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Otra prueba de la alianza sangrienta Netanyahu- Estados Unidos es la planificación, descaradamente vociferada y defendida, del ataque de Israel a Irán, no en cualquier fecha, sino, casualidad de casualidades, previsiblemente antes de las elecciones americanas el próximo Noviembre. El depredador de la falsa sonrisa, Netanyahu, no aspira únicamente a destruir las instalaciones nucleares de Irán y forzar una reacción tan intensa que justifique una posterior masacre indiscriminada y “necesaria”, sino que ha aumentado su apoyo, hablamos de apoyo en términos de millones de dólares, a S. Adelson, un aliado de Netanyahu que en estos momentos es la mano derecha de otro sus grandes y antiguos amigos: Rommey.
La estrategia de Netanyahu es muy sencilla: colocar a su hombre de confianza, Adelson, tras Rommey, provocar un ataque a Irán, antes de las elecciones, y lograr, basándose en el shock y el estado de emergencia, que Obama no sea elegido ya que los demócratas pacifistas tendrán que agachar la cabeza, abandonar su supuesto pacifismo, dar la razón a los que proclaman la existencia eterna del demonio árabe y, por fin, cumplir uno de sus mayores deseos: lograr que la línea dura se imponga en Washington y sustituya la política blandengue de Obama, que ha cedido ante Netanyahu, y su dinero costeador de campañas y favores, desde el principio, pero que no acaba de “obedecer” al cien por cien, en parte por su falta de personalidad política, cierta voluntad de contemporizar con unos y con otros y, por otro lado, su falta de asertividad y decisión política.
A pesar de su prepotencia, que no oculta, Netanyahu no es un político inocente y ha preparado una segunda fase del plan: comprometerse oficialmente a mantener en stand-by cualquier ataque a Irán hasta que finalicen las rondas entre Irán y el P5+1, un grupo de países que unieron sus esfuerzos diplomáticos, en 2006, en relación al programa de desarrollo y protección nuclear de Irán (China, Francia, Alemania, Rusia, Reino Unido y los Estados Unidos) y que finalizarán el próximo Agosto.
Es evidente para todas las partes, a pesar de la perfomance de neutralidad y trabajo diplomático, que el ataque va a producirse: Estados Unidos está cerrando programas de defensa, con contratos que en parte están viendo la luz pública; Israel está diseñando acciones militares y preparándose con equipamiento militar e Irán ha adquirido, el hecho ha sido oficialmente probado, un F-16. Se ha filtrado la información que describe que la marina de los Estados Unidos ha firmado un contrato con Raytheon para adquirir más de 300 misiles Tomahawk y, por si existiese alguna duda acerca de la voluntad no-pacificadora y no-neutral de Israel, únicamente hay que acceder a la información en la que se describe que la Cámara de Representantes americana ha aprobado, en este año, un acuerdo entre los Estados Unidos e Israel, para implementar la Ley de Cooperación, a fin de “ reafirmar el compromiso con la seguridad de Israel como estado judío, proveer a Israel con la capacidad militar para defenderse de cualquiera de las posibles amenazas y ampliar la cooperación militar y civil”.
La historia se repite: Israel chantajea a su aliado y le pide, cada vez, mayor poder, una bula bélica y política, que no es nada nuevo y, si no, basta con recordar la operación Cast Lead, relacionada con la terrible guerra contra Gaza, que llevó a cabo Israel, casualmente, coincidiendo con la época de transición entre el mandato de Bush y Obama, que terminó cuando Obama comenzó a gobernar como máximo mandatario.
Una vez más las elecciones americanas son algo más que elecciones y se convierten en una brújula letal que marca el rumbo de la muerte y la guerra.
Pura María García http://lamoscaroja.wordpress.com/
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