(A los seres que van dejando su vida en las aguas del estrecho,
tras su intento por lograr mayores niveles de dignidad humana.)
El velo de la noche
los mantuvo en secreto,
fue cómplice absoluto,
emoción compartida,
refugio de ilusiones,
de esperanzas, de sueños…
Con el bello erizado por el frío
y la mirada puesta en lontananza,
abrazaban sin pausas la noche infinita.
Los nervios retrasaron el paso de las horas;
mascaron cigarrillos,
musitaron plegarias…
¿Como vencer la intensidad del miedo,
la soledad, la angustia, la distancia,
la sensación fatal de un laberinto,
el vómito de fuego,
de impotencia o de rabia…?
La serpiente del mar
empezaba a engullirlos
antes que apenas despuntara el alba;
pero el silencio ahogaba todo grito de auxilio.
Ni siquiera los vientos ayudaron;
no quiso el mar llevarlos a otra orilla,
y fue su sangre un ascua derretida,
rojo carmín sobre la flor de pascua.
Benito Gallardo Martín
tras su intento por lograr mayores niveles de dignidad humana.)
El velo de la noche
los mantuvo en secreto,
fue cómplice absoluto,
emoción compartida,
refugio de ilusiones,
de esperanzas, de sueños…
Con el bello erizado por el frío
y la mirada puesta en lontananza,
abrazaban sin pausas la noche infinita.
Los nervios retrasaron el paso de las horas;
mascaron cigarrillos,
musitaron plegarias…
¿Como vencer la intensidad del miedo,
la soledad, la angustia, la distancia,
la sensación fatal de un laberinto,
el vómito de fuego,
de impotencia o de rabia…?
La serpiente del mar
empezaba a engullirlos
antes que apenas despuntara el alba;
pero el silencio ahogaba todo grito de auxilio.
Ni siquiera los vientos ayudaron;
no quiso el mar llevarlos a otra orilla,
y fue su sangre un ascua derretida,
rojo carmín sobre la flor de pascua.
Benito Gallardo Martín
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