viernes, 7 de octubre de 2011

Paramilitares todo uso

 Por María Teresa Jardí

El imperio yanqui, desde que se asumió como falso “salvador” del mundo para explotarlo mejor, siguió inventándose “peligrosos enemigos” luego de su falsa lucha contra los fascistas.
El imperio es fascista. Luego de una verdadera lucha en contra del comunismo, porque es una mejor opción para la mayoría, le temía en el pasado porque no sabía que sus líderes iban a acabar por ser igual de corruptos que los gobernantes yanquis y también sanguinarios. Stalin es un buen ejemplo. Y los vasallos de los yanquis hacen lo propio. Aprendieron bien la lección los entreguistas mexicanos desde que lograron los neoliberales el dominio ideológico integral de la clase política.
Cuando el comunismo ya no le servía de pretexto al imperio para imponer dictadores, convertido en policía del mundo lo mismo le da usar el pretexto de la droga mantenida como mercancía clandestina, que el narcotráfico propicia, de cuya derrama de dólares vive EU, que tumbarse dos Torres para alzar al terrorismo como el enemigo que no tendría razón de ser si el propio imperio no fuera terrorista.
El regreso de los grupos paramilitares se dio con Zedillo. Pero su crecimiento a lo bestia se ha dado en el sexenio del usurpador Felipe Calderón. Por eso es intocable García Luna a pesar de las evidencias de los muchos crímenes cometidos por las “policías” que, también comanda, aunque ya poco se distinga entre unos y otros grupos en este país irredento.
No se crean grupos paramilitares para asesinar a los narcos. Si acaso a los enemigos del narco más rico del planeta, que mexicano tenía que ser, porque los gringos habían decidido que México controlara el tráfico de la droga en el mundo.
Los paramilitares se entrenan para reprimir a las sociedades. Y hoy en México los grupos de ese corte, que ya saltan con descaro a la palestra, están en la etapa de generar el miedo para que los mexicanos asuman que así son las cosas y que para ellos está vedado el otro mundo posible.
La llamada de alerta se dio cuando Hillary Clinton declaró, mentirosamente, que en México se estaba dando una “narcoinsurgencia”. El narcotráfico es un negocio del capitalismo y lo saben la Secretaria de Estado y Obama, como lo sabe Bush y los que a ellos los mandan.
La insurgencia es libertaria o no es insurgencia. Narcotráfico e insurgencia no son palabras que puedan ir juntas porque incluso son incompatibles. El anarquismo es mucho más que una ideología solamente. La elección de ser anarquista es una opción de vida libertaria en el más amplio sentido de la palabra que involucra cada acto de la vida entera de manera integral. El anarquista elige ser proletario y vive como proletario. Lo que no implica renunciar a la cultura y antes al contrario un anarquista siempre es alguien bien preparado. No suenan a guerrilla los grupos que dicen que se “reivindican anarquistas”. Suenan a paramilitares multiuso. Para poner bombas y generar las condiciones de la dictadura, disfrazada, en marcha, también sirven los paramilitares, hasta que dejan de obedecer, que es muy rápido, y se tornan incontrolables cometiendo todos los delitos imaginables e inimaginables en que quiera y pueda pensarse.

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