martes, 23 de octubre de 2012

Un repaso a las mentiras del gobierno mexicano en los últimos sexenios...

 Aquí les van unos pocos de datos como a los tecnocratas les gusta...no faltara quien diga que la llevamos bien.
Koan
              Uno de los miles de personas mayores pidiendo limosna a las afueras del metro

El machacón discurso oficial presume que la mexicana es una economía sólida, moderna y en franco crecimiento. Es el navío de gran calado enaltecido a lo largo del calderonato y, con menor intensidad, por sus tres antecesores en Los Pinos. Un día sí, y el siguiente también, se escucha ese alegre discurso, el cual, para rematar, pronostica un futuro venturoso, mayor avance y, ya entrados en gastos, que por allá del año 2040 nuestro país sería la cuarta potencia mundial en la materia.
La realidad, obviamente, es totalmente distinta. Con base en las propias proyecciones del gobierno federal y de las estimaciones de organismos internacionales como el FMI, ese navío de gran calado hace agua por todas partes, comenzando por el raquítico crecimiento y su nulo impacto en materia de beneficios sociales: para 2012, la Secretaría de Hacienda pronostica que el producto interno bruto aumentará 4 por ciento; instituciones financieras como la citada calcula que no pasará de 3.8. Para los efectos es lo mismo, porque de cualquier suerte el sexenio que, felizmente, está por concluir habrá registrado el peor resultado económico en 24 años (de Carlos Salinas a la fecha), algo que, por lo demás, ni de lejos cuadra con el machacón cuan alegre discurso oficial.
Así, como inquilino de Los Pinos Felipe Calderón obtendrá medalla de plata (la de oro la mantiene Miguel de la Madrid) en lo que a peor comportamiento económico se refiere, pues la tasa anual promedio de crecimiento durante su estancia en la residencia oficial a duras penas alcanzará 1.86 por ciento, algo verdaderamente ilustrativo a la hora de hablar de solidez, franco crecimiento y navío de gran calado. Esa proporción apenas cubre, si en realidad lo hace, el incremento poblacional en el periodo, de tal suerte que en términos estrictos crecimiento, lo que se llama crecimiento, brilló por su ausencia en el sexenio del discurso alegre.
Lo anterior contribuye a entender de qué tamaño resulta la solidez presumida por el inquilino de Los Pinos que ya se va. Pero esto puede mejorarse si se incluye el sexenio foxista y se comparan resultados con el periodo que la ONU, y particularmente la Cepal para el caso latinoamericano, calificó como década perdida (la de los años 80 del siglo pasado), cuando en ese lapso México reportó una tasa anual promedio de crecimiento económico de 1.71 por ciento, en medio de macro devaluaciones, hiperinflación, crisis de la deuda y tres caídas en el producto interno bruto (1982, 1983 y 1986) que conjuntamente significaron un desplome de 7 por ciento.
Con la economía sólida y en franco crecimiento presumida por los dos gobiernos panistas, el resultado fue el siguiente: considerando los seis años de Vicente Fox y los cuatro primeros años de Felipe Calderón, la tasa anual promedio en la primera década del siglo XXI fue de 1.73 por ciento, sin macro devaluaciones, ni hiperinflación, ni crisis de la deuda y con una caída en el producto interno bruto (2009) de 6.5 por ciento. Con lo anterior, se puede documentar que el mayor logro del panismo instalado en el gobierno fue una década perdida adicional a la de por sí terrorífica historia económica mexicana de los últimos 30 años, y otra docena trágica.
Para 2013, ya con el PRI de regreso en la residencia oficial, el pronóstico económico resulta ligeramente menor al de 2012. Para el presente año, el Fondo Monetario Internacional estima que la economía mexicana crecería 3.8 por ciento; para el siguiente, 3.5 por ciento, de tal suerte que no habría mucho que esperar, salvo un descenso adicional en la tabla económica latinoamericana, por mucho que el próximo inquilino de Los Pinos y socios que los acompañan aseguren que con la privatización de Pemex todo será miel sobre hojuelas y los mexicanos vivirán como los noruegos.
En el contexto latinoamericano, de acuerdo con las estimaciones del FMI, en 2012 la economía mexicana ocupará el escalón 12 de 20 posibles, y su resultado estará ligeramente por abajo del promedio de América Latina. La economía mexicana crecería 3.8 por ciento, muy alejada de la panameña (que avanzaría 8.5 por ciento), la peruana (6 por ciento), la venezolana (5.7 por ciento) y la chilena (5 por ciento), pero estaría a la par de la hondureña (3.8 por ciento) y rozándose con la nicaragüense y la guyanesa (3.7 por ciento en cada caso). Nada que presumir, pues.
Para 2013, la economía mexicana caería al escalón número 15 de 20 posibles en el contexto latinoamericano: el pronóstico del FMI es de 3.5 por ciento, contra 3.9 por ciento de promedio regional. Muy lejos estaría de Paraguay (11 por ciento), Panamá (7.5), Perú (5.8), Guyana (5.5) y Bolivia (5 por ciento), pero muy cerca de Nicaragua (4 por ciento), Honduras (3.6) y Guatemala (3.2 por ciento). Lo anterior, desde luego, siempre y cuando se cumpla la estimación del Fondo Monetario Internacional en materia de crecimiento económico, y la crisis pase de posibilidad a catarrito.
Aun así, el propio FMI advierte que en las economías latinoamericana más integradas a los mercados financieros internacionales y con marcos de política sólidos (Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay) el crecimiento del producto se ha desacelerado, en un contexto de debilitamiento de las exportaciones netas y de la demanda interna. La desaceleración fue particularmente fuerte en Brasil, donde la incertidumbre mundial y las políticas adoptadas en 2011 para controlar la demanda interna tuvieron un impacto mayor al previsto, especialmente en la inversión privada. En otros países la moderación del crecimiento ha sido menor y más reciente, entre ellos México, que se ha beneficiado de una recuperación relativamente sólida de la actividad manufacturera en Estados Unidos en 2011-2012. Para 2013 se proyecta un repunte del crecimiento en Brasil, apoyado por las importantes medidas de estímulo implementadas recientemente. En otros países el crecimiento continuará moderándose y convergiendo hacia su nivel potencial.

Las rebanadas del pastel
Cobran como si trabajaran; les pagan la dieta como si la desquitaran y en calidad de representantes populares se dan vida de príncipes. Se trata de los atrozmente improductivos legisladores mexicanos, que en 2011 de mil iniciativas de ley apenas aprobaron 9.5 por ciento, y que cada uno de ellos al erario costó, sólo ese año y en promedio, 14.25 millones de pesos. En el Congreso, ese año el gasto en servicios personales y de operación alcanzó cifra récord, el mayor en tres décadas (La Jornada, Roberto Garduño). Y lo mismo se dirá cuando se conozca el gasto de 2012, 2013, 2014…

Fuente:La Jornada

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