miércoles, 30 de marzo de 2011

Software Cultural

Extracto del libro Socialismo del Siglo XXI de Heinz Dieterich Steffan
Para el capitalista concreto, la fuerza determinante del plusvalor se revela a través de la ley del valor y de la tasa de ganancia. La ley del valor y la tasa de ganancia media son los parámetros que
definen la actuación de los capitalistas y, en última instancia, la de todas las clases. Esos parámetros son fuerzas objetivas para cada agente individual de la economía. Quién no se somete a ellos es destruido por ellos.
Su acatamiento es, semejante al caso de las leyes de la naturaleza, precondición de la sobrevivencia del individuo. Pero a diferencia de la lógica de la naturaleza, la lógica del sistema puede ser negada por un colectivo lo suficientemente fuerte para sustituirla con la de otro sistema, tal como sucedió en 1917 en la URSS.
La diferencia fundamental entre los sistemas sociales y naturales es que los primeros son más accesibles a la intervención humana. Es decir, la lógica del sistema sobre sus miembros no se realiza de manera absoluta, como, por ejemplo, en el sistema solar o un hormiguero, sino en forma mediada, a través del software cultural o la identidad de los sujetos sociales. La lógica del sistema es interpretada por los sujetos y la calidad de esta interpretación, junto con otras condiciones concretas, deciden si ejecutan la lógica sistémica por completo, en parte o si actúan en su contra. Su praxis es, por lo tanto, el resultado de ambos factores: lógica sistémica y lógica de la personalidad propia.
Querer cambiar la lógica del sistema presupone, por lo tanto, que el sujeto tenga o adquiera un software cultural (conciencia) que le permite: a) entender claramente la lógica del sistema en sus
aspectos principales; b) su propia identidad y, c) las perspectivas de cambio que son objetivamente viables.

Marx y Engels dedicaron toda su vida a la creación de esta conciencia de clase y a la organización política-sindical de los actores de cambio. Explicaron y combatieron el efecto de socialización enajenante del trabajo fabril, por una parte, y el impacto de la deformación ideológica deliberada a través de los aparatos ideológicos del sistema, como la iglesia, la escuela, los medios de comunicación, por otra. La superación de ambos tipos de enajenación en los sujetos era un medio; el fin consistía en la acumulación de fuerzas, capaces de producir el cambio radical deseado.

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