El Congreso de Sans
(De C.N.T. Catalunya)
28 de junio de 1918
28 de junio de 1918
En  un soleado día del verano de 1918, a las diez de la mañana, se reúnen  en el local del Ateneo Racionalista de Sans, ciento sesenta y cuatro  hombres. Tienen grandes y callosas manos, vestidos con chaquetas,  blusas, gorras, pantalones de tela... La presencia de la Guardia Civil a  la entrada del local es notoria, y el Delegado del Gobierno, presente  en la sala, vigila sus conversaciones, sus idas y venidas. En justa  reciprocidad, las fuerzas del orden reciben miradas atravesadas.
Ellos  se saludan. Algunos ya se conocen de tiempo, otros sólo de nombre,  otros de nada. Se llaman unos a otros “compañeros”. Sonrisas, apretones  de manos, abrazos…, y van tomando asiento en modestas sillas. Han  acudido convocados por el Comité Regional de Cataluña de la  Confederación Regional del Trabajo (CRT) para discutir el rumbo que han  de tomar en sus actuaciones, y representan a setenta y cinco mil ciento  sesenta afiliados los sindicatos catalanes. Sus organizaciones de  oficio, creadas para mejorar sus condiciones de vida, llevan nombres  pintorescos: La Espiga de los panaderos de Barcelona; La Oceánica de los  pescadores; los peones son de La Efusión; los inválidos de La Oportuna;  los pintores de La Siempreviva; los de Géneros de Punto los de La  Justiciera; los barberos de Palafrugell son de La Constancia Barberil…  La Única, La Armonía, La Española, la Ideal Cristalera, La Fraternal…  Otras sociedades obreras, menos imaginativas o más sobrias, se limitan a  definirse por su oficio: toneleros, constructores de pianos,  carpinteros…
A  las diez y media de la mañana Joan Pey, del sindicato de la Madera de  Barcelona, y uno de los convocantes del acto como miembro del Comité  Regional de la Confederación Regional del Trabajo (CRT), declara  abiertas las tareas del Congreso, explicando brevemente las gestiones  realizadas y el por qué de la reunión. Todos ponen expresión solemne y  mantienen silencio. Las palabras flotan con un aire soñador...
¿Quiénes son los protagonistas?
Obreros
Son  todos obreros manuales. No hay líderes de origen burgués entre ellos.  No hay intelectuales de profesión, porque estos trabajadores son todos  intelectuales. Representan a la Cataluña “que piensa y trabaja”. Son  personas que hoy día serían consideradas incultas, ya que apenas han ido  a la escuela. Lo que saben se lo ha enseñado la vida y lo poco o mucho  que han leído. Pero son capaces de sentarse a discutir cómo quieren que  sea el mundo, son capaces de llevar a cabo lo que se proponen y desean  de manera colectiva. Muy pocas personas dan ese perfil en la actualidad.  Ah, hablan de una manera que os puede parecer muy antigua, llena de  metáforas y giros barrocos. Es que son muy elegantes.
Anarquistas
Estos  obreros son casi todos anarquistas, es decir, son personas que no  quieren dominar ni ser dominadas. No sólo pretenden conseguir  mejores  salarios y jornadas de trabajo más livianas. También pretenden cambiar  la estructura jerárquica y autoritaria de la sociedad, eliminar el  Estado, abolir la propiedad privada y crear asociaciones libres de  trabajadores para guiar la producción. Se han propuesto resolver la  cuestión social actuando en el terreno económico, es decir, en el de la  lucha contra el capitalista.
Catalanes
En  su mayor parte son obreros catalanes. Hay una leyenda que atribuye el  arraigo del anarquismo en Cataluña a la emigración de obreros andaluces…  Sin negar esa contribución, puede decirse por los apellidos que los  Escandell, Rubinat, Butsems, Miró, Benvingut, Llorach…, son en un 75%  más abundantes que los Ruíz y los López. Algunos políticos catalanistas  afirman  que el anarquismo arraiga en Cataluña como un fenómeno traído “de  fuera”, por gente atrasada y primitiva. Tal idea es falsa como puede  verse. Ni son mayoritariamente de fuera, ni los que vienen de otras  regiones son “gente atrasada”. Por el contrario, son personas de ideas  muy avanzadas, universales, que van a construir la Cataluña moderna.
Valientes
Otra  de sus características es que todos ellos son hombres marcados,  señalados. En mayor o menor grado, gente valiente, decidida y audaz.  Tienen vidas que darían para guión de cientos de películas. El  carpintero que está hablando desde la mesa, Joan Pey, es un hombre  sobrio, tímido. Parece incapaz de decirle a nadie lo que ha de hacer. Se  desespera si no le cuadran las cuentas… Pues desarmó a dos policías en  las recientes huelgas de la CNT, cuando fueron a detenerle. Esta persona  tan discreta, mira con aire absolutamente inocente el incendio del  “Turó Park”, centro de recreo de las clases adineradas barcelonesas,  mientras la policía se devana los sesos buscando a los culpables en el  entorno de la huelga de la construcción. Pey es un tipo puro, íntegro,  el tesorero del sindicato, ha pasado varias veces por la cárcel.  Desarmar a los policías no se lo perdonarán. Su destino está ya escrito y  morirá dentro de cinco años a manos de pistoleros de la patronal de la  Banda de Homs. 
Sin  perderle ojo, como para darle apoyo, está su amigo Francisco Miranda,  presidente del Sindicato Único de la Madera. Paco es un cuarentón  avanzado, también carpintero. Un hombre solitario, de pocos amigos, del  que se dice que es “austero hasta el ridículo”. Junto a su amigo Pey, es  una persona que no llama la atención de la policía, que jamás  recomienda la violencia en público. Pero es la pura encarnación de la  acción directa que no se detiene ante nada. Carpintero, ebanista,  barnizador y…, químico. Actúa siempre solo o con Pey, que es de su misma  condición…
Un  poco más allá, como delegado de los lampareros, está Camilo Piñón  Oriol, con una condena de 20 meses por no delatar a un compañero,  infinidad de detenciones, trabajo como organizador, orador, activista…  Será desterrado al Castillo de Mahón y a su vuelta la patronal le  declara el Pacto del Hambre… 
Desde  una esquina, con los brazos cruzados sobre el pecho, observa el maestro  racionalista Joan Roigé, animador de la escuela La Luz en la que se  celebra el congreso. Es un maestro de la CNT, laico, que basa su  enseñanza en la ética y el antiautoritarismo. Niños y niñas comparten  las clases. En su escuela no hay exámenes, no se habla de Dios, la Ética  es la asignatura fundamental, se anima al autodidactismo y se promueve  la enseñanza oral mediante debates, lecturas, conferencias, discusiones,  charlas… Pasará varias veces por prisión y muere en 1942 en la  Barcelona franquista, olvidado, sin que se sepa cómo…
Dando  vueltas por ahí se ve a un tipo bajito, seco, delgado…, hoy tiene  aspecto de tuberculoso funesto. Su expresión es la propia para presidir  un funeral… Ese es un obrero de Artes Gráficas, Evelio Boal, “incapaz de  emitir una risa franca”. Cáustico, cínico, irónico, soso, tal vez algo  insoportable. Es también director de una compañía de teatro de  aficionados, en la que actúa como cómico en obras de tipo social. Y la  gente se ríe a mandíbula batiente cuando sube al escenario. Además, le  gusta más de lo debido empinar el codo con otros compañeros del  sindicato. Se le considera un poco inconstante, un poco raro. Será el  secretario general de la CNT en 1919. En una de las ocasiones en que le  encarcelan, le suelta la policía por la noche y alguien le asesina por  la espalda…
Militantes         
Todos  son así. Casi todos hombres, pero también hay algunas mujeres  moviéndose como leonas. ¡Ah!, son gente extraordinaria. ¿Qué por qué?  Por que todos trabajan y se ganan el jornal. Tienen familias, hijos y  llevan el pan a sus casas. Pero cuando salen del trabajo, van al  sindicato en lugar de meterse en la taberna o en la iglesia. Son los  militantes, son “los que luchan”. Estudian las bases de trabajo,  interpretan documentos legales y van a las empresas de obreros no  sindicados a darse a conocer. Cuando se presentan al empresario, lo  hacen con un tremebundo “somos la CNT”. 
Los  burgueses les temen y les detestan, porque cuando aparecen, las cosas  dejan de funcionar como ellos quieren. Esos intrusos conocen al dedillo  sus empresas, sus proveedores, sus ventas, sus clientes, sus beneficios,  mejor que el propio contable, mejor incluso que el empresario. Cuando  discuten no tienen problema de enfrentarse con economistas, con  ingenieros, con policías, con sabios… Entienden lo que leen, contestan  con fundamento, no se les puede tomar el pelo, y si te descuidas, te  ponen una piedra en el camino y te encuentras sin dientes en tierra.  Carecen de complejos, porque son los portavoces colectivos de una  organización diabólica dedicada a trastornar el orden social. Son la CNT  hecha carne, sudor y sangre.
Cuando  los trabajadores se ven maltratados, desesperados, llaman a los  militantes, a los sindicalistas, a los compañeros. Y ven que llegan al  tajo personas como ellos, que dicen exactamente lo que ellos están  pensando. Observan que entran en cualquier parte, que plantan cara a los  poderosos, que apartan a quién se les opone, que abren puertas en las  que pone “prohibido”, que reagrupan a los indecisos y a lo tibios, que  no miran hacia atrás cuando van a la lucha, que no paran en la batalla  hasta vencer o ser derribados, que encajan los golpes que les dan y que  los devuelven con fuerza. Y, de repente, los trabajadores comprueban que  sus opresores no son invulnerables. Constatan que pierden la chulería,  que también sangran, también sufren, también se duelen de sus heridas,  se tambalean y aflojan. Y entonces, de donde había uno, salen diez  militantes, porque todos quieren ser como ellos. Ellos demuestran su  superioridad ante el burgués en todos los terrenos, en el ético, en el  laboral, en el del conocimiento... En el de la razón y la fuerza, en el  de la valentía y el honor. Son héroes, gente increíble, nunca se vieron  personas así en el mundo en tanta cantidad como en Barcelona, como en  Cataluña a principios del siglo XX. 
Por  eso los burgueses les odian, y como respuesta están empezando a  matarlos. Las vidas de los militantes peligran, y van preparados para lo  que sea. Haz el siguiente experimento: colócate al lado del joven Joan  Ferrer, un obrero de Igualada. Métele la mano en el bolsillo del  pantalón y notarás una cuerda de cáñamo. Tira de la cuerda suavemente y  ante ti aparecerá, subiendo camuflada por el tubo del pantalón y pasando  a través del bolsillo descosido, una pavorosa pistola negra. Cargada y a  punto. Si te acercas a los delegados, y les tocas la chaqueta o el  pantalón, o los tobillos, o la gorra, o el lugar más insospechado,  notarás un objeto duro y frío. Es “la herramienta”. No la quieren, pero  se ven obligados a llevarla.
De  momento, los protagonistas permanecen ajenos al futuro y al pasado, se  centran en el presente y comienzan a discutir el orden del día.
Los antecedentes del Congreso de Sans
Para  entender cuáles son las maquinaciones y motivaciones de estas personas,  hay que mirar un poco a sus antepasados del siglo XIX. El movimiento  obrero español de ese siglo tuvo un marcado componente anarquista. Estos  militantes creaban Sociedades Obreras de Resistencia al Capital de  carácter no sólo económico, sino ideológico, dejando bien clara cuál era  su finalidad: la anarquía, una sociedad sin poder y sin explotación. 
En  sus actividades manumisoras, la fortuna no les sonríe. En el último  cuarto del siglo XIX, y principios del XX, ¡ay!, las sociedades obreras  inspiradas por anarquistas no tienen el desarrollo esperado. La  represión es muy dura, los militantes son perseguidos, represaliados,  encarcelados, desterrados o ejecutados. Sus organizaciones no consiguen  desencadenar la ansiada revolución. 
Pero  tampoco se puede decir que a los socialistas del PSOE, la otra  tendencia obrera presente en España, les vaya mucho mejor con sus  moderadas reivindicaciones y su organización sindical al servicio del  partido. Su sindicato, la UGT, no acaba de levantar vuelo.
La  disolución de las organizaciones obreras libertarias debido a la  represión o al desánimo, la modestia de las huelgas generales de 1902 y  1903, la tristeza por los resultados menores de lo esperado, hacen que  los militantes anarquistas cuestionen sus antiguas actuaciones, y se  plantean la necesidad de experimentar nuevas tácticas. Sienten que es  precisa una organización estable, estructurada, trabada de manera  orgánica, que supere a las duras y viejas sociedades de oficio. Y esta  inquietud se hace más palpable en Cataluña, a cuyas industrias acuden  grandes contingentes de trabajadores inmigrantes por la crisis agrícola y  minera que hay en esos años del 1900.
Esta  actividad organizativa obrerista de los anarquistas se está  desarrollando (por resumir) entre dos tendencias ideológicas muy  parecidas. La tendencia anarquista-sindicalista (AS) y la tendencia  sindicalista revolucionaria (SR). Dos formas de plantearse la cuestión  sindical que se entremezclan. Las diferencias son mínimas, pero  importantes. ¿En qué consisten esos matices?
Los anarquistas-sindicalistas (AS).
Los  AS dan mucha importancia a la lucha económica y social (contra el  burgués, contra el empresario), frente a la acción política (que da más  importancia a la competencia de partidos que aspiran al poder, para  desde el gobierno realizar reformas). 
