Por Acratosaurio Rex
Ayer,
25 de abril de 2013, los miembros de la Comunidad Terapéutica cogimos
la furgoneta de Traslados, y nos fuimos a Madrid a derribar al Gobierno.
Éramos siete. Conscientes de lo grave del asalto, decidimos tomar carreteras
secundarias en nuestro camino al Reino, para evitar los controles
policiales en las vías de acceso. De resultas del complicado trayecto y
de la nula capacidad orientativa de Manolo el taxista, acabamos en un bosque de Teruel viendo unas cabras. A lo que vamos.
A quienes dicen que la convocatoria fue
un fracaso por lo escaso, les recordamos que hubo un montón de gente:
el Gobierno montó un dispositivo de control digno de la llegada de
Godzilla. 1400 polis vestidos con armaduras, pistolas, sin número
identificativo, una parafernalia a todas luces innecesaria, y que
demuestra la jinda que tienen los políticos, que se tomaron el día
libre, por si acaso.
También puede garantizarse sin temor a
dudas, que en la concentración cada viejo manifestante con mochila iba
seguido por tres reporteros dispuestos a fotografiarle el culo no más se
tirase un peo. También los periodistas más asentados llevaban su
chaleco antibalas.
Todo ello, para cubrir un evento de
chavales y puretas, que hubiera podido controlar el Acratosaurio con
tres municipales borrachos y sudados de los de mi pueblo.
Según la prensa, que retrasmitió en
directo por internet, sucedió un suceso «perfectamente organizado»: a
las 20:30h un grupo de 13 tirillas derribó la valla de separación y
lanzó tres o cuatro petardos, atacando a 150 antidisturbios de los que
si te chocas con ellos sin querer vas al hospital. Ni Leónidas en las
Termópilas, oiga. Yo sugiero a los periodistas que si quieren ver lo que
es violencia organizada, petardos e incendios, que acudan a las fallas.
O si no disponen de recursos, que compren la entrada para un partido de
fútbol de tercera.
La policía respondió a tamaña
provocación disolviendo el acto y a tomar por saco. Por la mañana,
comentarios de satisfacción de periodistas, opinantes y políticos: los
violentos han fracasado en su intento de derribar Nuestro Tinglado.
En resumen: una plataforma ciudadana
sin más recursos que cuatro y un tambor, convoca una manifestación a las
puertas del Congreso, y el Estado, temeroso de un alzamiento, moviliza a
sus tropas; la poli recupera la figura del «preso gubernativo», como
cuando la Republica, y enchiquela en días previos a unos treinta sujetos
(aproximadamente) que se preguntan ahora mismo «qué cuernos habrá
pasado para que me detengan»; los diputados salen de najas y abandonan
el puesto de «trabajo»; la prensa del régimen suda tinta para lograr
imágenes de masacres inexistentes; la pasma da un parte de bajas de
dieciséis heridos; y hoy se congratulan los del Partido del Orden
diciendo que «de buena nos hemos librado».
Muchachos, son tontos, crueles y
cobardes. Demostrarlo nuevamente, ha sido un éxito científico. Lo que es
de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie
es de uno.
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