miércoles, 15 de septiembre de 2010

Las alternativas colectivas se hacen realidad

(Texto extraído del periódico CRISI de Enric Duran)
Cuando a principios de los 90 se realizaron las primeras ocupaciones para montar centros sociales autogestionados, se estaba sembrando aquello que al cabo de unos años ha generado una nueva cultura política disidente del sistema institucional y generadora de experiencias vitales alternativas a las dominantes.
De centros sociales autogestionados los hay con nombres y funcionamientos varios. Entre los más históricos tenemos los ateneos libertarios que recuperan la tradición anarquista anterior a la Guerra Civil. Tenemos también los Casals Populares cada vez más presentes en los pueblos nutriendo el emergente movimiento independentista que comparte los valores autogestionarios que estamos presentando. Y tenemos claro está, muchos espacios sociales autónomos sin ninguna adscripción ideológica más que la de ir construyendo la teoría a partir de la práctica en la que no se para de avanzar. Algunos centros son ocupados, otros son de alquiler, cedidos por particulares o arrebatados a la administración en una lucha vecinal, pero todos comparten estos valores que estamos comentando. Podemos encontrar más de un centenar en la geografía catalana.
Los centros sociales acostumbran a darse a conocer como alternativas de ocio no consumista a través de sus nutridas actividades de tarde y fin de semana. Pero son mucho más que eso: son el espacio de socialización básico para que vayamos aprendiendo a relacionarnos de otra manera. Son espacios dónde se aprende a participar sin jerarquías, y son el mejor contexto para que germinen muchas de las experiencias que comentamos a continuación.
Otro de los ejemplos clave de las prácticas autónomas camino de una nueva sociedad son las cooperativas de consumo ecológico. Éstas son grupos de familias que se organizan asambleáriamente en común, para consumir de productos ecológicos de proximidad, evitando los intermediarios. De esta manera potencian a fondo la agroecología, otras relaciones económicas más solidarias y la recuperación de lazos sociales comunitarios y de proximidad. Si bien a finales del siglo XX ya había unas cuantas, ha sido en los últimos 5 o 6 años cuando su nombre se ha multiplicado espectacularmente. En Cataluña, donde hay datos, actualmente podemos contar unas 80. Las hay que reciben cestas directamente de lo que tiene el campesino, las hay que hacen comandas; hay algunas dónde la participación en tareas voluntarias es condición necesaria para formar parte y las hay que permiten una participación más pasiva, profesionalizando alguna parte del proceso. Todas ellas forman parte de un movimiento agroecológico que se multiplica.
Para vivir de otro modo, uno de los aspectos fundamentales es el trabajo. Poder dejar de trabajar para un empresario insertado en la economía de crecimiento es clave, dado que es una de las actividades que ocupa más horas de nuestra vida. Hay experiencias de cooperativas de trabajo que funcionan desde hace muchos años, en sectores tan diversos como imprentas, colectivos de abogados, seguros, metalurgia, diseño gráfico, energías renovables, informática, etc. Algunas mantienen un funcionamiento participativo y asambleario a la vez que intentan tener una actividad productiva coherente social y ecológicamente. También hay quién empieza un pequeño proyecto productivo a nivel individual o de un grupo reducido; por ejemplo, cada vez son más las personas que salen del circuito capitalista para ofrecer su actividad artesanal: verduras, frutas, pan, cerveza, refrescos, pollos, quesos, miel, pasta, vinos, jabones, revistas, entre otros, que permiten ir ampliando los circuitos cortos y poniendo en marcha una red económica alternativa a la dominante.
Incluso en el ámbito de las finanzas, que tanto hemos denunciado en otras páginas, hay alternativas: tenemos la experiencia del Coop 57 que ofrece alternativas de financiamiento para cooperativas y entidades sociales, a la vez que facilitan un ahorro coherente a las personas individuales. Ésta, junto con otras entidades, está desarrollando el Proyecto Fiare, que sería una cooperativa de crédito ciudadana como alternativa real a la banca, mientras sobrevivimos al sistema actual.
Uno de los aspectos estratégicos para construir otra economía es substituir los intercambios en la moneda dominante, en nuestro caso, el euro, por opciones alternativas que sean gestionadas por la sociedad civil. En el ámbito catalán existen algunas redes de intercambio ya consolidadas, que facilitan el trueque, es decir intercambios directos entre personas que quieren cubrir alguna necesidad sin pasar por el mercado. Estas redes acostumbran a utilizar Internet como vía de comunicación y en ellas se intercambian productos como libros, ropa, comida y productos informáticos, hasta servicios como canguros o reparaciones del hogar. Estas actividades se complementan con los mercados de intercambio, espacios físicos en qué habitualmente, durante una mañana o todo el día, se intercambian una buena amalgama de productos y se acuerdan servicios. Cuando aún la producción alternativa es incipiente, lo más frecuente en estos espacios es intercambiar productos de segunda mano, como libros, ropa o pequeños electrodomésticos, de manera que se constituye una alternativa comunitaria al consumismo, que a su vez fomenta nuevas relaciones sociales.
Y puestos a transformar la economía, ¿qué puede ser mejor que vender y comprar gratis? En los últimos años, han surgido nuevos proyectos en qué cualquiera puede llevar lo que no le falta y llevar lo que necesita sin pagar. Seguramente es la mejor forma de desmercantilizar las necesidades y reaprender a dar y recibir sin una relación comercial de por medio.
En primer lugar, la ropa, y después los libros y la música, son los tipos de objetos que se encuentran más frecuentemente en estos espacios, aunque hay una tendencia a la diversificación. El principal impedimento para este tipo de proyectos acostumbra a ser acceder a espacios sin coste monetario, de modo que es en espacios ocupados donde habitualmente es más fácil encontrarlos.

