pilla la onda y vuela, seguro que se le produce un cambio revolucionario, pero no hablamos de eso. Hay sitios donde se queman cosas, y al cabo llegan primero los bomberos, luego los basureros, y más tarde los de mantenimiento, y aquí no ha pasado nada. Otros creen que mediante caceroladas, proyectos de ley, y manis de buen rollo, se llevará a cabo el cambio. Tampoco. La revolución surge de un largo y desalentador proceso para el impaciente militante, en el que acontecen desde viles recogidas de firmas, a enfrentamientos a pecho limpio contra el plomo. La protesta de los mineros, y tantas otras, forman parte de ese proceso de las cien mil derrotas. Así que no es el procedimiento puntual lo que hay que aplaudir o denostar, sino lo que va produciendo la lucha cuando hace que la gente se organice. Y como en cada siglo sólo hay un par de revoluciones, hay tiempo para prepararla bien, favoreciendo siempre la organización y el activismo. Es preferible para un militante estar mal organizado, a no estarlo. Por eso, mima, cuida, a la organización popular, y perdona sus diversas meteduras de pata y debilidades…, procurando llevar el ascua a tu sardina libertaria.
Solo puedo decir, ay, generalidades, el Acratosaurio no puede detallar un plan táctico de luchas revolucionarias. Tal plan no existe, porque de haberlo, ya se hubiese llevado a cabo la Social en 1909, mi estatua sería venerada en todas partes y los niños cantarían himnos en mi gloria. No. Honestamente sólo puedo decirte que la lucha es dura y larga, que te impliques en la causa que te pete corriendo riesgos necesarios, que no hagas mucho el pendejo, y que no flipes con los incendios de neumáticos. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.
A ver porque esto de los mineros trae cola. Tras el artículo anterior, alguien me escribe afirmando que «luchas revolucionarias como las de los mineros son las que me animan a seguir luchando». Y acompaña la frase, con la foto de una pavorosa barricada incendiada.
Pues cómo decírselo... La lucha de los mineros, no es una lucha revolucionaria. Por tirar aceite hirviendo a las fuerzas represivas, no se está haciendo la revolución. Hay miles de protestas por todo el reino, reivindicando esto o lo otro: que no desahucien a alguien, que no cierren tal cosa, o que no recorten allí o aquí. Unas veces se emplean para la instancia unos papeles, y en otras ocasiones otros. Pero, en general, lo que pide el prestigioso pueblo obrero, en este caso, es tener dineros para hacer la compra, pagar los recibos y esas cosas. Y yo aplaudo el razonable gesto. ¿Qué menos se puede pedir, que no quedar peor de lo que estás? Ahora bien, quedar las cosas como están, ¿es revolucionario?
La revolución no surge de poner bombas acá o allá. Bueno, al que le pilla la onda y vuela, seguro que se le produce un cambio revolucionario, pero no hablamos de eso. Hay sitios donde se queman cosas, y al cabo llegan primero los bomberos, luego los basureros, y más tarde los de mantenimiento, y aquí no ha pasado nada. Otros creen que mediante caceroladas, proyectos de ley, y manis de buen rollo, se llevará a cabo el cambio. Tampoco. La revolución surge de un largo y desalentador proceso para el impaciente militante, en el que acontecen desde viles recogidas de firmas, a enfrentamientos a pecho limpio contra el plomo. La protesta de los mineros, y tantas otras, forman parte de ese proceso de las cien mil derrotas. Así que no es el procedimiento puntual lo que hay que aplaudir o denostar, sino lo que va produciendo la lucha cuando hace que la gente se organice. Y como en cada siglo sólo hay un par de revoluciones, hay tiempo para prepararla bien, favoreciendo siempre la organización y el activismo. Es preferible para un militante estar mal organizado, a no estarlo. Por eso, mima, cuida, a la organización popular, y perdona sus diversas meteduras de pata y debilidades…, procurando llevar el ascua a tu sardina libertaria.
Solo puedo decir, ay, generalidades, el Acratosaurio no puede detallar un plan táctico de luchas revolucionarias. Tal plan no existe, porque de haberlo, ya se hubiese llevado a cabo la Social en 1909, mi estatua sería venerada en todas partes y los niños cantarían himnos en mi gloria. No. Honestamente sólo puedo decirte que la lucha es dura y larga, que te impliques en la causa que te pete corriendo riesgos necesarios, que no hagas mucho el pendejo, y que no flipes con los incendios de neumáticos. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.
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