Sacar a nuestros presos del DF como en Michoacán: ocupar el Zócalo, carreteras, Reforma, los bancos y embajadas
Pedro Echeverría V.
1, Si los cientos de jóvenes anarquistas o no, que están en la cárcel hoy por protestar contra los gobiernos de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto, contra Televisa y la miseria que se vive en el país, si no salen libres, es porque no hay fuerza política en las calles, no existe la unidad de luchadores sociales y muchos ex izquierdistas han traicionado o han decidido quedarse en casita a ver la Tele. Podría suceder lo de siempre: que estén encarcelados hasta que el gobierno decida sacarlos de la cárcel. Los michoacanos: estudiantes, profesores, padres de familia, pueblo, al arrancar de la cárcel a sus 49 estudiantes presos, recibieron del pueblo un gran aplauso, pero para ello tuvieron que adueñarse del Zócalo, organizar brigadas y concentraciones, intervenir algunas instituciones y mantener la unidad en la lucha.
2. Lo de Michoacán demostró que lo importante es dar continuidad a la lucha, radicalizarla y unir a los jóvenes –sobre todo a ellos porque los viejos se cansaron pronto- dispuestos a luchar. La salida de los jóvenes de la cárcel no es problema de que rompió un vidrio, lanzó una piedra o le rompió la cabeza a un soldado o a un marino, estas son bobadas que la gente tonta creyente en las leyes le gusta decir. La libertad de los presos políticos depende de la fuerza de las luchas en las calles, de las brigadas que se realicen. Las leyes y la Constitución mexicanas siempre han valido –para el gobierno y los llamados poderes fácticos; empresarios, medios de información, iglesia- un carajo. Armados de abogados y teniendo a jueces y Suprema Corte a su servicio, arreglan entre ellos todo en su beneficio; nunca se equivocan.
3. La experiencia de Michoacán fue maravillosa porque los tres o cuatro sectores estaban muy unidos, mientras gobierno, partidos, empresarios exigían castigo cruel a lo muchachos de la Normal de Tiripetío, Cherán y otras. Y, en última estancia las batallas del Yo soy 132, de los anarquistas, de la CNTE, son la misma que aunque tengan otros nombres y otras consignas: la lucha contra las imposiciones de la gran burguesía mexicana asociada a los EEUU o capital internacional. Quizá debería pedirse a los compañeros de Michoacán que lleguen en masa al DF para que ayuden a los estudiantes de DF para ganar estas batallas. ¿Pero qué tal si los acusan de recibir 300 pesos de pago, como dicen los supercorruptos y tontos burgueses que piensan que los estudiantes o anarquistas con conciencia arraigada pueden venderse por un plato de lentejas?
4. De la clase gobernante empresarial y televisiva no debe esperarse nada en beneficio del pueblo, tampoco de los partidos políticos (PRI, PAN, PRD) que han firmado un pacto de unidad contra los trabajadores. Qué magnífico que MORENA, el PT y el Movimiento Ciudadano estén deslindándose de ese pacto que no es otra casa que un compromiso con el gobierno de Peña Nieto. En eso terminó el PRD y sus seguidores –entregando las nachas al PRI- después de 23 años de colaboracionismo. Pero además así ha pasado en todo el mundo, en particular en Europa, donde los partidos electoreros o socialdemócratas, no tienen diferencia alguna con los partidos socialcristianos, laboristas o conservadores del tipo Felipe González, Zapatero, Olaf Palme, Willy Brand, Miterrand u Hollande. Es el “destino” insuperable de todos los partidos electoreros.
5. Si se quiere que los estudiantes salgan de la cárcel por propia voluntad gubernamental, como si fuera una gracia, hay que presionar con artículos, publicaciones, razones jurídicas, millones de firmas, intervenciones de abogados, quejas internacionales, tal como sucedió con los campesinos de Atenco y otros presos políticos. Pero si se busca obligar al gobierno a que dé pasos atrás, que reconozca su carácter represivo, a ser represión de Estado y la inocencia de los presos, el único ejemplo, el camino es el recorrido en la lucha en las calles de Michoacán. Aunque también en los años sesenta y setenta –en condiciones extremas- muchos presos políticos obtuvieron su libertad por intercambio de empresarios y políticos secuestrados por las guerrillas con fuerza, de las que hoy el pueblo carece. ¿Habrá organizaciones hoy que luchan por la libertad de los presos políticos?
