viernes, 30 de noviembre de 2012

TPP - ¿Porqué tanto secreto?



En la cumbre de dirigentes de Estados miembros del Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP) en noviembre de 2010 participaron: Japón, Vietnam, Australia, Chile, Singapur, EE.UU., Nueva Zelanda, Brunei, Perú y Malasia.
El Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP) es la negociación comercial más secreta y “menos transparente” de la historia.
Afortunadamente para las poblaciones y sociedades que serán afectadas por el acuerdo, hay organizaciones de investigación pública y medios alternativos que hacen campaña en su contra – e incluso han publicado diversas filtraciones de capítulos del borrador de acuerdo. De esas filtraciones, que han sido cubiertas por medios noticiosos dominantes controlados por corporaciones, podemos llegar a un mejor entendimiento de lo que realmente abarca el Acuerdo Trans-Pacífico.
Por ejemplos, grupos de interés público han estado advirtiendo que el TPP podría llevar a la pérdida de millones de puestos de trabajo. Como señaló una carta del Congreso al Representante Comercial de EE.UU., Ron Kirk, el TPP “creará políticas vinculantes en futuros Congresos en numerosas áreas”, incluyendo “las relacionadas con la mano de obra, patentes y derechos de autor, uso de la tierra, alimentos, agricultura y estándares de productos, recursos naturales, el medioambiente, licencias de profesionales, empresas de propiedad estatal y políticas de adquisición de los gobiernos, así como regulaciones financieras, de sistemas de salud, energía, telecomunicaciones y otras del sector de servicios”-
En otras palabras, el TPP va mucho más allá del “comercio”.
Apodado por muchos de “NAFTA2 (TLCAN) a lo grande” y “golpe corporativo”, solo dos de los 26 capítulos del TPP tienen realmente algo que ver con comercio. En su mayor parte otorga nuevos derechos y privilegios de largo alcance a las corporaciones, en especial en lo relacionado con los derechos de propiedad intelectual (leyes de derechos de autor y de patentes), así como limitaciones a las regulaciones gubernamentales.
Los documentos filtrados revelaron que el gobierno de Obama “se propone conceder nuevos poderes políticos radicales a las corporaciones multinacionales”, ya que Obama y Kirk han emergido como fuertes propugnadores “de políticas que han sido rechazadas desde hace tiempo por activistas ecológicos, propugnadores de reformas financieras y sindicatos, por erosionar protecciones cruciales en las leyes interiores”.
En otras palabras, las ya inefectivas y en su mayoría desdentadas regulaciones ecológicas, financieras y laborales existentes son inaceptables para el gobierno de Obama y las 600 corporaciones alineadas con el TPP que le dan sus órdenes.
El acuerdo estipula que corporaciones extranjeras que operen en EE.UU. ya no estarán sometidas a leyes internas de EE.UU. respecto a protecciones para el medio ambiente, finanzas o derechos laborales, y podrían apelar a un “tribunal internacional” que recibiría el poder de invalidar la ley estadounidense e imponer sanciones a EE.UU. por violar los nuevos “derechos” de las corporaciones.
El “tribunal internacional” que dictaría las leyes de los países estaría compuesto de abogados corporativos que actuarían como “jueces”, asegurando así que los casos presentados tengan un juicio “justo y equilibrado” – equilibrado con justicia a favor de los derechos corporativos, por sobre todo lo demás.
Una coalición de interés público conocida como Campaña Comercial Ciudadana publicó un borrador del capítulo del TPP sobre “inversión” revelando información sobre el “tribunal internacional” que permitiría que las corporaciones demanden directamente a gobiernos que impongan barreras a los “beneficios potenciales”.
Arthur Stamoulis, director ejecutivo de la Campaña Comercial Ciudadana, explicó que los borradores “contienen claramente propuestas diseñadas para dar a las corporaciones transnacionales derechos especiales que van mucho más allá de los poseídos por negocios nacionales y ciudadanos estadounidenses. Una propuesta que tendría efectos tan amplios sobre las regulaciones medioambientales, de seguridad del consumidor y de otro interés público merece escrutinio y debate públicos. No debiera ser elaborada tras puertas cerradas.”
