También es más que cuestionable el concepto de democracia que defienden. Uno podría pensar que democracias significa que el poder de decisión está en manos de los ciudadanos, sin embargo, el modelo democrático que exportan y practican (y que lamentablemente hemos acabado copiando casi todo el mundo) es aquel en el que todas las decisiones se toman para favorecer a la pequeña elite financiera que maneja las grandes corporaciones. Estas decisiones incluyen la creación de un clima político favorable a sus intereses sin tener en cuenta las consecuencias que esto pueda acarrear a la población en general. Con este concepto de democracia como fundamento empieza a andar la Escuela de las Américas.
En un principio sólo se entrenan soldados norteamericanos, pero pronto deciden que es mucho más rentable adiestrar a los militares y policías latinoamericanos para que ellos se encarguen de sus compatriotas, que tratar de someterlos con todo su ejército desplegado por todo el continente. Así, en 1950 la escuela se traslada a Fort Gulick, Panamá, y pasa a llamarse United States Army Caribbean School (Escuela del Caribe del Ejercito de los Estados Unidos) adoptando el español como idioma oficial para la instrucción..
Al principio de la década de los sesenta, tras el triunfo de la revolución cubana, la escuela recibe un grandísimo impulso de la mano del presidente Kennedy. Pasa a ser una pieza clave dentro de la estrategia de Seguridad Nacional y, en 1963, se reorganiza bajo el nombre oficial de United States Army School of the Americas (conocida popularmente como Escuela de las Américas). A partir de ese momento y durante las décadas siguientes la Escuela se convierte en un Centro dedicado al adiestramiento militar y la intervención política. Algunos de los cursos que se imparten incluyen, entre otras, técnicas de contrainsurgencia, operaciones de comando, francotirador, guerra psicológica, inteligencia militar y tácticas de interrogatorio. En los manuales utilizados durante la instrucción se contemplan barbaridades tales como el uso de la tortura, la extorsión o la ejecución sumaria como medios para conseguir los fines deseados.
(Se pueden consultar estos manuales en los siguientes enlaces: http://www.derechos.org/ http://www.archivochile.com/)
Pero ¿cuáles son los fines deseados?
Como decíamos antes, la Escuela de las Américas se convirtió en un instrumento fundamental para la Seguridad Nacional de los Estados Unidos. El pretexto era combatir al “enemigo comunista”, de modo que esta ideología no encontrara cabida en el continente como ya había sucedido en Cuba. Pero, en realidad, no era una lucha entre comunismo y democracia como siempre se pinta en la historia oficial, si no que de lo que verdaderamente se trataba es de mantener el status quo y defender los intereses de las corporaciones. Estos intereses pasan por conseguir el dominio absoluto sobre todos los recursos, incluidos los humanos, de América Latina. Para conseguirlo no existen limitaciones ni siquiera los derechos humanos (como viene siendo habitual en la política exterior norteamericana). Por consiguiente, el entrenamiento en la Escuela está destinado a que las fuerzas armadas de los países latinoamericanos modifiquen su objetivo de defender su territorio para convertirse en garantes de un orden interno favorable a la inversión norteamericana. Consecuencia directa de esto, es que se creó una fuerza represora por toda Latinoamérica cuyo principal objetivo era todo aquel que manifestara interés por la defensa de los derechos humanos y la justicia social, es decir, literalmente millones de personas.
El impacto de los más de 65.000 “licenciados” en la Escuela de las Américas en todo el continente ha sido tremendamente sangriento. A lo largo de estos años, se han producido golpes de Estado y promovido dictaduras por toda la geografía americana. Se han creado escuadrones de la muerte que han dejado a sus espaldas centenares de miles de muertos y todavía, a día de hoy, se sigue notando la mano de los alumnos de la Escuela tal y como sucedió en el golpe perpetrado en Honduras contra el gobierno democrático de Manuel Zelaya y la instalación en el poder del gobierno Micheletti.
Está probada (incluso por varias comisiones de la ONU) la participación de ex alumnos de la Escuela en múltiples matanzas y otros crímenes.
Por poner sólo algún ejemplo destacado de ex alumnos de la Escuela de las Américas vamos a mencionar a varios personajes y sus actos.
- Hugo Banzer. Dictador boliviano cuyo reino del terror duró desde 1971 a 1978, dejando tras de sí un reguero de muertos y corrupción como no se había conocido en el país. Participó activamente en el plan Cóndor persiguiendo a todo aquel sospechoso de subversión.
- Elías Wessin y Wessin. Militar dominicano líder del golpe de Estado que derrocó a Juan Bosch en 1963.
