Al parecer, la situación del Vaticano -que es como decir de la
iglesia católica- ha llegado a tal punto de putrefacción que,
aparentemente, ha asqueado a un papa cuyo estómago estaba sin embargo a
prueba de bombas. Pero, a rey muerto, rey puesto: ahora votan para
nombrar un sucesor del papa hastiado. Por cierto, la elección tiene
cuenta del tan llevado y traído informe Vatileaks: una de las consignas
es que los cardenales del cónclave, así como el que salga elegido, deben
estar limpios de polvo y paja y no tener antecedentes reprobables,
sobre todo en lo que a pederastia se refiere. Misión poco menos que
imposible… A ese propósito, resulta cuando menos llamativo que la
pederastia esté a tal punto presente en la curia romana que ya hasta nos
quieren hacer creer que es natural.
Pero, vayamos a lo que iba: 115 prelados mayores, pero menores de 80 años, todos ellos purpurados -aunque muchos también tiznados por la corrupción cuando no enverdecidos por estar implicados en escándalos sexuales hasta las trancas- elegirán al que será la cabeza visible de más de mil millones de católicos, que se dice pronto. Así, una vez más, un solo hombre ‘guiará’ a mil millones de personas en su viaje al más allá –porque en el de más acá, poco parece que hagan los papas. Ese hombre será pues elegido por 115 individuos de cuya honorabilidad e integridad probablemente nunca sabremos todo. Pero claro, nadie dijo nunca que la iglesia fuese democrática. Es más, en realidad, es de lo más antidemocrático que la Humanidad pueda echarse a la Historia.
Es como si –si se me permite la licencia- en un país como España, por poner un ejemplo ficticio, surgiera un señor que, robándoles la voz y el voto a todos los ciudadanos, decidiera un día nombrar futuro rey de España a otro individuo. El paradigma tomaría aún más fuerza si, por ejemplo, el historial de ese único y exclusivo ‘elector’ español, como el de los cardenales, fuese reprobable y condenable. Bueno, pues lo de la elección del papa es más o menos lo mismo. Pero tranquilos, que nadie se alarme, eso solo ocurre en sistemas antidemocráticos y rancios como el del Vaticano. En países democráticos y modernos como el nuestro, algo así no llegaría nunca a ocurrir porque los partidos políticos, crisol e insignia de las fuerzas democráticas, no lo permitirían. No obstante, y puestos a fantasear, si eso ocurriera, el vástago de ese rey irreal, probablemente abochornado y avergonzado por la frivolidad con la que su regio progenitor hubiere aceptado el encargo, en última instancia corregiría el abuso presentando de inmediato su renuncia y restituyendo así la soberanía al pueblo… Pero, quizá me he pasado un poco con lo de la comparación ficticia. Lo de los purpurados aconclavados, al lado de lo de los monarcas aconchabados, hasta llega a parecer un ejercicio de democracia participativa y asamblearia…
Víctor Pérez
Pero, vayamos a lo que iba: 115 prelados mayores, pero menores de 80 años, todos ellos purpurados -aunque muchos también tiznados por la corrupción cuando no enverdecidos por estar implicados en escándalos sexuales hasta las trancas- elegirán al que será la cabeza visible de más de mil millones de católicos, que se dice pronto. Así, una vez más, un solo hombre ‘guiará’ a mil millones de personas en su viaje al más allá –porque en el de más acá, poco parece que hagan los papas. Ese hombre será pues elegido por 115 individuos de cuya honorabilidad e integridad probablemente nunca sabremos todo. Pero claro, nadie dijo nunca que la iglesia fuese democrática. Es más, en realidad, es de lo más antidemocrático que la Humanidad pueda echarse a la Historia.
Es como si –si se me permite la licencia- en un país como España, por poner un ejemplo ficticio, surgiera un señor que, robándoles la voz y el voto a todos los ciudadanos, decidiera un día nombrar futuro rey de España a otro individuo. El paradigma tomaría aún más fuerza si, por ejemplo, el historial de ese único y exclusivo ‘elector’ español, como el de los cardenales, fuese reprobable y condenable. Bueno, pues lo de la elección del papa es más o menos lo mismo. Pero tranquilos, que nadie se alarme, eso solo ocurre en sistemas antidemocráticos y rancios como el del Vaticano. En países democráticos y modernos como el nuestro, algo así no llegaría nunca a ocurrir porque los partidos políticos, crisol e insignia de las fuerzas democráticas, no lo permitirían. No obstante, y puestos a fantasear, si eso ocurriera, el vástago de ese rey irreal, probablemente abochornado y avergonzado por la frivolidad con la que su regio progenitor hubiere aceptado el encargo, en última instancia corregiría el abuso presentando de inmediato su renuncia y restituyendo así la soberanía al pueblo… Pero, quizá me he pasado un poco con lo de la comparación ficticia. Lo de los purpurados aconclavados, al lado de lo de los monarcas aconchabados, hasta llega a parecer un ejercicio de democracia participativa y asamblearia…
Víctor Pérez
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