Pocos agentes del sistema de dominación han hecho
tanto por las religiones políticas como J.L. Rodríguez Zapatero en sus siete
(¡siete!, para nuestro mal) años de presidente del gobierno de España. Quien
abandonó el gobierno dejando la terrible herencia de 5,3 millones de parados y,
lo que es peor, una sociedad destrozada en lo intelectual, convivencial y
moral, fue el campeón del feminismo de Estado, del anticlericalismo burgués, de
la imposición del Islam como nueva religión del Estado a través de la Alianza de Civilizaciones,
de la deificación de la homosexualidad[1],
del racismo antiblanco, del odio a lo positivo de la cultura occidental y así
sucesivamente.
Bajo su mandato un generoso chorro de euros llegó a
las arcas de los colectivos adeptos a las religiones políticas, esto es, a las
creencias obligatorias que el Estado fabrica e impone para anular la libertad
de conciencia, realizar las temibles operaciones de ingeniería social que tanto
gustan a la izquierda, dividir al pueblo, crear los instrumentos del futuro
fascismo renovado, dominarnos por medio de la aculturación y el autoodio y
convertirnos en piltrafas crédulas, amorales y estupidizadas, sin sustancia ni
mismidad ni conciencia. De ahí ha salido un ente estatal aún más poderoso y un
capitalismo todavía más crecido.
Con desprecio por la libertad de conciencia, el
zapaterismo impuso a las multitudes las religiones políticas a través de tan
descomunales como persistentes campañas de adoctrinamiento, que eran interminables
y obsesivas, por lo que anulaban la libertad de conciencia y la vida interior
de las personas con una brutalidad que asusta. Todo ello realizado desde el
poder del Estado, con los formidables medios que éste posee para manipular y
aleccionar a millones de seres humanos.
Pero Zapatero, el izquierdista radical que llegó al
gobierno en 2004 gracias al voto de casi todo el “anticapitalismo” militante,
hizo más, muchísimo más, por el capitalismo en sus 7 años triunfales.
En 2009 entregó a la banca 57.000 millones de euros
de los fondos del Estado, para que aquélla se pudiera “recapitalizar”. En 2010
aportó al sistema financiero español nada menos que 87.500 millones de euros,
¡el 8,2% del PIB! Este último año a la pequeña y mediana industria concedió 301
millones de euros, lo que indica una desigualdad de trato fundamental, que
manifiesta a quien sirve Zapatero y a quienes sirven los que le respaldaron
electoralmente en 2004: el feminismo de Estado, anarquismo de Estado,
anticlericalismo burgués (republicanismo burgués), “antiimperialismo”,
animalismo, “antirracismo” neo-racista, sindicalismo domesticado,
organizaciones estudiantiles corporativistas, estatólatras devotos del Estado
de bienestar, valedores del islamofascismo, asociaciones institucionales de
gays y lesbianas, la casta estetocrática, la intelectualidad progresista, el
nacionalismo burgués, los otros victimismos, etc. O sea, los nuevos
reaccionarios.
En realidad las aportaciones de la izquierda
militante a la banca fueron mayores en esos años, pues a las citadas hay que
añadir las catalogadas como ayudas de
otra naturaleza que se dirigieron en su mayoría a empresas controladas
financieramente por el capital bancario.
Eso es el “anticapitalismo” de la izquierda: vocear
en las mini-manifestaciones que suelen realizar consignas vacías e embusteras contra el capital y sostener
electoralmente a quienes, como Zapatero, hacen posible que el capital viva y se
reproduzca día a día. Ahora está en marcha una operación política, centrada en
la apertura de un nuevo Proceso
Constituyente que llevará al gobierno a un nuevo carca, igual o peor que
Zapatero, esta vez bajo la bandera de la III República
Española, encargado de subsidiar y sostener el gran capital en los próximos
decenios. En ella la carne de cañón la aportará, una vez más, los nuevos
reaccionarios. Pero hay una diferencia con 2004: ahora podemos frustrar, o al
menos dañar de manera significativa, la operación, ya desde hoy.
Los nuevos reaccionarios son la expresión política
del nuevo capitalismo globalizado. Ellos son los sostenedores en la calle de
ese hiper-capitalismo dotado de poderes extraordinarios, sobre todo porque el
Estado/Estados le respalda, sostiene, subvenciona y mima de forma constante. En
mi libro “El giro estatolátrico”
trato sobre esta cuestión, y a él remito a la lectora o lector. Las religiones
políticas forman el sistema de creencias, forzoso y obligatorio, de ese nuevo
capitalismo y de su base social, los nuevos reaccionarios.
La conclusión es clara. Frente al izquierdismo
afecto a la banca y las religiones políticas hay que ir levantado un proyecto,
estrategia y programa de revolución integral que ponga coto a las demasías de
los nuevos reaccionarios. Ahora, cuando el PSOE y, en general toda la
izquierda, se desmorona, y con él las estructuras clásicas,
hiper-subvencionadas, de las religiones políticas, se están creando las mejores
condiciones para elevar el proyecto de revolución integral a realidad madura y
operativa.
Félix R. Mora
[1] Las religiones políticas son políticas de Estado, y las realizan por igual todos los partidos en el gobierno, sean de derechas o de izquierdas, división en todo irrelevante, que ya sólo los muy lerdos toman en consideración. Veamos unos ejemplos. El 2-2-2012 el BOE (Boletín Oficial del Estado) promulgó una orden ministerial que declaraba de “utilidad pública”, o sea de utilidad para el Estado (en primer lugar para el ejército, no se olvide), a la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales. Para esa fecha estaba ya en el gobierno la derecha, el PP. La derecha, el PP, en el ayuntamiento de Madrid llevaba, para esa fecha, subvencionando desde hacía años el Día del Orgullo Gay, lo que también se está haciendo en otras ciudades. El gobierno del PP continúa con la política de Alianza de Civilizaciones, que entrega cuantiosos fondos, bienes y privilegios a una fe determinada, el Islam (lo que vulnera el principio de separación entre religión y Estado), mientras se sigue ninguneando, cuando no persiguiendo, a quienes somos ateos o agnósticos, más del 20% de la población. Las religiones políticas no tienen, pues, nada de “subversivo” o “antisistema”, y no son rechazadas por la derecha sino todo lo contrario. Por eso quienes las siguen apoyando o están mal informados, de lo que son responsables, u operan con malicia o forman parte de la gran tropa de las y los nuevos reaccionarios.
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