En su raíz, el
capitalismo es un sistema económico basado en tres cosas: el trabajo
asalariado, la propiedad privada o el control de los medios de
producción (fábricas, maquinaria, granjas, oficinas…), y la producción
para el intercambio y el beneficio.
El capitalismo se basa en un proceso
simple, el dinero se invierte para generar más dinero. Por ejemplo,
cuando una empresa utiliza sus ganancias para contratar más personal o
abrir nuevos locales, y así obtener más ganancias, el dinero está
funcionando como capital. El incremento de capital se traduce en
acumulación, que es la fuerza motriz de la economía.
Dicha acumulación de capital aumenta
cuando se pueden transferir los costos a los demás. Si las empresas
pueden reducir los costes al no proteger el medio ambiente, o mediante
el pago de salarios bajos, lo harán. Así el catastrófico cambio
climático y la pobreza generalizada son signos del funcionamiento normal
del sistema. Por otra parte, cuando el dinero se convierte en eje
central del sistema, todo ha de ser canjeable por dinero. La tendencia
es que todo, desde artículos de uso diario a secuencias de ADN o las
emisiones de dióxido de carbono – y, sobre todo, nuestra capacidad de
trabajar - pasa a convertirse en mercancía.
Y es este último punto – la
mercantilización de nuestras capacidades creativas y productivas,
nuestra capacidad de trabajar – donde se halla el secreto de la
acumulación de capital. El dinero no se convierte en más dinero por arte
de magia, sino por el trabajo que hacemos todos los días.
En un mundo donde todo está en venta,
todos tenemos algo que vender para poder comprar las cosas que
necesitamos. Mientras que algunas personas poseen medios de producción
(burguesía), la mayoría de nosotros no, de modo que para sobrevivir
tenemos que vender nuestra capacidad de trabajar o fuerza de trabajo, a
cambio de un salario, o bien sobrevivir con subsidios (clase
trabajadora). Y por supuesto, las cosas que producimos en el trabajo no
son nuestras, sino que pertenecen a nuestros jefes.
Además, debido a las largas jornadas,
las mejoras de productividad, etc., se produce mucho más de lo necesario
para mantenernos como trabajadores. Los salarios que obtenemos
coinciden, más o menos, con el costo de los productos necesarios para
mantenernos vivos y capaces de trabajar cada día (por lo que, al final
de cada mes, nuestro saldo en el banco rara vez se ve muy diferente al
del mes anterior). Los beneficios que logra una empresa se generan
debido a la diferencia entre los salarios que cobramos y el valor que
creamos. Esta diferencia se llama “plusvalía”. La extracción de la
plusvalía a los empleadores es la razón por la que vemos el capitalismo
como un sistema basado en la explotación.
Este proceso es esencialmente el mismo
para todo el trabajo asalariado, no sólo en las empresas privadas. Los
trabajadores del sector público también se enfrentan a constantes
ataques a sus salarios y condiciones a fin de reducir los costos y
maximizar los beneficios para toda la economía en su conjunto.
Competencia
Con el fin de acumular capital, el
empresario tiene que competir en el mercado con los dueños de otras
compañías. No pueden darse el lujo de ignorar las fuerzas del mercado, o
cederían terreno a sus rivales, perdiendo dinero, llegando a la
quiebra, etc. Por lo tanto, incluso los jefes no controlan realmente al
capitalismo. Es por eso que podemos hablar del capital como si tuviera
intereses propios.
Ambos, burgueses y trabajadores, están
alienados por este proceso, pero de diferentes maneras. Mientras que
desde la perspectiva de los trabajadores, nuestra alienación se
experimenta a través de ser controlados por nuestro jefe, este lo
experimenta a través de las fuerzas del mercado y la competencia con
otros jefes.
Debido a esto, los jefes y los políticos quedan impotentes frente a las ‘fuerzas del mercado’,
cada uno tiene la necesidad de actuar de una manera que potencie la
acumulación continua. No pueden actuar en favor de nuestros intereses,
ya que cualquier concesión que nos otorguen, ayudaría a sus
competidores.
Así, por ejemplo, si un fabricante
desarrolla una tecnología para la fabricación de automóviles que
duplique la productividad, podrá despedir a la mitad de sus
trabajadores, aumentar sus beneficios y reducir el precio de sus coches
con el fin de socavar su competencia. Si otra empresa quiere ser amable
con sus empleados y no despedir a la gente, con el tiempo será conducida
a la quiebra o adquirida por su competidor más despiadado – por lo que
también acabará trabajando con la nueva maquinaria y realizando los
mismos despidos para mantener la competitividad.
Por supuesto, si a las empresas se les
da carta blanca para hacer lo que quieran, los monopolios no tardarían
en desarrollarse y sofocarían la competencia, lo que llevaría al sistema
a un punto muerto. Es aquí donde el Estado interviene.
El Estado
La función principal del Estado en la
sociedad capitalista es la de mantener el sistema y ayudar a la
acumulación de capital. Por ello, utiliza las leyes y la represión
contra la clase obrera cuando tratamos de promover nuestros intereses
contra el capital. El tipo “ideal” de Estado para el sistema capitalista
es, en la actualidad, el liberal democrático, sin embargo, a fin de
garantizar la acumulación de capital, en determinados momentos el
capital se ha valido de diferentes sistemas políticos con la intención
de cooptar y aplastar poderosos movimientos de la clase
trabajadora. Movimientos que amenazaban la propia continuidad del
capitalismo.
Futuro
El capitalismo se presenta como un sistema “natural”, formado un poco como montañas o masas de tierra por fuerzas más allá del control humano. Sin embargo, no fue establecido por “fuerzas naturales”,
sino por la violencia intensa y masiva en todo el mundo, y ha llegado a
hacer creer que conceptos como la propiedad privada de la tierra y los
medios de producción son innatos, y meros artificios.
En comparación con la media de un millón
de años de la existencia humana, el capitalismo no es más que un bache
momentáneo, y por lo tanto, sería ingenuo suponer que va a durar para
siempre. Como capital ampliado, creó una clase obrera mundial que
consiste en una mayoría de la población a quien explota, pero también de
quien depende. Por lo que sólo va a sobrevivir tanto tiempo como le
dejemos.
El texto completo puede leerse en la web inglesa www.libcom.org.
Fuente:Todo por hacer
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