miércoles, 30 de marzo de 2011

Sobre federalismo y rotura de pactos

Por Acratosaurio Rex:

La duda, a veces, es la siguiente: ¿cuánto tiempo tienen que mantener los anarquistas un Pacto Federal? Recordemos que Proudhon, cuando formula el Principio Federativo, establece que ha de hacerse de abajo hacia arriba, libremente, movidos por el interés común, la confianza y la amistad. Desde este punto de vista, queda claro que un pacto entre anarquistas, puede ser roto en cualquier momento. Quien ama la libertad, no puede imponer la unión.
 
Por eso los anarquistas del siglo XIX fueron llamados por sus adversarios, federalistas y antiautoritarios. Mientras que los marxistas, en mayor o menor grado, apostaban por el centralismo y por la autoridad, mientras que los arquistas (de todos los colores) defendían la unidad de mando y los Estados unitarios (para la eternidad), los anarquistas dejaban claro que, partiendo del individuo soberano, grupos, barrios, pueblos, comarcas, regiones, naciones…, tenían el derecho inalienable, desde el átomo más pequeño a la más amplia de las organizaciones, a establecer pactos, y a romperlos en el momento que les pareciese oportuno, cuando el interés común, la confianza y la amistad hubiesen desaparecido.
 
Aquellos federalistas libertarios pensaban, con razón, que no se le pueden poner puertas al campo, que si la convivencia en el matrimonio se vuelve insoportable para uno de sus miembros, una vez ajustadas las cuentas, el vínculo ha de poderse romper sin ceremonias, y dejar que cada cual vuele en busca de un nuevo destino.
 
Pero, la vida es dura. Cipriano Mera, en la guerra, me decía que en situaciones extraordinarias, mortales, era necesaria una disciplina personal fuerte, que impidiese que uno saliese por patas. Y afirmaba que puesto que el peligro de que se fuera al traste la Revolución era grande, era preciso que cada cual se mantuviese en su puesto. Hemos llegado hasta aquí —me decía—, y no podemos irnos. Y tenía razón.
 
Pero yo le respondía, que era muy posible que al obligar al soldado a cumplir con su deber mediante la ordenanza, el calabozo y el pelotón, los anarquistas estuviésemos ya derrotados. No pudimos terminar la conversación porque tuve que ir a la letrina, y porque a pesar de la disciplina cuartelera, la guerra se perdió, y quién sabe lo que hubiera pasado de haber ganado.
 
Pensadlo: a pesar de las proclamas unitarias, de las sanciones, de las persecuciones con que los Estados intentan mantener sus fronteras, las tendencias centrífugas y los hatos secesionistas intentan una y otra vez hacer de su capa un sayo.
 
¿No sería mejor, mucho mejor, tener claro que un pacto se firma para romperlo algún día? ¿No ha quedado claro, que la centralización es un crimen, y la obligatoriedad un atraso?
 
Federados hasta que la fractura nos separe. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.

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