Por José Luis Gutiérrez Lozano
Noticias y rumores que se filtran a través de publicaciones electrónicas alternativas vetados por los medios de comunicación que controla la banca, han estado anunciando desde hace varias semanas el inevitable fin del reinado del dólar en la economía mundial. Desde allí reportaron que el dólar pronto sucumbiría y que los vientos que animan la economía global cambiarían radicalmente. Jim Willie, editor de “The Hat Trick Letter”, y Greg Hunter, de “USAWatchdog.com”, han afirmado en estas publicaciones que consultan los operadores financieros de Wall Street a escondidas, que los Estados Unidos se verían más beneficiados que perjudicados por la debacle del dólar.
Aparentemente el fatídico desenlace ya ha tenido lugar. El pasado 27 de agosto pasará a la historia como la fecha en que el dólar perdió la hegemonía en las transacciones de gas y petróleo a nivel mundial. Según la fuente mediática rusa de negocios “Kommersant”, la empresa Gazprom ha realizado su primera venta de petróleo en una divisa distinta al dólar y, con ello ha comenzado el comercio global de gas y petróleo tanto con rublos como con yuanes, divisas rusa y china, respectivamente.
Durante la semana que inicia y el resto del mes de septiembre varios países más darán la espalda definitivamente al dólar, cosa que aún a Estados Unidos le convendría, al utilizar las monedas de grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), para llevar a cabo sus transacciones internacionales, y dejar de sostener, a costa de la economía estadounidense, un dólar en franco deterioro. Con el fin de la era del dólar se consolida el fin del sistema capitalista como se ha conocido hasta ahora. Sin embargo con este cambio, entra en funcionamiento el plan urdido por los dueños del dinero mundial de consolidar el Nuevo Orden Mundial (NWO por sus siglas en inglés) con el cual el sistema de divisas hegemónico sólo cambiará de nombres y entrarán en juego otros intereses de control de la economía global con una nueva fase del capitalismo depredador. El mundo cambiará de infierno pero seguirá el mismo diablo.
Con el modelo neoliberal, actualmente preponderante, el capitalismo se ha convertido en el mecanismo mediante el cual unos cuantos –cada vez menos- se apropian de la riqueza del mundo. La mayoría de la población mundial se ha tornado espectadora de este drama socioeconómico a nivel planetario, en el que se le distrae con los juegos de poder entre los políticos que administran y legislan a favor de los consorcios monopólicos.
A pesar de cambiar el eje para sus operaciones monetarias, el modelo neoliberal se fortalece, demostrando ser capaz de reinventarse agudizando la depredación de los recursos naturales y del trabajo humano. El nuevo orden mundial, ha convertido en secuaces de sus intereses a gobernantes que impulsan y festejan como única opción para el aprovechamiento de los recursos naturales, su explotación por parte de las grandes corporaciones globales. La solución al deterioro constante del bienestar, la libertad y la sustentabilidad del mundo, por tal motivo, no corresponde ya sólo a los gobiernos.
Con la muerte del dólar, cobra nuevo ímpetu el debate de la sociedad civil sobre el tema del desarrollo de alternativas. Durante los días 18 y 19 de septiembre del presente, se llevará a cabo un nuevo encuentro global para la discusión y análisis sobre el tema de “nuevas economías”, el II Seminario Internacional sobre Bienes Comunes, con el enfoque de cómo aprovechar para un beneficio más extendido la riqueza que se genera con los bienes comunes.
Este encuentro, co-organizado por la Universidad del Pacifico, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, el Instituto Bartolomé de las Casas y el Programa Programa Internacional sobre Democracia, Sociedad y Nuevas Economías de la Universidad de Buenos Aires, se llevará a cabo en Lima.
Es secuencia de una ya muy completa serie de encuentros previos en los que se han puesto a discusión los conceptos de “economía del bien común”, “economía civil”, “economía de comunión”, “economía distributiva”, “economía solidaria”, etc., propuestas de conceptualización del paradigma económico y alternativas al actual capitalismo concentrador de la riqueza. La teoría de los “bienes comunes” ha cobrado relevancia con el trabajo de la Dra. Elinor Ostrom, que obtuvo el Premio Nobel de Economía en 2011.
Desde el punto de vista conceptual, según la Dra. Ostrom, los “bienes comunes” se definen como todos aquellos bienes que presentan tres características básicamente:
El economista italiano Stefano Zamagni, plantea la diferencia entre bienes públicos y bienes comunes señalando que un “bien público” sólo puede ser ofrecido el Estado y no tiene rival en el consumo; el acceso a éste está asegurado a todos, y el disfrute por parte de un individuo es independiente de los demás. En cambio, un “bien común”, no es exclusivo de un solo proveedor. El beneficio que cada persona obtiene del bien común debe materializarse junto al de los demás, no en contra ni prescindiendo de los otros. Tal es el caso de la energía, las telecomunicaciones o el agua.
Encontrar la solución a cómo recuperar el beneficio de los bienes comunes para todos, sin privatizarlos es un tema de crucial importancia en estos días. Invito a los lectores de esta columna a participar en este encuentro, accediendo a la página
www.bienescomunes2014.com.
