martes, 30 de abril de 2013

Por un primero de mayo combativo, no folclórico


El 1º de Mayo no puede ser un día de fiesta, ni podemos tomárnoslo como un festivo laboral, ni convertirlo en una celebración folclórica. El trasfondo y el significado de este día son de toda la clase obrera. Podemos pensar que es algo del pasado, algo que ya no tiene nada que ver con nosotros/as, ya que fue en el siglo XIX y estamos en el siglo XXI. Podemos pensar que la situación de los/as trabajadores/as entonces era totalmente distinta a la nuestra, o que la sociedad ha cambiado y de nada sirve tener presente un día como este. O podemos convertirlo en un día donde disfrazarnos, dar un paseo con unos/as cuantos/as liberados/as sindicales y unas banderitas de plástico, echarnos unas risas, tomarnos unas cañas y volvernos a nuestras casas.

Ante la situación actual de la clase obrera, es vital y deber de todos/as los/as anarquistas volver a darle contenido reivindicativo a este día, el cual debería ser de paro total en todo el país y no solo una festividad reconocida y amparada por el gobierno.

El sentido del 1º de Mayo viene de la conmemoración de la revuelta de Haymarket en Chicago, EEUU. En plena revolución industrial, desde el 1 de Mayo de 1886, se vinieron dando una serie de protestas y huelgas para reivindicar la jornada laboral de 8 horas. Esta reivindicación era uno de los máximos exponentes en el movimiento obrero internacional, a través del lema: ocho horas de trabajo, ocho horas para el descanso y ocho horas para la cultura; ya que las jornadas laborales de los/as trabajadores/as (hombres, mujeres y niños/as) podían llegar a las 16 horas fácilmente con un sueldo miserable. Más de 200.000 trabajadores/as conseguirían la reducción de jornada por la sola amenaza de huelga el 1 de Mayo. En Chicago, las movilizaciones continuaron el 2 y el 3 de Mayo.

Tras un montaje policial con un artefacto explosivo al finalizar una manifestación pacífica que iba a ser brutalmente reprimida, se hizo un juicio farsa, reconocido históricamente como ilegítimo y malintencionado, contra ocho militantes obreros de tendencia anarquista, condenando a muerte a cinco de ellos y a reclusión a otros tres:

  • Samuel Fielden, inmigrante ingles de 39 años y obrero textil fue condenado a cadena perpetua.
  • Oscar Neebe, estadounidense de 36 años y vendedor fue condenado a 15 años de trabajos forzosos.
  • Michael Schwab, inmigrante alemán de 33 años y tipógrafo fue condenado a cadena perpetua.
  • George Engel, inmigrante alemán de 50 años y tipógrafo fue condenado a muerte en la horca.
  • Adolf Fischer, inmigrante alemán de 30 años y periodista fue condenado a muerte en la horca.
  • Albert Parsons, estadounidense de 39 años y periodista fue condenado a muerte en la horca.
  • August Vicent Theodore Spies, inmigrante alemán de 31 años y periodista fue condenado a muerte en la horca.
  • Louis Lingg, inmigrante alemán de 22 años y carpintero fue condenado a muerte y se suicidó en su propia celda.

No olvidemos que, en España, las 8 horas no llegaron hasta el año 1919, a través de la huelga general que se vivió en Barcelona durante el conflicto con la central eléctrica “La Canadiense”, auspiciado por la CNT. En la misma, se paralizó el 70% de la industria. Ganado el conflicto, se implantó esta reivindicación obrera internacional, las 8 horas.

Actualmente la situación de la clase obrera en España cada vez dista menos de las condiciones en las que vivían los obreros del siglo XIX. Si nos paramos a pensar, podemos ver que vivimos en un país con más del 25% de la población activa en situación de desempleo. Esta situación crea enormes dramas personales y sociales: la mayor parte de la población joven y de los/as trabajadores/as en paro no tiene acceso al mercado laboral, por lo que no tienen acceso a adquirir lo más básico para la supervivencia y el desarrollo personal; las familias se desestructuran; se genera un sentimiento de fracaso que lleva a la desesperación, a la drogadicción o al suicidio; se desahucian a los/as trabajadores/as de las viviendas construidas con las manos y el sudor de otros/as trabajadores/as, de las cuales se apoderan los bancos y por las que nos obligan a pagar la mayor parte del sueldo en forma de hipoteca durante 40 o 50 años.

Los/as que pueden trabajar se enfrentan a la precariedad y a la flexibilidad en el mercado laboral, el cual no da estabilidad a los/as trabajadores/as para llevar una vida digna, mantiene a los/as jóvenes en una precariedad absoluta con la promesa de conseguir un puesto fijo en cualquier empresa que solo busca mano de obra flexible y barata.