La  finalidad de la lucha económica para los AS es la realización de una  revolución expropiadora que dé lugar a una sociedad anarquista con  diversidad de organizaciones libres para la producción, distribución y  consumo. Para llegar a esa expropiación, el Estado, como garante de la  tiranía capitalista, ha de ser destruido. 
Este  campo de luchas económicas, sociales (así las llaman), exige la acción  directa como táctica, es decir, el trato directo con el empresario sin  intermediarios. La acción directa privilegia el activismo, la práctica,  la movilización obrera. Los AS se muestran contrarios a la táctica de  base múltiple, que procura la prudencia, el paso a paso, el crear  cooperativas, seguros, cajas de resistencia, fondos de pensiones, empleo  de mediadores… Para los AS los trabajadores tienen que ser  protagonistas de su destino, y eso se consigue en el terreno de la  lucha, que es la fragua donde se forjan los militantes. La lucha no es  solo acción, sino también formación, cultura, aprendizaje, actividad  constructiva y destructiva tomadas de la mano.
Por  ese protagonismo que dan a los trabajadores, y que implica que cada  cual ha de tomar sus propias decisiones, los AS insisten en la autonomía  y libertad individuales, de las que se sigue la autonomía y libertad de  las organizaciones que forman esos individuos. Estas organizaciones  autónomas se unen mediante pactos federales, manteniendo siempre como  bandera la de la independencia.
Los Sindicalistas Revolucionarios (SR).
El  planteamiento SR establece igualmente la preferencia por lucha  económica y social de los trabajadores. Mucho ojo: la lucha económica no  significa suspirar por el dinero, sino desenvolver las actividades  militantes en el terreno de las empresas, al margen de organizaciones  políticas y religiosas. El SR reconoce la lucha de clases y la división  de la sociedad en dos grandes grupos, el de los asalariados y el de los  burgueses. Estas dos clases tienen intereses enfrentados. Los intereses  de los trabajadores son comunes y llevan a estos a crear sindicatos para  defender esos intereses. 
Dado  que hay una sola clase proletaria, ha de haber un único sindicato,  basado en la Unión y la Solidaridad. La propia necesidad, la unión de  los trabajadores, mueve a constituirlo. El sindicato “surge de la vida”.  
El  sindicato, para agrupar a todos los trabajadores, es neutro  ideológicamente, apolítico. A él puede pertenecer cualquier obrero,  piense como piense, tenga ideas religiosas, nacionalistas, de derechas o  de izquierdas. Lo que une en el sindicato, es ser obrero y nada más.  Por ello dice Josep Negre, primer secretario de la Cofederación que, "en  CNT se observa la más estricta neutralidad, integrándola obreros de  todos los matices".
De  los intereses comunes de los trabajadores y de su defensa, surge la  necesidad de un cambio social. Los burgueses explotan a los  trabajadores, y por ello el sindicato pretende una revolución  expropiadora, la Revolución Social, que dé lugar a una sociedad en la  que no haya salario, lucro, competencia, desigualdad, ni propiedad  privada. 
El  SR condena al Estado por ser el instrumento del Capitalismo para  perpetuar la opresión burguesa. Para derrotar a la burguesía y al  Estado, el arma a emplear ha de ser la Huelga General, un paro total de  productores que de inmediato tomarán las riendas de la producción  mediante sus sindicatos. 
El  sindicato no es solamente, por lo tanto, una sociedad de resistencia,  ni un medio de educación del proletariado, sino la máquina de demolición  de la sociedad presente, y de reconstrucción de la sociedad futura. Sus  secciones económicas y de estadística permiten conocer necesidades y  forma de satisfacerlas. Para el SR, el sindicato no necesita de  ideología exterior a él, porque él solo se basta tanto para destruir el  sistema económico imperante, como para construir y organizar uno nuevo.  Cuando el burgués les pregunta que cómo van a organizar el mundo si  destruyen el Estado y les expropian, ellos responden: “con el  Sindicato”.
Las diferencias y similitudes entre SR y AS.
En  realidad el programa de AS y SR en España (casi todos ellos también  anarquistas) es muy parecido, podría decirse que complementario. Pero  hay algunos matices muy importantes. 
Para  un SR el sindicato no ha de tener tutela de ideología de ningún tipo,  ha de ser una organización apolítica para agrupar en su seno a toda la  clase obrera. El sindicato destruirá la estructura económica capitalista  mediante la huelga general, y el sindicato es la organización económica  del futuro. 
Para  un AS las sociedades obreras han de tener inspiración anarquista. Los  AS no son apolíticos, sino antipolíticos, y este sentir antipolítico  (contrario a partidos, parlamentos y gobiernos) reafirma el anarquismo.  Para el anarquista la meta es la anarquía, no una sociedad sindical. El  sindicato es tan solo un arma estratégica, un instrumento de promoción  de La Idea, de la acracia, y el anarquismo ha de estar presente en él.  En la sociedad anarquista habrá sindicatos, pero también otro tipo de  organizaciones, y lugar para los individualistas.
El sindicalista que hay en el SR insiste  en la necesidad de organización, cotización regular, comités  estructurados, coordinación y disciplina; el anarquista que hay en el AS  insiste en no votar, no delegar, no aceptar mayorías ni minorías, no  establecer centros decisorios. Quiere libertad individual, soberanía  personal, ausencia de coerciones, y tener la autonomía como base de la  organización. 
Ambos  propugnan la revolución, la expropiación universal, la abolición de la  propiedad privada, la eliminación del salario, y, por tanto, la fórmula  económica comunista como medio de superar la desigualdad y la  injusticia. La táctica a emplear, en eso están ambos de acuerdo, será la  acción directa, que se expresa mediante la movilización, el activismo,  la propaganda, la reivindicación, la huelga parcial, el boicot, el  sabotaje, el lábel o sello de calidad, y la Huelga General.
Es  muy importante entender que ambas opciones, además, se mezclan.  Dependiendo de la época y de la experiencia sufrida, pueden encontrarse  personas que incidan más o menos en cada una de ambas opiniones o  tendencias, o que asuman ideas de ambas en un particular cóctel. No  puede decirse que en esos momentos formen facciones organizadas, sino  que las personas se adscriben a unas actitudes o a otras en función del  momento histórico.  
En  definitiva, estos hombres y mujeres están decididos a llevar a cabo la  liquidación social, y quieren una organización que combine eficacia y  disciplina, con sus deseos de libertad y autonomía. Una mezcla que es  difícil de compaginar. Esa mezcla de anhelos, de deseos, es la que va a  manifestarse en el Congreso de Sans de 1919.
El desarrollo de las tendencias
¿Pero  de dónde ha salido el SR? El Sindicalismo Revolucionario aparece en  Francia, le dan vida obreros como Ferdinand Pelloutier, Emile Pouget y  otros militantes anarquistas en el sindicato Confederation General du  Travail (CGT). Pelloutier y Pouget habían hecho circular, el primero memorias sobre las Bolsas de Trabajo (La Histoire des Bourses  du Travail 1902) y antes incluso L'Organisation corporative et  l'Anarchie (1896), y Pouget empezó a lanzar sus ardorosas andanadas en  Greve générale réformiste et Greve générale révolutionnaire (1902) Les  Bases du Syndicalisme (1904) Le Syndicat (1904) Le Partí du Travail  (1905) L' Action directe (1907). Como veis el SR bebe de las  aguas del anarquismo, y sus ideas están ya expuestas y en funcionaiento  desde antes de 1900. Hay otra leyenda académica que establece que fue  Georges Sorel, un intelectual y un burgués, el “padre de la teoría  política del SR”, o “el padre de la teoría de la violencia política”,  con su culto a la fuerza, sus mal digeridas lecturas de Proudhon, su  monarquismo, su protofascismo, y su relación amor odio con el marxismo.  Esa paternidad es falsa, pues no es hasta 1908 cuando Sorel publica sus  “Reflexiones sobre la violencia”. Por lo tanto, el SR es un producto  obrero de raíces anarquistas, con fuerte experiencia práctica que da  lugar a una teoría que desarrollan obreros manuales. Gracias a la CGT  francesa, el SR entra en España desde finales del siglo XIX y principios  del XX, de la mano de los exiliados españoles, que entran en contacto  con los sindicalistas franceses. 
Hay  que mencionar la tarea propagandística que desarrolla el pedagogo  anarquista Francisco Ferrer, que entusiasmado por las ideas del SR  fundará el periódico La Huelga General, realizará traducciones de las  teorías de los obreros franceses y las publicará en la editorial de La  Escuela Moderna, cuyos libros se distribuyen por toda España. 
Otro  personaje fundamental al dar su apoyo al SR va a ser el patriarca del  anarquismo español, Anselmo Lorenzo, que igualmente realizará  traducciones y publicará textos del SR. Anselmo Lorenzo tiene un gran  prestigio en los círculos obreros y su opinión es muy tenida en cuenta.  Amigo de Ferrer, el viejo internacionalista, que mantiene sus ideales  anarquistas intactos, insiste en la necesidad de que los anarquistas  entren en las sociedades obreras y tomen cargos en ellas para  orientarlas mediante el ejemplo. 
Pero  Ansemo Lorenzo, ojo al dato, afirma que los franceses no han  descubierto nada, y que el SR no es más que el viejo anarquismo  societario (de las sociedades obreras) revestido de modernidad. Él  defiende –en cierto modo- la tesis de que el SR ha copiado al  sindicalismo catalán, que los exiliados españoles han llevado el SR a  Francia en el siglo XIX, y no a la inversa… Así que más que de  influencia, habría que hablar de interacción, de trasvase de ideas a  través de los Pirineos. 
Sea  como sea, lo inventara quien lo inventara, gracias a la aportación  teórica de Pelloutier, de Pouget, de Ferrer, de Lorenzo y de Prat y de  muchos otros…, y a la actividad de los propagandistas y difusores, el SR  va a ser adoptado por los anarquistas españoles como procedimiento de  lucha que sustituya a las viejas sociedades de resistencia obrera, y le  van a dar el nombre de sindicalismo moderno. Ese sindicalismo moderno  seguirá otra trayectoria diferente a la francesa, ya que aquí la  influencia libertaria se va a notar mucho más.Esta  interacción de ideas de SR y de AS puede rastrearse en diferentes  declaraciones y manifiestos que están elaborando las diversas sociedades  obreras. Por ejemplo, en 1917, la Federación Nacional de Obreros  Agricultores (FNOA) en su II Congreso de Valencia, establece que:
“He  aquí que reconocemos el SR como el principal factor de transformación  social, como el medio de lograr las concepciones anarquistas. De esto se  sigue, que el puesto de todos los hombres amantes de la anarquía está  en los sindicatos obreros, para orientarlos, y entendemos que los  campesinos deben luchar para mejorar su condición presente, basados en  los métodos del SR, sin perder de vista su emancipación integral, o sea  el conseguir el triunfo de la anarquía. Porque no solo aspiramos a  conquistar más libertad, comodidades, higiene, garantía de vida, sino la  completa dicha y libertad para todos; caminamos a una sociedad de  productores libres, sin explotadores ni tiranos.” 
Puede  verse en este discurso, que ambas opciones van tomadas de la mano, se  complementan, siguen el mismo camino y pretenden el mismo objetivo. Con  matices importantes que las diferencian, pero unidas.
Cronología y eventos.
En  1906, según Josep Negre, se lanza la idea de Solidaridad Obrera, y nos  cuenta que: “La idea de Solidaridad Obrera nació en la mente de algunos  elementos obreros del Partido Socialista, sugerida por el movimiento  solidario establecido entre fuerzas político burguesas catalanas  -Solidaridad Catalana-”.
Que  fueran socialistas los promotores, no animó mucho a los anarquistas a  participar en el asunto. Ante las reticencias, los socialistas, cuya  intención era conseguir integrar a esas organizaciones en la UGT,  insistieron dando garantías de que “no querían una organización  tendenciosa de carácter partidista”. Y así las sociedades obreras de  Barcelona de inspiración anarquista o que estaban constituidas al margen  de la UGT, se deciden a adoptar la idea y a formar Solidaridad Obrera  como Federación Local en 1907.
Casi  en paralelo, también en 1907, se celebra el Congreso Anarquista  Internacional de Amsterdam. Fue un congreso que va a marcar tendencia,  con participación de grandes figuras de esa ideología como Malatesta y  Emma Goldman... Ambos libertarios manifestaron graves reticencias hacia  el sindicalismo. Malatesta, de la tendencia anarcocomunista, explicaba  que la Huelga General como instrumento revolucionario sería  absolutamente ineficaz, ya que los obreros a los tres días tendrían que  volver al trabajo por necesidad y hambre, o si el movimiento era lo  suficientemente amplio como para liquidar a la burguesía habría que  enfrentarse al ejército empleando armas y bombas. Y entonces, ¿de qué  serviría la huelga? 
A  pesar de las reticencias, la insistencia de los AS hizo que se aceptase  una proposición en la que los anarquistas de todos los tipos, entrarían  en los sindicatos manteniendo el absoluto respeto a la iniciativa  individual, “sin estorbar su libertad, juego y evolución”, que diría  Emma Goldman. Por su lado el anarquista sindicalista Monate declaró que  “El sindicato obrero no es sólo el núcleo de la lucha, sino el germen de  la sociedad futura, y ésta será lo que hayamos hecho del sindicato”. 