- Manuel Noriega. Responsable de una dictadura militar entre 1983 y 1989 que dejó a Panamá en la más absoluta miseria económica y moral. Colaborador de la CIA en asuntos como la contra nicaragüense y el narcotráfico hasta que decidieron dejar de utilizarle e invadir Panamá
- Roberto D’Aubisson. Cabecilla de los escuadrones de la muerte en El Salvador durante los años 70. Deja tras de sí miles de cadáveres como responsable de las fuerzas represoras del país. Probablemente uno de los más sangrientos licenciados de la Escuela.
- Roberto Eduardo Viola. Promotor del golpe de Estado en Argentina en 1976.
- Leopoldo Fortunato Galtieri. Líder de la Junta Militar de Argentina en sus dos últimos años. Bajo su mandato se torturaron a decenas de miles de personas y cerca de 30.000 fueron asesinadas o desaparecidas. Por el camino provocó la guerra de las Malvinas.
- Vladimiro Montesinos. Responsable del Servicio de Inteligencia del gobierno Fujimori en Perú y colaborador de la CIA. Acusado de represión política e incitación a un golpe de Estado, además de demostrado narcotraficante y traficante de armas.
- Santiago Martín Rivas. Jefe de un escuadrón de la muerte en Perú siguiendo órdenes directas de Montesinos.
- Manuel Contreras. Jefe de la DINA (Dirección de Inteligencia Nacional) chilena durante la dictadura de Pinochet. Condenado por múltiples causas de violaciones de los derechos humanos.
También es de dominio público que un país como Colombia con uno de los peores historiales a nivel mundial de violación de los derechos humanos ha mandado a más de 10.000 agentes a la Escuela de las Américas durante todos estos años.
Se sabe que cerca de 5.000 miembros de la contra nicaragüense se graduaron en la Escuela.
Con todo este historial truculento empieza a constituirse un movimiento de protesta en Latinoamérica contra la Escuela de las Américas durante la década de los 80. En 1984 y dentro de los acuerdos del Canal de Panamá, Estados Unidos decide cambiar la ubicación del centro y lo traslada a su propio territorio en Fort Benning, Georgia.
Ya en la década de los 90, y tras las matanzas de religiosos (entre ellos algunos norteamericanos) en El Salvador las protestas se generalizan y, por primera vez, se dejan sentir dentro de los Estados Unidos. Finalmente, tras varias comisiones del Senado y multitud de protestas, en mayo del año 2.000 se aprueba el cierre de la Escuela en una reñida votación con 214 votos a favor del cierre y 204 en contra. Sin embargo, de manera secreta en esa misma votación se acuerda la creación del Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación de Seguridad.
A efectos prácticos supone que la Escuela de las Américas sólo cerró sus puertas durante un mes para volver a su habitual funcionamiento ya que tanto la votación como el cambio de nombre fueron una mera operación de maquillaje de cara a la opinión pública (sobre todo internacional).
Así pues, a día de hoy la Escuela sigue a pleno rendimiento recibiendo a más de 1.000 alumnos al año. Continua impartiendo los mismos conocimientos y exportando la misma idea de democracia que en 1.946 cuando fue creada. Se la sigue considerando pieza fundamental en la política de seguridad nacional a pesar de que la amenaza comunista desapareció hace mucho tiempo. Pero claro, como las corporaciones siguen necesitando campar a sus anchas, el establecimiento de este tipo de políticas de terror sigue siendo básico para su bienestar, que de eso se trata.
Ya en la década de los 90, y tras las matanzas de religiosos (entre ellos algunos norteamericanos) en El Salvador las protestas se generalizan y, por primera vez, se dejan sentir dentro de los Estados Unidos. Finalmente, tras varias comisiones del Senado y multitud de protestas, en mayo del año 2.000 se aprueba el cierre de la Escuela en una reñida votación con 214 votos a favor del cierre y 204 en contra. Sin embargo, de manera secreta en esa misma votación se acuerda la creación del Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación de Seguridad.
A efectos prácticos supone que la Escuela de las Américas sólo cerró sus puertas durante un mes para volver a su habitual funcionamiento ya que tanto la votación como el cambio de nombre fueron una mera operación de maquillaje de cara a la opinión pública (sobre todo internacional).
Así pues, a día de hoy la Escuela sigue a pleno rendimiento recibiendo a más de 1.000 alumnos al año. Continua impartiendo los mismos conocimientos y exportando la misma idea de democracia que en 1.946 cuando fue creada. Se la sigue considerando pieza fundamental en la política de seguridad nacional a pesar de que la amenaza comunista desapareció hace mucho tiempo. Pero claro, como las corporaciones siguen necesitando campar a sus anchas, el establecimiento de este tipo de políticas de terror sigue siendo básico para su bienestar, que de eso se trata.
Para más información visitar:
SOAwatch
Encuentronortesur
Fuente Quebrantando el silencio
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar, puedes decir lo que quieras, solo trata de aportar.