viernes, 30 de diciembre de 2011

El mayor milagro de Jesús y la magia del capitalismo

Por Acratosaurio Rex

Esta mañana recibí la visita de una pareja de Testigos en la Comunidad Terapéutica. Insistieron en hablar conmigo, y les hice pasar a mi habitación compartida, donde tras saludarnos efusivamente, les mordí, mastiqué, tragué y defequé. Ahora mismo, son polvo de estrellas, o al menos gente con dudas. Y eso me ha hecho pensar en los milagros de Jesús, y cuál fue el más grande de ellos.

Uno muy interesante, es ese que va el hijo del hombre con hambre por el campo, ve una higuera, se apresura, va a zamparse un higo…, y no hay ni uno. Entonces maldice a la indefensa higuera, y la seca (Marcos 11-12). Primer dato: Jesús pidió peras al olmo, claro, como era carpintero, no sabía de campo… ¿Cómo iba a tener higos si no era el tiempo?

Otro que me resulta muy sugestivo es el de la curación de la suegra de Pedro. Está el señor sanando hemorroides y expulsando demonios (que en aquella época eran muy molestos), y se llega a la casa de Pedro, donde su suegra estaba hecha migas con fiebre. Un montón de hombres allí, pasando hambre. Jesús la cura y la mujer de inmediato se levanta y se pone a hacer el almuerzo. Fue un gran milagro, sin duda, curar a la suegra para que atendiese a tanto tío ocioso. Conclusión: Jesús no sabía cocinar. (Lucas 4:38).

Marcos 51:20 nos muestra una faceta del Jesucristo exorcista. Va Jesús por ahí, y le sale al paso un ciudadano poseído por miles de diablos.
Una especie de turismo de bajo coste, como Ryanair, que apiña a los
pasajeros… Pero Jesús, en lugar de mandarlos al Averno, les deja que ocupen una piara de cerdos. Y claro, los pobres animales, que no las tenían consigo, echan a correr hacia el mar y se ahogan, moraleja: Jesús desprecia a los cerdos.

Pero el mayor milagro de Jesús, fue desalojar un mercadillo a
latigazos, sin que los vendedores le masajen a palos. No hay nada como un pequeño comerciante para defender el tenderete… Claro, que si se comparan los poderes mágicos de Jesús con los de los grandes capitalistas, Jesús no da la talla. Él eso de sanar vejigas urinarias, realizar exorcismos, financiar caterings en bodas y reuniones campestres, resucitar a los muertos, andar por las aguas como todos los cristianos con fe… Son cosas que se le pueden ocurrir a una bruja de pueblo. Pero casarse con una Infanta, montarse una ONG, comprarse a los pocos años un chalet por seis millones de euros, despachar un avión para que traiga champán de París a la temperatura adecuada…, son cosas que ni Cristo resucitado podría llevar a cabo, a no ser que fuera dueño de un banco o presidente de alguna corporación capitalista, que en esto de la magia se la pintan solos.

Magia cristiana palidece ante poder capitalista: lo que es de uno es
de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de
uno.

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