Texto de la Coordinadora de Solidaridad con los Insurgentes en
Brasil, titulado “Contra la Copa Mundial de la FIFA y de las
multinacionales de la explotación de los oprimidos y de la destrucción
de su vida”.
Hace más de un año que en Brasil tiene lugar un conflicto de larga duración y de creciente intensidad. Es una guerra en la cual uno de los bandos es el Estado, que con motivo de la celebración de la Copa Mundial en junio de 2014 y de los Juegos Olímpicos de 2016, está intentando reestructurar todos los métodos de explotación y opresión de los de abajo. El otro bando está formado por cientos de miles de manifestantes, anarquistas e izquierdistas, personas sin hogar y marginadas, que se resisten con todos los medios que tienen a su disposición.
Desde el año 2008 el Estado intenta reestructurar las zonas que se encuentran en torno a los estadios en los que se celebrarán los partidos de la Copa Mundial, aplicando un plan de “pacificación”. Evacuando y destruyendo las favelas que se encuentran en las zonas aledañas de los estadios, pretende deshacerse de los que el mismo Sistema ha tirado a las favelas como una basura, a fin de crear zonas con edificios de lujo y altos alquileres. Las favelas, áreas que hasta hoy servían para limitar las agitaciones causadas por la miseria aguda sufrida por los marginados en Brasil, ya son una carga que tiene que quitarse de encima (desaparecer), incluso si esto supone la persecución de personas que no pueden estar quietas en ningún lugar, dado que su existencia por sí es un problema (molestia) para el Estado brasileño y la clase dominante.
El intento de someter a los que resisten es reforzado con las nuevas leyes antiterroristas que criminalizan cualquier protesta contra el Estado, así como con operaciones de tipo militar dentro de las ciudades. Para reprimir las protestas, el gobierno trajo para la Policía militar unos instructores especiales de Europa y EE.UU. Con una decisión del Congreso se van a crear tribunales especiales, y los luchadores condenados serán encarcelados con la acusación del “terrorista”. Aproximadamente 55.000 soldados serán utilizados contra los manifestantes durante la Copa Mundial de Fútbol.
Un hecho indicativo (significativo) que muestra tanto la intensidad de la represión como la lucha tenaz llevada a cabo por los de abajo en Brasil es la manifestación que se realizó en Río de Janeiro el 2 de junio de 2014 contra el aumento de las tarifas de los billetes en el transporte público, en la cual tomaron parte más de 20.000 manifestantes. Se señala que en algunos casos, especialmente en las zonas turísticas, los precios han aumentado en un 400%. La intención de maximizar los beneficios de la afluencia de los turistas que llegarán a Brasil durante la Copa Mundial conduce a los pobres a una miseria aún mayor. Es un ejemplo ilustrativo de lo destructiva que es la celebración espectacular de la Copa Mundial de Fútbol para la vida de los miembros de las clases inferiores. Durante la manifestación un camarógrafo fue golpeado y herido gravemente cuando los maderos de la PMER (la Policía militar de Brasil) lo dispararon para asesinarlo, y actualmente está en estado de coma. Seis personas resultaron gravemente heridas, y veinte manifestantes fueron arrestados. Esta fue la represión más sangrienta después de las protestas masivas del pasado verano contra el aumento de los precios de los billetes en el transporte público.
Algunos acontecimientos ilustrativos de la fuerza con la que las fuerzas represivas atacan a los manifestantes son las cargas contra los manifestantes del Movimiento de los Agricultores sin Tierra (MST) el 12 de febrero de 2014, cuando ellos llegaron frente al palacio presidencial, donde los maderos dispararon gases lacrimógenos contra ellos, y utilizaron balas de goma contra la multitud. También, la evacuación de la Comunidad de la Paz en Vicente Pinzón, Fortaleza. La operación comenzó en la mañana del jueves 20 de febrero de 2014, con el fin de facilitar la construcción de edificios de lujo en el ámbito del desarrollo turístico y en general de la maximización de las ganancias obtenidas de la especulación sobre el alojamiento.