Todas  estas influencias e informaciones, más las ya mencionadas frustraciones  que tenían los anarquistas españoles por no alcanzar sus objetivos con  rapidez, hicieron que entrasen en Cataluña masivamente en las sociedades  obreras y creasen Solidaridad Obrera junto a socialistas y miembros del  partido radical. Pero tanto socialistas como radicales dejarán pronto  campo libre a los AS y a los SR. Los socialistas se marcharán cuando  vean que es imposible integrar a SO en UGT; y los radicales abandonan el barco cuando comprueban que el imposible supeditar a SO a la política del Partido Radical. ¿Por qué los miembros de SO deciden crear la CNT y no ingresan en UGT?
La sangre de Francisco Ferrer i Guardia
En  1909 estalla en Barcelona la Semana Trágica. En protesta por la Guerra  de Melilla y contra el embarque de tropas con destino a esa masacre,  Solidaridad Obrera proclama la huelga el 21 de julio de 1909, y el 24 se  forma el comité de huelga con participación de socialistas y radicales.  El 26 de julio estalla la huelga en los barrios barceloneses,  extendiendo las mujeres la protesta a Sabadell y Tarrasa. En Barcelona  se levantan barricadas y el ejército proclama la Ley Marcial y el Estado  de Guerra, conteniendo las protestas en el cinturón barcelonés, y  acabando con la resistencia el domingo uno de agosto de 1909. 
SO se vio incapaz de extender el conflicto por falta de coordinación. Y fue  incapaz igualmente de impedir la ejecución de uno de sus más  entusiastas partidarios: Francisco Ferrer, dinamizador del periódico  Solidaridad Obrera, (llamada popularmente la Soli)  cuyo  primer número financió, será acusado de haber dirigido el  levantamiento, llevado a Consejo de Guerra y fusilado sin mayores  ceremonias.
Esta  impotencia y rabia contenida ante los sucesos de la Semana Trágica,  sufriendo destierro, persecución, exilio, ejecuciones, cárcel..., y  contemplando los militantes que con articularse solo en los márgenes  catalanes no podían organizar una reacción efectiva para hacer frente a  situaciones tales como la Semana Trágica y la ejecución de Ferrer, unida  a la ambigüedad de socialistas y radicales, que predicaron la  revolución y jugaron a la moderación, les hicieron convocar para  enfrentarse al “trust del Estado y la burguesía” una Confederación  Nacional de los Trabajadores. Por eso Josep Negre dijo que la  Confederación Nacional del Trabajo, nació “de la sangre de Ferrer”.
Es  una explicación sentimental, pero no debe desdeñarse el efecto de  catalizador que tuvo ese asesinato llevado a cabo por la conspiración  del Ejército, la Iglesia y el Gobierno, en la génesis del nuevo  sindicato.
Las diferencias orgánicas con la UGT 
A  ello se unían las diferencias de funcionamiento de la UGT y de SO. La  UGT era una organización centralizada en sus decisiones, política,  supeditada al PSOE, que empleaba la base múltiple (caja de resistencia,  fondos de pensiones y seguros, creación de cooperativas, empleo de  mediadores profesionales, aceptación de iniciativas políticas). En  cambio SO proclamaba la autonomía de sus sindicatos, su apoliticismo, su  amor por el activismo y su táctica de acción directa, que establecía  que: “en los conflictos establecidos entre trabajo y capital, no ha de  admitirse injerencia de intermediario alguno”.  Por ello el divorcio entre UGT y CNT, estuvo servido desde sus orígenes. 
Se funda la CNT
Por  todo lo expuesto, a iniciativa de SO y de los sindicatos catalanes, en  1910 se crea la CNT, que nace como organización SR. Así se expresa el  Comité Nacional de la CNT a través del periódico Solidaridad Obrera el  15 de septiembre de 1911:
“Para  evitar una nueva repetición de estos sucesos (la desarticulación de las  organizaciones obreras), no encontramos cosa que mayor convicción nos  proporcionara, que la constitución de la CNT a base de federaciones  comarcales, regionales, de industria y de oficio, las cuales se  integrarán en la Confederación Nacional, para recabar la seguridad de  que robustecida la personalidad de cada región, en el caso, aunque muy  lastimoso, bastante probable, de fracasar por unas causas u otras el  Consejo Central del organismo nacional, no implicara, como hasta aquí,  el derrumbamiento total de dicho organismo y la desaparición por cierto  número de años de la organización nacional del proletariado, pues éste  quedaría siempre en pie, cobijado en sus respectivas organizaciones  regionales”.
Por  lo tanto la CNT dará autonomía a las organizaciones que la constituyen,  promoviendo la “solidaridad de los trabajadores sindicados” desde una  plataforma territorial (la localidad, la comarca, la región), frente a  la “solidaridad nacional de los miembros de un mismo oficio”. Hay que  señalar que esta nueva Confederación inmediatamente convoca una huelga  general, y es perseguida e ilegalizada hasta 1914. Sólo empieza a  funcionar de forma más o menos orgánica (siguiendo sus Estatutos) hacia  1915. 
Los sindicatos de oficio
Conviene  volver a insistir, para entender los debates del Congreso de Sans, que  hasta ese momento, y durante el desarrollo de la CNT, las sociedades  obreras anarquistas que se articulan en ella son “de oficio”. 
Por  ejemplo, los toneleros de un barrio podían estar federados en una  organización, o incluso coexistir dos o más sociedades diferentes de  toneleros en el mismo barrio. Esas organizaciones federaban a los  toneleros de la región y de España con sus respectivas federaciones de  toneleros, locales, comarcales, regionales y nacionales, desarrollando  la solidaridad corporativa de los miembros del mismo oficio. 
Los  SR, por el contrario, van a insistir en la necesidad de constituir  sindicatos de ramo, es decir, los que integren a toneleros,  constructores de carretas, constructores de pianos, ebanistas... sin  diferenciar a aprendices de peones o de oficiales, en el Sindicato Único  del Ramo de la Madera, para fomentar la solidaridad de clase. Ese  sindicato se coordina con los de una misma localidad en una Federación  Local, y esa Federación Local con otras en una confederación Regional, y  las diversas confederaciones en la Nacional, para fomentar la  solidaridad y apoyo entre diversos ramos.
Esto  no quiere decir que los AS estén por las sociedades de oficio y los SR  por los sindicatos de ramo. Por los sindicatos únicos van a estar todos  cuantos quieren darle al sindicato una base territorial y un mecanismo  de solidaridad por encima del oficio. Y por los sindicatos de oficio van  a estar sociedades de larga trayectoria muchas veces anarquista, con  tradición organizativa muy fuerte, que se resisten a abandonar la  estructura orgánica que han tenido hasta ese momento. Ya se ha explicado  un poco más atrás, que no hay tendencias organizadas en torno al AS y  al SR, sino que hay ideas a las que se adscriben personas, y personas  que pueden cambiar de opinión a lo largo del tiempo en función de la  experiencia.
La pelea previa al Congreso 
Todos  los encuentros y desencuentros entre tendencias, opiniones, hechos,  deseos, aumento de tensiones, discusiones internas, broncas y peleas  entre comités, anarquistas-sindicalistas y sindicalistas  revolucionarios, hacen que el 5 de marzo de 1917 el Comité Regional de  Cataluña de la CRT publique en primera página de Solidaridad Obrera una  nota en la que presentan su dimisión irrevocable, instando al  nombramiento de uno nuevo, debido a la falta de adhesión y de  responsabilidad orgánica de los sindicatos de la CRT que les habían  elegido:
“Estamos  aquí sin fuerza de organización para desenvolvernos, y sirviendo solo  de cabeza de turco para que todo el mundo se crea con derecho a  discutirnos y a insultarnos, y esto, no debemos ni queremos consentirlo  más... Está tan arraigado el principio económico en nuestra organización  y es tanta la desidia y lo mucho que se confía al azar, que  difícilmente los órganos federativos pueden contar con aquellos medios y  elementos de juicio necesarios para que su acción surta los efectos que  necesariamente debe producir. Mientras se tenga el concepto equivocado  de que en esta pugna constante contra los poderes del capitalismo, cada  población, cada sindicato, o simplemente cada individuo se basta por sí,  estaremos incapacitados para toda acción emancipadora y mal podremos  defendernos de la avasallante fuerza de la burguesía... Ha bastado aquí,  que un oficio se lanzara a la lucha y viendo su causa perdida, pidiera  solidaridad moral, la huelga de todos los oficios, se comprometiera la  organización toda para sacar las castañas del fuego, sin que ni siquiera  se le pidiera si estaba federado o si se federaría después”. 
El  comité dimitido va a dar voz a los planteamientos SR, afirmando que los  defectos que asolan a la organización son el cuestionamiento continuo  de sus comités, la inestabilidad orgánica, la falta de continuidad en la  acción sindical primando el espontaneísmo y la audacia sin raciocinio,  incluyendo en la laaarga lista de reproches el egoísmo corporativo, la  falta de coordinación, no pagar las cuotas al comité para guardar los  fondos para el sindicato, engañar sobre el número de afiliados, las  incongruencias ideológicas..., todo ello publicado con gran lujo de  detalles en La Soli.
“…  Anarquistas que públicamente se declaran antisindicalistas, que en las  asambleas sindicales se niegan a aceptar cargos por el hecho de ser  anarquistas, quieren, sin embargo, ser los árbitros del sindicalismo,  marcarle pautas, orientaciones, criterios y tácticas de lucha, y si no  se les atiende quitan y dan patentes de sindicalista, de revolucionario,  de anarquista, etc.; sabotean la organización, las publicaciones  sindicalistas, denigran a los militantes, y cuando no, para acabar  antes, declaran de una plumada el fracaso del sindicalismo” Soli, 3 de  abril de 1917.
Con  este telón de truenos, rayos y centellas de fondo, va a convocarse el  Congreso de Sans para el 1 de julio de 1917. Pero la suspensión de  garantías constitucionales decretada por el gobierno el 27 de junio de  1917, impidió la celebración de la asamblea, que se llevó a cabo  definitivamente un año después con el siguiente manifiesto.
“Camaradas:  convencidos de la necesidad existente de relacionarnos, para así fundir  en uno los esfuerzos de todos, o de reunirnos para declarar  públicamente a lo que aspiramos, cuáles son nuestros principios y cuáles  los medios de lucha que debemos emplear en la batalla entablada entre  el parasitismo, representado por el Capital, y el factor trabajo, nos  proponemos al convocar el Congreso, al propio tiempo que labrar para el  presente, no olvidar el futuro; ir acumulando fuerza e inteligencia para  derrocar la presente organización social”
Contexto histórico.
Desde  la fecha de 1914 en que se permite la vuelta a la actividad de la CNT,  hasta la celebración del Congreso de Sans en 1918, la situación nacional  y europea era, siendo moderado, muy compleja.
 
 Por  un lado, el inicio de la Primera Guerra Mundial (ocho millones de  soldados muertos y millones de civiles) hizo que los empresarios  españoles se dedicaran a exportar alimentos, ropa, materias primas a los  países beligerantes. Eso condujo al enriquecimiento brutal de la  burguesía, y al alza de precios en productos de primera necesidad,  (comida, ropa, alquileres) lo que condujo a condiciones de vida muy  duras para los trabajadores e incluso al hambre. La CNT desde el inicio  de la guerra advirtió a las autoridades de lo que se avecinaba,  carestía, escasez, y exigió medidas preventivas que no fueron tomadas.  En vista de ello una alianza entre CNT y UGT provocó dos huelgas  generales en 1916 y 1917 para exigir al gobierno medidas para controlar  las subidas de precios. 
La  Guerra Mundial produjo también un terrible impacto sicológico sobre los  anarquistas y el movimiento obrero, ya que comprobaron que  organizaciones que se decían proletarias e internacionalistas, habían  acabado justificando la guerra y apoyando a sus respectivos gobiernos.  Ese belicismo había infectado incluso a algunos famosos anarquistas,  como Kropotkin y Jean Grave, que se habían decantado públicamente por  los aliados. En España la CNT y la mayor parte de anarquistas y  sindicalistas se manifestó antimilitarista y pacifista, y llevó a cabo  el Congreso Internacional por la Paz de El Ferrol el 29 de abril de  1915. A la pregunta de cuál era el mejor medio para impedir guerra, los  delegados respondieron que el mejor medio era reconstruir por doquier la  CNT y publicar diariamente Solidaridad Obrera, el periódico de la CRT  que se estaba difundiendo por toda España.
Otro  gran acontecimiento de 1918 es la gripe española (que se inició en  EE.UU.), que se extenderá por Europa a través de los movimientos de los  ejércitos y poblaciones desplazadas, matando entre treinta y cincuenta  millones de personas en todo el mundo (entre 1918 y 1919). La censura  fue establecida en todos los países beligerantes, que procuraron por  todos los medios, no poner medidas preventivas, sino ocultar lo que  estaba ocurriendo. Fue una matanza muy superior a la de la guerra y  expandida por ella. El Congreso de Sans se celebrará en medio de la  pandemia de gripe, viéndose pasar por las calles de Barcelona carretones  llenos de muertos mientras los delegados discuten sobre cómo organizar  el sindicato.
El  tercer gran acontecimiento es la Revolución Rusa, que despertará un  gran entusiasmo entre los anarquistas españoles y les hace sentir que  están a las puertas del derrumbe del capitalismo. El anarquismo español  en un principio, dio todo su apoyo y confianza a los bolcheviques. Fue  más tarde, hacia 1921, tras los informes de los delegados de la CNT que  viajaron a Rusia, cuando se critica fuertemente lo que está pasando en  la URSS.
