Por Acratosaurio Rex
¿Qué
quien tiene la responsabilidad del desacarrilamiento del tren de alta
velocidad en Santiago? El Estado, por supuesto. No el Gobierno, si no el
Estado. El maquinista no tiene nada que ver en esto. Cuando en el
pasado siglo los trenes circulaban a cincuenta kilómetros por hora, era
muy difícil descarrilar por exceso de velocidad. Podías morir de
aburrimiento cruzando la Península de punta a cabo en tres días, claro, o
incluso partirte el cráneo chocando contra el techo en alguno de los
numerosísimos baches. Descarrilar en alta velocidad, no. Eso era
imposible. Cuando yo era pequeño mi abuelo me hacía la broma de que la
guardia civil trasladaba a los presos a pie, porque era más rápido que
el tren.
Pero
he aquí que llega el 92, y el Estado nos revela que por fin España ha
entrado en la modernidad, y anuncia a bombo y platillo la línea de AVE
de Madrid a Sevilla, y que a partir de ahí se van a hacer trenes de esos
por todas partes, suprimiendo cercanías y líneas deficitarias. Dicho
esto, te invitan todos los gobiernos habidos y por haber, a montarte en
un tren que circula a carajo sacao por unos sencillos raíles de acero, a
doscientos o trescientos kilómetros por hora. Compite con el avión, con
el autobús, con el burro y con lo que haga falta.
Bueno,
pues el que monta la línea, tiene que garantizar la seguridad de los
pasajeros. Como en Disneylandia. Y si resulta que hay una curva en la
que el tren tiene que entrar a 80 km por hora, el responsable de que eso
sea así, es el que monta la línea, no el maquinista. El maquinista
puede sufrir un infarto, puede ser secuestrado por terroristas, o
desintegrado por alienígenas, o puede suicidarse porque tuvo un mal día.
Pero el sistema de seguridad tiene que percibir que algo no va bien, y
parar en ese momento el tren, y no un minuto después, cuando está metido
en una curva de la que solo se puede salir muriendo. Este suceso no es
más que otra de las infinitas muestras del cutrerío del sistema español
de asesinato en serie. Dicho queda, y eso es lo que hay. Que hay muchas
maneras de matar, y el Estado las conoce todas. Lo que es de uno es de
todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.
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