Por Acratosaurio Rex
La palabra atestado posee varios significados. Uno es el del relato escrito en el que la autoridad da como verdadero algo. Otro es el de persona terca, dura y obstinada. También es meter más de lo debido en algún sitio… Hoy en la Comunidad Terapéutica, he visto la tele. Mira por donde, han entrevistado a un tal Ángel, que estuvo en la concentración del 25-S “Rodea el Congreso”. Resulta que ayer en el mismo programa que se llama… “Te vas a enterar”, un portavoz o algo de la policía sindical, o del sindicato de policías, un tal Perdiguero, explicaba como el tal Ángel —que fue detenido allí— reventaba un ojo a un inspector de policía quitándole un 50% de visión. Las imágenes muestran al tal Perdiguero explicando que se ve perfectamente al tal Ángel, mientras le arrastran, haciendo no sé qué violento. Yo solo veo a un tío al que arrastra la policía, la verdad. Y que yo sepa, aquí la única que ha perdido recientemente un ojo ha sido Esther Quintana por un pelotazo de goma. Perdiguero, muchacho...
Con tanta cámara suelta, resulta que la visión es bastante universal. El tal Ángel, ha aprovechado que el programa le ha dado un pérfido derecho a réplica, y ha contado que él estaba en la concentración, cuando cargó la policía. Y, de repente, le empujaron por la espalda, se vio en el suelo, y le arrastraron dos encapuchados. Dice que junto a él también arrastraban a otra criatura, a la que le dieron palos hasta en el cielo de la boca. Tanto que se ha hecho famoso ese anónimo, porque iba gritando “¡Que soy un compañero!”. En fin, que los policías infiltrados, durante la carga de los antidisturbios, derribaron al tal Ángel, un pacífico manifestante, y de camino a un secreta al que molieron a palos. Mientras el tal Ángel contaba esta película, la tele repetía una y otra vez la detención, que es bastante curiosa.
Pero no es esto lo más chocante. Resulta que llama el tal Perdiguero, y con voz bastante nerviosa e indignada, admite sin disculparse que ayer se equivocó, que el que sacudió en el ojo al supuesto inspector, no fue Ángel, sino otro manifestante. Pero que el tal ¡Ángel era el cabecilla de los violentos, y fue detenido por la gristapo por ser un violento! Y aquí ya es que uno se tiene que reír. Qué manera de hacer el ridículo.
Porque a ver, Perdiguero, tío: si Ángel estaba incitando a la violencia y él era el cabecilla de la rebelión, ¿cómo fue que majaron a palos a tu compañero infiltrado? Oh, sí, seguro que puedes explicar eso, y cómo Jesucristo atacó con la cruz a un batallón de la UIP. Teniendo tiempo e imaginación, la poli puede escribir el atestado. Cuestión aparte, que tu novela carezca de calidad literaria.
Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.
La palabra atestado posee varios significados. Uno es el del relato escrito en el que la autoridad da como verdadero algo. Otro es el de persona terca, dura y obstinada. También es meter más de lo debido en algún sitio… Hoy en la Comunidad Terapéutica, he visto la tele. Mira por donde, han entrevistado a un tal Ángel, que estuvo en la concentración del 25-S “Rodea el Congreso”. Resulta que ayer en el mismo programa que se llama… “Te vas a enterar”, un portavoz o algo de la policía sindical, o del sindicato de policías, un tal Perdiguero, explicaba como el tal Ángel —que fue detenido allí— reventaba un ojo a un inspector de policía quitándole un 50% de visión. Las imágenes muestran al tal Perdiguero explicando que se ve perfectamente al tal Ángel, mientras le arrastran, haciendo no sé qué violento. Yo solo veo a un tío al que arrastra la policía, la verdad. Y que yo sepa, aquí la única que ha perdido recientemente un ojo ha sido Esther Quintana por un pelotazo de goma. Perdiguero, muchacho...
Con tanta cámara suelta, resulta que la visión es bastante universal. El tal Ángel, ha aprovechado que el programa le ha dado un pérfido derecho a réplica, y ha contado que él estaba en la concentración, cuando cargó la policía. Y, de repente, le empujaron por la espalda, se vio en el suelo, y le arrastraron dos encapuchados. Dice que junto a él también arrastraban a otra criatura, a la que le dieron palos hasta en el cielo de la boca. Tanto que se ha hecho famoso ese anónimo, porque iba gritando “¡Que soy un compañero!”. En fin, que los policías infiltrados, durante la carga de los antidisturbios, derribaron al tal Ángel, un pacífico manifestante, y de camino a un secreta al que molieron a palos. Mientras el tal Ángel contaba esta película, la tele repetía una y otra vez la detención, que es bastante curiosa.
Pero no es esto lo más chocante. Resulta que llama el tal Perdiguero, y con voz bastante nerviosa e indignada, admite sin disculparse que ayer se equivocó, que el que sacudió en el ojo al supuesto inspector, no fue Ángel, sino otro manifestante. Pero que el tal ¡Ángel era el cabecilla de los violentos, y fue detenido por la gristapo por ser un violento! Y aquí ya es que uno se tiene que reír. Qué manera de hacer el ridículo.
Porque a ver, Perdiguero, tío: si Ángel estaba incitando a la violencia y él era el cabecilla de la rebelión, ¿cómo fue que majaron a palos a tu compañero infiltrado? Oh, sí, seguro que puedes explicar eso, y cómo Jesucristo atacó con la cruz a un batallón de la UIP. Teniendo tiempo e imaginación, la poli puede escribir el atestado. Cuestión aparte, que tu novela carezca de calidad literaria.
Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.
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