Dentro  del Estado español -gripes, guerras, revoluciones y carestías aparte,  el gobierno de la monarquía está cuestionado por las llamadas Juntas de  Defesa, un sindicato de militares que protestan por no poder tener  ascensos y mejores salarios, en contraste con los militares africanistas  (del Ejército de Marruecos), que ascienden por méritos de guerra. 
Y  para liarlo todo aún más, los catalanistas han creado una "asamblea de  parlamentarios que exige la convocatoria de Cortes Generales y un nuevo  reparto de poder al margen del turno de partidos. La CRT con sus  planteamientos obreristas y sociales, siempre se había mantenido alejada  de “la cuestión autonomista”, declarando que si el gobierno de Madrid  era una tiranía, la autonomía catalana era otra tiranía más, anacrónica,  ajena a los intereses obreros. La situación fue explicada por Ángel  Pestaña de esta manera: 
“Nosotros  no somos enemigos de la autonomía; nosotros lo que combatíamos entonces  y ahora es el movimiento ficticio que algunos señores cultivaban muy  esmeradamente porque así convenía a sus intereses. ¿Cómo podremos ser  nosotros enemigos de la autonomía cuando nuestra organización vive a  base de ella, cuando nuestros sindicatos son autónomos en su  funcionamiento, cuando nuestras federaciones son autónomas con respecto a  la Confederación Regional?” 
Así  que el ambiente es un tanto apocalíptico. Y son todos estos  acontecimientos trepidantes, que exigen respuesta coordinada por parte  de los militantes, los que les mueven finalmente a pedir al comité de la  CRT que convocara el congreso. ¿Cómo lo llevaron a cabo?
2ª Parte. El Congreso de Sans
Procedimiento de discusión
Los  asuntos propuestos fueron elaborados por los afiliados de los  sindicatos en sus respectivas asambleas, y tenían que ver con cuestiones  técnicas y prácticas, con problemas con los que se habían topado en sus  quehaceres sindicales. Las cuestiones se planteaban mediante preguntas  breves, de las que realizaron cincuenta y cinco que llamaron temas. Para  facilitar la agilidad del Congreso, antes del mismo se reunieron los  delegados de los diferentes sindicatos, y agruparon los cincuenta y  cinco temas en ocho agrupamientos que organizaban todas las preguntas  que se referían más o menos a los mismos asuntos, aunque luego se  trataran los temas uno por uno. Esta agrupación de temas levantó  suspicacias y provocó la protesta del delegado de Géneros de Punto de  Mataró, ya que lo consideraba “una coacción a los delegados”, que  limitaba la discusión en unos márgenes que no habían establecido los  sindicatos. No obstante el agrupamiento fue aceptado y publicado en  Solidaridad Obrera para que todo el mundo se diera por enterado.
En  el proceso de diálogo y exposición de motivos previos al Congreso, fue  de gran importancia el periódico Solidaridad Obrera. La Soli era en ese  momento el periódico obrero más importante del país. Con salida diaria,  en sus páginas se dieron cita todas las tendencias de la CRT, exponiendo  sus motivos los diversos militantes. Es posible leer en sus páginas  tanto ácidas críticas como llamamientos a la generosidad y al  compañerismo por el bien de la Idea. El proceso de asambleas y artículos  de prensa, continuó hasta la fecha de celebración del Congreso. Una vez  realizadas las asambleas y tomados los acuerdos, las diversas  sociedades obreras nombraron a sus delegados y les mandataron para ser  sus portavoces.
La discusión en el Congreso
Para  discutir los ocho agrupamientos que organizaban las preguntas  planteadas, el Congreso asignó a diversos delegados la tarea de emitir  un dictamen sobre cada uno de los temas. Se esperaba que a una pregunta  breve, siguiese una respuesta breve, concisa y con poco margen de  interpretación. Una vez emitido el dictamen, era a continuación  discutido en el Congreso, con intervenciones  en  contra y a favor. Si no se aprobaba el dictamen se encargaba una nueva  redacción a los delegados. Una vez se aprobaba el dictamen se  consideraba tomado el acuerdo de manera vinculante. El agrupamiento de  temas no acabó de gustar a algunos congresisas, a pesar de haberse  aprobado, y así el delegado de la Federación Local de Sabadell, R.  Comas, pidió nuevamente que se tratara punto por punto el orden del día,  y que se leyera uno por uno cada tema, “para que el Congreso se  capacite bien de lo que va a discutir”, lo cual se aprobó. Los  congresistas –en resumen- van a tomar acuerdos de tipo orgánico (nuevos  estatutos, organización de los sindicatos de ramo, potestad de comités,  sindicación femenina, cuotas…), reivindicativos (jornada de trabajo,  salarios, menores de edad, carestía…), e ideológicos (acción directa,  relación con políticos, unidad con UGT, propaganda, enseñanza  racionalista, actitud ante la guerra…)
Las sesiones del Congreso
El  acto duró cuatro días, uno más de lo previsto, por lo denso del orden  del día. Aparte de la participación de los delegados, hubo abundante  público contemplando las sesiones, y algún presidente de Mesa llamó al  orden pidiendo que sólo interviniesen en los debates los delegados  debidamente acreditados. Cada día se celebraban tres sesiones de las que  se hicieron un total de diez. Los debates comenzaban a las 9:30  haciendo pausa para comer; se reanudaban a las 15:30 hasta la pausa de  la cena; y se seguía a las 21:30 hasta que se agotaban los asistentes y  se iban a dormir. Hay que decir, no obstante, que casi siempre se  comenzó las sesiones con media hora de retraso. Retraso que se ha hecho  tradicional en la CNT, donde se habla de “la hora confederal” para  manifestar que nunca se empiezan las cosas a la hora fijada, sino “a su  hora”. Costumbre nefasta a erradicar que ha generado algunos chistes  sobre la hora de hacer la revolución, con la inquietante pregunta de si  también llegaríamos tarde a esa épica y trascendente cita. El Congreso  finalizó con un mitin que estuvo a punto de ser suspendido en dos  ocasiones por el Delegado del Gobierno, dada la contundencia de los  oradores.
El 28 de junio   
La revisión de credenciales. 
Las dos primeras sesiones del Congreso se pasaron revisando las credenciales de los asistentes, y  decidiendo  quiénes participaban en él. Recordad que los sindicatos que acuden son  “de oficio”, y hay una amplia opinión que pretende acabar con las  duplicidades de sindicatos, con la ambigüedad de quién pertenece y quién  no pertenece a la CRT. Tres sindicatos fueron vetados en principio: el  sindicato de peones albañiles “la Efusión”, la Unión de Carpinteros de  Barcelona y el Sindicato de Constructores de Pianos. Los carpinteros y  constructores de pianos por incompatibilidad con el Ramo de Elaborar  Madera, uno de los pioneros en adoptar la forma de “Sindicato Único”, y  la Efusión por incompatibilidad con el Sindicato de Albañiles y Peones  de Barcelona. Un Ramo, un sólo sindicato, es la exigencia. Estos  sindicatos son, además, sociedades de oficio muy recalcitrantes a la  hora de aceptar la integración en el sindicato de Ramo.
Finalmente  todos aceptan que todos puedan deliberar en el Congreso, siempre que  todos los delegados presentes acepten que las decisiones que se tomen  son vinculantes, gusten o no. Pasado este primer escollo se llega a la  noche, presentando el delegado de los Curtidores “La Unión Popular” una  protesta enérgica por la “ostentosa presencia de la guardia civil”, que  es aprobada con una estruendosa aclamación.
La acción directa versus la base múltiple. Primer tema del primer agrupamiento.
La  tercera sesión comenzó a las diez de la noche con la siguiente  importante pregunta: ¿Debe ser la organización a base de acción directa,  o múltiple? Los miembros de la ponencia redactaron este dictamen:
Ya  que aun cuando los principios que informan a la Confederación Regional  se basan en las doctrinas y en las tácticas del SR, existen en su seno  sindicatos que no entablan sus luchas con el capital en ese sentido, y  aún que se rigen por la base múltiple, entendemos que el Congreso debe  acordar que no deben pertenecer a la Confederación las entidades que no  acepten en toda su extensión la acción directa.
Duro  dictamen que dejaba totalmente al margen a las sociedades que fuesen  más elásticas en sus tácticas. Los turnos en contra del dictamen  criticaron su dogmatismo, y que de ser así aceptado el texto se dejaría  fuera de la Confederación a muchos sindicatos. Y los que se manifestaron  a favor lo hicieron en el sentido de dejar claro e inequívoco el  carácter de la CRT en relación con otros sindicatos (de la UGT),  mostrando el Ramo de la Madera, que cuando se llevaban perdidos decenas  de conflictos, fue el empleo de la acción directa el que consiguió la  racha de victorias del último año, como en el conflicto de ebanistas. La  ponencia fue finalmente rechazada enviada a la comisión que emitió un  nuevo dictamen:
En  las luchas entre el capital y el trabajo, los sindicatos adheridos a la  Confederación vienen obligados a ejercer de manera preferente el  sistema de acción directa, mientras circunstancias de verdadera fuerza  mayor, debidamente justificada, no exijan el empleo de otras fórmulas  distintas.
Y  así fue aprobado. Todos cedían un poco. Se hacía la concesión a los  sindicatos adheridos que por falta de fuerza o de convencimiento no  pudieran poner toda la carne en el asador, para que empleasen otras  tácticas en la resolución de conflictos por causa justificada. Pero se  dejaba inequívoca la preferencia por la táctica de acción directa. Y se  entraba en contradicción con los estatutos de la CNT redactados en 1910,  en su artículo segundo:“Para  la consecución de estos propósitos, la Confederación y las secciones  que la integran lucharán siempre en el más puro terreno económico, o  sea, en el de la acción directa, despojándose por entero de toda  injerencia política o religiosa”
Identidad  absoluta entre acción directa y lucha social. Compruébese la  concordancia con el primer artículo de los estatutos que va a aprobar la  CRT:
“Con  la denominación de CRT de Cataluña se constituye un organismo cuyo  objeto es: practicar la solidaridad entre las colectividades  confederadas, dirigida a la emancipación integral de los trabajadores  del monopolio propietario capitalista y de todos los que se opongan al  libre desarrollo de las clases productoras, y dispuestas a extender su  acción mediante pactos con las confederaciones análogas que se creen o  ya existan en España, en Europa y en todo el mundo.”
Este  tipo de contradicciones, entre lo que quieren unos y lo que quieren  otros, entre lo que se cede y lo que es irrenunciable, llaman la  atención en varias ocasiones a lo largo del Congreso. ¿Por qué se tomó  este acuerdo que explicaba que “la acción directa es el método  preferente”, y no el único? 
Joan  Peiró manifestó que “por realismo”. No se impuso en la CRT “de manera  absoluta la acción directa para no cerrar el paso a organizaciones  obreras de principios más amplios y elásticos”. La idea de aquéllos  anarquistas era integrar al máximo número de sociedades obreras  posibles, porque estaban seguros de que al final acabarían empleando la  acción directa. 
Hoy  la gente olvida que hubo un tiempo en que “la sociedad obrera” o el  “sindicato”, en cuanto que agrupaba a todos los obreros del gremio, era  valorado en sí mismo como un triunfo -independientemente de su tendencia  ideológica- y que había que salvaguardarlo por encima de todo.  Implantar esta idea fue el triunfo de las viejas sociedades obreras de  oficio previas a la CNT durante el siglo XIX. Para el obrero consciente  de la época, la sociedad obrera-sindicato era su modo natural de  organización (no estar afiliado era ser un esquirol) y eso es lo que  explica algo a primera vista sorprendente a ojos actuales:  se  jugaba tácticamente a englobar a cuánta más gente mejor. En ocasiones  los cenetistas hasta llegaron a fundar sindicatos de UGT para enrolar a  despistados y ambiguos con algo de miedo a “meterse en líos”, para luego  adherirlos, una vez organizados y fogueados, a la CNT… 
Y  así fue. Finalmente la acción directa se impondría por la vía de los  hechos, “en toda su extensión”, en los meses siguientes. Los conflictos  que convocan los sindicatos únicos de base anarquista serán ganados de  manera arrolladora a base de acción directa. Aún no lo saben los  delegados del Congreso de Sans, pero los 70.000 afiliados de junio van a  convertirse en más de 300.000 –sólo en Cataluña- a principios de 1919.
Entidades ideológicas. Tema 47. Primer agrupamiento.
Se pasa a continuación a la siguiente pregunta “del primer agrupamiento”: 
“¿Las  entidades puramente ideológicas tienen derecho a intervenir  directamente en asuntos escueta y exclusivamente obreros? Caso que la  contestación fuese afirmativa, ¿debe considerarse que dichas entidades  puedan y deban trabajar al margen de las cuestiones proletarias?”
Esta  pregunta trataba de definir qué tipo de trabazón había de establecerse  entre sindicatos y organizaciones culturales, del tipo ateneos, centros  culturales, grupos de afinidad anarquista y escuelas racionalistas. Dado  que los AS daban importancia a la presencia de la ideología en los  sindicatos, la presencia de “entidades ideológicas” era aceptable para  ellos. El dictamen de la ponencia establece que:
“Las  entidades que no sean una agrupación de profesión u oficio para la  resistencia al capital, no deben intervenir directamente en los asuntos  que afectan a los sindicatos; pero el Congreso ve con simpatía que  aquellas que sustenten un ideal social en consonancia con los intereses  del proletariado, trabajen al margen de los sindicatos en pro de la  emancipación de la clase productora.”
