jueves, 2 de agosto de 2012

Enrocada indolencia

"Los dioses nos utilizan de un modo
que a nosotros nos ha de resultar,
esencial y visceralmente, inaprehensible.
Ningún nutriente es consciente de su papel crucial
ni se le deja elegir cuándo y cómo
habrá de ser cocinado y devorado."
(Juan A. García Atienza, La Gran Manipulación Cósmica)



"Citius! Altius! Fortius!"
(Lema latino (¿a quién se le ocurre?) de los JJ.OO. modernos)







Es sólo una cuestión de fría estrategia, del más aséptico cálculo. Cuando verdaderamente se quiere ganar siempre, resulta esencial, indispensable, mantener permanentemente adormilado al enemigo en la apariencia, desarticular su capacidad de reacción,  anestesiado en el sopor de sus certezas, que es como él suele referirse a su falsa memoria, distraído de lo que se le viene encima. El futuro nunca se deja ver. Siempre llega por la espalda.

Todo debe aparentar seguir así como siempre, dejar que un día suceda a otro, sin mayores ni menores sobresaltos, garantizar el marasmo, la inabarcable atonía, el tedio, apaciguando la punzada del saco estomacal y el furor de las gónadas, que bien podrían llevar el operativo al traste: mejor dejarlos saciados, cansados, anestesiados de hastío, esto es "al dente."


No habrá así ni la más mínima ocasión de rebelión, nadie se planteará ni siquiera la posibilidad de plantar batalla. El demiurgo no deja nada al azar, no apuesta, sólo juega con sus propias cartas marcadas. Tras la promesa de luz y redención, se esconde el tráfico de carne y sangre. El negocio de la muerte. Y es que los verdaderos Olímpicos, los impunes interdimensionales metahumanos, tienen un hambre insaciable. El menú se sirve en los pódium londinenses… Con la comida no se “juega”: Inspire a generation and Enjoy your meal!





Fuente:El rapto de Psique

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