En algunos locales y centros sociales autogestionados, hay pequeñas librerías con contenido crítico y disidente, así como distribuidores de música, camisetas y otros materiales vinculados a la contracultura, que emerge de los movimientos sociales. También se pueden encontrar carteles, trípticos y octavillas de varias movilizaciones y colectivos que están dando a conocer su actividad, así como persona que te pueden informar.
Otra de las ideas fundamentales de esta otra sociedad que estamos poniendo en marcha es la de compartir los conocimientos y la cultura de manera gratuita. Por eso podéis encontrar un buen número de bibliotecas sociales donde podréis acceder a lecturas de luchas sociales y de contenido crítico y aprender más sobre las diversas alternativas y conocimientos. Recientemente se han agrupado en una red de bibliotecas sociales que puedes encontrar en Internet.
Hace ya tiempo que existen también unos determinados proyectos implicados en la idea de compartir conocimientos: son las XICS (Redes de Intercambio de Conocimientos en sus siglas en catalán). En estos espacios las personas ofrecen talleres y cursos sobre lo que saben y reciben enseñamientos de aquello que les interesa, siempre gratuitamente. Se aporta y se aprende cualquier tipo de conocimiento tanto de tipo intelectual como de contenido técnico, artístico, manualidades, en función de las habilidades e intereses de los participantes. También son espacios importantes a la hora de construir comunidad y relaciones sociales.
Doquiera de los centros sociales y de los movimientos alternativos hay a menudo talleres y cursos de muchos tipos y especialmente formaciones encaminada a facilitar autogestión de nuestra vida cotidiana.
Agricultura ecológica, energías alternativas, autoconstrucción, electricidad, programario libre, relaciones de género, facilitación de reuniones y muchos otros conocimientos refuerzan la capacidad de autonomía de las personas que van optando cada día más por otras maneras de vivir.
A la hora de compartir conocimientos una idea clave es la idea de “dejar copiar”. Cada vez hay más creaciones intelectuales, científicas y artísticas que cuestionan la idea de los derechos de autor y de las patentes y están poniendo en marcha alternativas. Existen las licencias Creative commons, que se pueden aplicar a la producción literaria, audiovisual, musical y científica, para promover que se pueda copiar y compartir sin pagar a los autores. De esta manera, la cultura y los conocimientos se extienden entre la gente sin ser privatizados y sin que los intereses particulares prevalezcan sobre el bien común.
La idea del “dejar copiar” nació de hecho del programario libre, un movimiento ya consolidad que ha demostrado como las redes basadas en la cooperación social pueden ser tan efectivas o más, que las grandes empresas transnacionales. Del programario libre, nacieron los hacklabs, verdaderos laboratorio autónomos de informática libre que acostumbran a encontrarse en centros sociales. Y de esta cultura viven también los servidores autónomos que permiten autogestionar correos electrónicos, páginas web y la propia seguridad informática, sin pasar por una empresa comercial, así como las redes libres sin hilos, de las cuales guifi.net es todo un referente a nivel catalán, y que van mucho más allá de compartir la conexión a Internet.
Y si nos ponemos a compartir, ¿que es más importante que la base para poder alimentarlos, es decir las semillas que permitirán a los campesinos cultivar? Dado que la agricultura industrial y especialmente los transgénicos están poniendo en grave peligro a las especies locales, la tarea de conservar las semillas y facilitarlas a los campesinos locales que las quieran plantar de nuevo, es fundamental; por suerte desde el movimiento agroecológico es una de las tareas que se sacan adelante y en todo el territorio tenemos cada vez más bancos de semillas que conservan la biodiversidad y defienden la vida presente y futura.

