domingo, 20 de noviembre de 2011

Complicidades y votos

 Por Acratosaurio Rex

En todo este enredo del abstencionismo, y dado que a los chalados de siempre nos sigue dando por no votar, se nos achaca complicidad con los grandes poderes financieros, con los grandes partidos, con la
corrupción reinante... El que va a votar a alguien (malo, maloliente y malsano), no sabe cómo conseguir que tú, abstencionista recalcitrante, acabes votando por la opción que él maneja. Y entonces se le ocurre eso de decir que "el que calla otorga y es cómplice del gobierno corrupto..."

Pues mira, no. El que no vota tendrá sus motivos, y al quedarse atrás, hace como el desertor que huye del Ejército. Ni es cómplice del matarife, ni da la venia para la guerra. Simplemente no colabora.
Porque hay una manera muy clara de disminuir los niveles de violencia en el mundo: no colaborando con los violentos, es decir, con los Estados. Y del mismo modo puede decirse que hay una manera muy simple de no colaborar con los estatistas, y es no echando la papeleta en la urna.


Lo que está clarísimo, es que el que vota, sí es cómplice. Está dando su aval a fulano para que haga lo que le plazca, y a sabiendas de que lo hará. ¿O acaso los gobiernos locales de partidos minoritarios han sido más ejemplares en la gestión que los grandes? Pues no. Hay de todo tanto en unos, como en otros. Y en general puede decirse que en cualquier ayuntamiento gobernado por quien sea, hay una buena cosecha de arrimados pegacodazos, a ver qué les cae en el gaznate.

Por supuesto, hay concejales honrados de esos que no roban ni robarán, y que hacen una función en la oposición de nota discordante. Esos casos aislados son las mascotas de los consistorios, como esos tigres de safari rural a los que el turista hace la foto... Y téngase en cuenta que hablo de concejales, por ser los más bajos del escalafón.
Mirando ahí arriba, en el Parlamento, ni diez, ni cinco ni uno. Para
llegar tan alto, el candidato ha participado en una cantidad de
conjuras tan enorme, que llega maleado, resabiado y enbichetado.
Así que el que vaya a votar en estas elecciones, que sepa que está otorgando, en primer lugar validez a un procedimiento que está pensado para conseguir que la gente no participe en política, en segundo lugar representatividad a un tipo que hará a partir de que se siente en el escaño lo que le salga de nabo, o más bien lo que le señale el jefe del grupo parlamentario.
En cambio, el abstencionista, el que no vota, no es cómplice. Para que haya complicidad tiene que haber actitud activa, cooperación, solidaridad, camaradería, simpatía, una participación. Queda en evidencia que el que no participa, no es cómplice de nada.

¿Podría decirse que el abstencionista rechaza la posibilidad de
cambiar las cosas? En absoluto. Las elecciones se celebran para
componer un Parlamento, y luego el rey encarga al ganador que forme un Gobierno. Por lo tanto las elecciones se convocan, no para cambiar, sino para mantener al Poder. ¿Puede haber un disparate más grande que participar en eso, que se convoca precisamente, para que tú no participes, y que te convierte en un mandao?

Electoralista: quien calla, habla.
Quien vota, otorga. Lo que es de
uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es
de uno.

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