6. Ni modo hoy muchos presos estudiantes, profesores, anarquistas, tendrán que esperar largo tiempo tras las rejas como ha sucedido en la historia y en el mundo o como en México los presos zapatistas, del EPR y otros grupos. Los luchadores sociales saben que las cárceles en México no sirven, nunca han servido, para hacer justicia sino para castigar las más pobres y miserables que se “han robado” un pan para comer. En las cárceles mexicanas se han registrado rebeliones por diversos motivos, pero estas siempre han terminado en masacres orquestadas por el mismo gobierno. Se decía en los sesenta que las cárceles eran las universidades de los revolucionarios y sí, algunos las usaron para estudiar, pintar y hacer periodismo, aunque personajes como Pablo Alvarado Barrera murieron asesinados allí por los carceleros al dar rienda suelta a su rebeldía.
7. Tenemos la obligación de clase social e ideológica, de luchar por la libertad de los presos políticos, así como salir a las manifestaciones que nos convoquen para exigir su libertad. También debemos visitarlos en su encierro con el fin llevarles una pequeña fruta y de animarlos más en sus luchas. (Yo recuerdo que visité domingo tras domingo por varios años de los sesenta, con o sin familia, -en vez de pasearme por Chapultepec o Xochimilco- a los presos políticos de Lecumberri. Años más tarde estuve por otros presos en la cárcel de Mujeres y los penales Oriente y Norte). Es importante –cuando se pueda- comunicarse con los presos para que sientan que no están solos, aunque algunas veces se sientan sofocados por las muchas visitas de los domingos. Por eso siempre debemos gritar: “libertad incondicional a los presos políticos”; pero también a los presos por miseria.
(3/XII/12)
Culsultar Blog: http://pedroecheverriav.wordpress.com
pedroe@cablered.net.mx
Pedro Echeverría V.
1, Si los cientos de jóvenes anarquistas o no, que están en la cárcel hoy por protestar contra los gobiernos de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto, contra Televisa y la miseria que se vive en el país, si no salen libres, es porque no hay fuerza política en las calles, no existe la unidad de luchadores sociales y muchos ex izquierdistas han traicionado o han decidido quedarse en casita a ver la Tele. Podría suceder lo de siempre: que estén encarcelados hasta que el gobierno decida sacarlos de la cárcel. Los michoacanos: estudiantes, profesores, padres de familia, pueblo, al arrancar de la cárcel a sus 49 estudiantes presos, recibieron del pueblo un gran aplauso, pero para ello tuvieron que adueñarse del Zócalo, organizar brigadas y concentraciones, intervenir algunas instituciones y mantener la unidad en la lucha.
2. Lo de Michoacán demostró que lo importante es dar continuidad a la lucha, radicalizarla y unir a los jóvenes –sobre todo a ellos porque los viejos se cansaron pronto- dispuestos a luchar. La salida de los jóvenes de la cárcel no es problema de que rompió un vidrio, lanzó una piedra o le rompió la cabeza a un soldado o a un marino, estas son bobadas que la gente tonta creyente en las leyes le gusta decir. La libertad de los presos políticos depende de la fuerza de las luchas en las calles, de las brigadas que se realicen. Las leyes y la Constitución mexicanas siempre han valido –para el gobierno y los llamados poderes fácticos; empresarios, medios de información, iglesia- un carajo. Armados de abogados y teniendo a jueces y Suprema Corte a su servicio, arreglan entre ellos todo en su beneficio; nunca se equivocan.
