lunes, 3 de octubre de 2011

Cuatro cuentos chinos basados en Lo Absoluto

 Por Acratosaurio Rex
Un joven, angustiado por sus dudas, escapó de su casa, atravesó las montañas, y consiguió postrarse delante del maestro Chi Fon. El maestro gruñó molesto, ya que era la hora de su dispepsia:
— Maestro, es ¿conveniente la unidad, la dualidad, la trinidad o lo absoluto?
— Dos vecinos que se odiaban tuvieron que ir al norte a buscar metales para sus herramientas. Hacían el mismo camino, pero separados. Al llegar a un gran lago el barquero les hizo montar juntos, y cuando estaban en el medio del lago, se desató una gran tempestad. Un rayo mató al barquero. Sin gobierno, la barca, en medio de las olas, naufragaba. Los dos vecinos que se odiaban colaboraron, uno a los remos, otro al timón, los dos turnándose, salvaron la vida, además de hacerse buenos amigos, aunque siguieran odiándose.
— Entiendo maestro…
— ¿En serio?
— La unidad permite sortear los peligros cuando se dirigen los caminantes al mismo destino. Pero si siguen odiándose, ¿no es el odio un obstáculo para lo absoluto?
— Dos hermanas que se amaban tiernamente acudieron al mercado para vender los huevos de sus gansos. El negocio se alargó todo el día y se vieron obligadas a pernoctar en un establo, donde la dueña le preparó un lecho de heno. Ambas hermanas se acostaron juntas y abrazadas. A la mañana siguiente comentaron lo que había soñado cada una: «yo he soñado que iba por un prado lleno de flores, los cerezos brillaban, el bambú era de un verde intensísimo, el agua pura y cristalina, y todo era maravilloso». La otra hermana le dijo: «yo en cambio he soñado que me casaba con un hombre apuesto y amable, trabajador y limpio, fiel y honrado, teníamos diez hijos y diez hijas, y éramos muy felices.
— Comprendo maestro. Dormir en la misma cama no hace que soñemos las mismas cosas.
— ¿De verdad?
— Pero si uno tiene muy claro su destino, y si no encuentra acomodo con nadie, y si uno tiene su propio sueño…, ¿no es mejor caminar en solitario?
— Un hombre preparó su caballo, su bolsa y su almuerzo, e inició el camino hacia el norte. Salió del pueblo en dirección al sur y los vecinos le preguntaban que a dónde iba y él les contestaba «al norte». Los vecinos le iban diciendo que iba por mal camino, «vas al sur muchacho»; «mi caballo es muy fuerte»; «pero vas al sur»; «llevo mucha comida»; «pero es que vas al sur»; «tengo dinero para imprevistos»… Finalmente el tonto del pueblo le explicó: «mientras más fuerte el caballo, más comida en la fiambrera, y más dinero en la bolsa, más te alejarás del norte».
— Comprendo maestro, pero si uno se prepara bien…
— ¡Mierda! Un hombre hizo grandes preparativos para su viaje. Elaboró cuidadosos planos de su carro. Lo fabricó en su casa meticulosamente. No escatimó materiales ni artilugios, unió en su carro belleza y funcionalidad. Pasó cien años haciendo su carro. Cuando quiso usar su carro comprobó que no cabía por la puerta, y que no había manera de moverlo de pesado que era.
— Es decir Maestro, ¿es mejor la unidad, la dualidad, la trinidad o lo absoluto?…
El maestro no contestó porque estaba echando la siesta. Lo que es de uno es de todo, lo  que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.

--------------------------------------------

Artículo inspirado en el libro «La Estupidez del Nacionalismo por Lu Tao», reseña en http://www.alasbarricadas.org/noticias/node/18574

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar, puedes decir lo que quieras, solo trata de aportar.