Para poder entender como se organizan los movimientos sociales aquí, hay que tener en cuenta que, a diferencia de otros países como Italia o Francia, en los Países Catalanes no hay la presencia de grandes organizaciones fuertes con una capacidad de movilización importante, sino que la estructuración pasa por grupos pequeños. Incluso la fisonomía de organizaciones que podemos considerar “grandes (coordinadoras de ámbito nacional, sindicatos alternativos, federaciones de asociaciones, etc.), demuestra que la autonomía de sus miembros en diferentes zonas es muy significativa, ya que a menudo el grado de seguimiento de las directrices que provienen del centro no son muy importantes. Esta dinámica si bien quizás dificulta realizar tantas grandes manifestaciones, como en Italia, son más frecuentes, si que es capaz de articular acciones sorprendentes como, la Consulta Social para la abolición de la deuda externa en el 2000, la respuesta social del 13-M del 2004 o la ILP de estos últimos meses por una Cataluña libre de transgénicos.
Estas experiencias exitosas nos demuestran que aquí las grandes cosas suceden, no cuando lo deciden grandes organizaciones sino cuando se extiende desde la base un sentimiento generalizado de motivación y apoderamiento. Los desencadenantes de estos procesos son pequeños nodos, (personas y colectivos) poco representativos en nombre de personas pero en cambio muy conectados.
Ante estos desencadenantes, cada grupo local reacciona reproduciendo y avivando la señal, de manera que se extiende y se amplia el “espiral” de contacto. No es partir de una disciplina de organización sino de su propio criterio, libertad y autonomía.
Así pues, si algunas palabras caracterizan a estos nuevos movimientos sociales, son la descentralización y la autonomía, como formas de actuación que permiten a la vez la libertad de cada elemento, individual y colectivo para que pueda realizar su actividad, y la capacidad de generación de alternativas colectivas, plurales y útiles para la transformación social, de forma coordinada.
Otro de los valores de estos nuevos movimientos sociales es la horizontalidad, es decir la falta de jerarquías, dado que se ha demostrado históricamente que las direcciones cuando acumulan poder acaban aprovechándolo para perpetuarse y en beneficio de sus intereses particulares en lugar del bien colectivo.
Con horizontalidad y autonomía se permite que los espacios de decisión sean múltiples y que el consenso sea una práctica habitual a la hora de dinamizar los debates y las actividades. Este mecanismo hace que el movimiento no se pueda destruir fácilmente. Al no tener líderes absolutos y formales, estos movimientos sociales no se pueden parar fácilmente porqué no hay presidente o representante a quién corromper o detener, y se procura que todas y cada una de las personas y los colectivos se apoderen para que ninguno tenga que ser imprescindible. A menudo los mass media procuran convertir a los portavoces en líderes, y los movimientos sociales lo evitan con estrategias como las rotaciones de portavoces.
Ahora bien, es muy importante evitar que la descentralización y horizontalidad se acompañe de atomización o disgregación.
Entendemos que la diversidad es parte de nuestra fuerza, rechazamos el mensaje único, y queremos hacer saber que tenemos muchos mensajes diferentes que se respetan y se enriquecen mutuamente. Pero por tal que se pueda dar esta capacidad de coordinación, tan necesaria, hay que fomentar los espacios de encuentro y conocimiento entre los diferentes participantes y compartir los recursos de que cada grupo dispone o conoce.
Precisamente éstas han sido algunas de las conclusiones y propuestas del “Encuentro de movimientos sociales: pongamos en marcha el decrecimiento y construyamos contrapoder” que el pasado julio reunió a 350 personas.
Del encuentro de movimientos sociales, salió el proyecto de poner en marcha un gran banco de recursos de todo tipo: materiales para compartir, viviendas vacías o con espacio, tierras para cultivar, conocimientos para la autogestión cotidiana, propuestas para el decrecimiento, y otras…
La construcción de estos elementos de cooperación social, puede permitir optimizar esfuerzos y energías, conectar espacios y extender cada vez más la red, de manera que se vuelva mucho más fuerte y dinámica.
Estas experiencias exitosas nos demuestran que aquí las grandes cosas suceden, no cuando lo deciden grandes organizaciones sino cuando se extiende desde la base un sentimiento generalizado de motivación y apoderamiento. Los desencadenantes de estos procesos son pequeños nodos, (personas y colectivos) poco representativos en nombre de personas pero en cambio muy conectados.