El paro funciona como un látigo que azota la espalda de los/as obreros/as para meterles miedo y que solo hace que agachen la cabeza y obedezcan, para que no sean ellos/as los/as que se queden en la calle, sin posibilidad alguna de volver a acceder al mercado laboral, arruinando así su vida y la de su familia.

Las medidas de protección social que ha repartido el gobierno a través del plan PREPARA, se han visto totalmente insuficientes, y, lejos de frenar la agitación social como se pretendía, solo han creado nuevos dependientes de los subsidios estatales que nunca podrán llegar a volver a adquirir autonomía como individuos y reincorporarse al mercado laboral. Así pues, la forma en la que el gobierno quiere enfrentarse a la agitación social que desde hace unos años se extiende por la península e islas, se basa en invertir en nuevos cuerpos represivos, armar a la policía, aumentar sus efectivos, aumentar el control social y, por tanto, la represión contra cualquier tipo de movimiento social.

Uno de los objetivos de esta vuelta de tuerca que supone la crisis en Europa, es el desmantelamiento y privatización del sector social, educativo y sanitario del que se gozaba hasta ahora, para que sean las empresas privadas las que gestionen nuestras vidas. Seremos tratados como clientes y mercancía que requieren un servicio y pagarán por el mismo. La gente con mejor poder adquisitivo tendrá un acceso mejor a la sanidad, mientras que los/as trabajadores/as tendremos una sanidad pésima o directamente no tendremos acceso a la misma. Así es como funciona el modelo norteamericano, y como dentro de poco funcionará en España.

Seremos adiestrados en las escuelas y las universidades como entes productivos y competitivos al servicio de los/as empresarios/as. Todo/a aquel/la que no se adapte a este funcionamiento, será desechado y no tendrá acceso nunca al mercado laboral. A las universidades solo tendrán acceso quienes tengan dinero, mientras que los/as hijos/as de los/as obreros/as serán rechazados/as. Estas mismas serán gestionadas por entidades privadas que adiestrarán al antojo y según las necesidades del mercado en cada momento.

Otro objetivo es el desmantelamiento completo del sector de producción en España, dejando a este país como una marca comercial para el turismo. La industria, ya desde tiempos del PSOE en los años 80, está siendo desmantelada y deslocalizada a países en vías de desarrollo, donde la mano de obra es mucho más barata y cuya situación política es mucho más férrea y autoritaria que la española. Así pues, es ya bien sabido cómo las principales marcas del sector textil tienen sus fábricas en Asia. Adidas tiene fábricas proveedoras en la India y China donde trabajan niños/as (jornadas de 12 horas y duermen en el suelo de la fábrica), mujeres a las que se acosa sexualmente, y la regularización de la relación laboral es prácticamente inexistente (salario por debajo de la legalidad, trabas a la actividad sindical, castigos físicos, salarios de 21 céntimos de euro a la hora, imposibilidad de coger bajas por enfermedad, control de embarazos, etc.).

Para no irnos más lejos, uno de los españoles más ricos del mundo, Amancio Ortega, ha engordado su emporio de Inditex deslocalizando las fábricas de España a otros países para ser más competitivo. Su última desfachatez ha sido el cierre de Confecciones Corrochano de Talavera de la Reina para trasladar la producción a Marruecos, dejando en la calle a 50 familias. Allí, las trabajadoras tendrán un contrato esclavista (si llegan a tenerlo), una jornada laboral de más de 50 horas semanales con una carga de trabajo mucho mayor, un salario mucho menor que el de España y una nula libertad de sindicación ni de organización. Además, el vicepresidente de este emporio ha declarado de manera reciente que acepta el trabajo infantil como “un mal menor”.

Tampoco debemos olvidar que parte de la culpa de estas situaciones la tenemos todos/as aquellos/as que nos dejamos llevar por las campañas de marketing, y nos hemos acostumbrado a consumir de forma continuada por mero placer, sin necesidad de ello, y que buscamos comprar cada vez más barato, para poder comprar más cantidad y más a menudo.

