sábado, 11 de diciembre de 2010

EL DERECHO A LA INFORMACIÓN

A veces es difícil hacerse una idea clara de los acontecimientos que pasan por el mundo. Normalmente, a excepción de que sea algún hecho que nos afecte personalmente y lo conozcamos de primera mano, nos basamos en las informaciones que nos ofrecen los medios de comunicación. Es decir, que podemos afirmar que estamos informados de lo que estos medios estiman conveniente y hasta el nivel que ellos crean oportuno. Esto provoca que la información disponible esté controlada por grandes corporaciones a las que pertenecen los mass media y, por ello, pierden gran parte de la objetividad que se les supone ya que es evidente que ningún periodista que trabaje en estos medios va a morder la mano que les da de comer.

En España, por ejemplo, es prácticamente imposible encontrar referencias acerca de los desastres ecológicos provocados por varias multinacionales patrias en toda América Latina. Todavía es más difícil, si cabe, encontrar alguna información acerca de la implicación de dichas multinacionales en la violación de derechos humanos fundamentales en aquella misma región. Un buen lugar para informarse de todo esto es la web del Observatorio para las Multinacionales en América Latina).

Los casos se suceden cuando se trata de desinformar acerca de hechos relacionados con los grandes grupos bancarios del país (que por supuesto forman parte del accionariado de estas corporaciones de la información) como el BBVA y el BSCH los cuales son grandes inversores de empresas dedicadas a la fabricación de todo tipo de armamento (webs interesantes a este respecto pueden ser BBVA sin armas, Setem y Banksecrets).


Toda la información que se nos ofrece tiene como finalidad el que permanezcamos totalmente ajenos a aquello que realmente es importante, haciéndonos creer todo lo contrario. Por poner un ejemplo, todos los días del año sin excepción conocemos la última hora de nuestros maravillosos futbolistas que tanto bien hacen al país, sin ir más lejos cada día tenemos el debate sobre quién es mejor que quién o cómo debería jugar un determinado equipo. Pues bien, estoy seguro de que casi todo el mundo sabe de lo que hablo y tiene una opinión al respecto, sin embargo, me pregunto cuánta gente es conocedora del importante acuerdo comercial que se está gestando con Arabia Saudita, gracias al cual España venderá armamento militar por valor de 3.000 millones de euros a una dictadura contraviniendo de esta manera todas las disposiciones que el propio gobierno español tiene acerca de la venta de armas (webs interesantes sobre esto: Grupo Tortuga y quebrantandoelsilencio). Sin ir más lejos, estos días estamos siendo testigos de una nueva ola de represión por parte de Marruecos sobre el pueblo saharaui que los grandes medios de comunicación se han encargado de suavizar siguiendo el dictado de la política española y de los intereses económicos de nuestras empresas. Por supuesto no ha habido ni una sola mención al hecho de que mucho del armamento utilizado es de fabricación española y de que Marruecos sea uno de nuestros mejores clientes en ese sentido.

Parece claro que la información es una mercancía más dentro de este sistema en el que todo es susceptible de ser comprado y vendido. Lejos queda, siempre hablando de la mayoría, el espíritu informativo que debería servir de guía en el trabajo periodístico y, más lejos aún, el análisis riguroso de las informaciones.
Hoy en día, la nota predominante en la información es la homogeneidad de las noticias, en la mayoría de medios se reproducen los mismos textos e imágenes quedando claro que dichos medios se han convertido en meros transmisores del mensaje de aquellos que pretenden imponernos una manera de pensar.
Lo cierto es que se han convertido en el vehículo perfecto para difundir el mensaje de las elites. Día tras día se encargan de focalizar nuestra escasa atención en aquellas cuestiones que ellos consideran que deben ocupar nuestras mentes y favorecer, de esta manera, sus intereses. Cada vez se dedica más espacio en los medios a los deportes y a la vida privada de personas que sólo existen en la medida en que se habla de ellas.
Tan sólo hay que ver la gran cantidad de canales de televisión que han llegado a los hogares españoles con la aparición de la Televisión Digital Terrestre y ni uno de ellos aporta ni un gramo de calidad informativa, eso sí, ahora tenemos la oportunidad de “disfrutar” en abierto de la cadena de noticias oficial del Imperio que puntualmente nos pone delante de los ojos las ideas y los hechos que debemos asumir como certeza absoluta (obviamente me refiero a la CNN).

Vivimos en una época en la que nos gusta pensar que la libertad de expresión es una de las señas de identidad de las sociedades modernas, sin embargo, esa supuesta libertad queda restringida a no salirse del flujo de información que marcan las grandes corporaciones. Existe una censura de doble vertiente, por un lado, dentro de los grandes medios se desestiman todas aquellas noticias que sean contrarias a sus intereses o los de sus accionistas como hemos comentado anteriormente. Por otro lado, hay una censura evidente para los medios no tan masivos como le sucedió en su día a la revista El Jueves por una simple caricatura o como le ha sucedido varias veces al periódico Diagonal (diferentes reporteros de este periódico han sido agredidos mientras cubrían actos fuera del sistema) o como les está sucediendo a varias webs (entre ellas Kaosenlared o LaHaine) que son amenazadas con el cierre por difundir informaciones consideradas como peligrosas por el stablishment político y económico.

El estar bien informados es un derecho y una obligación que cada uno de nosotros debe intentar conseguir en la medida de sus posibilidades. Una buena estrategia puede ser no dejar de sopesar ninguna información venga de donde venga y tratar de encontrar diferentes versiones sobre los mismos hechos. Sólo con una actitud crítica conseguiremos hacernos con una idea global de lo que sucede a nuestro alrededor y comprender así el porque de las estrategias y las decisiones de aquellos que rigen el destino de la población.

Fuente Quebrantando el silencio

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