Diez años después de la invasión por parte de Estados Unidos, los iraquíes se encuentran viviendo en la miseria y la inestabilidad.
Con el falso pretexto de que el Gobierno de Sadam Hussein tenía armas de destrucción masiva, EEUU inició hoy hace 10 años la invasión de Irak, en medio de una fuerte oposición internacional que ofreció imágenes espectaculares de millones de personas manifestándose simultáneamente en las calles de diversas ciudades del mundo.
Pero pese a las multitudinarias protestas en contra de la invasión no se consiguió parar la guerra. Se estima que más de 110.000 civiles iraquíes, según la ONG Iraq Body Count, y 4.400 soldados estadounidenses han muerto en esta guerra.
Hoy, el 53 por ciento de los estadounidenses cree que la guerra de Irak fue un error, según una encuesta de Gallup.
El entonces presidente, George W. Bush, cantó victoria demasiado pronto con el mensaje de “misión cumplida” que presidió el discurso que dio a bordo de un portaaviones dos meses después del inicio de la guerra, tras haber tomado el control del Bagdad.
La polémica invasión fue diseñada por la Administración Bush con el apoyo escenificado en la Cumbre de las Azores del Gobierno británico de Tony Blair, el español de José María Aznar y el portugués de José Durao Barroso.
Irak, diez años después
Diez años después de la invasión estadounidense, Irak sigue buscando su rumbo ante la inestabilidad política y la persistencia de la violencia.El derrocamiento de Sadam Hussein en abril de 2003 trajo la instauración de un nuevo sistema político corrupto y sometido a los intereses imperialistas de Estados Unidos y los países que lo apoyaron en esta cruzada.
Demás está decir que tras la invasión y la ocupación militar de Irak las supuestamente letales “armas de destrucción masiva” jamás aparecieron, por la sencilla razón de que nunca existieron. Habían sido una mentira, el pretexto para ejecutar la operación militar contra Hussein, que tiempo después (a finales de 2006) fue detenido y ejecutado.
El legado tras diez años de invasión imperialista en nombre de la democracia es desastroso. Falta de servicios básicos, destrucción de infraestructuras, actos de violencia diaria y una tasa de desempleo superior al 50 por ciento. A esto hay que sumarle la sistemática violación de los Derechos Humanos, con la tortura de presos como práctica corriente en las cárceles custodiadas por el Ejército estadounidense. Así, las torturas se generalizaron en los centros de detención en Irak, como se demostró tras el escándalo de la prisión de Abu Ghraib, junto a Bagdad, y el descubrimiento de las cárceles secretas de la CIA, conocidas como “agujeros negros”.
El lucro de las multinacionales
Una investigación del Financial Times acaba de concluir que Washington se ha gastado al menos 138.000 millones de dólares en contratos a grandes empresas implicadas en seguridad privada, logística y reconstrucción en Irak. Y que la compañía que más se ha beneficiado de ese maná de fondos públicos ha sido KBR, exsubsidiaria de la corporación Halliburton que dirigiera Dick Cheney antes de convertirse en vicepresidente de Bush y en el mayor promotor de la invasión ilegal que devastó el país.KBR se ha embolsado hasta ahora no menos de 39.500 millones de dólares, con lo que encabeza muy destacada el ranking de multinacionales enriquecidas en la contienda, puesto que las dos que la siguen (las kuwaitíes Agility y Kuwait Petroleum Corp.) sólo han sacado 7.400 y 6.300 millones de dólares, respectivamente. A continuación, y también con contratas astronómicas, siguen grandes compañías estadounidenses especializadas en la privatización de las Fuerzas Armadas, como Dyncorp, que se ha llevado 4.100 millones por entrenar a la nueva Policía iraquí, o Triple Canopy (1.800 millones), una de las mayores empresas militares privadas, integrada por ex comandos especiales de la Delta Force.
Pero la iniquidad es mucho más infame de lo que esas cifras nos enseñan. El informe difundido en 2011 por la comisión parlamentaria sobre la contratación privada en las campañas bélicas de Irak y Afganistán estimó que esas empresas de servicios militares habían defraudado o despilfarrado unos 60.000 millones de dólares desde 2001, además de haber estado muchas de ellas (como Blackwater) implicadas en algunos de los más espantosos crímenes de guerra.
Han pasado diez años y la CIA vuelve a tomar las riendas de una supuesta “guerra contra el terrorismo” que en realidad no hizo más que sembrar el terror en gran parte del planeta. Y hoy, décimo aniversario de ese horror, los cuatro jinetes del apocalipsis de las Azores (Bush, Blair, Aznar y su anfitrión, Barroso) siguen jactándose de haberlo desencadenado.
LibreRed
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