martes, 18 de junio de 2013

Guerras intestinas

Por Acratosaurio Rex

Mi corazón se entristece, porque escucho orrorisao a otro chaval que, ilusionado hace un par de años, está dispuesto a embarcarse en la guerra intestina (1), y dentro de unos meses estará má quemao c’un pollo azao. Los oficiales de reclutamiento ya lo tienen bastante malmetido, y su calenturienta mente asume la Última Purga. Como si fuese Dugruti en la Batalla del Embudo, me explica que las cosas se están haciendo mal, y que hay que hacerlas bien. Ante mi estupefacción me pide que no intervenga y me mantenga al margen. ¡Cómo no muchacho!, ahora mismo hago la maleta, yo, y otros treinta. Ese es el resumen, la cosa es espantosa, y que gane el que sea.
¿Qué leches de importancia tiene que se haga esto o lo otro bien o mal, cuando los del agua te están cortando el flujo? Puedes amargarte la vida todo lo que quieras, ya que vivimos en el reino de la arquía, y de ahí se deriva que todo lo que llevamos a cabo lleve la impronta del poder. Ahora bien, imagina que el problema es que la organización prístina y libertaria, está en manos de una camarilla autoritaria, que devora el grano, propaga miasmas,  y practica la coprofagia. Todo lo dirige El Telépata Rosa. Y tú dices: «eso no puede ser».
Mal. Muy mal. Para oponerte a la camarilla de ese cabrón revenío, lo único que puedes hacer es meterte en otra camarilla, maniobrar, leerte El Estatuto y El Informe Sellado y liarte a interpretarlo igual que el rabino de Jerusalén estudia el Majarabata. Mal. Esos papeles solo se leen con interés, cuando se busca cómo ponerlos de tu parte. Muy requetemal. Te estás metiendo en un berenjenal del que solo se sale con la huída, tomando pastillas, o volviéndote como Ellos: loco. O acabas agotado, o le coges gusto a la cosa, y cuando te veas sobre un montón de cenizas, echarás el ojo a tu redor para ver a quién purgar.
Claro, me dice que si cobardía, que si miro al otro lado y no sé qué puñeta. Joer, como pa mirar el sol sin casco de soldar: una vez me ahogué en un embalse por la cosa de una presa no-ecologista. ¿Eso no cuenta?… Pues amigos y amigas, a eso le llaman «activismo ciego». Por lo visto eso no conduce a ná. La acción que no está guiada por una vigorosa teoría, conduce a no sé qué mierda.
Pues seguramente. Y lo otro… ¿A qué hostias conduce?
Mejor que funcione mal, a que no funcione. Y cualquiera sabe. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.

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NOTA
(1) Las guerras intestinas son las que se llevan a cabo en el intestino, que es un lugar oscuro, estrecho y lleno de vellosidades, mocos, enzimas y detritus, que te acaban digiriendo.

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