La resistencia de los habitantes (de esta zona) refleja el espíritu que prevalece. Durante todo el día la gente estuvo enfrentándose a la Policía, montando barricadas y tratando de evitar que los camiones entraran en sus casas. El 30 de marzo de 2014 la Policía militar, con el apoyo de unidades militares, invadió y ocupó la favela Maré en Río de Janeiro. De esta invasión de la Policía en este barrio de clase baja un joven más fue asesinado de los disparos de la Policía. Por último, el 22 de abril a la madrugada el 26añero Douglas Rafael da Silva Pereira fue asesinado a golpes por la Policía militar durante una operación policial. A la mañana del mismo día los vecinos insurgentes comenzaron a manifestar. Se montaron barricadas en las calles de las favelas, y una guerra comenzó entre los vecinos armados con palos, piedras y botellas y los maderos armados con granadas y armas automáticas. Durante el conflicto, el 27añero Edilson dos Santos Silva cayó muerto cuando fue disparado a la cabeza. Obviamente, los muertos de las balas y las palizas son más de dos. En varios casos de evacuaciones de favelas ha habido muertos, pero rara vez son publicados sus nombres, mientras que la mayoría de las veces las causas de su muerte no se hacen públicas. No es una coincidencia que hubiera que llegar a la semana anterior a la Copa Mundial para dar a conocer los nombres de decenas de niños que han sido víctimas de las operaciones de la Policía en las favelas.
Las planificaciones del Estado y de la patronal no difieren, ya se trate de Brasil, Grecia o Sudáfrica. Como en Grecia en 2004, en Brasil el Capital y el Estado se valen del atletismo comercializado para esconder tras las caras sonrientes y el ambiente festivo la intensificación del control, la represión, los obreros asesinados en las obras – calabozos, el deterioro creciente de la vida cotidiana de millones de oprimidos. El hecho de que las protestas y los enfrentamientos que tuvieron lugar en muchas ciudades de Brasil hace un año continúan hasta hoy, demuestra que los cientos de miles de oprimidos que se rebelaron contra las planificaciones del Estado brasileño, así como contra el Capital trasnacional, siguen luchando y se niegan a ceder (rendirse). Y hablamos de personas que adoran el fútbol.
Los insurgentes insisten en enfrentarse con el Ejército y la Policía, no cediendo ante los muertos y los heridos, exigiendo comida, alojamiento y asistencia sanitaria, y no los estadios modernísimos anunciados durante los partidos de fútbol en la televisión. La lucha tenaz de los oprimidos sólo nos puede inspirar y darnos esperanza de que los focos de la resistencia y la lucha no sólo no desaparecen sino que están aumentando. La lucha contra la ofensiva del Estado brasileño es nuestra lucha también. La lucha contra la Copa Mundial de Brasil es nuestra lucha también.
El texto en griego.
Fuente: http://verba-volant.info/es/coordinadora-de-solidaridad-con-los-insurgentes-en-brasil-contra-la-copa-mundial-de-la-fifa-y-de-las-multinacionales/
Hace más de un año que en Brasil tiene lugar un conflicto de larga duración y de creciente intensidad. Es una guerra en la cual uno de los bandos es el Estado, que con motivo de la celebración de la Copa Mundial en junio de 2014 y de los Juegos Olímpicos de 2016, está intentando reestructurar todos los métodos de explotación y opresión de los de abajo. El otro bando está formado por cientos de miles de manifestantes, anarquistas e izquierdistas, personas sin hogar y marginadas, que se resisten con todos los medios que tienen a su disposición.
Desde el año 2008 el Estado intenta reestructurar las zonas que se encuentran en torno a los estadios en los que se celebrarán los partidos de la Copa Mundial, aplicando un plan de “pacificación”. Evacuando y destruyendo las favelas que se encuentran en las zonas aledañas de los estadios, pretende deshacerse de los que el mismo Sistema ha tirado a las favelas como una basura, a fin de crear zonas con edificios de lujo y altos alquileres. Las favelas, áreas que hasta hoy servían para limitar las agitaciones causadas por la miseria aguda sufrida por los marginados en Brasil, ya son una carga que tiene que quitarse de encima (desaparecer), incluso si esto supone la persecución de personas que no pueden estar quietas en ningún lugar, dado que su existencia por sí es un problema (molestia) para el Estado brasileño y la clase dominante.
El intento de someter a los que resisten es reforzado con las nuevas leyes antiterroristas que criminalizan cualquier protesta contra el Estado, así como con operaciones de tipo militar dentro de las ciudades. Para reprimir las protestas, el gobierno trajo para la Policía militar unos instructores especiales de Europa y EE.UU. Con una decisión del Congreso se van a crear tribunales especiales, y los luchadores condenados serán encarcelados con la acusación del “terrorista”. Aproximadamente 55.000 soldados serán utilizados contra los manifestantes durante la Copa Mundial de Fútbol.
