El socorrido argumento del gobierno de Estados Unidos sobre el uso de armas de destrucción masiva para alentar intervenciones militares, como la de Irak en 2003, cobra fuerza hoy respecto a Siria.
Así lo confirman declaraciones del secretario norteamericano de Estado, John Kerry, quien dijo este domingo en una conferencia que existen “sólidas evidencias” sobre el supuesto uso de armas químicas por parte del gobierno del presidente sirio Bashar al Assad.
Para algunos expertos, las palabras del jefe de la diplomacia estadounidense siguen un guión similar al presentado por Washington antes del detonante de la invasión a Irak hace más de 10 años.
La aventura bélica sobre territorio iraquí fue ordenada por el entonces presidente George W. Bush para “desarmar a Irak de armas de destrucción masiva”, las cuales nunca llegaron a encontrarse, ni su existencia fue demostrada.
Kerry ya había pedido esta semana en Roma, Italia, que el gobernante de la nación levantina abandone el poder como requisito para una eventual solución política al conflicto en Siria y ahora aseguró que Damasco ha aplicado armas químicas contra los grupos irregulares, tópico principal de la polémica en la comunidad internacional.
Sin embargo, el lunes la Comisión de Investigación de la Organización de las Naciones Unidas sobre Siria negó que haya evidencias concluyentes de que alguna de las partes en guerra haya usado este tipo de armamento.
Las declaraciones ocurren después que Kerry y su homólogo ruso, el canciller Serguéi Lavrov, acordaron en Moscú celebrar una conferencia en Ginebra sobre Siria, en la cual pretenden sentar en la mesa de negociaciones a gobierno y oposición, pero afloran dudas acerca de si Estados Unidos busca en realidad una solución.
En inicio propusieron que la reunión se realizara a finales de mayo, pero este sábado trascendió que se descarta la fecha por divergencias.
La propaganda sobre el presunto uso de armas sirias por parte de Damasco se ha arreciado en la últimas semanas, y expertos opinan que el presidente estadounidense, Barack Obama, podría estar ahora ante una encrucijada, atrapado en medio de las presiones de partidarios y críticos de una posible intervención militar en esa nación.
Este asunto avivó el debate en Estados Unidos, donde el Congreso presiona para que la Casa Blanca acentúe su papel en el conflicto pues hasta el momento Obama ha autorizado la denominada ayuda no letal.
El gobernante demócrata amenazó al gobierno de Damasco de que un supuesto uso de armas químicas sería la “línea roja” que le haría reconsiderar la opción militar, aunque poco después pidió cautela.
En correspondencia con la postura del mandatario, el secretario de Defensa, Charles Hagel, planteó que antes de tomar algún tipo de acción, el gobierno de Obama aún está evaluando las cuestiones de “cuándo, quién y cómo” utilizó las armas químicas que se han empleado en Siria.
Por su parte, el vicepresidente Joseph Biden dijo en una entrevista publicada el jueves que la Casa Blanca trata el tema de Siria con sumo cuidado para evitar errores del pasado, como aquellos que provocaron la invasión de Irak.
Las autoridades de la nación levantina niegan de forma reiterada y rotunda que hayan utilizado dichas sustancias contra los que tachan de terroristas y acusa a Washington y sus aliados de equipar, entrenar y financiar a las bandas armadas que tratan de derrocar por la fuerza a Al Assad.
Localizado en el corazón del Medio Oriente, el país árabe, en conflicto desde marzo de 2011, comparte fronteras con el Líbano, Jordania, Israel, Iraq y Turquía, por lo que su situación geográfica lo convierten prácticamente en péndulo de la balanza política en la convulsa región.
PL
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