Cultivar verduras puede ser también una actividad social y comunitaria y no sólo una profesión, así lo demuestran numerosos huertos comunitarios que en los últimos años se han sembrado en el territorio catalán. Por suerte, no ha dejado nunca de haber muchos huertos para el autoconsumo, pero es especialmente interesante aprender a compartir y recuperar la participación comunitaria a través del cultivo del huerto. Un ejemplo son los huertos comunitarios de Can Masdeu, la masía ocupada de Collserola.
Por cierto, las plantas no sólo producen alimentos para las personas sino muchos otros recursos para la vida cotidiana, entre ellos productos curativos para nuestra salud. Es lo que se llama plantas medicinales y también en este ámbito el capitalismo nos dificulta la vida y en este caso la salud. Un ejemplo es la estevia, un endulzante natural que se ha demostrado que cura la diabetes, pero está prohibida su comercialización medicinal en el Estado español. ¿Será porqué a las farmacéuticas no les interesa un fármaco que cure del todo? Igualmente, la estevia se está extendiendo en los movimientos sociales, así que puestos a hacer desobediencia civil, ¿qué mejor que cultivar plantas saludables?
Y hablando de salud, pasamos ahora a hablar de las alternativas para acoger nuevas personitas al mundo, pues también hay aquí opciones fuera del imperio de los hospitales y las farmacéuticas. Grupos que ayudan a tener un parto natural, que promueven una lactancia materna y grupos de crianza, forman parte de un conjunto de alternativas con los bebés que ayudan a mejorar su bienestar, en el nacimiento y en los primeros meses de vida, que tendrán consecuencias para toda su vida.
Y caminando en el tiempo, el ámbito de la educación infantil no podría faltar a la hora de poner en marcha las alternativas para una nueva sociedad. De la educación depende que crezcan personas libres, con valores y con iniciativas o personas pasivas y sometidas al sistema imperante. Muchas madres y muchos padres lo saben, de manera que después de algunas iniciativas precursoras, las alternativas educativas se han ido multiplicando en los últimos años. A veces como padres y madres que educan en casa a los pequeños, a veces como agrupaciones de familias que educan conjuntamente a los hijos, cada vez más con educadores que conjuntamente con las familias guían a los pequeños en su aprendizaje, sin someterlos a pautas demasiado determinadas, algunas se pueden definir con propiedad como escuelas libres. Hay proyectos hasta los 12 años y se intenta ir a más. Es lo que se conoce como educación libre y en el ámbito catalán la red de educación libre, facilita la puesta en marcha de iniciativas de este tipo e interconecta a las que participan.
A la hora de buscar un lugar donde vivir y antes que esperar en vano a que la administración nos otorgue el derecho a la vivienda, nos lo garantizamos nosotros. Las ocupaciones de viviendas vacías, son una alternativa ya muy frecuente en nuestro país aunque es imposible saber su alcance dado que muchas de éstas no se publicitan. A veces permiten vivir muchos años sin tener que hacer frente a uno de los principales gastos a los que nos obliga el poder, pero acostumbran a ir acompañadas a la angustia de no saber cuánto durará. Otra opción más incipiente pero con futuro son las cooperativas de viviendas de derecho de uso. Se trata de un formato que sale mucho más barato que las hipotecas y alquileres individuales en que la propiedad se mantiene en la cooperativa y donde los participantes no pueden revenderse sus derechos a un precio diferente al que les ha costado, impidiendo así la especulación. Es una opción fundamental extendida en otros países e incipiente aquí gracias a la asociación techo cívico, que la promueve.
