Extracto del libro EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI de Heinz Dieterich Steffan
La economía de mercado (crematística) no es capaz de satisfacer adecuadamente las necesidades socioeconómicas y ecológicas de un conjunto mundial de casi siete mil millones de personas, debido a cinco limitaciones sistémicas. En primer lugar, se trata de un sistema inestable, porque carece de un mecanismo macrosocial de coordinación de sus variables estratégicas (inversión y consumo). Esa “anarquía de la producción capitalista” (Marx), que resulta de la contradicción entre el carácter social de la producción y su apropiación privada, hace inevitable las recurrentes crisis del sistema. En segundo lugar, se trata de un sistema asimétrico, es decir, la crematística produce inevitablemente la concentración y centralización del capital y de la riqueza social, en pocas manos; y los correctivos de la democracia política burguesa no tienen la fuerza necesaria para corregirla. En tercer lugar, la lógica de evolución de la economía global es mercantil-nacionalista. Los elementos dinámicos en ella son las empresas transnacionales que se encuentran, por lo general, en propiedad de las elites económicas de su país de origen y que requieren de la protección política-militar de sus Estados nacionales para llevar a cabo sus funciones globales. En cuarto lugar, las transnacionales son excluyentes, no sólo frente a otras empresas, sino sobre todo, frente a los ciudadanos de la sociedad global que no tienen ninguna incidencia sobre sus decisiones. Ese carácter antidemocrático explica, por qué los resultados de la economía mundial no están en concordancia con lasnecesidades de la población mundial. Por último, la universalización del actual modelo y nivel de consumo del Primer Mundo es ecológicamente imposible. Sin embargo, las elites globales no disponen de una alternativa más racional para las mayorías; no pueden dejar la crematística para regresar a la economía.
Resumiendo, en un lenguaje clásico, la inviabilidad estructural de la economía nacional de mercado, podemos decir que la ley del valor, implementada a través de las elites nacionales dominantes, es incompatible con una sociedad global democrática, equitativa y sustentable.
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