En  definitiva, no a la intervención, y sí a la colaboración. Pero el  delegado del sindicato de pintores pide la palabra y propone:
“Habiendo  maestros racionalistas prestando muchos servicios a la clase  proletaria, y siendo un elemento necesario para la lucha por la  emancipación, podrán intervenir directamente en la cuestiones de los  sindicatos, siempre que se organicen corporativamente.”
Y  es que la “sangre de Ferrer” está muy fresca. Decenas de maestros están  trabajando para las escuelas patrocinadas por los sindicatos, y a las  que acuden los hijos de los obreros, y también los mismos obreros. Así  que el Congreso aprueba que los maestros den su opinión en pie de  igualdad dentro de la CRT, en el caso de que formen un Sindicato de  Enseñanza.
Tema 48 primer agrupamiento. Delegados de los sindicatos.
¿Quiénes  podían representar a los sindicatos? La pregunta tenía su miga, ya que  había sindicatos que cuando tenían que enviar un delegado a defender sus  ideas, acostumbraban a enviar a una persona de “probada capacidad y  prestigio”. Alguien que supiese leer, escribir y con labia, aunque no  estuviese sindicado ni estuviese trabajando como asalariado. Se había  detectado que esta costumbre llevaba a veces a que se votasen acuerdos  que luego no podían ser llevados a la práctica por los sindicatos, ya  que el delegado votaba y defendía lo que le parecía. Y por ello se hacía  esta pregunta:
“En  las asambleas, reuniones, congresos, etc., para tratar asuntos  sociales, ¿pueden transmitirse las delegaciones a individuos ajenos al  sindicato que le confiere la representación?”
La respuesta del dictamen es:
“Un  sindicado puede ostentar la representación de cualquier sindicato,  siempre que este se la conceda directamente; pero no se considerará  válida ninguna representación, aunque haya sido concedida por el  sindicato, si ha recaído la elección en un individuo que no esté  afiliado a ninguna sociedad de resistencia al capital”
Con  lo cual se acababa con la costumbre de delegar en personas  prestigiosas. Sólo podía representar a un sindicato obrero, alguien que  fuese obrero. El dictamen fue matizado por “La Oportuna”, y quedó  aprobado de este modo:
“Que  para cuanto afecte a comités y federaciones en la localidad, no pueda  nombrarse a ningún compañero que no sea del oficio y de la localidad;  pero que cuando se trate de Congresos o de asambleas regionales pueda  delegarse en un compañero de la localidad donde resida o de aquella  donde el acto se celebre. Debiendo preferir para delegado a un obrero  del mismo oficio, o de otro, en último extremo, siempre que sea  sindicado y que el sindicato a que esté afiliado responda de su  conducta.”
Temas 19 y 22 del primer agrupamiento
Aprobado  el asunto de quién podía ser delegado, se pasaba a dos preguntas que  también definían la personalidad de la CRT frente a la UGT.
“Pueden  los políticos profesionales ostentar la representación de un sindicato?  ¿Pueden estar los sindicatos domiciliados en un centro político?
Tras una “laboriosa discusión” –según las actas-, se aprueba el siguiente, conciso dictamen:
“Los  políticos profesionales no pueden representar nunca a las  organizaciones obreras, y éstas debe procurar no domiciliarse en ningún  centro político”
De  esta manera se delimitaba claramente lo que era “social” de lo que era  “político”, subrayando la independencia de ambos ámbitos, y obligando a  los sindicatos a disponer de infraestructura propia y a no nombrar como  delegados a políticos profesionales, es decir, individuos que ejercían  actividades de representación o de gobierno en ayuntamientos,  parlamentos, diputaciones y partidos políticos.
No  obstante hay que mencionar que la relación de algunos anarquistas con  los republicanos federales existió más o menos siempre, o más bien no se  rompió del todo nunca, ya que el obrerismo de matiz anarquista  consideraba enemigo mortal a la monarquía, a la Iglesia y al caciquismo,  al igual que los republicanos federales. Hay que volver a recordar, que  estamos hablando de personas que cambian en el tiempo, que el  anarquista más radical en 1910 puede estar firmando el pacto más  reformista en 1919, ser concejal en 1931 y desaparecer de la historia en  1933. Y el viaje a la inversa también se produce. Y eso hace que haya  contactos, relaciones, rupturas, tensiones y colaboraciones. En  definitiva, lo que va a dar estabilidad a las ideas de los anarquistas,  es la organización, la CNT, porque las personas cambian, pero el  sindicato y sus acuerdos permanecen.
Con  este debate acababa la tercera sesión avanzada la noche, nombrándose a  propuesta de Géneros de Punto de Mataró una representación del Congreso  para visitar en la Cárcel Modelo a los numerosos presos “por causas  sociales”, es decir, a aquellos encarcelados por realización de acciones  realizadas al servicio de la CRT o por cuestiones económicas. Recordad  nuevamente que cada vez que se hable del “terreno económico” y de “la  cuestión social”, los delegados se están refiriendo no al dinero, sino a  la actividad sindical y cultural asociada a ella. Se hizo una colecta  para “llevarles un obsequio” a los presos, y se decidió realizar el  mitin de clausura en la Asociación de Dependientes de Comercio.
El segundo día. 29 de junio
Primer agrupamiento. Tema 21
Se  inicia al día siguiente la cuarta sesión con un tema que se trataba de  manera recurrente en todos los congresos: ¿Cómo sindicar a las mujeres?  En la fundación de la CNT estaba presente una agrupación de mujeres, y  ellas estaban afiliadas en los sindicatos. Pero no estaban representadas  en relación con el número de trabajadoras. La ponencia decía que:
a)         Es  una obligación ineludible de todos los sindicatos procurar por todos  los medios lícitos la organización en sindicatos de las mujeres  –compañeras, hijas, etc.-, que empleando su actividad en alguna  industria u oficio convivan con ellos.
b)         En  los sindicatos mixtos deberán las juntas administrativas ser mixtas  también, a fin de que la mujer se interese por sus luchas y defienda  directamente su emancipación económica.
Fue  una obsesión del obrerismo anarquista meter a la mujer en el  sindicato... Otra cosa es que fuera fácil, sobre todo porque vista la  frecuencia con que el marido habitaba la cárcel, con la mujer sindicada  se duplicaba el riesgo, y cuando ella era encarcelada quedaba la prole  desasistida. Situación que se dio con más frecuencia de lo que se cree.  Al menos desde 1884, se intentan crear específicas "secciones varias de  mujeres trabajadoras" en las sociedades de oficio, habiendo un sindicato  compuesto por mujeres en el congreso fundacional de la CNT. O sea, que  las Mujeres Libres de 1936 contaban con lejanos antecedentes. También  durante la Segunda República hubo sindicatos específicamente femeninos  en CNT, uno de ellos en Morón de la Frontera. La cuestión femenina no se  abordaba desde un punto de vista paternalista o piadoso, sino que se  consideraba a la mujer como un ser humano que luchaba por su  emancipación en todos los terrenos, y que había de liberarse de la  opresión masculina a través de la conquista de su independencia laboral.
De  este tema hablaría extensamente en el Congreso de Sans Rueda, delegado  de los lampareros de Barcelona, mostrando como el peso de las mujeres  catalanas había sido decisivo en las luchas habidas recientemente, ya  que cuando los hombres fueron perseguidos y puestos a recaudo, ellas  plantaron cara a la policía y buscaron los recursos para alimentar a las  familias. Manifestó la igualdad de hombres y mujeres, pues ambos tenían  las mismas necesidades y habían de tener los mismos derechos. La  propuesta fue aprobada de manera unánime sin discusión.
Tema 26 primer agrupamiento.
Se  pasaba así sin problemas a otro asunto que había dado muchos  quebraderos de cabeza a los sindicatos en años anteriores. La pregunta  era cómo debían pagar los sindicatos los trabajos que encargasen. Y la  ponencia dijo que:
“Mientras  haya en la localidad una casa que pague a sus operarios a tarifa y  emplee obreros asociados, ningún sindicato podrá encargar trabajo alguno  a otro patrono que no lo efectúe en esas condiciones”
¿Qué era lo que había pasado para llegar a proponer esto?
El conflicto de La Soli.
El  periódico con más influencia no sólo de la CRT, sino de la CNT,  Solidaridad Obrera, pasa por dos grandes crisis que afectan a sus  miembros. Una la provoca la acusación -realizada contra su equipo  director- de haber recibido dinero alemán, “el oro de la embajada  alemana” para hacer propaganda pacifista y evitar que España entrara en  guerra con los aliados, tras el bloqueo de los puertos españoles por  submarinos alemanes. Las acusaciones son siempre rechazadas por Josep  Negre, director de la Soli, aunque hay cenetistas que creen que  realmente hubo algo de financiación en este aspecto y que algunos  artículos de la Soli son dictados por los diplomáticos alemanes. Nada  puede probarse al respecto. 
El  segundo conflicto, mucho más duro y que dará lugar a que se discuta en  el congreso de Sans, lo produce la demanda contra la Soli de los  trabajadores de la sociedad obrera Arte de Imprimir, una vieja  asociación obrera unida a los comienzos del SR. Esta sociedad reclamó a  Solidaridad Obrera (Federación Local de Sindicatos) que la impresión de  la Soli se realizase pagando “a tarifa”, es decir, al mismo precio que  imponía el sindicato. Dado que la dirección de la Soli carecía de fondos  para pagar el precio exigido, comenzó a imprimirla en talleres que  pedían menos dinero, siendo acusada inmediatamente por los trabajadores  de “amarill
a”.  Ese color, el amarillo, es el de la infamia en el mundo sindical, ya  que hace referencia al color de la bandera del Vaticano, y a la  costumbre de la Iglesia de crear organizaciones obreras al servicio del  capital. Sin inmutarse, Josep Negre contrató nuevo personal y recibió la  reprobación de Arte de Imprimir, que llenó Barcelona con carteles  pidiendo el boicot a la Soli. Fue un escándalo.
a”.  Ese color, el amarillo, es el de la infamia en el mundo sindical, ya  que hace referencia al color de la bandera del Vaticano, y a la  costumbre de la Iglesia de crear organizaciones obreras al servicio del  capital. Sin inmutarse, Josep Negre contrató nuevo personal y recibió la  reprobación de Arte de Imprimir, que llenó Barcelona con carteles  pidiendo el boicot a la Soli. Fue un escándalo.Arte  de Imprimir estaba en esas fechas dirigida por el radical Lerrouxista  Pijoán, por lo que se sospechaba que en el fondo el boicot era un ataque  en toda regla del Partido Radical a la prensa obrera. Pero había además  demandas de los trabajadores de Arte de Imprimir que mantenían que al  periódico le faltaba "contenido Social" en su línea editorial, y decían  así en la Soli en octubre de 1916 "creyendo de una necesidad absoluta  que el vacío social que llena el diario no vuelva a aparecer ante  nuestros ojos". Para complicar más el escenario de la Soli, se añadió  una nueva acusación, la de malversación de fondos.
Ante  la escasez de dinero para pagar la imprenta, el versátil Josep Negre  tomó fondos destinados a los presos, con acuerdo de los sindicatos,  teniendo que devolverse ese dinero en fecha inmediata con la recaudación  de las ventas. Hubo gente que pensó que el dinero no fue devuelto en su  totalidad, y Salvador Quemades desde el diario El Progreso realizó la  acusación, que fue contestada  por el administrador del periódico José Goyadol, y por Josep Negre.
Manuel  Buenacasa, un militante que llegará a ser Secretario General de la CNT,  ataca igualmente a Negre, ya algo viejo, y este defiende su integridad  como un tigre en un careo público en el Centro Obrero de la calle  Mercaders de Barcelona los días 27 y 28 de enero de 1917. Las  acusaciones son “rebatidas, demostrada su falsedad”, y la Soli lo  publica de ese modo en su número  del 1 de febrero de 1917.
A  pesar de todo, el conflicto se mantiene durante meses, hasta que en  mayo de 1917 una asamblea regional de la CRT condena la actitud de Arte  de Imprimir con respecto al portavoz de la CNT. Finalmente el discutido  equipo directivo de Soli que encabeza Josep Negre es sustituido por el  de Ángel Pestaña, que acepta el cargo, con la condición de "no ser  retribuido por ello". Josep Negre, que hasta la fecha ha tenido un gran  protagonismo en la CNT, deja paso a nuevas generaciones de militantes
Todos  estos hechos planearon en el debate del Congreso de Sans. Se rechazó la  ponencia y se redactó otra más pragmática, más moderada, o más mirando  por la economía de la organización que establecía que:
“Puede  trabajarse a más baja tarifa, según interesen las necesidades de la  organización y previa consulta y conformidad de los interesados y el  sindicato a que pertenezcan.”
Hubo protestas de la Federación Local de Barcelona manifestando “no estar de acuerdo con este proceder”
Temas 40, 44, 48 y 50 del primer agrupamiento.
Tras la dura discusión se pasó a votar dictámenes de reivindicaciones clásicas en la CNT.
