miércoles, 4 de julio de 2012

Ante el regreso del dinosaurio, unamos las luchas desde abajo

Empresarios y gobernantes de México, pero declaradamente también de Estados Unidos (las trasnacionales y el gobierno imperial) han decidido imponer a Enrique Peña Nieto como presidente de la República y al PRI como su aparato para conservar, con autoritarismo, golpes legislativos y una sutura en las redes del narco poder. Tenemos un sistema político de partidos de Estado que han llegado a la debacle, incluidos los candidatos opositores débiles, títeres y tibios, a la desconfianza social, a la indignación y a un inicial, pero creciente, descontento organizado contra el régimen y sus dueños.
Con esta nueva imposición, no sólo se profundizará la privatización de los recursos nacionales y comunitarios, sino se reforzarán con otra máscara el autoritarismo estatal y garantizar la acumulación de capital con más violencia despojando de derechos sociales y políticos a la mayoría del pueblo.
El fraude anticipó una ventaja con dinero para comprar medios y votos, e incluso autoridades electorales y no puede ser encubierto con la falsa “jornada electoral pacífica” con la que se burla en cada elección el derecho del pueblo organizado a darse el gobierno que elija. Derecho político constitucional y derecho de los pueblos a no someterse a un mal gobierno o a un gobierno entreguista como todos los que ha conducido el PRI y el PAN eficaces para opresión y el despojo. La inequidad propia de las reglas de juego del régimen de partidos otorga recursos e impunidad para imponer a sus candidatos, pero también para establecer compromisos directos con los monopolios, particularmente por los que manipulan los medios de comunicación. El movimiento #Yo soy 132 vino a demostrarnos lo anterior, aún la parte del pueblo enajenado por la tele, no sabe que lo sabe, aunque lo sufre.
Fue una elección cercada por la violencia que partiendo de la miseria, desempleo, despojo y depredación como violencia estructural se manifiesta como una embestida en dos carriles: sea por medio del ejercicio de una guerra por el control de mercados de la droga o en abierta actividad de terror contra las luchas sociales que son criminalizadas como enemigo interno de los poderosos, rompe los tejidos solidarios y persigue a quienes crean movimientos autónomos de base comunitaria. El miedo se propagó entre la población, a pesar de la resistencia creciente a la impunidad y a la compra de votos y de cómplices. Peña Nieto llega a sumarse como una supuesta nueva generación a los que diseñan, ordenan y ejercen el control, la disciplina y la guerra abierta a la lucha popular.
La cara de este ejercicio en las elecciones han sido los actos de manipulación mediática de la verdadera realidad económica y social y los intereses a los que el regreso del PRI al comando de la oligarquía, la reiteración de su política pro-yanqui y pro-trasnacionales, la continuación de la pauperización del pueblo, la precarización del empleo, la destrucción de la producción campesina y el saqueo de recursos, sumado a la enajenación de la vida social tras las ilusiones de un progreso que en nada beneficia a la enorme mayoría de los mexicanos.
Al mismo tiempo, que se manipula se lanza una guerra ideológica para disciplinar la voluntad del pueblo que resiste a las reglas de juego neoliberal: no hay más disputa que la electoral no hay más democracia que la del conteo de votos. Ahora quienes no querían que llegara a la presidencia un tipo neoliberal, violento en lo personal e institucionalmente, se les llamará a aceptarse como perdedores de un juego sobre el cual siempre tuvieron el puesto de control. Se nos exigirá abandonar las protestas, no tomar calles ni plazas, menos aún poner en duda resultados contabilizados por organismos supuestamente neutrales.
Han tratado de sepultar el 1 de julio la esperanza de miles de luchadores de que un candidato progresista rebasara los límites impuestos por el capitalismo salvaje a la política social, y a las reglas para la conducción del gobierno desde arriba (rebasadas por la lucha popular en varios espacios, lo que los ha ilegitimado y que muestra que la gobernabilidad y la confianza en la política del Poder están en crisis). Sin embargo, la imposición legal de un priista lleva a una pregunta a los que mantienen la decisión de luchar: ¿acaso la esperanza popular de seguir el combate al régimen se acaba si no se tiene candidato ganador?