Ante estos desencadenantes, cada grupo local reacciona reproduciendo y avivando la señal, de manera que se extiende y se amplia el “espiral” de contacto. No es partir de una disciplina de organización sino de su propio criterio, libertad y autonomía.
Así pues, si algunas palabras caracterizan a estos nuevos movimientos sociales, son la descentralización y la autonomía, como formas de actuación que permiten a la vez la libertad de cada elemento, individual y colectivo para que pueda realizar su actividad, y la capacidad de generación de alternativas colectivas, plurales y útiles para la transformación social, de forma coordinada.
Otro de los valores de estos nuevos movimientos sociales es la horizontalidad, es decir la falta de jerarquías, dado que se ha demostrado históricamente que las direcciones cuando acumulan poder acaban aprovechándolo para perpetuarse y en beneficio de sus intereses particulares en lugar del bien colectivo.
Con horizontalidad y autonomía se permite que los espacios de decisión sean múltiples y que el consenso sea una práctica habitual a la hora de dinamizar los debates y las actividades. Este mecanismo hace que el movimiento no se pueda destruir fácilmente. Al no tener líderes absolutos y formales, estos movimientos sociales no se pueden parar fácilmente porqué no hay presidente o representante a quién corromper o detener, y se procura que todas y cada una de las personas y los colectivos se apoderen para que ninguno tenga que ser imprescindible. A menudo los mass media procuran convertir a los portavoces en líderes, y los movimientos sociales lo evitan con estrategias como las rotaciones de portavoces.
Ahora bien, es muy importante evitar que la descentralización y horizontalidad se acompañe de atomización o disgregación.
Entendemos que la diversidad es parte de nuestra fuerza, rechazamos el mensaje único, y queremos hacer saber que tenemos muchos mensajes diferentes que se respetan y se enriquecen mutuamente. Pero por tal que se pueda dar esta capacidad de coordinación, tan necesaria, hay que fomentar los espacios de encuentro y conocimiento entre los diferentes participantes y compartir los recursos de que cada grupo dispone o conoce.
Precisamente éstas han sido algunas de las conclusiones y propuestas del “Encuentro de movimientos sociales: pongamos en marcha el decrecimiento y construyamos contrapoder” que el pasado julio reunió a 350 personas.
Del encuentro de movimientos sociales, salió el proyecto de poner en marcha un gran banco de recursos de todo tipo: materiales para compartir, viviendas vacías o con espacio, tierras para cultivar, conocimientos para la autogestión cotidiana, propuestas para el decrecimiento, y otras…
La construcción de estos elementos de cooperación social, puede permitir optimizar esfuerzos y energías, conectar espacios y extender cada vez más la red, de manera que se vuelva mucho más fuerte y dinámica.
Ahora bien, todas estas características y voluntades no son suficientes para construir realmente alternativas de sociedad, más allá de los proyectos de pequeños colectivos que explicábamos en las páginas anteriores. Para sacar adelante nuevas maneras de vivir, hace falta mucha dedicación y hacen falta recursos materiales. En el sistema capitalista, la dedicación y los recursos se compran con dinero; y claro que los que se oponen, de dinero, acostumbran a tener más bien poco, convirtiéndose este en un problema limitador para la consolidación de alternativas. Por eso históricamente ha habido expropiaciones a la banca y por eso hay quién provoca nuevas estrategias de acción como la que se ha explicado en las páginas centrales. Además, hace falta ir más allá y crear un sistema de acceso a las necesidades que en si mismas sean parte de la alternativa de sociedad y no sólo una herramienta instrumental para lograrla.
Después de muchos talleres y varias propuestas, en el Encuentro de movimientos sociales de julio se acordó sacar adelante el Espacio Público Autónomo, un proyecto para construir una alternativa económica que pueda contribuir a que los diversos proyectos transformadores se puedan consolidar.
El Espacio Público Autónomo consistiría en una red de personas y recursos, donde se garanticen las necesidades básicas de las personas que participen, con el objetivo que estas dejen de dedicarse a trabajar en la economía capitalista y se puedan dedicar a proyectos de la sociedad alternativa.
Propuestas como ésta quieren contribuir a que la gente organizada en los movimientos sociales puedan convertirse en un contrapoder real a los poderes fácticos, de manera que podamos oponernos a los planes de los de arriba a la vez que ponemos en práctica un embrión de lo que puede ser una nueva forma de organización de la sociedad.
