jueves, 11 de agosto de 2011

Asesinato del alma

EL SISTEMA

No se agota en la lista de torturados, asesinados y desaparecidos la denuncia de los crímenes de una dictadura. La máquina te amaestra para el egoísmo y la mentira. La solidaridad es un delito. Para salvarte, enseña la máquina, tenés que hacerte hipócrita y jodedor. Quien esta noche te besa, mañana te venderá. Cada gauchada genera una venganza. Si decís lo que pensás, te revientan; y nadie merece el riesgo. ¿No desea el obrero desocupado, secretamente, que la fábrica eche a otro para ocupar su puesto? ¿No es el prójimo un competidor y un enemigo? Hace poco, en Montevideo, un gurí pidió a su madre que lo llevase de vuelta al sanatorio, porque quería desnacer.
Sin una gota de sangre, sin una lágrima siquiera, se ejecuta la cotidiana matanza de lo mejor que cada uno tiene dentro de sí. Victoria de la máquina: la gente tiene miedo de hablar y de mirarse. Que nadie se encuentre con nadie. Cuando alguien te mira y te sostiene la mirada, pensás: "Me va a joder". El gerente dice al empleado, que era su amigo:
-Te tuve que denunciar. Pidieron las listas. Había que dar algún nombre. Perdóname, si podes.
De cada treinta uruguayos, uno tiene la función de vigilar, perseguir y castigar a los demás. No hay trabajo fuera de los cuarteles y las comisarías; y en todo caso, para conservar el empleo es imprescindible el certificado de fe democrática que extiende la
policía. Se exige a los estudiantes que denuncien a sus compañeros, se exhorta a los niños a denunciar a sus maestros. En la Argentina, la televisión pregunta: "¿Sabe usted lo que está haciendo su hijo en este momento?"
¿Por qué no figura en la crónica roja el asesinato del alma por envenenamiento?



Extracto del libro Días y noches de Amor y de Guerra, de Eduardo Galeano

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