Noticias y rumores que se filtran a través de publicaciones electrónicas alternativas vetados por los medios de comunicación que controla la banca, han estado anunciando desde hace varias semanas el inevitable fin del reinado del dólar en la economía mundial. Desde allí reportaron que el dólar pronto sucumbiría y que los vientos que animan la economía global cambiarían radicalmente. Jim Willie, editor de “The Hat Trick Letter”, y Greg Hunter, de “USAWatchdog.com”, han afirmado en estas publicaciones que consultan los operadores financieros de Wall Street a escondidas, que los Estados Unidos se verían más beneficiados que perjudicados por la debacle del dólar.
Aparentemente el fatídico desenlace ya ha tenido lugar. El pasado 27 de agosto pasará a la historia como la fecha en que el dólar perdió la hegemonía en las transacciones de gas y petróleo a nivel mundial. Según la fuente mediática rusa de negocios “Kommersant”, la empresa Gazprom ha realizado su primera venta de petróleo en una divisa distinta al dólar y, con ello ha comenzado el comercio global de gas y petróleo tanto con rublos como con yuanes, divisas rusa y china, respectivamente.
Durante la semana que inicia y el resto del mes de septiembre varios países más darán la espalda definitivamente al dólar, cosa que aún a Estados Unidos le convendría, al utilizar las monedas de grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), para llevar a cabo sus transacciones internacionales, y dejar de sostener, a costa de la economía estadounidense, un dólar en franco deterioro. Con el fin de la era del dólar se consolida el fin del sistema capitalista como se ha conocido hasta ahora. Sin embargo con este cambio, entra en funcionamiento el plan urdido por los dueños del dinero mundial de consolidar el Nuevo Orden Mundial (NWO por sus siglas en inglés) con el cual el sistema de divisas hegemónico sólo cambiará de nombres y entrarán en juego otros intereses de control de la economía global con una nueva fase del capitalismo depredador. El mundo cambiará de infierno pero seguirá el mismo diablo.
Con el modelo neoliberal, actualmente preponderante, el capitalismo se ha convertido en el mecanismo mediante el cual unos cuantos –cada vez menos- se apropian de la riqueza del mundo. La mayoría de la población mundial se ha tornado espectadora de este drama socioeconómico a nivel planetario, en el que se le distrae con los juegos de poder entre los políticos que administran y legislan a favor de los consorcios monopólicos.
A pesar de cambiar el eje para sus operaciones monetarias, el modelo neoliberal se fortalece, demostrando ser capaz de reinventarse agudizando la depredación de los recursos naturales y del trabajo humano. El nuevo orden mundial, ha convertido en secuaces de sus intereses a gobernantes que impulsan y festejan como única opción para el aprovechamiento de los recursos naturales, su explotación por parte de las grandes corporaciones globales. La solución al deterioro constante del bienestar, la libertad y la sustentabilidad del mundo, por tal motivo, no corresponde ya sólo a los gobiernos.
Con la muerte del dólar, cobra nuevo ímpetu el debate de la sociedad civil sobre el tema del desarrollo de alternativas. Durante los días 18 y 19 de septiembre del presente, se llevará a cabo un nuevo encuentro global para la discusión y análisis sobre el tema de “nuevas economías”, el II Seminario Internacional sobre Bienes Comunes, con el enfoque de cómo aprovechar para un beneficio más extendido la riqueza que se genera con los bienes comunes.
Este encuentro, co-organizado por la Universidad del Pacifico, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, el Instituto Bartolomé de las Casas y el Programa Programa Internacional sobre Democracia, Sociedad y Nuevas Economías de la Universidad de Buenos Aires, se llevará a cabo en Lima.
Es secuencia de una ya muy completa serie de encuentros previos en los que se han puesto a discusión los conceptos de “economía del bien común”, “economía civil”, “economía de comunión”, “economía distributiva”, “economía solidaria”, etc., propuestas de conceptualización del paradigma económico y alternativas al actual capitalismo concentrador de la riqueza. La teoría de los “bienes comunes” ha cobrado relevancia con el trabajo de la Dra. Elinor Ostrom, que obtuvo el Premio Nobel de Economía en 2011.
Desde el punto de vista conceptual, según la Dra. Ostrom, los “bienes comunes” se definen como todos aquellos bienes que presentan tres características básicamente:
- se usan colectivamente, pudiendo llegar a ser utilizados por todos
- no pueden ser gestionados por criterios de racionalidad individual
- no pueden ser propiedad privada.
El economista italiano Stefano Zamagni, plantea la diferencia entre bienes públicos y bienes comunes señalando que un “bien público” sólo puede ser ofrecido el Estado y no tiene rival en el consumo; el acceso a éste está asegurado a todos, y el disfrute por parte de un individuo es independiente de los demás. En cambio, un “bien común”, no es exclusivo de un solo proveedor. El beneficio que cada persona obtiene del bien común debe materializarse junto al de los demás, no en contra ni prescindiendo de los otros. Tal es el caso de la energía, las telecomunicaciones o el agua.
Encontrar la solución a cómo recuperar el beneficio de los bienes comunes para todos, sin privatizarlos es un tema de crucial importancia en estos días. Invito a los lectores de esta columna a participar en este encuentro, accediendo a la página
www.bienescomunes2014.com.
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