Evidentemente esto a los más poderosos no les hace ninguna gracia, de manera que responden con estrategias que no por diversas dejan de ser ya muy conocidas. La primera de ellas sería la integración. Acostumbra a utilizarse ante los colectivos más moderados o dependientes económicamente, de manera que se les finanza y se les abre la puerta a participar de alguna manera en la acción de gobierno a cambio de parar su potencial transformador.
Cuando ésta no funciona vienen muchas otras. Una de ellas es la represión que también llega por parte del Estado, esta coarta determinadas movilizaciones y proyectos, a la vez que trata de hacernos coger miedo o desanimarnos; una variables de éstas son las multas cada vez más frecuentes y que buscan inhabilitarnos económicamente. Otra es la criminalización que llega desde algunos medios de comunicación de masas. Con ella se pretende que la sociedad rechace a los movimientos sociales y todo lo que hacemos y también a romper puentes con otros sectores sociales. Cuando ninguna de éstas funciona sencillamente se nos censura.
Pero ninguna de estas estrategias parará a los movimientos sociales. Ahora, en un contexto de crisis estructural del sistema capitalista, es momento, más que nunca, de esforzarnos y seguir luchando por la libertad de los pueblos y de las personas, de seguir construyendo otra sociedad, de practicar una mejor manera de vivir.
Mientras hacemos camino, es importante recordar que ningún partido parlamentario puede representar las propuestas de los movimientos sociales que llaman a hacer política de otro modo.
En contrapartida, animamos a la ciudadanía a organizarse con los vecinos y vecinas en asambleas de barrio, a montar asambleas en las universidades y el trabajo.
Invitamos así a todo el mundo a participar directamente de la transformación de la sociedad partiendo del entorno vital de cada uno y a conectar en los debates y en las acciones, las problemáticas concretas con las causas estructurales que las provocan y sus alternativas aquí y ahora.
En resumen, llamamos a todo el mundo, a participar de la política, directamente y sin intermediarios. Porqué vivir de otra forma está en nuestras manos, en las de todos y todas.
Evidentemente esto a los más poderosos no les hace ninguna gracia, de manera que responden con estrategias que no por diversas dejan de ser ya muy conocidas. La primera de ellas sería la integración. Acostumbra a utilizarse ante los colectivos más moderados o dependientes económicamente, de manera que se les finanza y se les abre la puerta a participar de alguna manera en la acción de gobierno a cambio de parar su potencial transformador.
Cuando ésta no funciona vienen muchas otras. Una de ellas es la represión que también llega por parte del Estado, esta coarta determinadas movilizaciones y proyectos, a la vez que trata de hacernos coger miedo o desanimarnos; una variables de éstas son las multas cada vez más frecuentes y que buscan inhabilitarnos económicamente. Otra es la criminalización que llega desde algunos medios de comunicación de masas. Con ella se pretende que la sociedad rechace a los movimientos sociales y todo lo que hacemos y también a romper puentes con otros sectores sociales. Cuando ninguna de éstas funciona sencillamente se nos censura.
Pero ninguna de estas estrategias parará a los movimientos sociales. Ahora, en un contexto de crisis estructural del sistema capitalista, es momento, más que nunca, de esforzarnos y seguir luchando por la libertad de los pueblos y de las personas, de seguir construyendo otra sociedad, de practicar una mejor manera de vivir.
Mientras hacemos camino, es importante recordar que ningún partido parlamentario puede representar las propuestas de los movimientos sociales que llaman a hacer política de otro modo.
En contrapartida, animamos a la ciudadanía a organizarse con los vecinos y vecinas en asambleas de barrio, a montar asambleas en las universidades y el trabajo.
Invitamos así a todo el mundo a participar directamente de la transformación de la sociedad partiendo del entorno vital de cada uno y a conectar en los debates y en las acciones, las problemáticas concretas con las causas estructurales que las provocan y sus alternativas aquí y ahora.
En resumen, llamamos a todo el mundo, a participar de la política, directamente y sin intermediarios. Porqué vivir de otra forma está en nuestras manos, en las de todos y todas.
Amigos, tenemos parte del camino andado, podemos acudir a muchas experiencias de sociedades alternativas e ir construyendo la nuestra, creo sinceramente que si en verdad lo deseamos podremos empezar algo bueno, quien quiera platicar, discutir o hacer propuestas estoy a sus órdenes y este espacio también.
ResponderEliminarSaludos.