viernes, 22 de agosto de 2014

Capitalismo: una introducción

En su raíz, el capitalismo es un sistema económico basado en tres cosas: el trabajo asalariado, la propiedad privada o el control de los medios de producción (fábricas, maquinaria, granjas, oficinas…), y la producción para el intercambio y el beneficio.
El capitalismo se basa en un proceso simple, el dinero se invierte para generar más dinero. Por ejemplo, cuando una empresa utiliza sus ganancias para contratar más personal o abrir nuevos locales, y así obtener más ganancias, el dinero está funcionando como capital. El incremento de capital se traduce en acumulación, que es la fuerza motriz de la economía.
Dicha acumulación de capital aumenta cuando se pueden transferir los costos a los demás. Si las empresas pueden reducir los costes al no proteger el medio ambiente, o mediante el pago de salarios bajos, lo harán. Así el catastrófico cambio climático y la pobreza generalizada son signos del funcionamiento normal del sistema. Por otra parte, cuando el dinero se convierte en eje central del sistema, todo ha de ser canjeable por dinero. La tendencia es que todo, desde artículos de uso diario a secuencias de ADN o las emisiones de dióxido de carbono – y, sobre todo, nuestra capacidad de trabajar - pasa a convertirse en mercancía.
Y es este último punto – la mercantilización de nuestras capacidades creativas y productivas, nuestra capacidad de trabajar – donde se halla el secreto de la acumulación de capital. El dinero no se convierte en más dinero por arte de magia, sino por el trabajo que hacemos todos los días.
En un mundo donde todo está en venta, todos tenemos algo que vender para poder comprar las cosas que necesitamos. Mientras que algunas personas poseen medios de producción (burguesía), la mayoría de nosotros no, de modo que para sobrevivir tenemos que vender nuestra capacidad de trabajar o fuerza de trabajo, a cambio de un salario, o bien sobrevivir con subsidios (clase trabajadora). Y por supuesto, las cosas que producimos en el trabajo no son nuestras, sino que pertenecen a nuestros jefes.
Además, debido a las largas jornadas, las mejoras de productividad, etc., se produce mucho más de lo necesario para mantenernos como trabajadores. Los salarios que obtenemos coinciden, más o menos, con el costo de los productos necesarios para mantenernos vivos y capaces de trabajar cada día (por lo que, al final de cada mes, nuestro saldo en el banco rara vez se ve muy diferente al del mes anterior). Los beneficios que logra una empresa se generan debido a la diferencia entre los salarios que cobramos y el valor que creamos. Esta diferencia se llama “plusvalía”. La extracción de la plusvalía a los empleadores es la razón por la que vemos el capitalismo como un sistema basado en la explotación.
Este proceso es esencialmente el mismo para todo el trabajo asalariado, no sólo en las empresas privadas. Los trabajadores del sector público también se enfrentan a constantes ataques a sus salarios y condiciones a fin de reducir los costos y maximizar los beneficios para toda la economía en su conjunto.

Competencia
Con el fin de acumular capital, el empresario tiene que competir en el mercado con los dueños de otras compañías. No pueden darse el lujo de ignorar las fuerzas del mercado, o cederían terreno a sus rivales, perdiendo dinero, llegando a la quiebra, etc. Por lo tanto, incluso los jefes no controlan realmente al capitalismo. Es por eso que podemos hablar del capital como si tuviera intereses propios.
Ambos, burgueses y trabajadores, están alienados por este proceso, pero de diferentes maneras. Mientras que desde la perspectiva de los trabajadores, nuestra alienación se experimenta a través de ser controlados por nuestro jefe, este lo experimenta a través de las fuerzas del mercado y la competencia con otros jefes.
Debido a esto, los jefes y los políticos quedan impotentes frente a las ‘fuerzas del mercado’, cada uno tiene la necesidad de actuar de una manera que potencie la acumulación continua. No pueden actuar en favor de nuestros intereses, ya que cualquier concesión que nos otorguen, ayudaría a sus competidores.
Así, por ejemplo, si un fabricante desarrolla una tecnología para la fabricación de automóviles que duplique la productividad, podrá despedir a la mitad de sus trabajadores, aumentar sus beneficios y reducir el precio de sus coches con el fin de socavar su competencia. Si otra empresa quiere ser amable con sus empleados y no despedir a la gente, con el tiempo será conducida a la quiebra o adquirida por su competidor más despiadado – por lo que también acabará trabajando con la nueva maquinaria y realizando los mismos despidos para mantener la competitividad.
Por supuesto, si a las empresas se les da carta blanca para hacer lo que quieran, los monopolios no tardarían en desarrollarse y sofocarían la competencia, lo que llevaría al sistema a un punto muerto. Es aquí donde el Estado interviene.

El Estado
La función principal del Estado en la sociedad capitalista es la de mantener el sistema y ayudar a la acumulación de capital. Por ello, utiliza las leyes y la represión contra la clase obrera cuando tratamos de promover nuestros intereses contra el capital. El tipo “ideal” de Estado para el sistema capitalista es, en la actualidad, el liberal democrático, sin embargo, a fin de garantizar la acumulación de capital, en determinados momentos el capital se ha valido de diferentes sistemas políticos con la intención de cooptar y aplastar poderosos movimientos de la clase trabajadora. Movimientos que amenazaban la propia continuidad del capitalismo.

Futuro
El capitalismo se presenta como un sistema “natural”, formado un poco como montañas o masas de tierra por fuerzas más allá del control humano. Sin embargo, no fue establecido por “fuerzas naturales”, sino por la violencia intensa y masiva en todo el mundo, y ha llegado a hacer creer que conceptos como la propiedad privada de la tierra y los medios de producción son innatos, y meros artificios.
En comparación con la media de un millón de años de la existencia humana, el capitalismo no es más que un bache momentáneo, y por lo tanto, sería ingenuo suponer que va a durar para siempre. Como capital ampliado, creó una clase obrera mundial que consiste en una mayoría de la población a quien explota, pero también de quien depende. Por lo que sólo va a sobrevivir tanto tiempo como le dejemos.
El texto completo puede leerse en la web inglesa www.libcom.org.

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