martes, 15 de marzo de 2011

El sujeto Prometeico

Extracto del libro EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI de Heinz Dieterich Steffan 


El mercado como sistema autorregulado y anónimo (cibernético) —como lo plantean los ideólogos del capital— es, por supuesto, un código propagandístico que sólo existe en la teología de los economistas burgueses. El nuevo dios, supuestamente incógnito y todopoderoso en sus decisiones, que ellos llaman “mercado mundial”, es tan identificable como el viejo Jahvé. No anda en huaraches ni con barba bíblica, sino en Mercedes Benz y con trajes de Armani. Su decálogo no tiene diez mandamientos, sino uno solo: la tasa de ganancia. Su casa sagrada es la bolsa de valores y su residencia terrenal son las mansiones de los barrios altos de la burguesía. Y sí, hay causantes y culpables concretos de los horrores que conjura contra la humanidad. Son los cinco mil multimillonarios y los políticos profesionales a su servicio, que son responsables del infierno dantesco que viven miles de millones de seres humanos. Es esa elite plutocrática global cuyas decisiones de inversión en búsqueda de la máxima ganancia, determinan las tasas de desempleo, de hambre, de destrucción ecológica, de deuda externa y de los conflictos bélicos. Nada de anónimo ni todopoderoso ni cibernético, tiene el mercado que pulveriza al individuo. En cambio, todo lo tiene de un régimen antidemocrático y antiético construido y operado por una oligarquía mundial.
La economía nacional de mercado capitalista reduce al homo sapiens a homo oeconomicus; al status de capital humano, como dicen acertadamente sus economistas. No es más que una forma de
aparición del capital, que coexiste al lado de sus hermanos gemelos: el capital fijo (tecnología) y el capital monetario. De esta manera, el sistema y sus mandarines confirman lo que Marx expresó con
diáfana claridad hace ciento cincuenta años: el ser humano es, y no puede ser otra cosa, para el burgués, que capital variable: una concreción pasajera en una perenne relación de explotación
social.


La disolución definitiva de la solidaridad y la conciencia histórica —últimos baluartes de los pobres— es la condición necesaria para la implementación definitiva de la utopía del mercado total y el regreso de las mayorías tercermundistas al estado mental paleolítico de la evolución, donde la infancia de la razón condenaba al homo sapiens a una existencia doblemente esclava: la de las fuerzas objetivas y la de sus proyecciones subjetivistas, no comprendidas.

Incipit vita nuova (“empieza la vida nueva”) es la bandera y filosofía de los arquitectos que modelan el nuevo mundo según su imagen: inversionistas, ejecutivos, especuladores y políticos
trasnacionales quienes a semejanza de la génesis bíblica están construyendo la nueva casa del hombre mediante un proceso autocrático, a espaldas de todo control democrático de la población
mundial. Pero, lo que está en juego es el futuro de la humanidad y este futuro no puede depender de mentes utilitaristas e intereses mezquinos que confunden sus éxitos de explotación, con la
predestinación divina y la ley del valor con la esencia humana.

La destrucción del sujeto en la sociedad burguesa es inevitable. Lo que los filósofos de la Escuela de Frankfurt, Adorno, Horkheimer y otros, deploraron hace siete décadas, es la consecuencia lógica de la disfuncionalidad del ciudadano crítico frente al entorno institucional del sistema. Ante la creciente contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas, la riqueza social —que por primera vez hace posible la plena autodeterminación y realización racional, ética y estética del sujeto— y la camisa de fuerza de la democracia plutocrática-formal del sistema, la atrofía del sujeto como ente consciente es indispensable para impedir su rebelión masiva contra este sistema.


El sujeto prometéico se vuelve obstáculo y peligro para el capitalismo global, porque entiende lo que es y lo que podría ser. Ve que el sistema le roba la vida y reacciona frente al robo. Y en lamedida en que se agudiza la contradicción entre la abundancia material del nuevo milenio, las restricciones de la democracia formal y las necesidades y anhelos del sujeto, incrementa la disposición de la gente a luchar por un cambio cualitativo. Y al no poder democratizar la economía ni la democracia burguesa, la conclusión del sujeto será obvia: la necesidad de otra civilización.

1 comentario:

  1. EL SUJETO PROMETEICO NO ES PELIGROSO PARA EL CAPITALISMO YA QUE EL FUE EL QUE INVENTO EL CAPITALISMO, RAZON POR LA QUE LOS GRIEGOS LE ODIABAN, PROMETEO FUE UN LADRON QUE ROBO EL FUEGO A LOS DIOSES Y PROMETEO SIGUIO TODA SU VIDA ROBANDO, PROMETEO CRITICA AL CAPITALISMO PORQUE NO ROBA LO SUFICIENTE EL DESEA QUE ROBE MAS, PROMETEO ES EL DESTRUCTOR DE LA NATURALEZA, POR ESO ERA EL UNICO DEL PANTEON GRIEGO AL QUE SE SACRIFICABAN ANIMALES VIVOS Y PODRIAMOS SEGUIR...

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