EN OTRO RINCÓN DEL MISMO DOLOR Y LA MISMA LUCHA
Visita de Fausto Díaz Carrillo al Estado español con motivo del XIII Seminario de Solidaridad Política (Zaragoza, 15-25 abril 2013, en memoria de Don Juan Chávez Alonso).
Visita de Fausto Díaz Carrillo al Estado español con motivo del XIII Seminario de Solidaridad Política (Zaragoza, 15-25 abril 2013, en memoria de Don Juan Chávez Alonso).
Durante la estancia de Fausto Díaz en Zaragoza, la organización del XIII Seminario de Solidaridad Política elaboró este documento. Gracias por difundirlo. Gracias por vuestra solidaridad.
Acompañamos la publicación de esta información con los siguientes materiales:
Video: "Desde San José de la Zorra" (16 minutos/ 2007/ México) enlace: https://www.youtube.com/watch?v=0EQ7oGpkdrg
En el estado de Baja California vive el
pueblo indígena Kumiai. El despojo de sus tierras ancestrales por parte
de terratenientes en complicidad con el Estado mexicano pone en juego su
sobrevivencia como pueblo originario. Los pocos integrantes Kumiai que
se atreven a resistir están amenazados de muerte. En este contexto, una
delegación Kumiai se encuentra con el SCI Marcos y la caravana de la
Otra Campaña en San José de la Zorra, el 17 de octubre del 2006.
Audio: Entrevista a
Fausto en "Lucha Libre" -Radio Topo, Zaragoza, 101.8fm (17-04-2013)
enlace:
http://radiotopo.noblezabaturra.org/2013/04/22/lucha-libre-auka-pueblo-kumiai/
PELIGRO DE EXTINCIÓN
PUEBLOS ORIGINARIOS DE BAJA CALIFORNIA
EN OTRO RINCÓN DEL MISMO DOLOR Y LA MISMA LUCHA
Visita de Fausto Díaz Carrillo al Estado español,
con motivo del XIII Seminario de Solidaridad Política (Zaragoza, 15-25
abril 2013, en memoria de Don Juan Chávez Alonso).
AUKA Chamehj mat kñup [Saludos a todos los compañeros de lucha]
En el Mundo hay un continente llamado América,
condenado al castigo perpetuo por un poder ilegítimo que se cree
invencible. Uno de los malos gobiernos de ese continente se encuentra
en México. De su extremo Noroeste cuelga, sobre el océano Pacífico y
bajo la frontera gringa, el estado de Baja California. En su sector
Norte se encuentra la comunidad de San José de la Zorra, desde donde
llega Fausto Díaz Carrillo, autoridad del Pueblo Kumiai, para dar a
conocer el dolor y la lucha de los pueblos originarios de Baja
California, víctimas entre las víctimas de un terror global llamado
imperialismo.
Fausto nos visita en ‘viaje de trabajo’, pero no
como los que hacen reyes, presidentes, empresarios y ministros para
firmar contratos de saqueo. Él llega con el permiso y el mandato de los
suyos, en un episodio más de su pelea por la recuperación del
territorio y el respeto a la dignidad.
“Auka”. XIII Seminario de Solidaridad Política. 15-04-13. Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza.
Durante su estancia en Zaragoza, la organización del XIII Seminario de Solidaridad Política elaboró este documento.
Gracias por difundirlo. Gracias por vuestra solidaridad.
“La cuestión principal es el territorio. Siempre. No se puede explicar el problema de otro modo”, asegura Fausto.
Los pueblos originarios de América llevan siglos resistiendo amenazas de desaparición. “El
problema principal que padecen los pueblos y comunidades indígenas es
el del reconocimiento, como tales, de nuestras tierras y territorios”.
Sus recursos naturales, usos y costumbres, lenguas, culturas… se
encuentran en peligro de extinción. Todo esto se debe a la codicia
insaciable de las corporaciones y a la complicidad activa de los
gobiernos estatales y federal, “a sus leyes y a su desconocimiento dentro de nuestros propios territorios”.
La estrategia de nacionalizar la propiedad de la tierra es el primer paso para su entrega a manos privadas. “Ellos
oyen pero no escuchan. O se hacen los sordos. No les importa que
existamos ni dónde estamos. Lo hacen por la fuerza y sin ninguna maña.