Estas opciones de vivienda suelen ir acompañadas de alternativas de formas de convivencia, en las que se supera el individualismo de los pisos modernos, para crear espacios de uso compartido para toda la finca, como pueden ser espacios de informática, de lavadora, bibliotecas o salas de estar.
Estas alternativas de vivienda son espacios ideales para autogestionar la producción de energía, con experiencias como las de la energía solar térmica para calentar el agua y poniendo placas fotovoltaicas en los terrados. En el ámbito urbano es necesario y empiezan a haber experiencias de aprovechar los terrados para hacer huertos y en las masías rurales, empiezan a haber experiencias de pequeñas centrales de biogas para calentar la vivienda a partir de residuos de materia orgánica.
Y hablando de convivencia, incluso hay alternativas en uno de los ámbitos más intocables de la cultura oficial. Cada vez hay más personas que se plantean y empiezan a practicar alternativas a la familia nuclear, la cual es un modelo puramente occidental de los últimos 50 años y ha ido muy bien al consumismo, dado que ha contribuido a romper lazos sociales más extensos. Ante esto, y compartiendo planteamientos con la lucha antipatriarcal y los movimientos para las libertades sexuales, están surgiendo nuevos modelos de relación basados en la libertad de querer a más de una persona, en la comunicación y en la transparencia. Antes se llamaba amor libre, ahora también se habla de poliamor.
En el ámbito personal aprendemos también a relacionarnos como personas iguales y diversas a la vez, sin discriminaciones de raza, clase, género o identidad sexual.
Todas las informaciones expresamente ignoradas, todas las movilizaciones que antes comentábamos y todas estas alternativas que estamos presentando ahora, tienen algo en común: quieren ser difundidas y llegar a más gente. Es en este punto donde una alternativa fundamental para conocer otras visiones hace acto de presencia y es la de los medios de comunicación alternativos. Los hay locales, temáticos y generalistas. Muchos de ellos son el papel y muchísimos en Internet. Hay unas cuantas radios libres y muy pocas televisiones y de lo que hay más es de producción de documentales y reportajes interesantes que en muchos casos puedes encontrar ya en Internet o en distribuidoras alternativas. Los medios de comunicación alternativos son proyectos con un compromiso continuado que acostumbran a necesitar mucha dedicación y esfuerzo, además de recursos económicos para llegar más allá de las minorías.

1 comentario:

  1. Todos estos cambios plantean como ya lo he dicho, una revolución, pero más interna que externa, meditemos y reflexionemos a donde nos lleva nuestra mentalidad miedosa e insegura, hasta donde esta sociedad dependiente del dinero y de los” logros” nos hace feliz…soy un total convencido de que el cambio no solo debería de ser económico y político, si no cambiamos nuestra manera de percibir el mundo y de relacionarnos con nuestro prójimo y medio ambiente ningún cambio, ya sea económico o político podrá protegernos de nuestra mentalidad miedosa y codiciosa…¿Qué podríamos robar en un mundo donde no se tenga la necesidad de robar?

    ResponderEliminar

Gracias por participar, puedes decir lo que quieras, solo trata de aportar.