jueves, 2 de agosto de 2012

El ascenso del fascismo

FascismoCuando pensamos que el fascismo era un problema menor y que el problema real es el capitalismo, hemos caído en error. Ahora que ya ha pasado 4 años después de que la economía comenzara a contraerse, los resultados electorales de Grecia y Francia demuestran que los partidos fascistas han conseguido escaños en el parlamento, así como en los países del este como Ucrania, Polonia y otros, los grupos fascistas incluso llegaron a formar cuerpos paramilitares. En Italia, el fascismo adquiere una faceta social y caritativa, inspirándose en el modelo de las okupas para crear centros sociales que acojan a desahuciados, pero solo a los ‘italianos de pura cepa’. La organización que lleva a cabo esas acciones es la Casa Pound.
No hace falta ir muy lejos. Durante el período de entreguerras y en plena crisis económica causada por el crack del ’29, los partidos totalitarios comenzaron a tener cada vez mayor simpatía entre la población, sobre todo en Alemania e Italia. Sin embargo, en aquellos tiempos existía también un movimiento obrero con considerable repercusión, algo que hoy en día no se ve. A lo mismo, la exaltación del odio y de la disciplina militar que caracterizan los fascismos ha quedado en segundo plano y lo han camuflado sutilmente poniéndose una máscara populista y paternalista bonachón.
Aquí en España, como en el resto de Europa, los nazis y fascistas están tratando de seguir este modelo populista, ya que, aprovechando el miedo a las incertidumbres, el empobrecimiento y la ineptitud de los políticos, tratan de erigirse como unos salvadores que no dudan en solucionar sus problemas. Puede que abrir centros sociales para acoger a españoles desahuciados suene a Cáritas y labores de ONG, pero en realidad es un sutil engaño para lavarles el cerebro y echar las culpas a los inmigrantes y a los movimientos sociales de base, mientras exaltan el orgullo de ser españoles y que quieren lo mejor para éstos: trabajo, vivienda, pan y patria.
Pese a su carácter aparentemente obrerista, en realidad todos los fascismos son profundamente antiobreros y es la burguesía conservadora formada por los grandes propietarios quienes encuentran en el fascismo su arma para mantener sus privilegios en tiempos de crisis, cuando la crispación social aumenta. Y para acabar con la disidencia, nada mejor que dividir a la clase obrera engañando a una parte de ella –la población autóctona– para que expulse a la extranjera, así como recurriendo a la violencia gratuita por parte de grupos paramilitares contra comunistas, anarquistas y socialdemócratas.
Urge pues que desde los movimientos sociales de base estemos alerta de las acciones que se están llevando a cabo desde las organizaciones y partidos fascistas, y por supuesto, tengamos que generar una respuesta hacia esas ideas basadas en el odio. Entonces nos preguntamos, ¿deberíamos usar una estrategia similar que ellos? Siendo primeramente que esa estrategia fascista de carácter populista está inspirada en la izquierda, deberíamos ser nosotros quienes sigamos esos métodos. No obstante, los anarquistas no somos hermanitas de la caridad y no debemos actuar de manera paternalista, aunque es necesario que estemos presentes en la sociedad. Recordemos que el año pasado, el 15M también ha okupado inmuebles abandonados y ha dado cobijo a los desahuciados, pero a diferencia de la Casa Pound (por poner un ejemplo), los del 15M hicieron talleres, charlas, debates y asambleas en dichos centros sociales con el fin de movilizar a la gente.
En estos tiempos el fascismo encuentra un terreno fértil para extender sus ideas de odio, entre la población adormecida y sumida en el miedo, teniendo las esperanzas de que algún día puedan dormir tranquilos. El fascismo consigue avanzar porque la gran mayoría de la gente son sujetos pasivos acostumbrados a obedecer y delegar responsabilidades e incapaces de organizarse entre ellos por el aislamiento y las relaciones hostiles entre vecinos. Por ello, solo hace falta que la figura de un gran padre salga al escenario para ofrecer su protección a los desfavorecidos mientras que se echan las culpas a quienes vienen de fuera y quienes posean otras ideas. La actual clase trabajadora ha perdido la conciencia de clase, destruida por el engaño de las clases medias y borrado por el ciudadanismo.
Nos queda pues la tarea de autoorganizarnos, trabajar para conseguir frenar el fascismo, –junto con el neoliberalismo y el Estado– y extender la conciencia de clase, recordando además que no recurriremos a la caridad sino a la solidaridad, nuestra verdadera arma que nos permite avanzar.
Luis Pascual
http://www.mundolibertario.org/secciontumornegro/

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar, puedes decir lo que quieras, solo trata de aportar.