martes, 4 de septiembre de 2012

El vocabulario violento, patadas a la conciencia

AutoridadSon ya muchos textos que han pasado por nuestras manos y quisiera pararme un momento para hacer una valoración de los mismos, no en el contenido en sí sino en su forma, los métodos utilizados para transmitir un mensaje. Hay algo que realmente me llamó la atención y que tras darle varias vueltas al asunto, he decidido tratarlo urgentemente. Se trata del vocabulario violento que se emplea con cierta frecuencia y su uso en las críticas no ayuda a extender nuestras ideas, o al menos generar debates constructivos, sino a hacerlas que queden dentro de quienes ya están convencidos de tales tesis expuestas en esas críticas. Se entiende por vocabulario violento todas aquellas expresiones malsonantes, palabras soeces y los tonos agresivos, aunque no expresamente tengan que aparecer en textos que inciten a la acción directa violenta. Lo más significativo de los textos que utilizan ese vocabulario es que se quitan muchísimo el peso de los argumentos por muy acertados que sean, pues el hecho de dirigirse agresivamente hacia alguien le ocasiona una reacción de rechazo natural.
Cierto es que todos hemos pecado de usar un vocabulario violento en los textos para descargar y expresar la rabia en algunas ocasiones, pero en verdad con ello no llegamos a nada. De nada sirve limitarse a hacer críticas destructivas hacia otras corrientes de pensamiento diferentes al nuestro, salvo, como he dicho anteriormente, para el deleite únicamente del grupo que suscriba esas críticas. De poco sirve verter a través de la red textos incendiarios que llamen a la revuelta cuando no hay organización. Han llovido un montón de críticas a la esterilidad de los movimientos ciudadanistas o al inmovilismo de la izquierda e incluso de algunas organizaciones anarquistas. Puede que en bastantes casos las críticas sean acertadas y que más de uno se merece los calificativos "comeflores", "progres", "socialistos"..., pero no en todos. Desde unos pocos sectores del anarquismo se ha llevado un discurso meramente destructivo, llegando incluso a la soberbia insultando a los anteriormente mencionados sin aportar ninguna tesis constructiva. Es más, se apartaron de éstos dejando el terreno libre para ser aprovechado por otros. Y de cara a la sociedad, más o menos se anda en las mismas.
Mantener la compostura no resulta tan sencillo y muchos caen en ese infantilismo que suponen los insultos gratuitos. El uso de un vocabulario violento es desagradable y repulsivo que deslegitima los propios argumentos que se exponen haciendo de ese texto dirigido solamente a los de siempre, o en casos minoritarios, convencer a algunos pero sin aportarle gran cosa. Y es por ello que a la gran mayoría, e incluso a gente que sienta curiosidad por el anarquismo, se les ofrezca una imagen distorsionada de lo que es el anarquismo en cuanto a nuestros valores, nuestras pretensiones y nuestros fines. No se es más anarquista por usar un vocabulario más agresivo, por introducir expresiones ofensivas y por usar palabras soeces, es más, violentar el lenguaje supone llevarnos al autorreferencialismo y demuestra el embrutecimiento en que se haya el precariado. La soberbia se lo dejamos a los autoritarios y dogmáticos porque el vocabulario violento entra en contradicción con los valores que poseemos.
¿Qué es entonces lo que planteo yo? Si buscamos convencer en vez de imponer, lo más consecuente sería con argumentos bien expuestos y evitar el vocabulario violento y las subidas de tono. Puede que sea algo difícil pero siempre es preferible la labor constructiva y usar el lenguaje escrito como herramienta para aportar nuestras ideas y que sirvan tanto para el enriquecimiento de personas dentro del círculo anarquista como para interesar a los que les asaltan las dudas. Ello no implica rebajar nuestro nivel, es posible mantener la sustancia y la solidez de los argumentos y críticas del texto sin tener que usar un vocabulario violento. De hecho, el empleo de un vocabulario no violento da mayor credibilidad y seriedad a dichos textos. Lo cual, este aspecto es importante si tenemos en cuenta que no deseamos forzar el entendimiento. No podemos esperar que los que difieren con nuestra forma de pensar asuman unas crítica destructivas así por así. Sin embargo, en ocasiones, si se pretende una crítica algo más dura es conveniente usar el tono sarcástico que los insultos gratuitos.
El vocabulario violento tiene un marcado carácter antisocial y si queremos extender nuestras ideas, no podemos ser antisociales porque se está demostrando que no da muy buenos resultados. En estos tiempos, apostar por un anarquismo social y organizado es la esperanza de poder materializar nuestros sueños, o al menos dar el primer paso. Hemos caído en un error que debemos corregir, pues en estas circunstancias cuando el anarquismo se encuentra casi marginado, es contraproducente que se siga vertiendo textos con un vocabulario violento y deberíamos pensárnoslo dos veces antes de publicar algo. Dejemos de dar patadas a las conciencias porque produciremos el efecto contrario al deseado y en su lugar, tratemos de despertarlas desde la humildad pero sin dejarse humillar, usando un vocabulario no muy difícil de entender pero manteniendo el nivel y, por supuesto, que nuestras palabras acompañen a nuestros hechos.
Luis Pascual
http://www.mundolibertario.org/secciontumornegro/

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