“Siempre  que un sindicato haya de hacer una demanda que no sea de rebaja en la  jornada, concederá prioridad a la abolición del destajo. Es un deber de  todo asociado impedir como fuere la explotación de los menores de edad.  No se trabajarán horas extraordinarias bajo ningún pretexto en ramo  alguno mientras haya parados del mismo oficio, y si el sindicato a que  pertenezcan los compañeros a quienes se obliga a realizar el exceso de  labor se considera fuerte para ello, no permitirá que se trabajen horas  extraordinarias en ningún caso. Aquellos oficios que hayan conseguido  implantar como máxima la jornada de ocho horas, ayudarán a los demás a  conseguir dicha mejora, y luego, a criterio de las Federaciones, podrá  irse a la implantación del jornal único a medida que las circunstancias  lo permitan.
Todas  estas medidas procuraban crear lazos de unión y solidaridad, de  sentimientos compartidos, entre los trabajadores por encima de  diferencias de categoría o de ramo de producción. La mentalidad con la  que enfrentaban el problema de las horas extras, del destajo y del  jornal único, nos muestran lo lejos que estamos a día de hoy de  conseguir reivindicaciones tan básicas al haber sido eliminadas del  imaginario colectivo. Y no eran acuerdos fáciles de tomar, nada de eso,  porque los obreros vivían al día, y trabajar a jornal implicaba recibir  un sueldo ajustadísimo, que daba para comer, vestirse, pagar el alquiler  y nada más. Adoptar un acuerdo contra horas extras y destajos suponía  muchísimo sacrificio. Pero preferían eso y desarrollar el Apoyo Mutuo, a  tener más dinero haciendo horas extras. Hoy, individualizados los  trabajadores, muchos no tienen problema en hacer todas las horas extras  del mundo y en competir unos con otros por cuatro céntimos. Algo  vergonzoso. ¿Cómo llegaron a tomar los cenetistas aquéllas bravas  decisiones? ¿Cómo explicar la falta de nervio de los trabajadores  actuales? Sabemos que ni la miseria ni la abundancia producen  revolucionarios, sino más bien policías, mercenarios, sicarios y  guardias jurados. La solidaridad no es algo congénito, sino algo que se  aprende, y estos acuerdos y la coacción moral que imponen contra el  destajista y contra el esquirol, hubieran sido imposibles sin la  propaganda previa (acción y educación) realizada durante el siglo XIX  por los anarquistas de las Sociedades de Resistencia y Oficio.
El segundo agrupamiento
Terminada  la primera tanda de discusiones, se pasaba a la segunda, claro, que se  refería a cuestiones económicas y de financiación de la estructura  sindical. Los debates dejaban bien claro que no había un duro, que las  necesidades eran muchas, y los recursos muy escasos. Y que había un  montón de presos “sociales” pudriéndose en las cárceles. Se implantaba  una cuota de diez céntimos por federado, repartiéndose lo recaudado a  partes iguales entre el comité nacional, el regional, el local, la Soli y  el comité pro-presos. Se establecía un comité pro presos de nivel  nacional, constituido por un delegado de cada regional, disolviéndose  los comités pro presos locales. Aparte se editaba un sello de cotización  voluntario para los presos en el que podrían colaborar “todos los  compañeros que sientan amor por la causa de los oprimidos”. Se  contrataba a cinco redactores para hacer el periódico Solidaridad Obrera  que serían pagados a tarifa (por el motivo expuesto anteriormente a  seis pesetas diarias). Y se autorizaba al Comité Regional para hacer  “excursiones de propaganda a los puntos más necesitados”. Ah, y tomaron  la decisión de nombrar un secretario retribuido sin dar mayores  detalles. Era un acuerdo que rompía la tradición de no tener personal  pagado en cargos, y se redactó de esta manera:
“Se  creará una plaza de secretario retribuido del Comité de la CRT. El  compañero que la desempeñe deberá ser asociado y no tendrá voto en el  Comité”
Es  decir, que el “secretario retribuido” (el ferroviario Pablo Ullod) era  destinado a trabajos técnicos y apartado de la toma de decisiones en el  comité (que no en su sindicato). No obstante, este acuerdo no sentó  precedente y el personal pagado fue siempre una excepción puntual en la  CNT. Juan Díaz del Moral en su Historia de las agitaciones campesinas  andaluzas (1929), establece que algunas de las diferencias entre las  agrupaciones sindicalistas (de CNT) y las socialistas (de UGT) son: “que  en las agrupaciones sindicalistas no hay taberna, sino biblioteca, que  rechazan el juego, que no tienen personal a sueldo…”  
Y  en este laborioso punto del Congreso de Sans, agotados por lo que  pueden ver en expresiones desencajadas, bolsas en los ojos,  estiramientos y bostezos enormes, pasaron a tomarse el almuerzo.
La quinta sesión
A  las 15:30 (puntuales esta vez), retomaron la cuestión de los sueldos de  los periodistas y redactores de la Soli y el precio a que se debería  vender. Un largo debate que consumió esta quinta sesión, dando  capacidades disciplinarias y de elección de personal a la Administración  y a un Consejo Consultivo del periódico, y estableciéndose el  procedimiento para destituir al Director si fuese necesario:
“Para  la cuestión del personal entendemos que el de la redacción y  administración debe cobrar el sueldo de seis pesetas diarias, y que los  asuntos de orden interno queden a competencia de la Administración y del  Comité Consultivo solventarlos”
Con  estas cuestiones entre manos, llegaron a la sexta sesión a las diez de  la noche, pasando al tercer agrupamiento. Y si penosa había sido la  jornada hasta el momento, la que se les avecinaba tenía tonos mucho  peores, porque se iba a discutir la cuestión del Sindicato Único.
Sexta sesión. Tercer agrupamiento
Es  de noche. Tras algunas intervenciones protestando por las noticias  tendenciosas de la prensa burguesa, y lo que se va o no a discutir, los  delegados del Sindicato de Constructores de Pianos, Vasart, Vilarroya y  Miguel, anuncian que han venido:
“A combatir al Sindicato Único, y pedimos a los que proponen el tema que expliquen la finalidad que persiguen”.
El  sindicato de constructores de pianos estaba constituido por obreros de  la madera muy especializados, del que se decía –según Joan Ferrer-, que  eran “muy elitistas”. Querían seguir manteniendo su estructura propia y  no integrarse en el ramo de la Madera, uno de los pioneros en adoptar la  forma de Sindicato Único de Ramo, tras las huelgas de ebanistas que  dieron un triunfo a ese oficio gracias a la solidaridad de todos los  obreros de la madera. Lo mismo había ocurrido con los fideeros, que tras  la detención y encarcelamiento de todos sus oficiales en otra huelga,  fueron sustituidos en la lucha por el Ramo de Alimentación. Ambos ramos,  Madera y Alimentación, “creados en rigor por la lección de  solidaridad”, eran abanderados del Sindicato Único y pretendían la  inclusión en ellos de todas las sociedades de oficio. Tanto los  pianistas, como los peones de La Efusión, los panaderos de La Espiga,  los Toneleros, los Agricultores de Sitges …, afirmaban que el Sindicato  Único era “un organismo absorbente, un monopolio”. Pero enfrente tenían a  un gran número de partidarios del sindicalismo moderno que manifestaban  que el Único disminuía la burocracia y el número de comités, unificaba  al proletariado, hacía más cortas las luchas, obtenía más victorias y  respetaba la autonomía de sus secciones. Los debates a favor y en contra  prosiguieron hasta muy tarde, y dado “lo avanzado de la hora”, para  acabarlo de arreglar, se entabló otro debate sobre la conveniencia de  suspender o no la sesión, “acordándose continuar”, supongo que para  desesperación del Delegado del Gobierno y de los guardias civiles que  vigilaban en Congreso. Esto de llegar tarde y quedarse hasta muy tarde,  es característico también de la CNT.
Debatida  la conveniencia de seguir debatiendo, se continuó con el tema del Único  hasta una hora “aún más avanzada”, y ya no pudiendo mantenerse más  sentados, acordaron hacer una pausa y dormir un poco para continuar al  día siguiente.
El treinta de junio. La séptima, octava y novena sesiones
A  las diez de la mañana se retoma con la misma mesa del día anterior la  misma discusión, de la que los delegados empiezan a estar hartos, porque  aparecen proposiciones solicitando que se acabe de una vez el diálogo y  ya no se den más palabras. Pero las palabras continúan, y sólo se  interrumpen para leerse las adhesiones al congreso de otras partes de  España. La Federación de Agricultores de España desde Jerez saluda al  Congreso y anuncia su triunfo en una huelga…
Viendo  los partidarios de las sociedades de oficio que estaban en minoría,  piden un tiempo de adaptación, para que poco a poco los sindicatos se  fueran integrando en las nuevas estructuras, o que sólo se establecieran  en determinada localidades, o que se admitiesen las excepciones, o que  se limasen las asperezas... Pero los tintoreros no estaban por la  espera, afirmando contundentes que “por encima de las asperezas existen  las necesidades y las conveniencias colectivas, y por lo tanto somos  partidarios del Sindicato Único”…
Como  el debate se eternizaba, el presidente de mesa solicitó que sólo  interviniesen los partidarios de las sociedades de oficio, teniendo en  cuenta que los del único habían dicho ya cuanto tenían que decir. Pero  los delegados siguieron hablando a favor y en contra sin limitarse ni  cortarse. Y así acabaron la séptima sesión a las 14:15 y continuaron con  la octava y con la novena, hasta que se cerró el turno de palabras, y  se aprobaron los siguientes dictámenes “a avanzada hora de la noche”:
“1.  Que el Congreso acepte que la organización obrera no llegará a alcanzar  su máximo de potencialidad si no se constituye a base de sindicatos de  ramos o industrias.
2.  Que los sindicatos ya constituidos en principio a base de ramos o  industrias deberán continuar extendiendo su organización a todas las  secciones que aún permanezcan aisladas en su respectivo seno.
3.  Que aquellos sindicatos a base de ramos e industrias ya constituidos  deben ingresar las secciones que aún no lo hayan hecho si no quieren  quedar aisladas de los trabajadores organizados.
4.  Entendemos que debido a la evolución que los trabajadores vienen  efectuando, y ateniéndonos a las enseñanzas que de las luchas se  desprenden, consideramos que todas las federaciones de oficios, tanto  regionales como nacionales, no tienen necesidad alguna de subsistir. No  obstante, como sea que entendemos que las tareas de este Congreso no  pueden traspasar los límites de la región y esta cuestión los traspasa,  creemos que debe dejarse su resolución para el primer Congreso de la  CNT.
5.  Entendiendo que todos los sindicatos tienen la obligación de pertenecer  a las federaciones locales respectivas, creemos que la CRT debe ser  constituida a base de organizaciones locales o comarcales, única manera  de dejar impuesta la solidaridad que entre los sindicatos debe existir.  Entendemos también que en las asambleas o congresos que la CRT convoque  sólo deben tener personalidad y estar representados los sindicatos que  formen parte de la Regional.
ACUERDOS:
1.         La base de la organización, serán los sindicatos de ramos o industrias.
2.         En  los sindicatos de ramos o industrias ya constituidos deben ingresar las  secciones de oficio que aún no lo hayan hecho, si no quieren quedar  aisladas de los trabajadores organizados
3.         Los sindicatos deben ingresar en las Federaciones Locales, y los que no lo hagan quedarán al margen de la organización obrera.
4.         No  se considerarán útiles las Federaciones Nacionales de Oficio. Pero como  esa cuestión compete a un congreso nacional, a él se deja la resolución  de este asunto.
5.         La CRT se organizará a base de Federaciones Locales o Comarcales.
6.         Las localidades que puedan hacerlo quedan en libertad de constituir el Sindicato Único de Trabajadores.”
Y  así se votó en una noche de verano, en la madrugada del 1 de julio de  1918. El humo azulado de los cigarros sale por las ventanas abiertas. Se  lanzan vítores, se emiten suspiros de alivio, juntándose las  aclamaciones de “los del Único”, con las caras de resignación de “los de  Oficios". En este momento solemne, aunque no lo sepan ni sospechen sus  protagonistas, puede decirse que nace realmente la CNT. Nace en un  congreso regional que va a dar la pauta de comportamiento al resto de  Federaciones Regionales, que en ese momento están mirando “lo que pasa  en Sans”. Cataluña es el laboratorio de las ciencias sociales en el que  estos obreros están experimentando sus nuevas armas tácticas y  estratégicas. La Confederación, que ha sido engendrada por la iniciativa  de obreros catalanes principalmente en 1910, tras un azaroso y  peligroso embarazo en el que ha sido perseguida, ilegalizada, sus  centros clausurados, sus militantes presos.., se ha levantado durante  los años de 1915, 1916 y 1917 para culminar el proceso de definición de  estructuras en este Congreso Regional de la CRT. El entusiasmo generado  por el sindicalismo moderno va a contagiar a todas las regionales de la  CNT. Un duro dictamen, en definitiva, que desmantela la vieja  solidaridad de oficio, articulando la solidaridad del territorio. Es un  cambio estratégico de amplio calado, aunque los obsesionados vencedores  proclaman que el cambio se hará sin imposición, “haciendo valer la  amistad, el cariño y la razón”… “Y el que no quiera, a la puta calle”,  podría añadirse. Así es esta CNT llena de contrastes.
Pero aún no han finalizado las sesiones. Tras descargar sus emociones, el presidente de Mesa pide la vuelta al orden.
Sigue la novena sesión. Cuarto y quinto agrupamiento.