Public Citizen’s Global Trade Watch, una organización de interés público, hizo un análisis del documento filtrado sobre inversión y explicó que el tribunal corporativo internacional permitiría que las corporaciones revoquen las leyes y regulaciones nacionales o demanden enormes sumas en compensación, ante el tribunal “empoderado para ordenar el pago de fondos ilimitados del Tesoro del gobierno a inversionistas extranjeros por demandas según el TPP”.
Incluso bajo NAFTA, más de 350 millones de dólares han sido pagados por gobiernos alineados con el NAFTA a corporaciones por “barreras” a los “derechos” de inversión, incluyendo vertederos de desechos tóxicos, reglas de corte de árboles, así como prohibiciones de diversos productos químicos tóxicos.
Porque, seamos claros: para las corporaciones, semejantes regulaciones y preocupaciones por los temas de salud, seguridad y el medio ambiente son percibidas solo como “barreras” a la inversión y los beneficios. Por lo tanto su “gobierno” demandaría al gobierno extranjero por cuenta de la corporación, basándose en la premisa de que semejantes regulaciones condujeron a una potencial pérdida de beneficios, por los cuales la corporación sería compensada.
El TPP permite que las corporaciones demanden directamente al gobierno en cuestión. Todos los países miembros del TPP, excepto Australia, han aceptado adherirse a la jurisdicción de este tribunal internacional, un tribunal irregular y arbitrario no elegido, antidemocrático y dotado de personal por las corporaciones, con autoridad legal sobre por lo menos diez naciones y sus poblaciones.
Además, los países del TPP no han aceptado un conjunto de obligaciones que deberían ser cumplidas por las corporaciones en relación con los estándares de salud, trabajo o ecología, y por lo tanto se abre una puerta para que las corporaciones obtengan aún más derechos y privilegios para saquear y explotar. Mientras se amplían los derechos corporativos, los derechos humanos y democráticos son desmantelados.
Una de las áreas más importantes en las cuales el TPP tiene un profundo efecto se relaciona con los derechos de propiedad intelectual, o derechos de autor y de patentes. Las corporaciones han sido fuertes defensoras de la expansión de los derechos de propiedad intelectual, es decir, de sus derechos de propiedad intelectual.
Las corporaciones farmacéuticas son importantes partidarias de esos derechos y probablemente estarán entre los grandes beneficiarios del capítulo de propiedad intelectual del TPP. La industria farmacéutica aseguró que el acuerdo de 1995 de la Organización Mundial de Comercio incluyera contundentes reglas de patentes pero finalmente sintió que esas reglas no eran suficientemente duras.
Dean Baker, escribiendo en The Guardian, explicó que reglas de patentes más duras establecen “un monopolio garantizado por el gobierno, a menudo de hasta 14 años, que prohíbe que competidores genéricos ingresen a un mercado basado en los resultados de ensayos de otra compañía que muestran que una droga es segura y efectiva”. Baker señaló que leyes semejantes son en realidad “lo contrario del libre comercio” ya que “involucran un aumento de la intervención gubernamental en el mercado”, “restringen la competencia y conducen a precios más elevados para los consumidores.”
Esencialmente, lo que esto significa es que en países pobres en los que más gente necesita acceso a medicamentos que salvan vidas, y a menor coste, sería imposible que compañías o gobiernos fabriquen y vendan marcas genéricas más baratas de medicamentos exitosos cubiertos por patentes corporativas multinacionales. Un acuerdo semejante entregaría un monopolio de controles de precios a esas corporaciones, permitiendo que fijen los precios que consideren adecuados, haciendo así que los medicamentos sean increíblemente caros y frecuentemente inaccesibles para la gente que más los necesita.
Como señaló correctamente el congresista estadounidense Henry Waxman: “En muchas partes del mundo, el acceso a medicamentos genéricos significa la diferencia entre la vida y la muerte”.
Se espera que el TPP aumente tales derechos de patente corporativos más que ningún otro acuerdo en la historia. Los fabricantes de medicamentos genéricos en países como Vietnam y Malasia serían afectados. También afectaría las ventas de grandes fabricantes de genéricos en EE.UU., Canadá, y Australia, que suministran medicamentos a bajo coste a gran parte del mundo.
