jueves, 13 de junio de 2013

Mensaje tranquilizador a la "ciudadanía" ante la actual situación.

Tranquilos, tranquilos, no perdáis la calma. Muchos de vosotros estáis en paro, otros habéis perdido la casa, a algunos les han retirado las subvenciones, a muchos les han bajado el sueldo y les han aumentado la jornada de trabajo, la inmensa mayoría está sufriendo las consecuencias de los recortes en la sanidad y en la escuela pública; pero de verdad, estad tranquilos, todo volverá a la normalidad, sólo tenéis que tener un poco de paciencia, ya cada vez falta menos. Os aseguro que ellos están orgullosos de vosotros, lo estáis haciendo muy bien (especialmente aquéllos y aquéllas que estáis participando tan desinteresadamente en sus revueltas prefabricadas).
El plan consiste en haceros desear, con todas vuestras fuerzas, las cadenas que hace tiempo os impusieron, en darle un nuevo colorido a las paredes de la prisión en la que estáis encerrados. Ellos pensaron lo siguiente: “¿Cómo podemos hacer que estos seres vivos deseen con todos sus fuerzas seguir viviendo en cautiverio? ¿Qué podemos hacer para que no se les vuelva a pasar por la cabeza la idea de abandonar el rebaño? ¿Cómo podemos conseguir que sigan amando una forma de vida tan aberrante y desnaturalizada como la que viven hoy en día? Muy fácil, representemos a escala mundial un drama en diferentes actos: crisis económica, despidos masivos, recortes, manifestaciones, huelgas, desalojos, corrupción política y empresarial (y muchas otras cosas que aún quedan por llegar). Hagámosles pasar durante un tiempo por situaciones que les provoquen graves estados de estrés y ansiedad, y cuando por fin estén a punto de reventar, volvamos a ofrecernos como sus salvadores. Cambiaremos algunas pequeñas cosillas para que nada cambie, y asunto resuelto. Les tendremos otra vez comiendo de nuestras manos con más ganas y pasión que nunca”.

Por eso, estad tranquilos, no perdáis la calma, se trata sólo de una situación temporal, pasajera, tras la cual, todo volverá a ser como antes. Sólo tenéis que esperar un poquito. Recuperaréis vuestros alienantes y embrutecedores puestos de trabajo, con aumento de sueldo incluido, para que podáis compraros un nuevo hueco en esas torres de ladrillos y hormigón llamadas edificios, construidos en esas macrocárceles hiperpobladas y deshumanizadas llamadas ciudades. Vuestros hijos volverán a ser adoctrinados y lobotomizados con mucha mayor eficacia que antes en las escuelas y universidades. Vuestra salud volverá a estar en manos de mercenarios, cuyo objetivo principal será el de haceros yonquis de por vida de los productos farmacéuticos, con el fin de convertiros en robots más productivos y más adaptados a una sociedad contranatura.

Cuando todo esto pase, tan sólo lo recordaréis como una terrible pesadilla; una pesadilla que se os quedará gravada a fuego en vuestro subconsciente para toda la vida (y que vosotros mismos os encargaréis de gravar en la mente de las generaciones venideras). De este modo, las cadenas con las que os volverán a esclavizar os darán la impresión de ser menos cadenas, y las cárceles en las que os volverán a encerrar, menos cárceles. Habréis conseguido hacer su sueño realidad: los prisioneros convertidos en sus propios carceleros.

Ánimo, sólo tenéis que aguantar un poco más y volveréis, otra vez, a sentiros plenamente satisfechos con vuestra condición de siervos. Cuando por fin hayan conseguido borrar de vuestras mentes el significado de la palabra Libertad, todo habrá acabado.

“La explotación del país, la extensión de la soberanía sobre la tierra, en la medida que excede de las fuerzas naturales del individuo, sólo ha sido posible hasta hoy en la historia porque antes de instituir la propiedad de la tierra, o al mismo tiempo, se realizó la necesaria servidumbre del hombre. En los periodos ulteriores de la evolución esa servidumbre se suavizó, y su aspecto actual en los Estados más civilizados es un salariado.” Karl Eugen Dühring, ideólogo burgués de mediados del siglo XIX (extraído del Anti-Dühring, Parte II, Cap. IV, Engels). 


Fuente:El poder de eros y psique

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