Con  la noche planeando aún sobre los delegados, se pasa a discutir el  procedimiento para constituir escuelas racionalistas bajo mecenazgo  sindical. La ponencia emitía un dictamen que agrupaba los temas 24, 27,  45 y 31, que trazaba un plan que tenía un escollo de muy difícil  aceptación: exigía una cuota de 20 céntimos por federado, para fundar  “cinco escuelas unitarias”, con un presupuesto de  49.800  pts anuales. Trescientos euros de hoy día. Teniendo en cuenta que la  cuota sindical por federado había sido establecida en diez céntimos, y  que un trabajador cobraba unas tres pesetas diarias que no daban para  lujos, el esfuerzo que se pedía a la Federación Local de Barcelona, que  era donde se querían implantar las escuelas, parecía excesivo a muchos  congresistas. Mientras  la ponencia se retiraba para reelaborarla de manera más aceptable, se  pasaba a tratar la cuestión de “la unificación del proletariado” (5º  agrupamiento). Un primer dictamen instando a iniciar negociaciones para  realizar un congreso de unificación con la UGT, fue rechazado.
Lo  que se pretendía era fusionar a la CNT con la UGT, algo que a esas  alturas era más que complicado, no sólo por las diferencias de táctica,  estructura, estrategia, supeditación al PSOE, etc., sino sobre todo por  la actitud tenida por la UGT en la huelga General de 1917. Esa huelga  llevada a cabo por la alianza UGT-CNT fue considerada un éxito dadas las  circunstancias, y fue necesario el ejército para acabar con la  resistencia de los trabajadores, llevada a cabo fundamentalmente por los  miembros de la CNT. Fue detenido el comité de huelga y encarcelados  numerosos afiliados de ambos sindicatos. Pero cuando llegaron las  elecciones parlamentarias, el PSOE se presentó a ellas llevando como  cabezas de lista a sus presos más ilustres, que fueron elegidos y  salieron de prisión. Ello fue visto como una traición por los  cenetistas, que arraigaron más aún en sus tendencias antipolíticas,  convenciéndose de que mientras la UGT no rompiese sus ligaduras con el  PSOE no habría unidad posible. Así que la conveniencia de unificar a la  UGT y a la CNT, fue dando paso a la idea de unificar al proletariado  en  la CNT, dejando atrás por rebasamiento a la UGT. No obstante el deseo  de unidad persistía, y el poco entusiasta acuerdo final, tomado a las  tantas de la noche, fue el siguiente:
“El  Congreso debe ver con simpatía cuantos trabajos se realicen para la  unificación del proletariado español en un solo organismo. Y de un modo  oficioso, la Sección Norte de Ferroviarios de Barcelona se dirija a la  Federación Local de Zaragoza o de otra región, si ella se ve  imposibilitada de hacerlo, para convocar a todas las entidades de España  a una asamblea a fin de llegar a la unificación del proletariado  español.”
Posteriormente  continuó la discusión en torno a la creación de escuelas racionalistas  (cuarto agrupamiento), consumiéndose el tiempo en turnos a favor y en  contra del proyecto, siendo mayoritaria la posición de quienes lo creían  irrealizable, redactándose así el acuerdo:
“Crear  una cuota voluntaria de cinco céntimos por asociado destinándolas a tal  fin, y hacer todos los esfuerzos por la creación de las escuelas  racionalistas”.
Aunque  no se aprobó la creación de las cinco escuelas, los sindicatos más  tenaces en este empeño no renunciaron al proyecto y en los años  siguientes el Sindicato de la Madera patrocinará la escuela racionalista  más importante del Cataluña, la escuela Luz y Vida, que servirá de  referencia a decenas de escuelas financiadas por sindicatos, ateneos e  instituciones culturales libertarias.
Pasaron  a continuación los delegados, inasequibles al desaliento y resistiendo  al sueño nuevamente, a discutir la siguiente pregunta del séptimo  agrupamiento:
“¿Qué  actitud debe ser la del proletariado ante la burla que representa la  amnistía recientemente promulgada? ¿Qué medios podríamos emplear para  que amnistíen a los compañeros presos y perseguidos que no han incluido  en la última amnistía? ¿Qué determinación debe tomar la clase obrera  ante la cuestión de los ferroviarios despedidos a raíz de la huelga de  agosto”.
Y  es que había cientos de presos cenetistas en prisión, preventivos y  condenados, que se habían ido amontonando desde la huelga general de  1916. El problema era muy grave, porque las familias vivían del jornal  diario, y meter al hombre en la cárcel significaba el hambre para su  gente. La burguesía establecía listas negras, y cuando el preso salía  era condenado al Pacto del Hambre: nadie le daba trabajo. Por eso los  sindicatos se encargaban de que a mujeres e hijos de presos no les  faltase de nada. La prensa editaba continuamente las listas de donantes y  los comités pro-presos les visitaban y suministraban abogados. El apoyo  al preso es una cuestión a la que son muy sensibles los anarquistas,  “cuestión de honor” –decimos-. Por un lado porque la cárcel dentro de la  ideología anarquista es una institución a suprimir, y por otra porque  estamos en peligro continuo de acabar en ella. El texto aprobado fue el  que sigue:
“La  ponencia entiende que puede hacerse una campaña intensísima por todos  los trabajadores de España, hasta conseguir la liberación de los presos  por cuestiones sociales y conseguir la readmisión de los ferroviario.  Entendemos que es ésta una cuestión de honor para el proletariado y que  en ningún concepto debe desertar de esta cruzada, si no quiere dar  sensación de cobardía, de sensibilidad moral que atiende solo a sus  particulares conveniencias, pero que no se inspira y falta en los  elevados dictados de la justicia y el espontáneo espíritu de  solidaridad. Si la campaña no surtiera sus efectos, debe convocarse una  magna asamblea nacional de todo el proletariado de España, para que en  ella se adopten los acuerdos pertinentes”.
A su vez los presos de la Modelo mandan su saludo al Congreso.
“A  los compañeros delegados del Congreso, Salud. Adelante compañeros,  adelante sin vacilar. Cataluña entera tiene el pensamiento fijo en  vosotros. Nosotros os deseamos un feliz resultado en la tarea que os  habéis impuesto. No dudamos que sabréis discutir los temas con alteza de  miras, con juicio recto y como amantes de la libertad y la justicia.  Sed vosotros los apóstoles del sindicalismo, sed junto con todos los  hombres conscientes, la base de una organización potente y viril que,  cual ariete, derrumbe con sus violentos choques, un día no lejano, los  muros vacilantes de esta sociedad injusta y corrompida. Sin más, recibid  un fraternal abrazo. Vuestros y de la causa: Carlos Anglés, José  Dardes, Pedro Boada, Pedro Valero, Pedro Vandellós, Joaquín Vandellós,  Jaime Sabanes.
Con  esta sugerente imagen de un montón de tíos tirando la muralla a  cabezazos, se acaba la novena sesión “a una hora muy avanzada” y se deja  para la décima sesión la misma mesa.
El uno de julio. La décima sesión
A  las diez de la mañana, es de suponer que todos los delegados están  hastiados del Congreso, tal vez algo alucinados por la falta de sueño y  el humo del tabaco, porque la discusión para elaborar los nuevos  estatutos de que habría de dotarse la CRT (sexto agrupamiento) se  resuelve con el nombramiento de una Comisión, que será la encargada de  redactarlos…:
“En  el sentido de que el Comité venga investido de todas sus capacidades  ejecutivas, que haya en su seno secciones de estadísticas de producción,  consumo, huelgas, invalidación para el trabajo, etc., etc., y que  cuando los delegados tengan que votar alguna cuestión que afecten a  todos los organismos que integren estas federaciones, lo hagan no por  organismos, sino por número de representados”.
Se propone un cambio espectacular, porque hasta esa fecha los comités habían estado restringidos 
a  un papel de mera coordinación y de envío de correspondencia. Pero en  este momento no les parece suficiente. Y es que los militantes de los  comités regionales y locales, estaban hasta las narices  de  que no se les hiciese caso, de que fuese imposible realizar una simple  estadística de sindicatos y afiliados adheridos, porque, sencillamente,  los sindicatos no les respondían a las circulares. Hay que ponerse en  situación, en esa época, en la que no hay teléfono, ni Internet, y todo  lo que se dicta, desde un acta a una circular, ha de hacerse a golpe de  carta escrita a mano. Una tarea que consume horas y más horas de los  secretarios. La desidia organizativa de las federaciones llevaba de  cabeza a quienes deseaban hacer del sindicato una especie de máquina de  guerra con capacidad de maniobra colectiva, eficaz y terrible. Pensaron  entonces que eran precisos comités que acumulasen información y datos  que permitiesen tomar decisiones sobre la marcha, sin tener que escribir  veinte cartas y convocar una reunión a la que a la postre, iban a ir  “los mismos de siempre”. Pero ese deseo de capacidad ejecutiva, de  mando, de maniobra, chocaba frontalmente con un principio que no había  sido tocado y que nadie había cuestionado: el de autonomía de las  organizaciones. 
a  un papel de mera coordinación y de envío de correspondencia. Pero en  este momento no les parece suficiente. Y es que los militantes de los  comités regionales y locales, estaban hasta las narices  de  que no se les hiciese caso, de que fuese imposible realizar una simple  estadística de sindicatos y afiliados adheridos, porque, sencillamente,  los sindicatos no les respondían a las circulares. Hay que ponerse en  situación, en esa época, en la que no hay teléfono, ni Internet, y todo  lo que se dicta, desde un acta a una circular, ha de hacerse a golpe de  carta escrita a mano. Una tarea que consume horas y más horas de los  secretarios. La desidia organizativa de las federaciones llevaba de  cabeza a quienes deseaban hacer del sindicato una especie de máquina de  guerra con capacidad de maniobra colectiva, eficaz y terrible. Pensaron  entonces que eran precisos comités que acumulasen información y datos  que permitiesen tomar decisiones sobre la marcha, sin tener que escribir  veinte cartas y convocar una reunión a la que a la postre, iban a ir  “los mismos de siempre”. Pero ese deseo de capacidad ejecutiva, de  mando, de maniobra, chocaba frontalmente con un principio que no había  sido tocado y que nadie había cuestionado: el de autonomía de las  organizaciones. “Artículo  tercero: las federaciones adheridas a la confederación se regirán con  la mayor autonomía posible, entendiéndose por esto la absoluta libertad  en todos los asuntos profesionales relativos a los gremios que la  integran”
Los  sindicatos eran autónomos, las secciones eran autónomas, y los  afiliados eran autónomos. Todos eran autónomos y tenían potestad para  representar a la CRT allí donde fuera necesario…, por lo tanto los  comités no podían ser ejecutivos. Por si eso fuera poco, existía una  especie de desinterés que hacía que los afiliados no se preocupasen por  “las cuestiones orgánicas”. Y era una especie de deporte el cuestionar a  los comités en todas sus actuaciones. Y por eso, los comités siguieron  teniendo una capacidad de maniobra muy limitada aunque el estatuto en  ese momento les concediese mayor margen de actuación. 
Despachado  el tema de los estatutos, en lo que queda de la décima sesión van a  tomarse acuerdos (séptimo agrupamiento y octavo de temas sueltos) para  que los comités realizasen las gestiones que sean necesarias para  liberar a los presos, para crear talleres en los que los inválidos por  accidente o enfermedad puedan ganarse la vida sin recurrir a la  mendicidad,  para tomar medidas contra la  militarización y la guerra, para constituir un sindicato de peones sin  profesión concreta, para elaborar una “memoria” del Congreso…, y para  establecer el procedimiento de extensión de las huelgas a otros  sectores. Este acuerdo sería muy importante (aunque tomado a la  carrera), porque daría lugar al poco tiempo (por tan solo el despido de  cuatro trabajadores) a la huelga general de “La Canadiense” y a la  promulgación de las ocho horas de trabajo… Se termina la décima sesión lanzando un saludo  a  cuantos realizan esfuerzos para finalizar la guerra y “a los presos por  cuestiones sociales que yacen en las mazmorras españolas, haciéndolo  extensivo a todos los del mundo”. Y hecho todo esto se levanta el  presidente de Mesa, emplazando al pueblo de Barcelona y a los delegados a  asistir al mitin que ha de clausurar el acto a nueve y media de la  noche, diez de la noche hora confederal. El público y los delegados se  levantan sin aplaudir, charlan y toman el portante hasta que llega el  crepúsculo, a las diez, hora del mitin. En él diversos oradores hacen un  repaso a los temas y acuerdos tomados, y con él se da por finalizado el  Congreso de Sans, el uno de julio de 1918, cerca de la media noche,  entre apasionadas aclamaciones. El público se desparrama descansar. Van a  comenzar a levantar el Sindicato Único al día siguiente.
