Por Acratosaurio Rex
Bueno. Antes dije que es imposible conocer la receta para que tú seas una persona con carisma. No existen cursillos de formación sindical para líder carismático. El carisma, cuando es puro, es algo personal que se consigue por una suma de cualidades y circunstancias variables. Hitler, de haber nacido en Uganda, no se hubiera comido un colín porque al primer discurso se lo hubiera zampado una hiena, con la consecuente indigestión. Así que, cualidades extraordinarias en el momento y lugar correcto. Suerte, aptitud y actitud unidas. Por eso escasea tanto el carisma. Prueba a vestirte como el Gran Líder. Prueba a lanzar su discurso con la misma entonación, los mismos gestos, el mismo auditorio… No funciona.
Entonces… ¿Por qué la gente sigue al tonto ese? ¿Por qué hasta algunos de sus enemigos admiran a ese charrán? Porque ese personaje, a través de su propia historia, ha conseguido convertirse en un símbolo. Un símbolo es algo: una tela, una estatua, un color, un animal, una persona… Algo a lo que la gente confiere un significado que no tiene nada que ver con el objeto. La capacidad de simbolizar, es humana. Hay símbolos en las paredes de las cavernas, que cualquiera sabe lo que significaban para quienes los pintaron o esculpieron. Eso es importante: el símbolo posee una clave que hay que conocer. Para las personas que comparten la clave, el símbolo une, agrupa, despierta sentimientos, deseos y aspiraciones. Tú, turista inocente, puedes contemplar un tótem y comentar al indígena: «ah, qué interesante… ¿Huele mal no le parece?»… Momentos antes de que te den la paliza de tu vida por blasfemo.
Ejemplo. Cuando los cristianos perseguidos, pintaban en las catacumbas un pescado, el ichthys, estaban simbolizando sus anhelos, sus esperanzas, la llegada del Reino. Esa era su contraseña, la que les daba identidad, la que les permitía reconocerse unos a otros como hermanos, la que unía al rico y al pobre, al hombre y a la mujer, al amo y al esclavo. Si alguien pintaba una curva en la arena de la playa, tú podías completar el dibujo, y ya sabías que ambos erais amigos, perseguidos, correligionarios.
Claro, no basta con conocer el secreto inaccesible, porque si es un poli o una malinche quien te ve haciendo pinturitas, acabas detenido. Por tanto, no solo hay que saber. Hay que compartir la clave para que despierte en el sujeto un torrente de emociones embriagantes.
¿Qué qué tiene que ver este rollazo del símbolo con el liderazgo carismático? Todo. Absolutamente todo. En el próximo articulillo lo desarrollamos. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.
Bueno. Antes dije que es imposible conocer la receta para que tú seas una persona con carisma. No existen cursillos de formación sindical para líder carismático. El carisma, cuando es puro, es algo personal que se consigue por una suma de cualidades y circunstancias variables. Hitler, de haber nacido en Uganda, no se hubiera comido un colín porque al primer discurso se lo hubiera zampado una hiena, con la consecuente indigestión. Así que, cualidades extraordinarias en el momento y lugar correcto. Suerte, aptitud y actitud unidas. Por eso escasea tanto el carisma. Prueba a vestirte como el Gran Líder. Prueba a lanzar su discurso con la misma entonación, los mismos gestos, el mismo auditorio… No funciona.
Entonces… ¿Por qué la gente sigue al tonto ese? ¿Por qué hasta algunos de sus enemigos admiran a ese charrán? Porque ese personaje, a través de su propia historia, ha conseguido convertirse en un símbolo. Un símbolo es algo: una tela, una estatua, un color, un animal, una persona… Algo a lo que la gente confiere un significado que no tiene nada que ver con el objeto. La capacidad de simbolizar, es humana. Hay símbolos en las paredes de las cavernas, que cualquiera sabe lo que significaban para quienes los pintaron o esculpieron. Eso es importante: el símbolo posee una clave que hay que conocer. Para las personas que comparten la clave, el símbolo une, agrupa, despierta sentimientos, deseos y aspiraciones. Tú, turista inocente, puedes contemplar un tótem y comentar al indígena: «ah, qué interesante… ¿Huele mal no le parece?»… Momentos antes de que te den la paliza de tu vida por blasfemo.
Ejemplo. Cuando los cristianos perseguidos, pintaban en las catacumbas un pescado, el ichthys, estaban simbolizando sus anhelos, sus esperanzas, la llegada del Reino. Esa era su contraseña, la que les daba identidad, la que les permitía reconocerse unos a otros como hermanos, la que unía al rico y al pobre, al hombre y a la mujer, al amo y al esclavo. Si alguien pintaba una curva en la arena de la playa, tú podías completar el dibujo, y ya sabías que ambos erais amigos, perseguidos, correligionarios.
Claro, no basta con conocer el secreto inaccesible, porque si es un poli o una malinche quien te ve haciendo pinturitas, acabas detenido. Por tanto, no solo hay que saber. Hay que compartir la clave para que despierte en el sujeto un torrente de emociones embriagantes.
¿Qué qué tiene que ver este rollazo del símbolo con el liderazgo carismático? Todo. Absolutamente todo. En el próximo articulillo lo desarrollamos. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.
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