Viendo la nula disposición de los/as empresarios/as españoles/as para solucionar algo más que aquello que les conviene, como la congelación y reducción de salarios, limitar el derecho a huelga, limitar la actividad sindical, flexibilizar el mercado laboral, y vivir sin hacer nada más que enriquecerse del trabajo de los/as demás, podemos echar un vistazo a los/as políticos/as. Estos/as llevan años y años enriqueciéndose, robando y expoliando a los/as pobres a base de pelotazos urbanísticos, malversación de fondos, concesiones y favores de empresas privadas, y viviendo de subvenciones, sin producir absolutamente nada. Nos dan la imagen de la derecha y de la izquierda, de que todos miran por los/as trabajadores/as, con la desfachatez de presentarse el PP como el partido popular de los/as trabajadores/as, o el PSOE como el partido socialista de los/as obreros/as. Tras más de 35 años de democracia a medias, ha quedado totalmente demostrado que, tanto el PP y el PSOE, como otros más minoritarios, como IU y UPyD, carecen de orientación ideológica definida, ya que solo crean cargos para que los/as amigos/as de las cabezas visibles puedan parasitar sin trabajar ni producir. Velan tanto por sus intereses, como por los de los/as empresarios/as, la alta nobleza y los grandes bancos, y se aseguran un buen retiro como consejeros/as en las grandes empresas, como Telefónica, Gas Natural, Iberdrola, etc. Así pues, los términos “izquierda” y “derecha” han sido abolidos del panorama político y electoral desde la transición. Tenemos una clase política que se comporta como lo que es, empresarios/as que engañan a los/as trabajadores/as con marketing y discursos bonitos a través de personas carismáticas, para legitimar el sistema político postfranquista y el económico capitalista que nos ahoga tanto a nosotros/as, como al planeta, a pasos agigantados.

Una mención especial en el engranaje del capitalismo la tienen los sindicatos. La gran mayoría depende del gobierno, ya que están subvencionados por el mismo y no tienen ningún pudor en comportarse como auténticas empresas gestoras de conflictos laborales. Tienen delegados/as con privilegios sobre los/as demás trabajadores/as, funcionan de manera verticalista, se presentan a elecciones sindicales haciendo promesas como si fuesen políticos/as, y desmovilizando a los/as trabajadores/as, haciéndolos/as ajenos/as a la conflictividad, firman EREs y reciben dinero por la hazaña, tienen asalariados/as a los/as que explotan y por cuya producción y plusvalía ganan dinero, aplican las reformas laborales entre sus asalariados/as, no tienen reparos en ir de la mano de la policía y de apoyar sus luchas, están metidos en casos de corrupción política, etc. Han perdido su función de defensa de los/as trabajadores/as; actualmente tienen como objetivo ahogar y dirigir al fracaso cualquier tipo de agitación obrera. La última prueba del servilismo de los sindicatos a los intereses de la patronal y del gobierno la tenemos en Iberia, donde los mayoritarios han firmado 3.141 despidos a espaldas de los/as trabajadores/as, así como la paz social con la empresa.

Viendo la situación de la clase obrera en España en el siglo XXI, con un férreo sistema capitalista, una clase política parásita que se legitima y sustenta en base a la represión y al exterminio, y una pérdida de derechos constante de la clase obrera, se hace legítimo dar al 1º de Mayo sentido como una jornada de lucha contra el miedo y los ataques que recibimos constantemente de los/as empresarios/as y del gobierno.

Abogamos por un 1º de Mayo que rompa con las organizaciones de izquierdas tradicionales (PSOE, IU, UGT, CCOO, etc.), las cuales, como se ha argumentando anteriormente, solo son organizaciones subvencionadas y mantenidas por el poder, y que mantienen vivo el engranaje capitalista. Abogamos por un 1º de Mayo en el que los/as trabajadores/as pierdan el miedo al látigo del paro y al fracaso, digan basta, se rebelen y sean capaces de organizarse entre iguales en los centros de trabajo, de estudio y en las calles. En el que se muestre a los/as demás que el anarcosindicalismo es la mejor forma de defensa de nuestros intereses como trabajadores/as, y de promoción de la autogestión a través de la toma de fábricas y tierras, o construyendo otras iniciativas desde la autogestión y el asamblearismo, demostrando que se puede vivir sin empresarios/as, siendo los/as trabajadores/as los/as dueños/as de nuestra producción y de nuestras vidas.

Por un 1º de Mayo combativo y anarquista que haga ver que hoy, como en 1886, los/as explotadores/as y el poder encontrarán resistencia y personas con la intención de construir un mundo justo sin explotación, sin guerras entre pueblos y sin desigualdad.



"El principio fundamental de la anarquía es la abolición del salario y la sustitución del actual sistema industrial y autoritario por un sistema de libre cooperación universal, el único que puede resolver el conflicto que se prepara. La sociedad actual sólo vive por medio de la represión, y nosotros hemos aconsejado una revolución social de los trabajadores contra este sistema de fuerza. Si voy a ser ahorcado por mis ideas anarquistas, está bien: mátenme".


Albert Parsons
Asesinado por el gobierno de EEUU en la horca por los sucesos de Chicago


Grupo Anarquista Tierra

Federación Anarquista Ibérica (FAI)

Internacional de Federaciones Anarquistas (IFA)

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