Nos preguntan: ¿oye indio, dónde está tu título primordial de propiedad?, ¡que es el título de la tierra en la que hemos vivido durante siglos!”. Una vez declarada “nacional” (es decir: estatal, nunca pública), la tierra es ofrecida en subasta. “En
ocasiones se la ofrecen hasta a sus propios pobladores originarios,
para que se vean obligados a comprarla. […] Para ellos, para su comercio, pues, la tierra es una propiedad. Para nosotros, la tierra no es eso. La tierra es donde estamos, nomás”.
Pero ese “nomás” significa, en realidad, “todo”. El crimen perpetrado
por el estado y las corporaciones comienza por dar la forma mercancía a
cada metro cuadrado del terreno, hasta acumular cientos y cientos de
hectáreas. Los pueblos indígenas, sin embargo, saben que pertenecen a la
tierra que les pertenece.
Una vez nacionalizada la tierra (léase: una vez el estado despoja a las comunidades de su tierra), “el estado dice: no te la vamos a devolver; te vamos a dar una parte de ella en régimen ejidal o como co-propiedad”.
Nunca se reconoce legalmente como perteneciente a la comunidad. El
régimen comunal tampoco existe a ojos de las leyes injustas. “De ese modo se nos niega el derecho a reclamarla”,
concediéndoles dadivosamente una pequeña parte del territorio
fragmentado y pretendiendo convertir en propietarios a algunos de sus
pobladores. “Así se rompe la organización”. El capital divide para vencer, convierte en ejidataria a una pequeña parte de la población “para provocar conflictos internos y así lograr sus propósitos”.
“Esa estrategia que condena a muerte el régimen comunal, supone la desintegración física, social y cultural de las comunidades”. Por eso Fausto nos habla de peligro de extinción. “Ellos miran pero no ven. Sus leyes son inhumanas”.
Los proyectos en curso: turismo, minería, carreteras, latifundios
vinícolas… con un largo y criminal etcétera que incluye la ampliación
del gasoducto Baja-Norte (el mayor entre México y EEUU) por las empresas
Sempra y PGE, cruzando los municipios de Ensenada, Rosarito, Tijuana y
Tecate.
E insiste: “todos los problemas se vinculan directamente a la cuestión del territorio como partes de la misma agresión”,
del mismo proceso de autocolonización: los primeros invasores son el
estado y el gobierno. Detrás de ellos, las corporaciones y los grandes
propietarios compran, venden, ordenan y mandan, caiga quien caiga. Sin
respetar cerros, llanos, cultivos ni cementerios. Entre las múltiples y
fatales consecuencias de ese proceso, Fausto también nos habla de
salud, educación, alimentación, éxodo rural…
“El gobierno federal ha implementado un programa llamado oportunidades
destinado a familias sin recursos (una pequeña ayuda económica para
educación y otra para alimentación) cuyo acceso exige asistir a la
visita semanal de una caravana sanitaria que viaja de pueblo en pueblo”.
No acudir a esa visita implica la retirada del apoyo, y la utilidad de
esa asistencia sanitaria es, en muchos casos, testimonial. Conclusión:
las personas sólo tienen permiso para enfermar durante unas horas a la
semana, en el momento en que la caravana se encuentra de visita. “Cualquier emergencia exige un desplazamiento hacia la ciudad más cercana” –70 kilómetros desde San José de la Zorra, 200 en otros casos. “En eso consiste nuestro derecho a la salud”.
“Desde que la escuela entró a las
comunidades se ha ido extinguiendo la lengua y, con ella, ha ido
desapareciendo la posibilidad de transmitir la cultura de generación en
generación”. El proyecto de recuperación de la lengua implementado por el gobierno responde, en realidad, a una estrategia de expropiación e inhabilitación.
Cualquier iniciativa autónoma es respondida mediante
una intervención institucional desde el estado, como cualquier
iniciativa individual de un docente digno es censurada desde el estado.
“El poder no nos deja hacer lo que debemos hacer”, y
nada hay más injusto que prohibir lo que se debe hacer. La respuesta de
las administraciones ante cualquier iniciativa de autoorganización es
de “tolerancia cero”, cortando las iniciativas comunitarias y
apropiándose de sus reivindicaciones. “Pero ya no más. La supervivencia de nuestra cultura es nuestra supervivencia”.
