El escepticismo me parece muy recomendable, como también el
antidgomatismo. Sin dejar de hacer frente común con Fernández Paniagua
ante las manifestaciones concretas de dogmatismo de las que se duele,
no puedo dejar de notar que escribe "Razón" con mayúsculas y se ubica
en la nostalgia de una "Ilustración" (también con mayúsculas) que juzga
insuficiente.
La razón se me aparece como un proceso producto de la mente humana (yo creo que ésta emerge del cerebro, pero podemos consensuar que emerge de la forma concreta de existencia de cada humano) y por ello dudo de que sea digna de mayúsculas. Si colocamos la razón en un plano superior a nosotros mismos, la elevamos al rango de árbitro "objetivo" que establece una verdad única, abriendo las puertas al dogmatismo en nombre de la razón. Sin embargo la propia razón produce en casos relevantes resultados inconsistentes, manifestando una cierta inconsistencia interna1.
NOTAS (autocomentarios):
1 - Pienso en el caso de la naturaleza dual onda-corpúsculo de las radiaciones electromagnéticas, que da lugar a una formulación probabilística de la realidad física, pese a que la conocemos como determinista y discreta e incluso partimos de esa premisa para formular su naturaleza probabilística.
2 - Para ello también debería existir una verdad objetiva y absoluta, única, lo cual es algo que no está nada claro a ningún nivel, como apunto en la nota anterior.
3 - En un interesante proceso en que las causas (observación) se dan con posterioridad a los hechos en la determinación de unos resultados (la idea de verdad), acercando la propia estructura de la concepción convencional de causalidad al espacio de lo discutible.
4 - Más bien, se desarrollan bajo objetivos definidos, que aunque suene parecido es algo bien diferente.
5 - Nótese cómo con cierta frecuencia se caracterizan los regímenes totalitarios que menociono como delirios colectivos de las sociedades que lo viven y padecen, quizá esa caracterización es acertada y debiera extenderse también a cualquier otro régimen social.
Ricardo Leocario
La razón se me aparece como un proceso producto de la mente humana (yo creo que ésta emerge del cerebro, pero podemos consensuar que emerge de la forma concreta de existencia de cada humano) y por ello dudo de que sea digna de mayúsculas. Si colocamos la razón en un plano superior a nosotros mismos, la elevamos al rango de árbitro "objetivo" que establece una verdad única, abriendo las puertas al dogmatismo en nombre de la razón. Sin embargo la propia razón produce en casos relevantes resultados inconsistentes, manifestando una cierta inconsistencia interna1.
Incluso aunque existiese una razón objetiva, absoluta y cierta a la hora de discriminar la verdad2
la razón no se manifiesta pura en nuestra experiencia consciente en
ningún caso. Razón de más (paradojas del lenguaje) para tomar la razón
sólo como un proceso útil (y hasta cierto punto inevitable) de nuestra
existencia: pese a las paradojas de la cuántica, la ingeniería
macroscópica y química siguen funcionando, y no podemos en la mayoría
de los aspectos alterar la realidad que experimentamos a voluntad por
más que dudemos de la existencia de una verdad unitaria e intuyamos que
lo que percibimos como verdad está en cierto modo influenciado por la
propia observación3. Pero la razón y la verdad, aunque en un
ámbito amplio sean funcionales y casi obligadas, no dejan de ser
producto de la existencia humana (de cada ser humano concreto, puesto
que no parece posible afirmar que a este respecto, o a cualquier otro,
exista una única naturaleza humana) y no pueden ser colocadas por
encima del nivel humano. Esto es importante, puesto que defiendo que
además no DEBEN ser colocadas por encima de lo humano, en tanto que
constituirían una instancia superior que justificase toda suerte de
autoritarismos y, por supuesto, dogmatismos. La razón y la ciencia no
son estrictamente objetivas ni se desarrollan en condiciones de
objetividad4.
¿Dónde nos deja esto? Pues ante la visión clara de que la verdad y la
razón son (incluso si no puedo dejar de morirme si me atravieso el
corazón con un cuchillo por más que descrea la muerte) convenciones,
delirios colectivos consensuados, si se desea. ¿Tiene esto relevancia
aparte de las piruetas filosóficas? Pues sí. Porque al empujarnos al
relativismo nos pone (de forma paradójica) ante una dura realidad: no
existen bien ni mal objetivos, dado que en nuestra existencia humana la
medida de todas las cosas nos viene impuesta como la medida humana. No
podemos abrazarnos ya al bien supremo o una naturaleza humana universal
para condenar el holocausto nazi, promover la anarquía o defender el
capitalismo, por dar varios ejemplos bien conectados con lo que ocurre
en la realidad. Nos vemos obligados a dar un paso adelante y
autodeterminarnos y consensuar entre las diferentes razones humanas y
verdades humanas la razón, la verdad, el bien y la belleza que van a
constituir nuestra experiencia consciente. Nos vemos obligados a un
continuo ejercicio de escepticismo y duda llevado más allá de los
ideales ilustrados de razón (ya sin mayúsculas) a un antidogmatismo aún
más radical y a asumir la parte activa de responsabilidad que nos toca
en la determinación del mundo.
Así que, sin dejar de combatir la emergencia de gurús, de fés
infundadas y de engañabobos de todo pelaje que saturan nuestra capacidad
crítica, llamo a un escepticismo que quizá pudieramos llamar
"humanista" (sin implicar nada más que el tomar la dimensión humana como
medida y el no apelar a absolutos o instancias superiores) en lugar
del clásico escepticismo "ilustrado" o "racionalista". No hay que
olvidar que la ilustración, la ciencia y la razón sirvieron de base a
la revolución industrial, la aparición del estado-nación, o los
cacareados regímenes alemán y pan-eslavo de mediados del siglo XX5 y,
en definitiva, son la base del mundo que hoy nuestra voluntad percibe
como indeseable y del deseo de superarlo que florece por doquier. Una
base que también creo que puede convienir superar.NOTAS (autocomentarios):
1 - Pienso en el caso de la naturaleza dual onda-corpúsculo de las radiaciones electromagnéticas, que da lugar a una formulación probabilística de la realidad física, pese a que la conocemos como determinista y discreta e incluso partimos de esa premisa para formular su naturaleza probabilística.
2 - Para ello también debería existir una verdad objetiva y absoluta, única, lo cual es algo que no está nada claro a ningún nivel, como apunto en la nota anterior.
3 - En un interesante proceso en que las causas (observación) se dan con posterioridad a los hechos en la determinación de unos resultados (la idea de verdad), acercando la propia estructura de la concepción convencional de causalidad al espacio de lo discutible.
4 - Más bien, se desarrollan bajo objetivos definidos, que aunque suene parecido es algo bien diferente.
5 - Nótese cómo con cierta frecuencia se caracterizan los regímenes totalitarios que menociono como delirios colectivos de las sociedades que lo viven y padecen, quizá esa caracterización es acertada y debiera extenderse también a cualquier otro régimen social.
Ricardo Leocario
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