Conclusión
Hace  noventa años, un grupo de personas se sentó a discutir de manera  orgánica cuáles iban a ser sus estrategias y tácticas para enfrentarse a  los problemas de su tiempo. En sus deliberaciones no mencionaron la  palabra anarquía ni una sola vez, aunque ella velase por sus  pensamientos y acuerdos. Tomaron decisiones prácticas, definieron líneas  de actuación y establecieron la estructura de sus organizaciones. No  eran ni ángeles ni demonios, eran obreros que entraban en los despachos  diciendo “somos la CNT”. No de la CNT, sino la propia CNT, el sindicato.  Renunciaron a un poco de individualidad para hacerse grandes en lo  colectivo. E hicieron grande al colectivo manifestando con energía su  individualidad. Eran personas tan normales como tú y como tú, pero  dieron el paso que convirtió al peón, al hojalatero, al pintor, a la  tejedora, a la aceitunera, al marinero…, en personas extraordinarias  como tú. No crearon una obra perfecta ni mucho menos, tan solo crearon  un sindicato. Pero con ese simple acto, cambiaron nuestras vidas.  Piénsalo: mucho de lo poco que tenemos hoy día, lo debemos a aquéllas  personas capaces de ponerse en huelga sin caja de resistencia, de tomar  decisiones colectivas, de definir intereses comunes, de poner en  práctica sus acuerdos… Levantaron escuelas, periódicos y talleres  cotizando céntimos de peseta. Fueron “Quijotes que se enfrentaron no a  molinos, sino a verdaderos gigantes”. Dicen los historiadores que  fracasaron: es mentira. No fracasa quien actúa y se equivoca. No fracasa  el militante. Fracasa el que permanece pasivo, porque de ese modo se  transforma en parte del problema. Si les derrotaron las fuerzas inmensas  a las que plantaron cara, no fue por falta de valor, de energía y de 
ideas.  Ni cayeron “por el peso de sus propias culpas”. Al contrario: ellos  triunfaron porque demostraron que sus teorías eran válidas llevándolas a  cabo, y sólo mediante una guerra en la que los capitalistas emplearon  todo su poderío militar, pudieron exterminarlos… Pero nos dejaron sus  conquistas laborales, sus mejoras, sus realizaciones, sus ideas y su  ejemplo. Ese fue su triunfo, nuestra victoria, nuestra herencia, el  triunfo de las viejas sociedades obreras de oficio que dieron paso a los  sindicatos únicos, y ellos a la experiencia colectivista de la  Revolución Española.
ideas.  Ni cayeron “por el peso de sus propias culpas”. Al contrario: ellos  triunfaron porque demostraron que sus teorías eran válidas llevándolas a  cabo, y sólo mediante una guerra en la que los capitalistas emplearon  todo su poderío militar, pudieron exterminarlos… Pero nos dejaron sus  conquistas laborales, sus mejoras, sus realizaciones, sus ideas y su  ejemplo. Ese fue su triunfo, nuestra victoria, nuestra herencia, el  triunfo de las viejas sociedades obreras de oficio que dieron paso a los  sindicatos únicos, y ellos a la experiencia colectivista de la  Revolución Española.Y  nosotros, ¿qué hacemos?, tú, que lees esto, ¿qué haces? No queremos  criticar a los demás, sino levantar nuestras propias obras. No queremos  recrearnos en el pasado, sino en el momento presente para darle  respuesta. ¡Despierta! ¡Mira a tu alrededor! Tenemos enfrente una nueva  catástrofe, que se anuncia como la llegada de un cometa: crisis  energética, crisis de producción de alimentos, crisis económica, cambio  climático, desertificación… ¿Qué nos dan los poderosos de la Tierra?  Hambre, guerra, sed, epidemias, escasez, centros de internamiento,  murallas y alambradas, policías golpeando mientras millones de personas  piden trabajo, locura generalizada por donde se mire. Si la gente se  arruina ellos se forran; y si la economía va bien ellos se forran. Ellos  ahora siempre ganan. Sea como sea, los negociantes hacen su agosto  mientras ven cómo los pobres –carentes de defensas ideológicas y de  organización- luchan entre ellos y se matan unos a otros si llega el  caso.
Pero  nosotros seguimos estando aquí. Somos Joan Pey y Francisco Miranda.  Estamos plantando batalla y no nos rendiremos nunca, jamás. Porque somos  la CNT.
Apéndice
Emblema de la CNT: Heracles y el León de Nemea
Durante  el congreso de Sans se realizaron varias llamadas al orden por parte de  la Mesa, instando a las personas que no eran delegados y asistían al  acto abarrotando la sala, a mantener el silencio. Vamos a describir una  de esas regañinas. 
En  un rincón del fondo de la sala, cinco obreros discuten en murmullo  audible mientras uno de ellos les muestra a los demás una serie de  dibujos que representan a señoras con túnicas señalando a un sol  radiante, niños jugando, prados llenos de frutas, campesinos cortando  trigo, angelitos con palancas levantando el mundo… Incapaces de ponerse  de acuerdo sobre cuál les gusta más, llaman a unas chicas del textil que  están mirándoles.
-          Compañeras, estamos viendo qué dibujo podemos emplear como escudo de la CNT. ¿Cuál os gusta más? Decidid vosotras.
Las chicas miran las diversas alegorías de la libertad, y señalan unánimes una de ellas.
-          Esta –afirma una pelirroja-. ¿Qué significa?
-          Esa  –responde el artista- representa a Heracles luchando contra el León de  Nemea. Este símbolo me gusta mucho. Heracles es un héroe mitológico al  que los dioses ponen continuas zancadillas. Para emanciparse del rey  Euristeo aceptó realizar doce trabajos imposibles. El primero fue acabar  con el León de Nemea, una bestia enorme, invencible y de piel  invulnerable que asolaba los campos de Grecia matando ganados y  personas. Heracles la acosó y luchó a brazo partido con ella hasta que  la estranguló. Y luego con las garras de la bestia cortó la piel y se  hizo una armadura. Heracles representa al proletariado, que gracias a su  fuerza, a su autodominio, a su astucia y a su valor, se enfrenta al  Estado para emanciparse del Capital. Todo va rodeado por una corona de  laurel que es el símbolo de la victoria.
-          Ah, qué interesante y bonito –manifiesta otra muchacha-.
-          ¿Y por qué habéis elegido este dibujo y no otro –pregunta el artista-?
-          Pues…, por qué va a ser –responde la pelirroja- …, (risas), ¡porque está desnudo!
-          ¿Tendrán  la bondad –protesta el presidente con voz de pocos amigos- los  compañeros del fondo de acabar su asamblea para que podamos seguir con  el Congreso?
En años sucesivos se generalizaría, poco a poco, como símbolo de la CNT, la imagen de Hércules y el león.
Discursos del mitin de clausura
Discurso de Joan Peiró i Belis:
Proletarios de Barcelona, salud.
Estoy orgulloso de que toda la organización de Badalona me haya delegado para tan gran acto.
El  Congreso de la Confederación Regional es testimonio de una alentadora  esperanza para un futuro no lejano. Acaba de cumplir, el proletariado de  Catalunya, una misión de las más alta trascendencia. El Congreso es el  punto de partida del resurgimiento del proletariado catalán. Y los  acuerdos tomas en él es necesario que sean un hecho lo antes posible.  Nuestros intereses peligran. Es preciso hacerse fuertes contra el  triunvirato del capitalismo, la religión y el Estado. 
No me cansaré de repetirlo. Hay que tener en cuenta la necesidad que se impone de cumplir los acuerdos del Congreso.
La  unión del proletariado de España es una aspiración general. Hace tiempo  que hablamos de eso, y por encima de las tácticas y procedimientos,  deben fusionarse la Confederación Nacional del Trabajo y la Unión  General de Trabajadores, para luchar contra la tiranía del capitalismo.  Pero si lo creyéramos necesidad del momento, nos equivocaríamos. Antes  hay que agrupar nuestras fuerzas en potentes bloques.
¿Como? Hemos sintetizado la fórmula en Sindicatos Únicos de Ramo o Industria.
La  causa de nuestra debilidad aparente es la disgregación. La organización  en pequeños sindicatos es precaria; por que cada capilla mantiene  siempre su criterio. Y este criterio a veces estrecho, impide que en  nuestras luchas nos mostremos unidos. Eso nos hace débiles ante la  burguesía.
Por eso sentimos la necesidad imperiosa de los Sindicatos de Industrias y sus similares.
Deben  desaparecer también, para que sea más profundo nuestro espíritu de  generosidad, las diferencias entre oficiales y aprendices, entre  oficiales y peones de un mismo oficio.
Es  un bochorno que obreros que son explotados por un solo burgués, estén  divididos en dos o más sindicatos. Esto nos impide que al plantear  nuestras luchas, demos a la burguesía la sensación de una fuerzas  irresistible a cuyo empuje no podrá oponer obstáculo alguno. Antes al  contrario, cree que con un poco de resistencia, hemos de abandonar  nuestras demandas porqué nos faltan medios de resistencia y ataque para  hacerlas prevalecer.
Para  evitar eso precisa que impere entre todos los obreros un solo criterio.  Los movimientos obreros necesitan que no haya un solo compañero que  retroceda, para no fracasar.
Lo  dicho en el Congreso sobra para que comprendáis la necesidad del  sindicato único y la precisión de que cristalice en una realidad.
Logremos  la constitución de los sindicatos únicos y podremos pensar en algo  mejor que las cuestiones del momento. Logremos la constitución de los  sindicatos únicos y podremos pensar en la propaganda del ideal.
Es  un deber nuestro espiritualizarnos y borrar la grosería dominante.  Pensemos en la armónica sociedad futura. Hagamos comprender a los que  tienen prejuicios, que el sindicato sirve para conquistar la libertad y  para restablecer un mayor estado de justicia. 
Discurso de Salvador Seguí:
Compañeros:  Os agradeceré un poco de silencio, lo que espero de vuestra  benevolencia, porque mis condiciones físicas no permitirán, tal vez, que  llegue mi voz a todos vosotros y harán que en este acto no me extienda  en demasiadas consideraciones. Así, pues, seré muy breve; de ello doy  promesa.
El  Congreso que tiene su coronación en este acto, lo han dicho todos los  que me han precedido en el uso de la palabra y yo lo repito, es de una  importancia capitalísima. Lo es porque cuando creía la burguesía  catalana que la Confederación Regional había recibido un golpe de  muerte; que nuestras energías se habían agotado y nuestros métodos se  habían declarado en quiebra, nos levantamos más fuertes que nunca, y con  una potencia y una capacidad superiores conquistamos nuestras  posiciones. Es mirando las luchas pasadas que se creía que el  proletariado quedaría anémico, que no podría hacer más que una vida  vegetativa, y que tendríamos que conformarnos con lo que se nos diera  como una limosna.
El  Congreso ha demostrado que los trabajadores de Cataluña no solamente  sabrán desquitarse de los procedimientos con ellos empleados; ha  demostrado también que nos han sobrado energías para ocuparnos de las  cosas presentes y para discutir y preparar las cosas del porvenir.
El  hecho anormal, la locura desencadenada de formas gigantescas que se ha  producido en el mundo, ha despertado las conciencias y ha hecho ver la  necesidad de preparamos para las luchas del porvenir. Los problemas que  han de plantearse después de la universal matanza, no los resolverán los  gobiernos capitalistas, porque ya la conciencia de los trabajadores no  permite que se les engañe. No podrán resolverlo, porque el problema es  de tan difícil solución que tal vez nosotros, en este momento, tampoco  podríamos resolverlo si nos exigieran la responsabilidad de ello.
No  hay posibilidad humana de hacerlo segura y matemáticamente. Es muy  hondo. No es una solución lo que hacen los ingleses; no lo resuelve el  vincular la riqueza en el Estado sino que hay que entregarla al pueblo  que es el elemento creador de dicha riqueza. Lloyd George, a quien  consideramos como el tipo representativo del nuevo sistema capitalista,  que tiende a vincular la riqueza en el Estado, sufre una gran  equivocación. Las 600.000 casas que se construyen en Inglaterra para  entregarlas a los obreros después de la guerra, ya es hoy una solución  mezquina. Lloyd George, en quien reconocemos, aunque sea nuestro  adversario, una gran capacidad, fracasará. No se contentará con chozas  quien ha ofrecido su vida; querrá la justicia y la libertad completas;  rechazará la tutela del Estado. La guerra se prolonga porque la  burguesía no encuentra una fórmula para terminarla. Y esto sucede lo  mismo en Alemania y Austria, que en Francia, Italia e Inglaterra.  Aceptemos la posibilidad de que sea cierta la expresión de Wilson cuando  dice que los aliados encarnan la justicia; pero esta justicia y esta  libertad no son la justicia y la libertad nuestras; no son la justicia y  la libertad de los compañeros de los Estados Unidos y de los  trabajadores del mundo entero.
La  trascendencia del Congreso radica en que nos da la posibilidad de  llevar a nuestras organizaciones el máximum de su potencia. Para ello no  tenemos más que poner en práctica las pautas de. Organización que él  nos ha trazado. Cuando termine la guerra, cuando las cuestiones se  resuelvan más bien por los dictados de la pasión que por los consejos de  cerebro, si no representamos una fuerza inmensa, si no somos una  agrupación potentísima por nuestra cohesión y por nuestra capacidad,  seremos juguetes de la burguesía.
Pero  si nos superamos, si conquistamos nuestra capacidad y nos colocamos en  condiciones de actuar de un modo enérgico, de hacer frente a todas las  posibilidades de ataque, seremos respetados, atendidos y nos  impondremos.
Compañeros:  pasando por encima de todo, procuremos que la organización fuerte sea  un hecho, para hacer frente a la burguesía catalana, a la burguesía  española, a la burguesía del mundo todo.
¡Trabajadores  de Barcelona que habéis sellado con vuestro entusiasmo la labor del  Congreso Regional; camaradas delegados, que en representación de la  Cataluña que piensa y trabaja asististeis a las tareas del Congreso cuyo  epílogo hacemos esta noche aquí, yo en vuestro nombre saludo a todos  los explotados de la tierra, que, como nosotros, esperan el reino de la  justicia y de la libertad! 
Han concluido las tareas del Congreso.
Ha terminado el acto.
        
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