Por Acratosaurio Rex
Es decir, ¿qué clase social es la que hará la revolución? Marx decía que era el proletariado. Pero claro, pasa el siglo XIX, pasa el siglo XX, y las clases subsisten como si tal cosa. Es más, allí donde se hacen las revoluciones socialistas, aparecen nuevas clases: los apparatchik, las nomenklaturas, los del sistema, los de la estructura, todos chupando del bote. Así que tras los funestos experimentos de la URSS, del maoísmo y de otros sucesos extremadamente escabrosos, los intelectuales de izquierdas, que para eso cobran, tenían que buscar el sujeto ese, tal como otros buscaban el Santo Grial en el Amazonas.
La empresa fue ardua, y muchos intelectuales perecieron en el intento, abrasados en los desiertos, congelados con los pingüinos, devorados por el Kraken, despeñándose en volcanes, hundiéndose en arenas movedizas dejando ver por último las manitas suplicantes glu glu glú… Unos intelectuales pensaron en que los estudiantes eran buenos candidatos para lo de la revolución. Patinazo total. Otros que las mujeres. Nada de nada. Otros que los negros y minorías raciales. Fatal fue el asunto. Luego dijeron que los indígenas. Fracaso al respecto. Luego hubo otros inventos más o menos elaborados: el pueblo, las masas, los hippies, los punks, los pacifistas… Nada de eso ha funcionado. Toni Negri, un día hablando conmigo me dijo que el Sujeto Revolucionario eran las multitudes. Al hombre por poco se le rompe una vena al pronunciar la sentencia. Luego escribió un libro que no lo entendía ni él mismo, y el fiscal italiano lo metió en la cárcel porque le pareció muy sospechoso.
Así que se le pregunta al Acratosaurio… “¿quién es el jodido sujeto revolucionario?”
La respuesta es simple camaradas ¿Quién va a ser si no? Atentos: ¡Pues quién cojones va a ser!, tú, aquél, la otra, la gente que lucha y que se equivoca es el sujeto revolucionario. Por lo tanto, en estos tiempos complejos, únete a la batalla proletario, porque la fuerza que pones en juego, por débil que te parezca, no se crea, no se destruye. Pero sí se transforma. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.
Es decir, ¿qué clase social es la que hará la revolución? Marx decía que era el proletariado. Pero claro, pasa el siglo XIX, pasa el siglo XX, y las clases subsisten como si tal cosa. Es más, allí donde se hacen las revoluciones socialistas, aparecen nuevas clases: los apparatchik, las nomenklaturas, los del sistema, los de la estructura, todos chupando del bote. Así que tras los funestos experimentos de la URSS, del maoísmo y de otros sucesos extremadamente escabrosos, los intelectuales de izquierdas, que para eso cobran, tenían que buscar el sujeto ese, tal como otros buscaban el Santo Grial en el Amazonas.
La empresa fue ardua, y muchos intelectuales perecieron en el intento, abrasados en los desiertos, congelados con los pingüinos, devorados por el Kraken, despeñándose en volcanes, hundiéndose en arenas movedizas dejando ver por último las manitas suplicantes glu glu glú… Unos intelectuales pensaron en que los estudiantes eran buenos candidatos para lo de la revolución. Patinazo total. Otros que las mujeres. Nada de nada. Otros que los negros y minorías raciales. Fatal fue el asunto. Luego dijeron que los indígenas. Fracaso al respecto. Luego hubo otros inventos más o menos elaborados: el pueblo, las masas, los hippies, los punks, los pacifistas… Nada de eso ha funcionado. Toni Negri, un día hablando conmigo me dijo que el Sujeto Revolucionario eran las multitudes. Al hombre por poco se le rompe una vena al pronunciar la sentencia. Luego escribió un libro que no lo entendía ni él mismo, y el fiscal italiano lo metió en la cárcel porque le pareció muy sospechoso.
Así que se le pregunta al Acratosaurio… “¿quién es el jodido sujeto revolucionario?”
La respuesta es simple camaradas ¿Quién va a ser si no? Atentos: ¡Pues quién cojones va a ser!, tú, aquél, la otra, la gente que lucha y que se equivoca es el sujeto revolucionario. Por lo tanto, en estos tiempos complejos, únete a la batalla proletario, porque la fuerza que pones en juego, por débil que te parezca, no se crea, no se destruye. Pero sí se transforma. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.
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