Un hecho indicativo (significativo) que muestra tanto la intensidad de la represión como la lucha tenaz llevada a cabo por los de abajo en Brasil es la manifestación que se realizó en Río de Janeiro el 2 de junio de 2014 contra el aumento de las tarifas de los billetes en el transporte público, en la cual tomaron parte más de 20.000 manifestantes. Se señala que en algunos casos, especialmente en las zonas turísticas, los precios han aumentado en un 400%. La intención de maximizar los beneficios de la afluencia de los turistas que llegarán a Brasil durante la Copa Mundial conduce a los pobres a una miseria aún mayor. Es un ejemplo ilustrativo de lo destructiva que es la celebración espectacular de la Copa Mundial de Fútbol para la vida de los miembros de las clases inferiores. Durante la manifestación un camarógrafo fue golpeado y herido gravemente cuando los maderos de la PMER (la Policía militar de Brasil) lo dispararon para asesinarlo, y actualmente está en estado de coma. Seis personas resultaron gravemente heridas, y veinte manifestantes fueron arrestados. Esta fue la represión más sangrienta después de las protestas masivas del pasado verano contra el aumento de los precios de los billetes en el transporte público.
Algunos acontecimientos ilustrativos de la fuerza con la que las fuerzas represivas atacan a los manifestantes son las cargas contra los manifestantes del Movimiento de los Agricultores sin Tierra (MST) el 12 de febrero de 2014, cuando ellos llegaron frente al palacio presidencial, donde los maderos dispararon gases lacrimógenos contra ellos, y utilizaron balas de goma contra la multitud. También, la evacuación de la Comunidad de la Paz en Vicente Pinzón, Fortaleza. La operación comenzó en la mañana del jueves 20 de febrero de 2014, con el fin de facilitar la construcción de edificios de lujo en el ámbito del desarrollo turístico y en general de la maximización de las ganancias obtenidas de la especulación sobre el alojamiento.
La resistencia de los habitantes (de esta zona) refleja el espíritu que prevalece. Durante todo el día la gente estuvo enfrentándose a la Policía, montando barricadas y tratando de evitar que los camiones entraran en sus casas. El 30 de marzo de 2014 la Policía militar, con el apoyo de unidades militares, invadió y ocupó la favela Maré en Río de Janeiro. De esta invasión de la Policía en este barrio de clase baja un joven más fue asesinado de los disparos de la Policía. Por último, el 22 de abril a la madrugada el 26añero Douglas Rafael da Silva Pereira fue asesinado a golpes por la Policía militar durante una operación policial. A la mañana del mismo día los vecinos insurgentes comenzaron a manifestar. Se montaron barricadas en las calles de las favelas, y una guerra comenzó entre los vecinos armados con palos, piedras y botellas y los maderos armados con granadas y armas automáticas. Durante el conflicto, el 27añero Edilson dos Santos Silva cayó muerto cuando fue disparado a la cabeza. Obviamente, los muertos de las balas y las palizas son más de dos. En varios casos de evacuaciones de favelas ha habido muertos, pero rara vez son publicados sus nombres, mientras que la mayoría de las veces las causas de su muerte no se hacen públicas. No es una coincidencia que hubiera que llegar a la semana anterior a la Copa Mundial para dar a conocer los nombres de decenas de niños que han sido víctimas de las operaciones de la Policía en las favelas.
Las planificaciones del Estado y de la patronal no difieren, ya se trate de Brasil, Grecia o Sudáfrica. Como en Grecia en 2004, en Brasil el Capital y el Estado se valen del atletismo comercializado para esconder tras las caras sonrientes y el ambiente festivo la intensificación del control, la represión, los obreros asesinados en las obras – calabozos, el deterioro creciente de la vida cotidiana de millones de oprimidos. El hecho de que las protestas y los enfrentamientos que tuvieron lugar en muchas ciudades de Brasil hace un año continúan hasta hoy, demuestra que los cientos de miles de oprimidos que se rebelaron contra las planificaciones del Estado brasileño, así como contra el Capital trasnacional, siguen luchando y se niegan a ceder (rendirse). Y hablamos de personas que adoran el fútbol.
Los insurgentes insisten en enfrentarse con el Ejército y la Policía, no cediendo ante los muertos y los heridos, exigiendo comida, alojamiento y asistencia sanitaria, y no los estadios modernísimos anunciados durante los partidos de fútbol en la televisión. La lucha tenaz de los oprimidos sólo nos puede inspirar y darnos esperanza de que los focos de la resistencia y la lucha no sólo no desaparecen sino que están aumentando. La lucha contra la ofensiva del Estado brasileño es nuestra lucha también. La lucha contra la Copa Mundial de Brasil es nuestra lucha también.
El texto en griego.
Fuente: http://verba-volant.info/es/coordinadora-de-solidaridad-con-los-insurgentes-en-brasil-contra-la-copa-mundial-de-la-fifa-y-de-las-multinacionales/
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