Tenemos que recordar a los que se frustran si no ven a su candidato en el gobierno: a tres décadas de capitalismo salvaje y con la ola de muertes, desapariciones y violencias contra la población enmascaradas como guerra contra el narco; se ha originado un amplio conjunto de movilizaciones, comunitarias y de organizaciones sociales , que incluyen la rebelión desatada al interior de las redes sociales y la pequeña pero creciente inconformidad en las bases partidistas de la izquierda electoral y la sensibilidad en sectores del organismo llamado Morena.
Han sido en su mayoría movimientos de víctimas y violentados que han sido capaces de visibilizar la injusticia y la violencia del Estado contra la sociedad y en particular contra el tejido comunitario y los principios de vida digna en paz y solidaria. Ahí están como ejemplo las viudas de mineros de Pasta de Conchos, padres de niños muertos y heridos en la guardería ABC, madres de mujeres acribilladas por el feminicidio generalizado, o los muertos por la homofobia, o los afectados por el ataque sistemático a los jóvenes en sus derechos, en su vida o en su simple subsistencia fuera de las mafias del narco poder o de la salida migratoria. Pero también varias organizaciones se ha construido por años de experiencia organizativa, de educación y cultura alternativa y rebelde. Fuerzas que resisten, defienden comunidades y territorios y construyen luchas y formas de vida por el bien común y la participación directa del pueblo organizado en la solución autónoma de sus problemas y en la construcción de proyectos de economía, gobierno, cultura y bienestar social autónomos y gestionados por ellos mismos.
En 2012, ha emergido la crítica que se vuelca hacia la acción de protesta principalmente de estudiantes y jóvenes al ocultamiento de la verdad y la manipulación de la información para imponer la continuación del gobierno autoritario y guerrerista, la permanencia de la impunidad y la conducción de un capitalismo depredador de vida y conciencia. Al confluir con movimientos sociales en tiempo de elecciones, han modificado el cauce tradicional y estrechamente electorero, que promovían candidatos y partidos para pasar a someter a observación, vigilancia, desenmascaramiento y combate político e ideológico a los poderes reales y su manifestación en los medios masivos, así como a señalar al PRI y Peña Nieto como el nudo para entramar una fase más del poder mafioso, ahora con el acuerdo con Estados Unidos para que la DEA y la CIA asesoren al presidente para reordenar el narco negocio y contengan que la ira no se convierta en insurgencia organizada.
Por lo pronto, con el movimiento #Yo soy 132 ha irrumpido una crítica dirigida al régimen y al sistema político social dominado por los poderes reales de la oligarquía, a partir de sus instrumentos de control mediático (televisa y azteca) y de corporativismo partidista. Han tomado en cuenta además a las víctimas de la violencia y de la impunidad. Se han sentido identificados con la crítica a la corrupción del poder en todos los ámbitos y han señalado que la lucha es por construir un futuro social para los que hoy (particularmente jóvenes, niños y mujeres) no tienen más futuro que la exclusión, la miseria, el desempleo y la falta de educación, cultura, salud y seguridad social efectivas.
No se trata de un movimiento del conjunto del pueblo de México más que tendencialmente: las propuestas que han recibido desde las organizaciones sociales son trabajadas como formas de unidad de acción, pues, especialmente las viejas dirigencias sociales y partidistas de izquierda los quieren subordinar a esquemas partidistas y frentistas de corte cupular, que se pelean la dirección y la intervención en la dirección de su movimiento y que sin sumar fuerza concreta organizada y luchas paralelas quieren galopar sobre la capacidad de ruptura mediática y de prestigio ético de los jóvenes. Tampoco, hay que decirlo se trata de un movimiento experimentado, de conciencia y organización fortalecidas tras un proyecto social revolucionario. Su diversidad es a la vez fuerza creativa y debilidad operativa para convertirlos en el único eje de las luchas sociales, ni es congruente el intentar hacerlo, como en otras ocasiones ocurrió convirtiendo a los jóvenes en pivote de movilizaciones, pero sin aportar fuerza popular organizada para abarcar otros espacios de construcción del poder del pueblo. Pero hoy van sin miedo a abordar otros terrenos de la lucha contra el poder: la defensa de derechos humanos, la unidad de las escuelas superiores de todo el país por una educación de nuevo tipo y, lo principal confluirán en la convención de organizaciones y movimientos sociales para el 11 de julio en tierras de Atenco. Muchos no somos 132, pero podemos caminar en un mismo sentido el de la resistencia y las rebeldías a las imposiciones.

Fuente:Zapateando

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