Mientras EE.UU. ha renunciado al derecho de negociar los precios de medicamentos con corporaciones farmacéuticas (de ahí el precio exorbitante de medicamentos adquiridos en EE.UU.), países como Nueva Zelanda e incluso Canadá, en menor grado, negocian precios de medicamentes a fin de mantener bajos los costes para los consumidores. El TPP otorgará nuevos privilegios de negociación a las corporaciones, permitiendo que apelen contra decisiones de los gobiernos para cuestionar el alto coste de los medicamentos, o preferir alternativas más baratas. Refiriéndose a esos cambios, el jefe estadounidense de la Campaña Acceso a Medicinas de Médicos Sin Fronteras declaró: “Bush fue mejor que Obama al respecto”.
Pero el TPP no solo amenaza estos aspectos: la libertad en Internet también es un importante objetivo.
El Consejo de Canadienses y OpenMedia, importantes paladines de la libertad en Internet, han advertido que el TPP “criminalizaría algunos usos comunes de Internet”, incluyendo la descarga de música así como la combinación de diferentes trabajos mediáticos. OpenMedia advirtió que el TPP “obligará a los proveedores de servicios a recolectar y suministrar datos privados sin protección de la privacidad, y dará a los conglomerados mediáticos más poder para enviar multas por correo, eliminar contenido en línea –incluyendo sitios completos en la web– e incluso dar fin al acceso a Internet”.
El capítulo del TPP sobre los derechos de propiedad intelectual también propone nuevas leyes que tendrían que ser impuestas por los gobiernos para regular el uso de Internet. OpenMedia también advierte que, según los documentos filtrados sobre derechos de propiedad intelectual, “puede haber fuertes multas para ciudadanos comunes y corrientes en línea”, agregando: “podrías ser multado por pulsar sobre un enlace, la gente podría ser excluida de Internet y sitios en la web podrían ser clausurados”.
El TPP, advirtió el fundador de Open Media, Steve Anderson: “limitará la innovación y la libertad de expresión”. Bajo el TPP, no existe distinción entre violación del derecho de autor comercial y no comercial. Por lo tanto, usuarios que descargan música para su uso personal enfrentarían las mismas multas que los que venden música pirateada con fines de lucro.
Información que es creada o compartida en sitios de redes sociales podría llevar a que usuarios de Internet sean multados, que sus ordenadores sean confiscados, su uso de Internet terminado o incluso llevar a una sentencia a prisión. El TPP impone un sistema de “tres golpes” por quebrantamiento del derecho de autor, según el cual tres infracciones llevarían al fin del acceso de Internet de un grupo familiar.
¿Por qué, entonces, tanto secreto? Los responsables corporativos y políticos estudian muy de cerca la opinión pública; saben cómo manipular al público sobre la base de lo que piensa y cree la mayoría. Cuando se trata de acuerdos de “libre comercio”, la opinión pública ha obligado a los negociadores a acuerdos a puertas cerradas y a un secreto inaudito precisamente porque las poblaciones se oponen a semejantes acuerdos de una manera tan abrumadora.
Un sondeo de opinión de 2011 reveló que el público estadounidense ha pasado –en los últimos años– de una “amplia oposición” a una “oposición abrumadora” contra acuerdos comerciales del estilo NAFTA.
Un importante sondeo de NBC News-Wall Street Journal de septiembre de 2010 reveló que “el impacto del comercio y de la deslocalización es uno de los únicos temas en los cuales estadounidenses de diferentes clases, ocupaciones y opiniones políticos están de acuerdo”: un 86% dice que la deslocalización de puestos de trabajo por compañías estadounidenses a países pobres es “una causa principal de nuestros problemas económicos”, y un 69% piensa que los “acuerdos de libre comercio entre EE.UU. y otros países cuestan puestos de trabajos en EE.UU.” Solo un 17% de los estadounidenses opinó en 2010 que los “acuerdos de libre comercio” benefician a EE.UU., en comparación con un 28% en 2007.
Porque la opinión pública se opone fuerte –y crecientemente– a los “acuerdos de libre comercio”, se requiere el secreto a fin de impedir que el público llegue a conocer, para no hablar de oponerse activamente, a acuerdos como el TPP. Y esto, como explicó el representante comercial de EE.UU., es una razón muy “práctica” para todo el secreto.

Andrew Gavin Marshall es un investigador y escritor independiente basado en Montreal, Canadá, que escribe sobre una serie de temas sociales, políticos, económicos e históricos. También es Project Manager de The People's Book Project.

Fuente: http://truth-out.org/news/item/12934-why-so-secretive?-the-trans-pacific-partnership-as-global-coup

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