El expolio y la privatización “han secuestrado a las comunidades en su propia tierra”, lo que a menudo supone no poder acceder a la recolección de los alimentos básicos y tradicionales. “¡Volvemos
al problema de la tierra! La privatización de la costa nos ha robado
el mar. La privatización de tierras en el interior nos ha robado
nuestra propia agua de riego”, bajo pretexto de la necesidad de solicitar un título de concesión expedido por el gobierno o registrar legalmente cada pozo. “Beber nuestra agua o regar con nuestra agua es un delito”.
Más aún: vivir en su propia tierra es un delito para los Kumiai y el
resto de pueblos de la península. Otras actividades tradicionales y de
primera necesidad, como la caza o la pesca, también se ven
imposibilitadas por el cercado de tierras. En la costa “siempre
hay vigilancia de la Marina, no sé si protegiendo al pez y al marisco o
a las personas que viven allí, o al turismo. En todas esas tierras hay
hoteles, restaurantes… a unas dos horas de la línea de Estados Unidos”. El caso de los Cucapás es especialmente dramático: “los
compañeros Cucapás de Mexicali… su tierra es pura piedra, toda la vida
han sobrevivido con la pesca. Viven pegados al mar. Les han prohibido
pescar y comerciar con el pescado, el gobierno les ha decomisado las
lanchas”. Los grandes pesqueros vienen y van arrasando la
costa, mientras a ellos se les empuja hacia el interior del desierto y,
por ende, a la desaparición.
El desplazamiento es otra consecuencia de ese mismo conflicto. Como explica Fausto, “con
el régimen ejidal, ellos armaron un plan a futuro. Con el pretexto de
proteger las tierras, las robaron. Repartieron las llaves y…” así, cada nuevo propietario (antes comunero) es un nuevo vendedor potencial. “Saben
que la pobreza va a obligarle, tarde o temprano, a vender y
desplazarse a la ciudad. Son expulsados voluntarios, sin dinero para
trabajar la tierra y con una falsa expectativa de futuro. Es lo que
ocurrió, entre otras, en la comunidad Kiliwua. O en Jamau, una parte de
territorio Paipai, donde las familias fueron despojadas de sus tierras
por la invasión de un empresario ganadero amparado por el gobierno”.
La lucha sigue. Crece la resistencia
Fausto no es el único miembro de la comunidad de San
José de la Zorra que ha sido acusado de “despojar de sus tierras” a
los terratenientes que las robaron con ayuda del gobierno. “No nos rendimos ante su avaricia, su soberbia ni sus cárceles”, nos dice alguien que ya ha sufrido agresiones, amenazas de muerte y encierro.
“Las comunidades se están organizando. Los
pueblos se están uniendo. En comparación con los pueblos en resistencia
en otros estados, nosotros no somos muy numerosos. Y estamos lejos. En
Baja California somos Paipai, Kumiai, Cochimís, Cucapás, Kiliwuas”…
Pero la lucha crece. El CNI (Congreso Nacional Indígena) sigue con su
trabajo por la unión de todos los pueblos indígenas de México y, por
extensión, por el encuentro de las luchas de todos los pueblos
originarios de América. Don Juan Chávez nos enseñó eso y muchas otras
cosas. Gracias a Don Juan recibimos, hará dos años, la visita de Mario
Luna en nombre del pueblo Yaqui. Gracias a Don Juan llegó Fausto.
Muchas gracias, Don Juan.
Ahí están. Aquí están. Los que, según
sus verdugos, ‘no existen’. Los que viven, a pesar de todo, para que
todo lo que debe vivir siga vivo. Su palabra se dirige al Mundo, ES la
palabra del Mundo. Cuando Fausto nos da a conocer la situación de los
pueblos y comunidades indígenas en ese balcón de América, nos habla de
pueblos que resisten en peligro de extinción. Nos habla de los pueblos
originarios de México, de América y del Mundo.
Su palabra va y viene. “A quienes la
oigan: atrápenla y háganla suya”. Esa palabra nos grita que existen y
nos llama a apoyar su lucha empujando la nuestra. Por la autonomía. Por
la justicia. Por la supervivencia. Y que su lucha y la nuestra sean
las de todos los pueblos del Mundo.
http://www.assi-assi.org/
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