La aniquilación -planeada desde arriba- de los
componentes positivos de la cultura occidental, para devastar psíquicamente a
los pueblos de Europa, haciéndoles avergonzarse de sí mismos y reduciéndolos a
imitadores sumisos y serviles de lo foráneo, sigue su curso. Pero, de vez en
cuando, la realidad proporciona datos que ponen en evidencia dicha operación,
dirigida contra la revolución integral
Para muchas y muchos la India es un lugar de
espiritualidad, una sociedad “ajena” al materialismo occidental, rebosante de
experiencias místicas extraordinarias… En octubre de 2012 el oligarca indú
Analjit Singh, presidente de la multinacional Max Indian Limited (con unos
ingresos anuales de 1.500 millones de $), dedicada al sector de la salud,
anunció que invertirá 150 millones de euros en Cataluña, en proyectos de “salud
alternativa”, con la medicina ayurvédica como base.
El magnate A. Singh, un sij, es un experto en
lucrarse con la credulidad, la aculturación y el autoodio de los occidentales,
para los cuales la alternativa a la medicina -brutal, reificadora, peligrosa e
intolerable- del Estado de bienestar son las terapias orientales. No es el
momento de debatir aquí si éstas son o no tan efectivas como dicen algunos,
sino de ir al meollo cultural, estratégico y político de la cuestión.
Quienes viven atrapados en la ecuación occidental =
malo y oriental = bueno no logran adoptar ninguna actitud crítica, y ni
siquiera escéptica, hacia los orientalismos. Las medicinas de Oriente una vez
mercantilizadas exigen costosas inversiones para ser aprendidas y practicadas,
lo que se manifiesta en la cuenta de resultados de compañías capitalistas tan
ansiosas de ganancias como la indú Max Indian Limited. Y, ¿cómo pueden ser
dichas terapias “alternativas” efectivas y confiables, espirituales y no
materialistas, si son un negocio dirigido al más rápido logro de beneficios
financieros?
En Occidente existe una medicina popular que casi
todos desprecian. Sólo una minoría, de la que forma parte el amigo catalán
Josep Pámies, se preocupa de conocer y difundir las propiedades curativas de
las plantas, promoviendo la sabiduría ancestral de la península Ibérica.
Nadie abre clínicas de medicina popular tradicional
occidental pues, como es sabido, todo lo occidental es diabólico, por
capitalista, imperialista, genocida, y todos los blancos son racistas por el
mero hecho de ser blancos, según el axioma central del atrabiliario credo
“antiimperialista”. No se trata sólo de lo que algunos llaman etnomasoquismo sino de algo bastante más
grave.
Ahora asistimos al ascenso del capitalismo oriental,
en China, la India,
los países islámicos, etc. Muy pronto tal capitalismo, no-occidental y
no-blanco, será el más importante a escala planetaria, por encima del occidental.
Ya hay muchas compañías multinacionales indúes que exportan capital a Europa,
comprando empresas o creándolas nuevas. Este capitalismo, que es extremadamente
rapaz y brutal, que va tras los beneficios inmediatos sin respeto por los
trabajadores (ni por los de sus países ni tampoco por los europeos) y con
completo desprecio por el medio ambiente, es presentado por las y los devotos
de lo oriental como “positivo”. Estamos ante la enésima versión del capitalismo
“bueno”.
Necesitamos un debate sobre estos asuntos. La
credulidad, anulación del yo, conformismo, odio a la libertad, marginación de
las mujeres y fideísmo que los orientalismos promueven, pone a éstos en
evidencia. No están en absoluto interesados en que las personas adopten ante
ellos una posición crítica, para diferenciar en su seno lo positivo de lo
negativo, lo auténtico del mero fraude, lo popular de lo empresarial e
imperialista.
La verdadera cultura oriental no está en los
orientalismos, vulgares productos de consumo para occidentales ricos,
mentecatos, incultos y aburridos.
Tres observaciones finales: 1) unas ideologías,
espiritualidades, mitos, filias, supersticiones, timos o como se las quiera
llamar -en realidad mero negocio- que niegan la capacidad crítica de sus
adeptos ya son, por ello mismo, dignas de sospecha, 2) quienes desprecian lo
positivo de la cultura occidental están practicando el genocidio cultural, 3)
aquéllos que odian a los blancos por ser blancos son los peores racistas del siglo XXI y los promotores
del nuevo capitalismo planetario, que en lo más fundamental será, es ya,
no-blanco, oriental.
Félix R. Mora
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