El neocolonialismo y sus agentes. Comentario a propósito de "Blanco bueno busca negro pobre. Crítica de la cooperación y las ONG" de Gustau Nerín.
En su libro "Blanco bueno busca negro
pobre. Crítica de la cooperación y las ONG", Sabadell 2011, Gustau Nerín
denuncia, socarronamente, la ineficacia e irracionalidad del mundo de
la cooperación internacional y el papel que desempeñan en el “negocio de
la cooperación” numerosas organizaciones supuestamente no
gubernamentales, parapetadas tras la farsa de la “ayuda” que presta el
Norte rico a África.
Se concluye de la lectura de este texto, que tras de los eufemismos
cooperación internacional y ONG, acrónimo de Organizaciones No
Gubernamentales, se esconden depredadoras políticas neocoloniales
diseñadas para ejercer el dominio omnímodo sobre los pueblos de los
países a los que según la denominación al uso se conoce como “en vías de
desarrollo”; y que la estrategia de aquellas potencias imperialistas
consiste en aplicar proyectos y programas utilizando distintos
instrumentos, como las ONG, financiados con las aportaciones
multimillonarias de Estados –por si mismos o a través de organismo
internacionales tipo BM o FMI- y multinacionales, con aspiraciones y
capacidades imperialistas (1).
Nerín que conoce aquella realidad de primera mano, no en vano ha sido
investigador, consultor y profesor universitario en África durante más
de diez años, constatará con amargura la evidencia: “llevamos cincuenta
años de cooperación a gran escala y no ha habido resultados.”.
La información que proporciona sobre los entresijos del fenómeno
cooperación/ONG en África es esclarecedora. Así, para probar la certeza
de la ineficacia y el evidente fracaso de las políticas de cooperación,
uno de los tantos episodios tragicómicos que desgrana a lo largo del
texto, que reproducimos por su valor didáctico, refiere a un grupo de
estudiantes de medicina franceses desplazados a Camerún en 2002, que
“llegaron con un cargamento de vacunas sin tener en cuenta que en aquel
país se pueden comprar sin problema. Pero, en cambio, se olvidaron de
prever cómo guardarlas; en Camerún no es fácil encontrar neveras que
funcionen, especialmente en las zonas rurales. Al cabo de 48 horas, las
vacunas ya estaban en mal estado y se tendrían que haber tirado. Pero
los estudiantes no habían venido de tan lejos para nada y decidieron
seguir con la vacunación”, así que contra viento y marea, henchidos de
orgullo por la gran labor realizada, vacunaron a los pigmeos de Bipindi
sin rellenar cartilla de vacunación alguna. “Si hubiesen hecho lo mismo
en Francia, los habrían procesado por un delito contra la salud
pública”, apostilla.
Con todo, lo que para Nerín es ineficacia para nosotros es un rasgo
consustancial a la condición parasitaria de estas organizaciones de
naturaleza estatal. Naturaleza que en el caso español queda evidenciada
con la financiación que les aporta el Estado -el 70% de sus ingresos
(2)-; y en que, quien paga manda, les marca los proyectos en sus más
mínimos expresiones el Ministerio de Asuntos Exteriores, hasta el punto
de que en la solicitud de ayuda a la Agencia Española de Cooperación,
dependiente de aquél, se les exige detallar la repercusión que el
proyecto a desarrollar tendrá en la economía española, “siempre es bueno
saber cómo nos ayuda la ayuda...” señala con sutil ironía el profesor
Nerín.
Así pues, aunque el antropólogo a veces presenta a las ONGs como
entidades que actúan complementando a los Estados y/o a las
instituciones internacionales, sin embargo sus propias palabras -“en
buena parte de los proyectos de las ONG son encargos del gobierno.
España envía cooperación a los países, con los que ha firmado acuerdos
comerciales, de la misma forma que Francia la envía a los países en los
que tiene bases militares....” – obliga a definirlas como agentes de los
Estados actuando en un contexto de rapiña internacional.
Aquéllas son enemigas de los pueblos de África, pues su objetivo es
crear dependencia político-económica para poder expoliar recursos
naturales, obtener beneficios a través de inversiones en
infraestructuras, controlar mercados donde vender manufacturas y
servicios, tener presencia militar que concedan ventajas estratégicas en
el tablero internacional y cualquier otro que redunde en favor de los
intereses de aquellas corporaciones.
En las ONGs destaca el rasgo paternalista, “antirracista”, que subyace
tras unos postulados que proyectados a la opinión pública a través de
costosas campañas de mercadotecnia, presentan a los africanos como seres
inútiles e incapaces a los que solo salva la ayuda que llega del Norte,
y que de no ser por ellas, las salvadoras, sucumbirían a la realidad
miserable que les tritura. Se reclaman como imprescindibles para el
“desarrollo” del continente y, a la vez que explotan la “mala
conciencia” del individuo septentrional, engrosan sus cuentas con
donativos redentores.
Otra de las prácticas de estas organizaciones, maridada con la actitud
paternalista, es la del etnocentrismo más vulgar. Desprecian la cultura y
saberes tradicionales que estén en la base de la cultura ancestral de
estos pueblos -sólo se salvan los mercantilizados como suvenires- como
por ejemplo la medicina tradicional, y llegando al extremo de proponer
como único válido el modelo educativo del Norte, lo que provoca
hilaridad con solo observar los resultados de éste en esas latitudes:
una juventud desustanciada, banal e irreflexiva.
Señalará Nerín que muchos africanos viven al margen de la cooperación y
que cada vez son más los que adoptan la excelente actitud de huir del
victimismo, denunciando y rechazando por denigratorias las dádivas que
se les conceden, lo que nos parece un magnifico primer paso en la
construcción de sujetos válidos para derrocar a los Estados que les
someten y a los que los apuntalan con ayuda diplomática, militar y
armamentística, multinacionales depredadoras y proyectos de ONG.
Concebir y plasmar la Revolución Integral que acerque al continente
africano a una vida buena le corresponde protagonizarlo a sus gentes sin
depender de injerencias externas salvíficas. La obra de Gustau Nerín
contribuye, con gracia, a entenderlo así.
______________________________________________________ Notas.-
(1) El viejo concepto
relaciones Norte, asimilado a Occidente, Sur, como puede observarse con
el paradigmático caso de la agresiva RPCH, empieza a quedarse anticuado
por lo que debe matizado e incluir a potencias de otras latitudes.
(2) Veáse el artículo de El Mundo "Las ONGs claman por su
supervivencia", del 25-4-2013, en el que se también se ofrece el dato,
estremecedor, de que constituyen nada menos que el 1% del PIB
“nacional”.
Gracias a Alfredo por el link
Fuente:Punto de encuentro F451
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