3. La experiencia de Michoacán fue maravillosa porque los tres o cuatro sectores estaban muy unidos, mientras gobierno, partidos, empresarios exigían castigo cruel a lo muchachos de la Normal de Tiripetío, Cherán y otras. Y, en última estancia las batallas del Yo soy 132, de los anarquistas, de la CNTE, son la misma que aunque tengan otros nombres y otras consignas: la lucha contra las imposiciones de la gran burguesía mexicana asociada a los EEUU o capital internacional. Quizá debería pedirse a los compañeros de Michoacán que lleguen en masa al DF para que ayuden a los estudiantes de DF para ganar estas batallas. ¿Pero qué tal si los acusan de recibir 300 pesos de pago, como dicen los supercorruptos y tontos burgueses que piensan que los estudiantes o anarquistas con conciencia arraigada pueden venderse por un plato de lentejas?
4. De la clase gobernante empresarial y televisiva no debe esperarse nada en beneficio del pueblo, tampoco de los partidos políticos (PRI, PAN, PRD) que han firmado un pacto de unidad contra los trabajadores. Qué magnífico que MORENA, el PT y el Movimiento Ciudadano estén deslindándose de ese pacto que no es otra casa que un compromiso con el gobierno de Peña Nieto. En eso terminó el PRD y sus seguidores –entregando las nachas al PRI- después de 23 años de colaboracionismo. Pero además así ha pasado en todo el mundo, en particular en Europa, donde los partidos electoreros o socialdemócratas, no tienen diferencia alguna con los partidos socialcristianos, laboristas o conservadores del tipo Felipe González, Zapatero, Olaf Palme, Willy Brand, Miterrand u Hollande. Es el “destino” insuperable de todos los partidos electoreros.
5. Si se quiere que los estudiantes salgan de la cárcel por propia voluntad gubernamental, como si fuera una gracia, hay que presionar con artículos, publicaciones, razones jurídicas, millones de firmas, intervenciones de abogados, quejas internacionales, tal como sucedió con los campesinos de Atenco y otros presos políticos. Pero si se busca obligar al gobierno a que dé pasos atrás, que reconozca su carácter represivo, a ser represión de Estado y la inocencia de los presos, el único ejemplo, el camino es el recorrido en la lucha en las calles de Michoacán. Aunque también en los años sesenta y setenta –en condiciones extremas- muchos presos políticos obtuvieron su libertad por intercambio de empresarios y políticos secuestrados por las guerrillas con fuerza, de las que hoy el pueblo carece. ¿Habrá organizaciones hoy que luchan por la libertad de los presos políticos?
6. Ni modo hoy muchos presos estudiantes, profesores, anarquistas, tendrán que esperar largo tiempo tras las rejas como ha sucedido en la historia y en el mundo o como en México los presos zapatistas, del EPR y otros grupos. Los luchadores sociales saben que las cárceles en México no sirven, nunca han servido, para hacer justicia sino para castigar las más pobres y miserables que se “han robado” un pan para comer. En las cárceles mexicanas se han registrado rebeliones por diversos motivos, pero estas siempre han terminado en masacres orquestadas por el mismo gobierno. Se decía en los sesenta que las cárceles eran las universidades de los revolucionarios y sí, algunos las usaron para estudiar, pintar y hacer periodismo, aunque personajes como Pablo Alvarado Barrera murieron asesinados allí por los carceleros al dar rienda suelta a su rebeldía.
7. Tenemos la obligación de clase social e ideológica, de luchar por la libertad de los presos políticos, así como salir a las manifestaciones que nos convoquen para exigir su libertad. También debemos visitarlos en su encierro con el fin llevarles una pequeña fruta y de animarlos más en sus luchas. (Yo recuerdo que visité domingo tras domingo por varios años de los sesenta, con o sin familia, -en vez de pasearme por Chapultepec o Xochimilco- a los presos políticos de Lecumberri. Años más tarde estuve por otros presos en la cárcel de Mujeres y los penales Oriente y Norte). Es importante –cuando se pueda- comunicarse con los presos para que sientan que no están solos, aunque algunas veces se sientan sofocados por las muchas visitas de los domingos. Por eso siempre debemos gritar: “libertad incondicional a los presos políticos”; pero también a los presos por miseria.
(3/XII/12)
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